lunes, 30 de abril de 2018

«EL GENOCIDIO ES MITZVÁ» (RABINO DE PREPARATORIA MILITAR ISRAELÍ)

Traducción del artículo publicado en MONDOWEISS.
 
El rabino Ophir Wallas de la Mechina (מְכִינָה) militar Bnei David fue grabado en vídeo enseñándole a jóvenes futuros soldados que los israelíes están, desde el punto de vista halájico, autorizados para exterminar a los palestinos, y que sólo el miedo a una retaliación masiva los detiene.
  
Rabino Ophir Wallas
 
Las palabras de Wallas pueden ser escuchadas aquí (en Inglés). Ellas son tomadas de una conferencia más larga que diera a sus estudiantes que –para los que tienen mucho tiempo disponible– puede ser vista aquí. A continuación mi traducción, con notas al pie esenciales:
«Al conquistar la Tierra [de Israel] según Nahmánides y Rashi [*], que dicen que las guerras de hoy son también guerras mitzvá para conquistar la Tierra, no estoy obligado a nada. Esta no es la ley del perseguidor [**], ¿cierto? ¿Con qué ley estamos tratando? Las leyes de una guerra mitzvá, una guerra de ocupación de la Tierra. Incluso si no conquisto Gaza justo ahora, [conquistarla] es parte de mi tarea de establecer la Tierra de Israel, porque es también parte del mitzvá de conquistar la Tierra. Y de ahí se sigue que no hay otro camino; esto es, hemos de matarlos a todos. Porque esta es la diferencia entre la Ley del Perseguidor y las guerras mitzvá. […] Una guerra mitzvá de conquista la Tierra, que no está limitada a salvar al pueblo de Israel de sus enemigos, según algunos de los Rishonim [***]. Podría, ante y, por el derecho esencial, destruir, matar y hacer perecer [****] a todos ellos. Yo no lo haré, porque si lo hiciera, y rechazara los tratados internacionales, entonces el Estado de Israel perecerá, a menos que seamos testigos de un milagro de milagros –y uno no debe confiar en un milagro–. Y esa es la única razón por la que no lo haré».
  
Unas pocas notas son esenciales. Primero, y por favor seguirme, ¿qué significa mechina (plural mechinot)? Literalmente, significa “escuela preparatoria”, pero en Israel viene a significar una escuela que prepara estudiantes que terminaron sus estudios secundarios para el servicio militar. Mientras la mayoría de los judíos israelíes son reclutados nada más finalizar la secundaria, unos pocos selectos se les permite estudiar un año más, y en ese año se supone serán indoctrinados para convertirse en mejores soldados. Muchos mechinot presumen de un alto porcentaje de graduados que van a convertirse en oficiales y sirven por más tiempo que los reclutas. Con algunas excepciones, todos los mechinot son religiosos, y son de hecho una forma de yeshivá. Los docentes de una mechina son empleados públicos que reciben sus salarios del Ministerio de Educación y del Ministerio de Defensa. Los líderes de mechinot a menudo se reúnen con altos oficiales, como el Comandante en jefe de las FDI, y participan en discusiones de alto nivel sobre el nivel de religiosidad del ejército, particularmente sobre si las mujeres pueden prestar servicio militar con los hombres. El hecho de que los mechinot están produciendo un gran número de oficiales motivados cuando la mayoría de israelíes no desean convertirse en oficiales les da una inusual influencia con el alto mando –con el resultado de que ellos son raramente, si cabe, supervisados–.
  
Esto comenzó a cambiar el año pasado. La mechina Bnei David, la primera de ellas, ha sido considerada por mucho el estandarte del Movimiento Nacional Religioso, y su líder, el rabino Eliezer “Eli” Saddan, incluso ganó el Premio Israel –la más alta condecoración civil– por su contribución a la educación. Sin embargo, desde el año pasado, varios rabinos de la mechina –incluyendo Saddan mismo– fueron filmados diciendo cosas altamente inflamables. Los objetivos principales de los rabinos de la mechina han sido los “gais” y las mujeres; las afirmaciones fueron tan incendiarias, puesto que los rabinos expusieron su misoginia y homofobia, que el Ministro de Defensa demandó en el acto que uno de los peores ofensores, el colega de Saddan, Yigal Levinstein, renunciara o si no la mechina sería sancionada (noticia en Hebreo). Poco después, Lewinstein se fue de “vacaciones”, pero la mechina insistió que no fue despedido (comunicado en Hebreo).
    
Con un escándalo tras otro golpeando a Bnei David, los izquierdistas han hecho un hábito ir a las conferencias grabadas de la mechina para tender el anzuelo. La cita de Wallas es el premio más reciente. La mayoría del botín, sin embargo, trataba con la misoginia y la homofobia. Este es uno de los raros ejemplos de lo que los rabinos de Bnei David piensan sobre los palestinos.
  
Ahora necesitamos un curso intensivo sobre la ley de guerra judía [no la israelí]. Básicamente distingue entre dos tipos de guerras: guerras reshut (רְשׁוּת, permitidas) y guerras mitzvá (מִצְוָה‬, ordenadas). Los reyes tienen permitido ir a guerras reshut si les place, pero tales guerras son manejadas bajo leyes relativamente humanas. Las leyes mitzvá son un concepto enteramente diferente: son guerras santas, el enemigo es considerado enemigo de Dios, y, como dice Wallas: “no estoy obligado a nada”. El modelo son las guerras de exterminio del bíblico Josué. Muchos estudiosos de la halajá están divididos sobre lo que constituye una guerra mitzvá, pero coinciden en que las guerras para reconquistar la Tierra Santa llenan la medida –después de todo, están modeladas en las de Josué–.
  
Solía haber un obstáculo: sólo un rey podía declarar guerras mitzvá, y se supone que el judaísmo no tiene rey hasta que llegue el mesías. El Movimiento Nacional Religioso hizo un salto de fe sobre este escollo: declaró que Israel era “el comienzo del crecimiento de nuestra redención” (una frase recitada cada año en las oraciones del Día de la Independencia), y trata al estado como algo semi-sagrado, y el único que puede declarar guerras mitzvá.
  
Y, al final de la cadena, tenemos un rabino patrocinado por el gobierno enseñándole a niños ansiosos de alguna gloria desesperada que legalmente tienen permitido ordenarle a sus soldados destruir, matar y hacer perecer mujeres, ancianos y niños. Sí, hay aún una advertencia: si Israel sufrirá por los tratados internacionales, no debería hacerse.
   
¿Pero qué si el tiempo es correcto?
 
Técnicamente, el rabino Wallas es alguien bajo supervición militar. Como sus enseñanzas –aunque esencialmente correctas, sin embargo– van directamente contra la ley militar, uno puede esperar que él sea removido, degradado o amonestado. Pero, mientras Lewinstein fue amonestado por denigrar de las mujeres soldado, Wallas tiene menos que temer. A nadie en el comando militar le preocupan los rabinos rapsodiando sobre el genocidio.
  
Yossi Gurvitz es periodista, bloguero y fotógrafo, y ha cubierto extensivamente la ocupación israelí a Palestina.
  
NOTAS
* Dos prominentes glosadores medievales, Rabino Moshé Ben Nahmán y Rabino Shlomo Yitzhaki.
** Una ley halájica que permite lesionar, incluso matar a una persona que esté “persiguiendo” a otros y poniéndolos en peligro.
*** Estudiosos religiosos judíos de la Alta y Baja Edad Media.
**** Wallas está citando aquí la orden de Amán para exterminar a los judíos (Ester 3, 13).

domingo, 29 de abril de 2018

EL ODIO DE HITLER A LA IGLESIA CATÓLICA

Artículo publicado por Isaac García Expósito en FORUM LIBERTAS
  
LO QUE HITLER DECÍA SOBRE LA IGLESIA: CONVERSACIONES CON HERMANN RAUSCHNING
  
Adolfo Hitler saludando a líderes católicos alemanes en un mítin de 1930. Aunque se debate cuáles eran realmente sus creencias, hay consenso en el hecho de que Hitler y el partido nazi usaban la religión como un factor de cohesión para granjearse el apoyo popular a su programa.
 
A pesar de las muchas mentiras vertidas sobre la relación entre Hitler y la Iglesia Católica, ésta constituyó siempre un dolor de cabeza para el Führer. Como todos los totalitarismos, Hitler intentó destruir a la Iglesia Católica empezando por la alemana.
   
Así nos lo demuestra Hermann Rauschning en su libro de 1939 «Hitler me dijo…», tristemente descatalogado. Rauschning, terrateniente de familia militar prusiana, fue nazi de 1926 a 1934. Arrepentido del nazismo, escribió sobre las ideas de Hitler. En el capítulo VII, titulado El Anticristo, recoge una conversación con el dictador acerca de la Iglesia Católica y lo que pensaba sobre ella.
 
Repasemos el pensamiento de Hitler detenidamente.
 
Sobre las religiones en general y el cristianismo en particular:
«¿Las religiones? Tanto valen unas como otras. Ninguna tiene porvenir, para los alemanes cuando menos. El fascismo puede, si quiere, hacer su paz con la Iglesia. Yo haré lo mismo. ¿Por qué no? Ello no me impedirá en absoluto extirpar el cristianismo de Alemania. Los italianos, gentes candorosas, pueden ser al mismo tiempo paganos y cristianos. Los italianos y los franceses, si radican en el campo, son paganos. Su cristianismo es superficial, epidérmico. Pero el alemán es distinto. Toma las cosas en serio: es cristiano o pagano, pero no ambas cosas. Por otra parte, como Mussolini nunca hará de sus fascistas héroes, poco me importa que sean paganos o cristianos.
  
Para nuestro pueblo, por el contrario, la religión es una cuestión capital. Todo depende de saber si permanecerá fiel a la religión judeocristiana y a la moral servil de la piedad, o si tendrá una fe nueva, recia, heroica, en un dios inmanente, en la Naturaleza inmanente, en la nación misma, en un dios inseparable de su destino y de su sangre».
Después de una breve pausa, Hitler prosiguió:
«Dejemos a un lado las sutilezas. Que se trate del Antiguo Testamento, o del Nuevo, o de las solas palabras de Cristo, como quiere Houston Stewart, Chamberlain, todo ello no es más que un solo y mismo bluf judaico. ¡Una Iglesia alemana! ¡Vaya una broma! Se es o bien cristiano, o bien alemán; mas no se puede ser ambas cosas a la vez. Podréis expulsar a Pablo de la cristiandad. Otros ya lo hicieron.
   
Puede hacerse de Jesús una noble figura y negar a un tiempo su divinidad. Es cosa de todos los tiempos. Hasta creo que existen en América y en Inglaterra, aún hoy, cristianos de esa catadura, llamados “unitarios” o algo por el estilo. Todas esas exégesis no sirven propiamente para nada. Por ese camino nunca llegaremos a libertarnos de ese espíritu cristiano que queremos destruir. No más hombres de mirar torcido hacia el “más allá”. Queremos hombres libres, que sepan y sientan que Dios está en ellos».
  
¿Cuál era el programa a seguir para destruir a la Iglesia?:
«Y nosotros, ¿qué programa deberemos seguir? Exactamente el de la Iglesia católica cuando impuso su religión a los paganos: conservar lo que puede conservarse y reformar lo demás.
  
Por ejemplo, la Pascua no será ya la Resurrección; será la eterna renovación de nuestro pueblo. Navidad será el nacimiento de nuestro Salvador, es decir, del espíritu de heroísmo y de manumisión.
  
¿No creéis que profesarán así nuestro dios en sus iglesias esos sacerdotes liberales, que ya no tienen creencia alguna y que ejercen una mera función? ¿No reemplazarán su cruz por nuestra cruz gamada?
   
En lugar de celebrar la sangre de su Salvador de antaño, celebrarán la sangre pura de nuestro pueblo; harán de su hostia el símbolo sagrado de los frutos de nuestra tierra alemana y de la fraternidad de nuestra grey. Claro que sí, yo os lo aseguro: comerán ese pan, y entonces, Streicher, se llenarán de nuevo las iglesias. Si lo queremos, será nuestro el culto celebrado. Pero aún es temprano para esto».
  
«Por el momento, puede permitirse que las cosas sigan su curso. Mas eso no durará. ¿Para qué una religión unitaria, una Iglesia alemana, desvinculada de Roma? ¿No ven que todo ello está superado? ¡Cristianos alemanes, iglesias alemanas, cristianos cismáticos! Todo eso sabe a viejas historias. Bien sé lo que debe fatalmente suceder, y llegado el momento favorable, ya nos encargaremos de que suceda así. Sin religión propia, el pueblo alemán no puede tener estabilidad. ¿Cuál será esa religión? Nadie lo sabe de momento. Lo presentimos, nada más».
   
«(…) esos profesores y esos ignorantes, constructores de mitos nórdicos, no nos sirven para nada. Estorban mi acción. Me preguntaréis por qué los tolero. Porque contribuyen a la descomposición, porque provocan desorden, y porque todo desorden es creador. Por vana que sea su agitación, dejémosles hacer, ya que nos ayudan a su manera, lo mismo que los curas. A unos y a otros los obligaremos a destruir por dentro sus religiones, vaciándolas de toda autoridad y todo contenido viviente, sin que subsista más que un vano ritual de frases huecas».
 
Es realmente curioso como muchas de las medidas preconizadas por Hitler para acabar con ella, se siguen aplicando hoy en nuestra sociedad posmoderna.
   
Hitler le reconocía un gran valor a la Iglesia católica. Él fue católico y eso le daba, a su entender, una ventaja sobre Bismarck, que era protestante, y por eso fracasó cuando aplicó su Kulturkampf:
«La Iglesia católica es una gran cosa. No por nada ha podido mantenerse durante dos mil años. Nos da una gran lección que aprender. Tal longevidad implica inteligencia y gran conocimiento de los hombres. ¡Oh, esos ensotanados conocen bien el corazón humano y saben exactamente dónde les aprieta el zapato! Pero su hora pasó. Ya lo saben bien. Tienen bastante entendimiento para comprenderlo y para no dejarse arrastrar al combate. Si, a pesar de ello, se les antojara entablar la lucha, no haría ciertamente de ellos mártires. Me contentaría con denunciarlos como vulgares criminales. Les arrancaré de la cara su máscara de respetabilidad. Y si esto no bastare, los tornaré ridículos y despreciables.
  
Haré filmar escenas que contarán la historia de los hombres negros. Entonces se podrá ver de cerca el cúmulo de locura, de egoísmo sórdido, de embrutecimiento y engaño que es la Iglesia.
      
Se verá cómo sacan dinero de cada país, cómo rivalizaron en avidez con los judíos, cómo favorecieron las prácticas más vergonzosas. Organizaremos el espectáculo de tal manera excitante, que todo el mundo querrá verlo, y habrá largas colas a las puertas de los cines. Y si los cabellos se erizan sobre la cabeza de los burgueses devotos, tanto mejor. La juventud será la primera en seguirnos. La juventud y el pueblo.
   
En cuanto a los otros, no los necesito. Les garantizo que, si yo lo quiero, aniquilaré a la Iglesia en pocos años, con lo que probaré lo hueco, frágil y engañoso del aparato religioso. Bastará un golpe serio para demolerlo. Los buscaremos por el lado de la rapacidad y de su gusto proverbial por la buena vida. Los emplazo, cuando mucho, para de aquí a algunos años. ¿A qué preocuparnos? Aceptarán todo, a condición de poder conservar su situación material. Sucumbirán sin combatir.
  
Ya husmean de dónde sopla el viento, pues no son mentecatos, ni mucho menos. Desde luego, la Iglesia fue algo en otros tiempos. En la actualidad nosotros somos sus herederos, porque somos también una Iglesia. Conocen su impotencia. No resistirán. Y si resistieran, nos da lo mismo. Desde el momento en que la juventud está conmigo, me es indiferente que los viejos vayan a enmohecerse al confesionario, si les viene en gana. Para la juventud la cosa es distinta, y ése es asunto mío».
  
A raíz de estas palabras, Rauschning recuerda cuando Hitler persiguió posteriormente «a los sacerdotes católicos por tráfico de divisas o por atentado a las costumbres, a fin de presentarlos a los ojos de la masa cual criminales, quitándoles de antemano la palma del martirio y la gloria de la persecución».
  
Para extirpar el catolicismo de las clases campesinas, Hitler pensaba en revitalizar el paganismo que, según él, se encontraba en el sustrato de las creencias de dichas clases:
«Sobre eso edificaremos. Nuestros campesinos no han olvidado sus creencias de otros tiempos; la vieja religión vive siempre. La cubre la mitología cristiana, que al superponérsele, cual capa de hollín, conserva el contenido del envase».
  
«Tengo dicho a Darré [Ricardo Walther Oscar Darré Lagergrende, Ministro del Reich de Agricultura y Abastecimientos, y Director de la Oficina de la Raza y Reasentamiento entre 1933 y 1942, N. del E.] –prosiguió- que era tiempo de abordar la verdadera Reforma. Darré me hizo proposiciones asombrosas, que aprobé en seguida. Rehabilitaré las antiguas costumbres por todos los medios. Durante la Semana Santa y en las exposiciones agrícolas ambulantes difundiré nuestro credo religioso por la imagen, y de un modo tan expresivo, que el campesino más obtuso comprenderá. No haremos lo que antes: no evocaremos el pasado con cabalgatas y mascaradas románticas. El campesino debe saber lo que la Iglesia le ha hurtado: la intuición misteriosa y directa de la Naturaleza, el contacto instintivo, la comunión con el espíritu de la tierra. Así es como debe aprender a odiar a la Iglesia. Debe aprender progresivamente de qué trucos se han valido los sacerdotes para robarles el alma a los alemanes. Rascaremos el barniz cristiano y volveremos a hallar la religión de nuestra raza. Hay que comenzar por la campiña, y no por las grandes ciudades».
  
«(…) No vamos a complicarnos en la estúpida propaganda marxista del ateísmo. En las grandes ciudades no queda absolutamente nada. Allí donde todo ha muerto es imposible reanimar nada. Mas nuestros campesinos viven aún sobre un fondo de creencias paganas, y partiendo de ahí podremos evangelizar algún día a las multitudes de nuestras ciudades. Aunque, como es natural, estamos aún lejos de ello».
  
Todo esto, como sabemos, se cumplió después.
   
Hitler fue derrotado, pero su insidiosa ideología, ¿ha desaparecido realmente?

4975 AÑOS DESPUÉS DEL DILUVIO...

«El mundo moderno no tiene más solución que el Juicio Final. ¡Que cierren esto!». (NICOLÁS GÓMEZ DÁVILA. Sucesivos escolios a un texto implícito, pág. 152).
  
NOTA: Siguiendo las Sagradas Escrituras y la tradición de la Iglesia (que enseña que el mundo fue creado en el año 5199 antes de Cristo), el Diluvio Universal tuvo lugar en el año del mundo 2242 (2957 A.C.), entre el 17 de Marzo y el 29 de Abril.

viernes, 27 de abril de 2018

SAN PEDRO CANISIO, MARTILLO DE LOS HEREJES ALEMANES

Su contribución a liberar parte de la Europa germánica del yugo de la mentira religiosa y filosófica y de la tiranía política que le es intrínseca es ejemplo de la fuerza que puede tener el trabajo intelectual al servicio la Verdad
  
San Pedro Canisio
 
Pedro Kanijs, cuyo nombre al latinizarse se convirtió en Canisio, nació en Nimega, Holanda (provincia de Güeldres, en los Países Bajos), el 8 de mayo de 1521. Su padre fue el maestre Jacobo, alcalde de esta opulenta ciudad bañada por el Rin y el Waal.
 
A San Pedro Canisio se lo considera el segundo evangelizador de Alemania y el valeroso apóstol de Suiza, sus dos patrias de adopción. Es venerado como uno de los creadores de la prensa católica y fue el primero del numeroso ejército de escritores jesuitas.
 
Conocido por el sobrenombre de “martillo de los herejes”, Pedro el jesuita defiende las posiciones romanas ortodoxas. Sin este centinela, tan enérgico como conciliador, la expansión luterana se habría convertido en una catástrofe para la Iglesia. Oponiéndose a las posiciones del reformador de Eisleben, el “gentleman de la Compañía” suscita y lleva adelante una reforma católica en profundidad, por medio de una densa actividad: enseñanza, controversia, predicación, catequesis. Veámoslo a través de los diversos frentes en los que trabaja.
 
A ejemplo de San Agustín -en el año 397-, Pedro escribe -en 1570- sus memorias. Siguiendo este texto latino revisado y anotado por el P. Otto Braunsberger, presentaremos algunos detalles. Desde que tenía diez años, el niño, rodeado por sus amigos atentos y en actitud de recogimiento, “juega a decir misa”. Poco después, meditando en la iglesia de San Esteban, ora con esta súplica : “¡Señor Dios: instruidme, guiadme!”. En esta misma época, agitado por los escándalos que le rodean, Pedro Kanijis lleva un cilicio (faja de cuerdas ceñidas al cuerpo) para preservarse del mal mediante una activa penitencia.
 
En 1539, a la edad de dieciocho años, estudia derecho canónico en la universidad de Lovaina, capital de Brabante ¿Qué orientación va a seguir este joven de veinte años y de voluntad firme, que ha quedado tan asqueado de los borrachos de carnaval que ha decidido abstenerse de probar el vino?
 
En 1540, su excelente compañero de promoción, Lorenzo Sirio, se hace cartujo. ¿Le va a seguir Pedro? No, pues su padre empieza a mover sus influencias con intención de poder ofrecerle a su heredero una canonjía en Colonia. ¿Va a aprovechar estas circunstancias para construirse una existencia tranquila y confortable? Nada de eso; las cosas no serán así.
 
En 1543, con veintidós años, Pedro oye hablar con elogios de Pierre Fávre, miembro de un grupúsculo que comienza a abrirse camino: los “compañeros de la amistad de Cristo”. Estos se confiesan y proclaman “caballeros del Papa”. ¿Por qué no integrarse en esta joven sociedad de “sacerdotes reformados”? Canisio consulta a Favre. Escuchemos al neófito jesuita confesar su entusiasmo:
“Bajo la dirección de Pierre Favre, acabo de hacer los ejercicios (retiro espiritual prolongado según el método de Ignacio de Loyola). Estos han cambiado mi espíritu y mis sentimientos, han iluminado mi alma con nuevos rayos de la gracia celeste, han conferido a mi voluntad un nuevo vigor. La abundancia de los dones divinos repercute incluso en mi cuerpo: me siento fortalecido y como transformado. Mi deseo es trabajar con Jesucristo en el servicio de las almas”.
 
El 8 de Mayo de 1543, día de su cumpleaños, el novicio jesuita se compromete por medio de la profesión:
“Yo, Pedro Canisio de Nimega, hago hoy a Dios, a la Virgen María, ante San Miguel Arcángel y todos los Santos, voto de ponerme bajo la obediencia (obediencia sumisa) de la Compañía llamada de Jesucristo”.
 
Diácono en 1544, ordenado sacerdote en 1546, este joven maestro es ya conocido por dos publicaciones que revelan la posesión de un sólido conocimiento en los terrenos de la mística y la escritura; una de ellas acerca de los Sermones de Juan Tauler, primera obra impresa de la Compañía de Jesús; la otra, una edición crítica de las obras de San Cirilo de Alejandría y de San León Magno. Después de haber asistido al concilio de Trento como teólogo consultor del cardenal de Augsburgo, Otto van Trusches, residirá un tiempo en Roma y luego en Mesina. A finales de 1549 lo encontramos ya en su puesto, dispuesto para trabajar, en la universidad bávara de Ingoldstat. Es el comienzo de un largo apostolado al servicio de Alemania.
 
A su llegada a las orillas del hermoso Danubio, el maestro Canisio escucha el balance de la situación que le presentan dos de sus hermanos de religión que se encuentran ya allí: Le Jay y Salmerón. La situación resumida en una estadística reveladora, parece catastrófica: “Nueve de cada diez alemanes han sido ganados para la reforma luterana o están en vías de serlo”. Por tanto la reacción es urgente: hay que hacer algo; si, ¿pero qué y cómo?
 
El trío de jesuitas pasa revista a las fuerzas en conflicto mediante el siguiente examen: Del lado protestante la confusión es extrema. Desde la muerte de Lutero (1546), no ha surgido ningún sucesor que se ponga a la cabeza del movimiento. Melanchton aparecía a los ojos de muchos de sus correligionarios como un vacilante, un criptocatólico. Flavio Ilírico es un revolucionario declarado. Entre muchos pastores protestantes hay que lamentar desenfrenos, saqueos, y crímenes de todo tipo. En el sector católico igualmente se combinan muchos males: ignorancia de la gente y del clero, relajamiento monástico generalizado, iglesias devastradas, fieles vacilantes, tibios o amedrentados.
  
Primera reacción jesuítica: enseñanza y predicación. El 26 de noviembre de 1549, Canisio imparte su primer curso universitario sobre los sacramentos. Los sermones al pueblo se multiplican con éxito. El año siguiente se inaugura el colegio de Viena. El infatigable Canisio predica a las gentes del campo. Su reputación es tal que se libra por poco de ser promovido como arzobispo de la capital austríaca. ¿Desempeñó las funciones de administrador diocesano? Es muy probable. Pero de modo inmediato será otro el trabajo que va a acaparar todas sus energías: Escribir un Catecismo.
  
La idea proviene de una simple constatación: la urgente necesidad de una catequesis (instrucción religiosa) estructurada. Recuérdese el De catequizándis rúdibus de San Agustín, redactado en el año 400. En 1555 aparece un librito con un título interminable: Suma de la doctrina cristiana presentada en forma de preguntas y respuestas y publicada por primera vez, para uso de la infancia cristiana, por orden y autoridad de su Majestad el rey de los Romanos, de Hungría y de Bohemia, archiduque de Austria.
  
Primitivamente redactado en latín y traducido en seguida al alemán, el manual original alcanza rápidamente un gran éxito y se multiplica en libritos especializados, según la siguiente distribución:
  • 1555: Suma de la doctrina cristiana (222 preguntas), para los colegiales mayores y los estudiantes.
  • 1556: Catecismo menor (59 preguntas), a menudo junto a la cartilla, para uso de los principiantes.
  • 1557: Catecismo mediano (122 prreguntas), el de mayor difusión entre la gente.
  
Naturalmente, los protestantes reaccionaron en seguida y con gran energía. El tímido Melanchton califica al autor de “cínico” (perro). El luterano Johann Wigand se hace eco de este insulto y ataca al adversario: “Canisio es un perro que desgarra a dentelladas las sagradas escrituras y las coge por los pelos. Su catecismo es un sable que atraviesa las almas, las mata y se las presenta al diablo”.
  
Diecisiete años después de la muerte de su autor, el jesuita Mateo Arder pone las cosas en su sitio:
“El bien realizado por el catecismo de Canisio, es inmenso. Se les explica a los jóvenes, se comenta en las iglesias, en las escuelas, en los colegios, en las universidades. Su autor sigue hoy hablando en múltiples lenguas: alemán, eslavo, italiano, francés, español, polaco, griego, húngaro, danés, inglés, escocés, e incluso en hindú y japonés. Su redactor ya puede ser llamado con toda justicia Doctor de las Naciones”.
 
De hecho, las estadísticas hablan por sí solas al mostrar el récord de reediciones de que hay constancia: doscientas en vida del autor, más de cuatrocientas cincuenta en total.
 
Detengámonos ahora en una de las más conocidas dietas en las que Canisio participará, la dieta de Worms de 1557. Los diálogos se inauguran el 11 de septiembre de 1557. Melanchton (60 años), jefe de filas protestante, se muestra ofensivo hasta el insulto: “Nosotros rechazamos todas las herejías y principalmente las decisiones impías del pretendido concilio de Trento”.
 
Líder católico, Canisio subraya las divisiones luteranas y hace una pregunta con trampa que va a sembrar el desconcierto en el campo protestante: “¿Condenáis los errores de Calvino, Zwinglio, Ilírico?”. En vista de las respuestas evasivas de sus correligionarios, Melanchton monta en cólera, y finalmente provoca la disolución de la asamblea. En estas circunstancias, Canisio no tiene dificultades para establecer el siguiente balance: “1) Ante sus interlocutores desunidos, los católicos aparecen unidos; 2) Debido a sus variaciones, las diversas iglesias protestantes caen en el descrédito; 3) Los católicos recuperan y consolidan sus posiciones en toda Alemania”.
  
Nombrado provincial de la Alta-Germania (Alemania, Austria y Bohemia) en 1556, el responsable multiplica sus predicaciones que conocen un éxito esplendoroso. Un sermón de 1559 expresa sin ambages la lúcida visión del predicador acerca de la decadencia alemana. Los fieles de la diócesis de Augsburgo tienen que escuchar esas duras verdades. Ante este apostolado resplandeciente, se intensifican los ataques luteranos. Entre sus oleadas tumultuosas, destacamos el panfleto publicado en 1562 por el predicador Jerónimo Rauscher. El título mismo del folleto nos habla del tono que presenta: “Cien mentiras papistas groseras, desvergonzadas, sebosas, cebonas y pestilentes, por medio de las cuales, los llamados papistas defienden los artículos principales de su doctrina”.
  
Con calma y con mesura, Canisio responde por medio de preguntas vivas, acuciantes, actuales. El maestro interpela con educación al adversario, sin descender nunca al nivel de los insultos recibidos de éste.
  
En 1565, Francisco de Borja, tercer general de los jesuitas, nombra a su compañero Pedro “visitador general de la Alta y Baja Alemania y de las Provincias renanas”. Cada vez más, el titular de dicho cargo se va convirtiendo en el alma de la Acción católica del centro de Europa.
  
En 1581, a la edad de sesenta años, Canisio recibe felicitaciones, pero también el traslado a un nuevo destino. De modo lacónico, la “obediencia” (orden de misión) que recibe, le asigna esta nueva tarea: “viajar a Friburgo para fundar allí el colegio de Saint-Michel”. Sin rechistar lo más mínimo, con una obediencia perfecta, parte hacia esta capital del cantón helvético, situada a mitad de camino entre Lausana y Berna (que distan cien kilómetros entre sí). Allí se va a integrar hasta el punto de convertirse, durante los dieciséis años que le restan por vivir, en el más célebre ciudadano de honor.
 
Desde su residencia en Friburgo, el anciano jesuita escribe a muchos de sus amigos: Claudio Aquaviva, general de los jesuitas; Francisco Bonomio, nuncio apostólico; Carlos Borromeo, nombrado visitador en Suiza; Francisco de Sales, misionero en Chablais. Tras cuatro meses de cruel enfermedad -hidropesía complicada con un fuerte catarro-, el santo religioso muere el 21 de Diciembre de 1597. A propósito de este enfermo modelo, su enfermero anota en el cuaderno médico: “Nunca pide un alivio, abandonándose totalmente a sus superiores”.
  
Alemania y Suiza se muestran sumamente agradecidos a su intrépido evangelizador que supo evitarles el caer totalmente en el luteranismo. Todavía hoy, el estudio teológico de Innsbruck, capital del tirol austríaco, lleva el nombre de “Canísium”. La sociedad de ayuda al clero funciona bajo la protección de este segundo apóstol de Alemania. Friburgo no le va a la zaga en esta gratitud activa. Visitadores y peregrinos pueden acceder al colegio Saint-Michel, que domina toda la ciudad, por las “escaleras de Pedro Canisio”.
 
¿Con qué quedarnos de esta maravillosa herencia, casi cuatro siglos después de la muerte del apóstol? Sin dudarlo un instante, propongo esta oración:
“Señor, tú sabes en qué medida y cuántas veces me has confiado Alemania, de la que sigo preocupándome y por la que deseo morir. Tú eres quien -al igual que en Suiza- me ordena beber en la fuente de tu corazón abierto. ¡Oh Salvador mío!”
 
Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, después de haber rezado el santo Rosario, exclamó lleno de alegría y emoción: “Miradla, ahí esta. Ahí está”. Y murió. La Virgen Santísima había venido para llevárselo al cielo.
 
El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.
  
JOSÉ MARÍA RIPOLL RODRÍGUEZ. En Revista Arbil, Nº 61.
  
ORACIÓN
Oh Dios, que confirmaste con tu virtud y doctrina al Santo Confesor Pedro Canisio, para defender la fe católica: concede bondadoso que sus ejemplos y consejos, tornen a la salud a los que vagan lejos de ella, y los espíritus de los fieles perseveren en la confesión de la verdad. Por J. C. N. S. Amén.

jueves, 26 de abril de 2018

ORACIÓN POR ALGUIEN QUE NOS CAUSE DESAGRADO

La falta probablemente es mía, Señor, pero me desagrada tu siervo N. En lugar de pensar en cien modos que tiene para enfurecerme, me vuelvo a Ti y pídote que nos ayudes a los dos. Dame la gracia de verle como a un amigo, dale la gracia de superar todas sus faltas, y concédenos la gracia de vernos el uno al otro como lo que realmente somos: redimidos por tu Sangre y amigos tuyos por igual. Amén.
   

Tomado de P. Hubert Van Zeller, Lord God: A Book of Prayers for Boys and Young Men. Burns Oates & Washbourne Ltd., Londres 1936.

miércoles, 25 de abril de 2018

PABLO VI, DESTRUCTOR DE LA CATOLICIDAD ESPAÑOLA

Tomado de ADELANTE LA FE, no sin antes precisar los siguientes aspectos.
  1. En aplicación del Decreto-Ley 10 del 26 de Agosto de 1975 sobre prevención del terrorismo, fueron condenados a muerte once terroristas del Frente Revolucionario Antifascista y Popular (FRAP) y del ETA Político-Militar, de los cuales seis fueron indultados por el Consejo de Ministros, mientras que los cinco restantes (José Humberto Baena Alonso, José Luis Sánchez-Bravo Solla y Ramón García Sanz -del FRAP-; Juan Paredes Manot alias Txiki, y Ángel Otaegui Etxeberria alias Caraquemada o Azpeiti -del ETA-pm-) fueron fusilados el 27 de Septiembre.
  2. En respuesta a las protestas surgidas en Europa -donde incluso la embajada española en Lisboa fue incendiada-, el 1 de Octubre de 1975 tuvo lugar la manifestación de la Plaza de Oriente, donde el Generalísimo Franco alzó su voz:
    «Todo lo que en España y Europa se ha armado obedece a una conspiración masónico-izquierdista, en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece».
    Fue su último acto público, ya que el 20 de Noviembre falleció.
  3. Vicente Enrique y Tarancón fue arzobispo de Toledo desde 1969 hasta 1971, cuando fue nombrado arzobispo de Madrid tras la muerte de don Casimiro Morcillo González (quien, vale anotar, fue parte del Cœtus Internationális Patrum, que defendía la Doctrina Católica durante el conciliábulo).
  4. Giovanni Battista Montini Alghisi fue hereje y apóstata, y en aplicación de la Bula Cum ex Apostolátus (confirmada por el Motu Próprio Inter Multíplices y el Código Pío-Benedictino de Derecho Canónico), NUNCA FUE PAPA DE LA IGLESIA CATÓLICA. Si el Generalísimo Francisco Franco Bahamonde (quien es mucho más santo que Montini) llegó a considerarlo como tal en 1963, fue porque en aquella época no existía la claridad teológica que hoy tenemos sobre el Sedevacantismo y porque nadie se imaginaba lo que sucedería posteriormente. Y en cuanto a las palabras de Montini tras la lectura del Testamento del Generalísimo, ellas NO SON MÁS QUE EXPRESIÓN DE UN ARREPENTIMIENTO TARDÍO, ESTÉRIL E INÚTIL, que hacen recordar aquel incidente del Lunes de Pentecostés de 1970.
Sin más, el artículo del doctor Mario Caponnetto (hermano de Antonio).
   
PAULO VI Y LA ESPAÑA DE FRANCO
   
     
La Santa Sede ha anunciado, como es sabido, la canonización del Papa Paulo VI el próximo mes de octubre. Con motivo de este anuncio nos ha parecido oportuno redactar esta nota sobre uno de los aspectos más controvertidos y negativos del Pontificado del Papa Montini.
  
***
  
Dicen que cuando el Cardenal Juan Bautista Montini fue elegido Papa el 21 de junio de 1963 uno de los funcionarios del Gobierno del Generalísimo Franco dirigiéndose al entonces Jefe del Estado Español exclamó: Ha ocurrido lo peor para España, el cardenal Montini es el nuevo Papa. A lo que el Caudillo habría replicado: El Cardenal Montini ya no existe; ahora es el Papa Paulo VI y España le guardará el respeto y la filial obediencia que merece.
  
La anécdota, que supongo cierta, revela dos cosas: la primera que Franco fue realmente un gobernante católico, hijo fiel de la Iglesia a la que sirvió siempre como corresponde a un Príncipe cristiano; la segunda, que se equivocó redondamente pues el nuevo Papa llevaría adelante una guerra implacable, digna de mejor causa, contra el único Estado católico de Europa hasta lograr, tras la muerte del Caudillo, su total desaparición. Una vez más pudo decirse con propiedad en la historia de España aquello del Cid: ¡Dios, qué buen vassallo! ¡si oviesse buen señor!
   
Las conflictivas relaciones de Montini con el régimen surgido tras la Cruzada del 18 de Julio de 1936 reconocen antecedentes lejanos. En su documentada obra La Iglesia y la Guerra Española (1936-1939), Blas Piñar recuerda que Juan Bautista Montini creció en el seno de una familia fuertemente comprometida con la Democracia Cristiana, de reconocida tendencia democratista y antifascista (un antifascismo, me permito acotar, no siempre fundado en las razones más correctas y acordes con la Doctrina Social de la Iglesia). El padre, Jorge, fue diputado por el Partido Popular cuyo fundador y presidente fue el sacerdote italiano Luigi Sturzo quien al llegar al poder Benito Mussolini se exilió en Estados Unidos. Este sacerdote, al igual que el filósofo francés Jacques Maritain, fue un crítico implacable del bando nacional durante la Guerra Española del 1936 a 1939 a la que negaba el carácter de Cruzada que le había sido reconocido por la casi totalidad del Episcopado Español. También un hermano suyo, Ludovico, había sido diputado por la Democracia Cristiana después de la Segunda Guerra en tanto que otro hermano, Francesco, tras emigrar a la Argentina, marchó a España donde se alistó en las Brigadas Internacionales y murió en combate del lado del bando rojo. El joven Juan Bautista, sobre el que gravaba además una fuerte influencia del pensamiento mariteniano, creció por tanto en un ambiente familiar e intelectual fuertemente hostil a Franco y a la Cruzada, hostilidad que llegaba, incluso, a apoyar abiertamente la causa republicana no obstante la feroz persecución religiosa desatada por la República y pese al explícito apoyo de la Santa Sede a la causa nacional[1].
   
En su época de Secretario de Estado de Pío XII eran conocidas las vinculaciones de Montini con Palmiro Togliatti, el histórico líder del Partido Comunista italiano, Al parecer, relata Blas Piñar, “tanto a Montini como a Togliatti les gustaba mucho el canto gregoriano”[2]. Durante la gestión de Montini como Secretario de Estado tuvo lugar un hecho escandaloso: el seguimiento y posterior detención por orden de Pío XII de Monseñor Alighiero Tondi, miembro del Partido Comunista que había ingresado al Instituto de los Jesuitas por orden del partido, por ende, un infiltrado, quien se desempeñaba como secretario particular de Monseñor Montini. Este Tondi había sido sorprendido mientras fotocopiaba documentos secretos de la Santa Sede; interrogado, confesó que era agente de la KGB y que enviaba a sus jefes moscovitas documentos robados relacionados con los sacerdotes y obispos que el Papa Pacelli enviaba secretamente a la Unión Soviética a fin de asistir a los fieles católicos y realizar ordenaciones. Gracias a este perverso espionaje (los documentos sustraídos por Tondi llegaban a destino por medio de Togliatti) aquellos sacerdotes y obispos enviados a las URSS fueron descubiertos y asesinados. De esta manera nada menos que el amigo y el secretario de Montini aparecía directamente involucrados en una acción de espionaje que costó la vida de los abnegados enviados secretos del Papa al “paraíso” comunista. Este escándalo tuvo por resultado la destitución de Montini como Secretario de Estado y su traslado a la sede arzobispal de Milán[3].
   
Como Arzobispo de Milán, Montini tuvo su primer enfrentamiento público con Franco. Fue a causa de un pedido suyo de clemencia por unos anarquistas condenados a muerte en 1963: un tal Grinau, ejecutado el 20 de abril de 1963, y otros dos, Granados y Salgado, ejecutados el 17 de agosto de ese año. El Caudillo denegó el pedido de clemencia aduciendo, lo que era estrictamente cierto, que se trataba de peligrosos agentes comunistas autores de numerosos crímenes durante la guerra. El historiador José Andrés Gallego, en su libro La época de Franco, refiriéndose a estos hechos escribe: “La petición de gracia del entonces Cardenal Montini para unos anarquistas condenados a muerte anticipó las difíciles relaciones entre Franco y Montini, después que éste fuera elegido Papa”; y añade a continuación esta interesante observación: “La negativa de Franco a renunciar al anacrónico derecho de presentación fue sólo parte del conflicto, en cuyo fondo estaba el contraste entre la Iglesia del Segundo Concilio Vaticano, que Pablo VI había llevado a puerto, y el régimen de Franco”[4].
   
Esta última observación resume la clave de todo este asunto. El Concilio Vaticano II, principalmente a través de la Declaración Dignitátis humánæ, sobre la libertad religiosa imprimió un cambio radical en el modo de concebir las relaciones de la Iglesia con los Estados. El Estado Católico (que suponía la tolerancia de los otros cultos en los casos en que ello resultara necesario en orden al bien común) fundado en lo que se conocía como “la unión del Trono y del Altar” y que hasta entonces constituía el ideal del Estado promovido y alentado por el Magisterio (con las consiguientes actualizaciones que los tiempos aconsejaban) fue directamente dejado de lado y sustituido por una nueva concepción, la llamada “libertad religiosa” que consagró, de hecho, el pluralismo indiscriminado de todas las religiones y aún del ateísmo con prescindencia de toda referencia específica de los Estados a reconocer los derechos de la verdadera religión. Pero ocurría que, precisamente, el Estado que Franco había construido tras la victoria del 39 era un Estado explícitamente confesional cuya legislación se conformaba en todo con la doctrina de la Iglesia. En 1953, y tras no pocas y laboriosas negociaciones, España había suscripto con la Santa Sede un Concordato tenido en su tiempo como modelo. Dicho Concordato reconocía en su Preámbulo que su objetivo era regular las relaciones entre la Santa Sede y el Estado Español “en conformidad con la ley de Dios y la tradición de la nación española”. El artículo primero, por su parte, declaraba que la Religión Católica “seguía siendo la única de la Nación española”. Además completaba la restauración de los privilegios del Clero, que habían sido eliminados en una parte en políticas liberales, consagraba la absoluta libertad de la Iglesia respecto de cualquier eventual control o censura de parte del Estado, sostenía el libre ejercicio en todo el territorio español de las actividades de los grupos de Acción Católica, aseguraba la independencia de la Iglesia, garantizaba el aspecto jurídico de la misma y la validez del Matrimonio Canónico. Pero el punto que finalmente resultaría el más cuestionado fue que este Concordato confería al Jefe del Estado  el derecho de presentar los Obispos para su designación por parte de Roma. Sin duda, ante los nuevos aires conciliares, todo esto resultaba anacrónico. Paulo VI fue la piqueta encargada de llevar a cabo la destrucción sistemática de este Estado visto como un inadmisible residuo de un pasado definitivamente superado.
   
Los primeros conflictos surgieron a raíz del mencionado derecho de presentación de obispos. Paulo VI presionó a Franco forzándolo a que renunciase a este derecho. El Caudillo no cedió alegando entre otras razones precisamente la existencia del Concordato que en ese caso debía ser revisado o reformado. En respuesta a esta negativa, Paulo VI puso en marcha una astuta política de designación de Obispos que, de hecho, representaba una franca violación de los términos del Concordato. Merced a esta política en poco tiempo la configuración del Episcopado Español cambió por completo con la designación de obispos fuertemente comprometidos con el progresismo y el aggiornamento conciliar y francamente desafectos al régimen franquista cuando no decididos opositores; estos obispos se hicieron con el control total de la Iglesia española reduciendo a sus pares de la “vieja guardia” a un grupo minoritario y silenciado.
   
Al respecto Blas Piñar relata en su mencionado libro una conversación que Joaquín Ruíz Giménez, al finalizar como embajador de España ante la Santa Sede mantuvo con Paulo VI. El Papa le recomendó al diplomático saliente que fundara en España la Democracia Cristiana a lo que Ruíz Giménez respondió que eso era imposible porque el Episcopado Español apoyaba a Franco con quien simpatizaba. Paulo VI fue muy claro: Usted preocúpese del Partido, porque de los obispos me encargo yo[5]. Vaya si se encargó de los obispos. El mismo Blas Piñar me dijo, en cierta ocasión, que la abolición del Estado Católico en España había sido obra casi exclusiva de los obispos designados por Paulo VI. El cambio radical del Episcopado culminó con la designación del Cardenal Vicente Enrique y Tarancón en la Sede Primada de Toledo en reemplazo del fallecido Cardenal Casimiro Morcillo. Tarancón, enemigo declarado de Franco, iba a ser la pieza clave de Paulo VI en su descabellada guerra contra un Estado católico.
   
Las tensiones fueron in crescendo. Obedeciendo a las directivas del Concilio el Estado Español confesionalmente católico se vio obligado a reformar el artículo 6 del Fuero de los Españoles dejando de lado la doctrina tradicional sobre la libertad de cultos en la que dicho artículo se había inspirado[6]. La tensión llegó a un punto máximo en 1975, poco antes de la muerte de Franco: un grupo de cinco terroristas etarras fue condenado a muerte por un Tribunal Militar en El Goloso. Paulo VI, reiterando su gesto de la época de Arzobispo de Milán, pidió el indulto de los condenados los que, pese al pedido papal, fueron ejecutados en septiembre de 1975. A raíz de esta condena se desató una indigna campaña mundial de desprestigio contra el Gobierno español que presentaba a esos terroristas, autores de brutales asesinatos de policías, mujeres y aún niños, como si fueran unos honrados opositores a la “dictadura”. El pedido del Papa, formulado no sólo a través de gestiones diplomáticas sino hecho público ante la multitud reunida en la Plaza de San Pedro durante el rezo del Ángelus, se sumaba, así a esta campaña aumentando enormemente la presión contra el Gobierno. Franco, que había indultado a cuatro de los procesados, ya que en principio eran nueve los sentenciados, respondió que con profunda tristeza se veía obligado a no acceder al pedido del Santo Padre en defensa de una elemental justicia. Pero un hecho más vendría a incrementar las tensiones: en octubre de ese mismo 1975 un policía que había sido afectado a la custodia del Tribunal de El Goloso que condenó a los cinco terroristas fue vilmente asesinado por los compañeros de andanzas de los fusilados. Todo el pueblo español esperaba ansiosamente una condena del Papa a este hecho aberrante. Fue en vano pues la única respuesta de Paulo VI fue el más sepulcral de los silencios[7].
   
Pocos meses después de estos episodios Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España, entregaba su alma a Dios. Se iniciaba, de este modo, el oscuro período de la llamada Transición que culminaría con la liquidación total del Estado erigido sobre la limpia Victoria del Primero de Abril de 1939. El mismo Blas Piñar nos cuenta que a la muerte de Franco, según testimonio del Cardenal Tarancón, Paulo VI tuvo palabras de reconocimiento hacia su figura y su obra: “Ha hecho mucho bien a España y ha proporcionado un desarrollo extraordinario y una época de larguísima paz. Franco merece un final glorioso y un recuerdo digno de gratitud”; y al leer el Testamento de Franco, exclamó: “¡Me equivoqué con este hombre!”[8].
   
Reconocimiento sin duda valioso que habla bien de Paulo VI. Pero tardío. El mal ya estaba hecho y sus consecuencias duran hasta hoy. Franco se llevó a la tumba el último Estado Católico de Occidente, un Estado fruto de una larga y paciente obra de reconstrucción, levantado sobre la sangre y el sacrificio de miles de héroes y de mártires que regaron con su sangre las tierras de España.
   
MARIO CAPONNETTO
   
NOTAS
[1] Cf. Blas Piñar, La Iglesia y la Guerra Española (1936-1938), Madrid, 2011, páginas 258 y siguientes.
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.
[4] José Andrés Gallego, La época de Franco, Madrid, 1991.
[5] Cf. Blas Piñar, La Iglesia y…, o. c., página 270.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem.
[8] Ibídem.

NOVENA EN HONOR A SANTA MÓNICA, MADRE DE SAN AGUSTÍN

Novena basada en las Obras de San Agustín. Puede rezarse en cualquier momento del año, pero especialmente en preparación a su fiesta litúrgica (4 de Mayo), o antes del 9 de Abril (traslación de reliquias a la Basílica de San Agustín en Campo Marzio).
  
Prenda principal de las relaciones familiares es la oración y la paz en el hogar, y de ello Santa Mónica es digno ejemplo. Habiendo tenido un esposo irascible y su hijo en las redes del error, ella perseveró en la oración y las buenas maneras, logrando obtener de Dios la conversión de ambos a la Fe Católica; y desde el Cielo ella continúa intercediendo por la conversión de los errantes y la paz en los hogares.

NOVENA EN HONOR A SANTA MÓNICA, MADRE DE SAN AGUSTÍN
   
  
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
℣. Dios mío, ven en mi auxilio.
℟. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
  
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador y Redentor mio, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente de nunca más pecar, y de apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta, y de restituir y satisfacer si algo debiere: ofrézcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita me los perdonaréis, por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Padre y Señor nuestro, misericordia de cuantos en ti esperan, tú concediste a tu sierva Santa Mónica el don inapreciable de saber reconciliar las almas entre sí y contigo; danos a nosotros el ser mensajeros de unión y de paz en nuestros ambientes, y el poder llevar a ti los corazones de nuestros hermanos con el ejemplo de nuestra vida.
  
Tú que hiciste a Santa Mónica modelo y ejemplo de esposas, de madres y de viudas, concede por su intercesión la paz y mutuo amor a los casados; el celo y la solicitud en la educación de los hijos, a las madres; obediencia y docilidad, a los hijos; la santidad de vida, a las viudas; y a todos, el fiel seguimiento de Cristo, nuestro único y verdadero maestro. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén. 
   
DÍA PRIMERO - 25 DE ABRIL
Meditación: EDUCACIÓN CRISTIANA DE SANTA MÓNICA
«No callaré ninguno de los sentimientos que brotan en mi alma, inspirados por aquella sierva vuestra que me dio a luz en la carne para que naciese a la vida temporal, y me dio a luz en su corazón para que renaciese a la vida eterna. No diré los dones de ella, sino vuestros dones en ella. Pues no se hizo ella a sí misma, ni se había creado a sí misma. La creaste tú (Dios), y ni su padre ni su madre sabían qué sería ella. El Espíritu de vuestro Hijo único la educó en vuestro temor, en el seno de una familia fiel, miembro bueno de vuestra Iglesia.
  
No tanto mi madre alababa la diligencia de la suya por lo que hacía a su crianza, como la de una criada de casa. Por su ancianidad y por sus óptimas costumbres en la casa cristiana, era tratada con suma deferencia por sus dueños. Por ellos, con diligencia, tenía el cuidado de las hijas de los señores, y las reprendía cuando era menester con severidad vehemente y santa, y las instruía con una presencia llena de sobriedad y tacto.
  
Ella, aunque se abrasasen de sed fuera de aquellas horas en que comían con muchísima templanza en la mesa de sus padres, no consentía a las hijas de sus amos beber ni agua clara. Precavía así una costumbre funesta, y añadía al veto esta advertencia sensata: Ahora bebéis agua, porque no tenéis vino a mano; pero cuando seáis casadas, con las llaves en el cinto de despensas y bodegas, el agua os hederá, y prevalecerá el instinto de beber”.
  
Con este sistema de aconsejar y con la autoridad de mandar refrenaba la avidez de la edad tierna y ajustaba la sed de las muchachas a una morigerada templanza, para que no les agradase aquello que no les estaba bien» (San Agustín, Confesiones, Libro IX, 8).
  
ORACIÓN
Gloriosa Santa Mónica, que soportaste con resignación y paciencia a los malos tratos de tu esposo Patricio y los desórdenes de tu hijo, que no quería escuchar tus consejos, alcánzame esta paciencia para la conversión de…

Rezar un Padre nuestro, Ave María y Gloria.

GOZOS EN HONOR A SANTA MÓNICA, MADRE DE SAN AGUSTÍN
  
Sé para el devoto fino,
Mónica, Madre amorosa:
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
   
En la región africana
De nobles padres naciste,
Y en su obediencia creciste,
Y de la Iglesia Romana:
Rosa entre espinas lozana
Fuiste con feliz destino.
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
En un continuo ejercicio
Tenía vuestra beldad
Una noble mocedad,
Pretendiendo vuestro auspicio:
En tu mano Patricio
Logró el premio a su amor fino.
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
Obediente a tu padre,
Diste el sí con gran paciencia,
Y en premio de la obediencia
Fuiste de tal hijo Madre:
Y aunque el maniqueo ladre,
Dejará su desatino.
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
Temiendo la perdición
De Agustín en su porfía,
Día y noche se afligía
Vuestro tierno corazón:
Lágrimas de compasión
Eran el manjar continuo.
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
De tu ruego cansado,
De ti se vino a ausentar,
Que supo reverenciar
Sin saber darte enfado:
Seguiste en fin al amado
Por dilatado camino.
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
En busca de tu hijo,
Sin temor pasaste el mar,
Y en Milán veniste a dar,
Donde era Ambrosio norte fijo:
Que sería santo te dijo
Dios por un nuncio divino.
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
Tanto vuestro ruego y llanto
Pudieron, que los candores
Bebió, detestando errores
Agustín, y fue gran Santo:
Si antes fue a la Iglesia espanto,
Después celador divino.
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
El llanto de tus ojos
Segunda vez le alumbró,
Pues el llanto le sacó
De entre heréticos abrojos:
Ellos fueron los despojos
Del triunfo más peregrino.
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
De tus ansias el pago
Tuviste, al verte presente
Al Bautismo, y penitente
Al que fue en la Iglesia estrago:
En el bautismal amago
Oíste el divino trino.
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
En premio de tal clemencia,
En un éxtasis los dos,
Os concedió el mismo Dios
Vieseis su divina Esencia:
Premio fue de la paciencia
Que fue siempre vuestro tino.
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
Victoriosa en este suelo,
Con el triunfo conseguido,
Tu espíritu esclarecido
Cantó el Gloria en el cielo:
En Agustín el consuelo
Nos dejaste por padrino.
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
Y pues que ya sin recelo
Ves tan cara a cara a Dios,
Ruega, Mónica, por nosotros
A Dios, que nos dé consuelo:
Que a todos nos lleve al Cielo,
Ruega, Mónica, al Dios Trino.
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
Sé para el devoto fino,
Mónica, Madre amorosa:
Pues que sois tan venturosa,
Madre del grande Agustino.
  
. Ruega por nosotros, bienaventurada Madre Santa Mónica.
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

ORACIÓN
Oh Dios, consuelo de los afligidos y salvación de los que en ti esperan, que bondadosamente recibiste las lágrimas que la bienaventurada Madre Santa Mónica vertió por la conversión de su hijo Agustín, concédenos, por la intercesión de ambos, la gracia de llorar nuestros pecados y gustar las verdaderas alegrías del espíritu. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
DÍA SEGUNDO - 26 DE ABRIL
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración Inicial
  
Meditación: PACIENCIA DE SANTA MÓNICA CON SU ESPOSO Y SUEGRA
«Educada en honestidad y templanza, y sujeta más por ti (Dios) a sus padres que por sus padres a ti, llegada a la plenitud de los años de la nubilidad, entregada a su marido, le sirvió como a su señor y se afanó en ganarlo para ti predicándole de ti con sus costumbres, con las que la alimentabas y hermoseabas, haciéndola reverenciable y ejemplar para su marido.
 
Y de tal manera soportó las injurias del tálamo, que nunca tuvo contienda por ello con el marido desleal. Esperaba ella que vuestra misericordia descendiese sobre él, dándole a la vez la fe y la fidelidad.
 
Era él, por una parte, extraordinariamente afectuoso y, por otra, sumamente fulminante y enojadizo. Mas ella sabía no resistir al marido encolerizado, no sólo con hechos, pero ni siquiera con palabras. Pero después que se le había pasado el enojo, viéndole ella quieto y sosegado, buscaba el momento favorable para explicarle lo que había hecho, si acaso se había irritado más de lo justo.
 
Al principio de su casamiento, su suegra, por los chismes de unas malas criadas, se mostró irritada con ella; pero luego, con su perseverante y obsequiosa afabilidad, con su paciencia y con su mansedumbre, la desarmó hasta tal punto que la suegra espontáneamente denunció a su hijo la lengua de las intrigantes que perturbaron la paz doméstica entre ella y su nuera, y exigió que las castigase… Y no osando ya ninguna acercarse a ella con chismes, vivieron suegra y nuera en buena amistad mutua y contento ejemplares» (Confesiones, Libro IX, 9).
    
ORACIÓN
Gloriosa Santa Mónica, que soportaste con resignación y paciencia a los malos tratos de tu esposo Patricio y los desórdenes de tu hijo, que no quería escuchar tus consejos, alcánzame esta paciencia para la conversión de…
 
Rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Las demás oraciones se dirán todos los días.

DÍA TERCERO - 27 DE ABRIL
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración Inicial
  
Meditación: SANTA MÓNICA, SEMBRADORA DE PAZ
«A esta tu buena sierva, en cuyo seno me creaste, Dios mío y misericordia mía, le habías regalado también este hermoso don: siempre que le era posible, se las ingeniaba para poner en juego sus dotes pacificadoras entre cualquier tipo de personas que estuviesen en discordia o disidencia.
  
Del cúmulo de recriminaciones ácidas que suele respirar la desavenencia tensa, cuando desahoga al exterior la crudeza de los odios con un lenguaje lleno de amargura frente a la amiga, mi madre no refería de la otra lo que no sirviera para reconciliarlas a ambas.
   
Por último, también conquistó para ti a su marido, que se hallaba en los últimos días de su vida temporal. Bautizado ya, no tuvo que llorar en él las ofensas que se vio obligada a tolerar en su persona antes del bautismo. Además, era sierva de tus siervos. Todos cuantos la conocían hallaban en ella motivos sobrados para alabarte, honrarte y amarte. Sentía tu presencia en su corazón por el testimonio de los frutos de una conducta santa.
  
Había sido mujer de un solo hombre, había rendido a sus padres los debidos respetos, había gobernado su casa piadosamente y contaba con el testimonio de las buenas obras. Había criado a sus hijos, dándolos a luz tantas veces cuantas los veía apartarse de ti» (Confesiones, Libro IX, 9).
  
ORACIÓN
Gloriosa Santa Mónica, que soportaste con resignación y paciencia a los malos tratos de tu esposo Patricio y los desórdenes de tu hijo, que no quería escuchar tus consejos, alcánzame esta paciencia para la conversión de…
   
Rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Las demás oraciones se dirán todos los días.
    
DÍA CUARTO - 28 DE ABRIL
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración Inicial
  
Meditación: AMOR Y SOLICITUD DE SANTA MÓNICA POR SU HIJO SAN AGUSTÍN
«Si las almas de los difuntos se interesaran de los asuntos de este mundo y nos hablaran cuando los vemos en sueños, mi santa madre, por no hablar de otros, no me abandonaría una sola noche, ella que me siguió por tierra y por mar para vivir siempre conmigo» (Del cuidado de los difuntos, 16).
  
«Siendo niño, había oído hablar de la vida eterna que nos está prometida mediante la humildad del Señor Dios nuestro, que descendió hasta nuestra soberbia. Me señalaron con la señal de la cruz y saboreé la sal bendita apenas salí del seno de mi madre, que tuvo una gran esperanza en ti.
  
De modo que en aquella época yo era ya creyente, lo era mi madre y lo eran todos los de la casa, menos mi padre. Éste no neutralizó en mi corazón los fueros del amor maternal hasta el punto de que yo dejase de creer en Cristo, fe que mi padre no tenía aún. Ella era quien hacía las diligencias para que tú, Dios mío, fueras mi padre e hicieras sus veces. Y en este punto contribuías a que ella fuera superior a su marido a cuyo servicio estaba aun siendo mejor que él. También en esto te servía a ti, que eres quien ha estipulado esta condición de sometimiento» (Confesiones, Libro I, 11).
 
«Pero tú, Señor, ya habías inaugurado tu templo, y perfilado el esbozo de tu morada en el pecho de mi madre. Mi padre era catecúmeno desde hacía poco. Mi madre, por su parte, se estremeció de temor y de piadosa aprensión. Aunque yo no estaba bautizado aún, temió que me internara por sendas tortuosas, camino ordinario de los que te vuelven la espalda y no te dan la cara.
  
¡Ay de mí! ¿Y tengo el atrevimiento de decir que tú guardabas silencio, Dios mío, cuando era yo el que me iba alejando más y más de ti? ¿Es cierto que te hacías el callado conmigo? ¿Y de quién sino de ti eran aquellas palabras que me venían por conducto de mi madre, tu sierva fiel, y que tú cantaste a mis oídos?
  
Cierto que ninguna de ellas caló hondo en mi corazón como para ponerlas en práctica. Ella anhelaba, y recuerdo que así me lo recalcó con gran interés, que evitara la fornicación, haciendo especial hincapié en la huida del adulterio con mujeres casadas» (Confesiones, Libro II, 3).
     
ORACIÓN
Gloriosa Santa Mónica, que soportaste con resignación y paciencia a los malos tratos de tu esposo Patricio y los desórdenes de tu hijo, que no quería escuchar tus consejos, alcánzame esta paciencia para la conversión de…
 
Rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Las demás oraciones se dirán todos los días.
   
DÍA QUINTO - 29 DE ABRIL
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración Inicial
  
Meditación: SANTA MÓNICA, ORANDO Y LLORANDO POR SU HIJO AUSENTE
«Llegado a esta ciudad de Milán, me alcanzó el azote de una enfermedad corporal. Mi madre no estaba enterada de mi postración, pero oraba en mi ausencia por mí. Y tú (Dios mío), que estabas continuamente presente donde ella estaba, la oías a ella. Y donde estaba yo, tenías piedad de mí para que recobrase mi salud corporal, manteniéndose todavía la enfermedad de mi impío corazón.
  
Pero tú no consentiste que muriera en tal estado, puesto que esto sería como morir dos veces. Y si el corazón de mi madre sufría un desgarrón de este tipo, ya no tendría recuperación posible. No tengo palabras para describir el gran amor que me tenía, y con cuánto mayor empeño procuraba darme a luz en el espíritu, muy por encima del empeño con que me había dado a luz según la carne.
  
Así que no acabo de ver cómo hubiese podido convalecer ante el golpe de mi muerte en tal estado. Habría sido una auténtica puñalada en sus entrañas amorosas. ¿Y dónde estarían ahora tantas y tantas oraciones como sin cesar te dirigía? Por supuesto, que muy cerca de ti y en ninguna otra parte.
 
¿Ibas a despreciar tú las lágrimas con que ella te pedía no oro ni plata, ni bienes mudables o volubles, sino la salvación del alma de su hijo? De ninguna manera, Señor, sino todo lo contrario. Tú la apoyabas y la escuchabas, secundando sus peticiones según el orden que tenías predestinado para tu actuación» (Confesiones, Libro V, 9).
     
ORACIÓN
Gloriosa Santa Mónica, que soportaste con resignación y paciencia a los malos tratos de tu esposo Patricio y los desórdenes de tu hijo, que no quería escuchar tus consejos, alcánzame esta paciencia para la conversión de…
 
Rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Las demás oraciones se dirán todos los días.
 
DÍA SEXTO - 30 DE ABRIL
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración Inicial
  
Meditación: SANTA MÓNICA EN MILÁN, SIGUIENDO A SU HIJO
«Había llegado y se hallaba conmigo mi madre, siguiéndome por tierra y por mar, con su piedad llena de bríos, segura de ti en todos los peligros. Y esto, hasta tal punto que hasta en las borrascas del mar había infundido ánimo a la tripulación, cuando lo corriente es que sea ésta la que anime a los navegantes poco experimentados en medio del nerviosismo y del desconcierto. Les aseguró que llegarían sanos y salvos, porque tú se lo habías prometido en una visión.
 
A mí me encontró en una situación realmente crítica, cuando ya desesperaba de dar con la verdad. Sin embargo, cuando le comuniqué que ya no era maniqueo, aunque tampoco católico cristiano, no exteriorizó su alegría, como si la noticia no constituyera novedad alguna; como si ya estuviera segura de que iba a ocurrir así.
 
Desde hacía tiempo estaba tranquila respecto a este punto de mis desventuras, que le hacía llorarme en tu presencia (Dios mío), como a un muerto, pero como un muerto que iba a resucitar. Me presentaba a ti en las andas de tu pensamiento para que tú le dijeras al hijo de la viuda: Joven, a ti te lo digo, levántate”, y él reviviera y comenzase a hablar, y tú se lo devolvieras a su afligida madre.
  
Estaba segura de que también le ibas a conceder todo lo demás; puesto que le habías prometido todo, me respondió, con toda la tranquilidad del mundo y con el pecho inundado de confianza, que estaba segura en Cristo de que antes de salir de esta vida iba a verme católico bautizado.
 
Ésa fue la respuesta que me dio a mí. Pero por otro lado, frente a ti, fuente de misericordias, intensificó sus oraciones y sus lágrimas, para que aceleraras tu ayuda y alumbraras mis tinieblas» (Confesiones, Libro VI, 1-2)
      
ORACIÓN
Gloriosa Santa Mónica, que soportaste con resignación y paciencia a los malos tratos de tu esposo Patricio y los desórdenes de tu hijo, que no quería escuchar tus consejos, alcánzame esta paciencia para la conversión de…
 
Rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Las demás oraciones se dirán todos los días.
  
DÍA SÉPTIMO - 1 DE MAYO
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración Inicial
  
Meditación: CONVERSIÓN DE SAN AGUSTÍN, Y GOZO DE SU MADRE SANTA MÓNICA ANTE ELLO
«Agustín se rinde a la gracia en el huerto, al leer las palabras de San Pablo: “Nada de comilonas ni borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos, más bien, del Señor Jesucristo, y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias” (Romanos XIII, 13).
  
Acto seguido nos dirigimos los dos (Alipio y yo) hacia mi madre. Se lo contamos todo. Se llena de alegría. Le contamos cómo ha ocurrido todo: salta de gozo, celebra el triunfo, bendiciéndote a ti, (Dios mío), que eres poderoso para hacer más de lo que pedimos y comprendemos.
   
Estaba viendo con sus propios ojos que le habías concedido más de lo que ella solía pedirte con sollozos y lágrimas piadosas.
  
Me convertiste a ti de tal modo que ya no me preocupaba de buscar esposa, ni me retenía esperanza alguna de este mundo.
  
Por fin, ya estaba situado en aquella regla de fe en que, hacía tantos años, le habías revelado que yo estaría.
  
Cambiaste su luto en gozo, en un gozo mucho más pleno de lo que ella había deseado, en un gozo mucho más íntimo y casto que el que ella esperaba de los nietos de mi carne» (Confesiones, Libro VIII, 12).
  
ORACIÓN
Gloriosa Santa Mónica, que soportaste con resignación y paciencia a los malos tratos de tu esposo Patricio y los desórdenes de tu hijo, que no quería escuchar tus consejos, alcánzame esta paciencia para la conversión de… 
 
Rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Las demás oraciones se dirán todos los días.
  
DÍA OCTAVO - 2 DE MAYO
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración Inicial
  
Meditación: SANTA MÓNICA EN EL RETIRO DE CASICIACO, CON SAN AGUSTÍN Y SUS COMPAÑEROS
«Estábamos en aquel silvestre apartamiento en compañía de mi madre, que se había asociado a nosotros con atuendo femenino, fe varonil, seguridad de anciana, amor de madre y piedad cristiana» (Confesiones, Libro IX, 4).
  
«Uno de los días, mientras se discute al estilo de los filósofos, llega Mónica, y Agustín quiere se tome nota de su entrada en escena. Ella se opone. Sin embargo, Agustín, entre otras cosas, le dice: En estos escritos míos te expondría, pues, al ridículo si tú no amaras la sabiduría; no te despreciarías si la amases solamente un poco, y mucho menos, si la amases como yo mismo.
  
Pero tú la amas mucho más de lo que me amas a mí, y bien sé cuánto me amas, y has progresado tanto en ella que no te dejas asustar por el temor de una posible desgracia e incluso de la muerte. Esta tal disposición fue difícil de encontrar incluso en filósofos eminentes, y es, por unánime acuerdo de todos, la cumbre del amor de la sabiduría. Y yo, ¿no debería ser discípulo?.
   
A este punto, con expresión dulce y caritativa, me respondió que jamás había dicho yo tantas mentiras» (Del orden, Disputa segunda, 33).
  
«Dios escucha largamente a quien vive bien. Oremos, pues, no para que nos dé riquezas, honores o bienes semejantes caducos e inciertos, a pesar de cualquier esfuerzo, sino aquellos bienes que nos hacen buenos y felices.
  
A ti, sobre todo, madre mía, confiamos el cometido de que nuestros deseos se cumplan en la fe. Yo creo sin duda ninguna y afirmo que por tus oraciones Dios me ha concedido la intención de no proponer, no querer, no pensar, no amar otra cosa que la consecución de la verdad.
  
Y continúo creyendo que por tus peticiones conseguiremos un bien tan grande, al que hemos aspirado por tus méritos» (Del orden, Disputa segunda, 20, 53). 
  
ORACIÓN
Gloriosa Santa Mónica, que soportaste con resignación y paciencia a los malos tratos de tu esposo Patricio y los desórdenes de tu hijo, que no quería escuchar tus consejos, alcánzame esta paciencia para la conversión de…
 
Rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Las demás oraciones se dirán todos los días.
   
DÍA NOVENO - 3 DE MAYO
Por la señal...
Acto de Contrición y Oración Inicial
  
Meditación: SANTO COLOQUIO CON SAN AGUSTÍN EN OSTIA, Y ANHELO DE SANTA MÓNICA POR EL CIELO
«Estando ya cercano el día de su partida de esta vida, aconteció, por tus disposiciones misteriosas, según creo, (Dios mío), que ella y yo nos hallábamos asomados a una ventana que daba al jardín de la casa donde nos hospedábamos. Era en las cercanías de Ostia Tiberina. Allí, apartados de la gente, tras las fatigas de un viaje pesado, reponíamos fuerzas para la navegación.
  
Conversábamos, pues, solos los dos, con gran dulzura. Olvidándonos de lo pasado y proyectándonos hasta las realidades que teníamos delante, buscábamos juntos, en presencia de la verdad que eres tú, cuál sería la vida eterna de los santos, que ni el ojo vio, ni el oído oyó ni llegó al corazón del hombre.
  
Abríamos con avidez la boca del corazón al elevado chorro de tu fuente, de la fuente de la vida que hay en ti, para que, rociados por ella según nuestra capacidad, pudiéramos en cierto modo imaginarnos una realidad tan maravillosa.
  
Y cuando nuestra reflexión llegó a la conclusión de que, frente al gozo de aquella vida, el placer de los sentidos carnales, por grande que sea y aunque esté revestido del máximo brillo corporal, no tiene punto de comparación y ni siquiera es digno de que se le mencione, tras elevarnos con afecto amoroso, más ardiente hacia él mismo, recorrimos gradualmente todas las realidades corporales, incluyendo el cielo desde donde el sol, la luna y las estrellas mandan sus destellos sobre la tierra.
  
Tú sabes, Señor, que aquel día, mientras hablábamos de estas cosas y, mientras al filo de nuestra conversación sobre estos temas, nos parecía más vil este mundo con todos sus atractivos, ella añadió: Hijo, por lo que a mi respecta, nada en esta vida tiene ya atractivo para mí. No sé qué hago aquí ni por qué estoy aquí, agotadas ya mis expectativas en este mundo. Una sola razón y deseo me retenían un poco en esta vida, y era verte cristiano católico antes de morir. Dios me lo ha dado con creces, puesto que, tras decir adiós a la felicidad terrena, te veo siervo suyo. ¿Qué hago aquí?» (Confesiones, Libro IX, 10).
  
ORACIÓN
Gloriosa Santa Mónica, que soportaste con resignación y paciencia a los malos tratos de tu esposo Patricio y los desórdenes de tu hijo, que no quería escuchar tus consejos, alcánzame esta paciencia para la conversión de… 
 
Rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria. Las demás oraciones se dirán todos los días.

martes, 24 de abril de 2018

GRATITUD Y CONFIANZA EN DIOS

Convérsi ad Dóminum Deum Patrem omnipoténtem, puro corde ei, quántum potest párvitas nostra, máximas atque veras grátias agámus: precántes toto ánimo singulárem mansuetúdinem ejus, ut preces nostras in beneplácito suo exaudíre dignétur; inimícum quoque a nostris áctibus et cogitatiónibus sua virtúte expéllat, nobis multíplicet fidem, mentem gubérnet, spirituáles cogitatiónes concédat, et ad beatitúdinem suam perdúcat, per Jesum Christum Fílium ejus. Amen. (Vueltos al Señor Dios Padre omnipotente, con puro corazón y en la medida de nuestra pequeñez, démosle las más sinceras gracias, suplicando con toda nuestra alma a su singular mansedumbre que en su bondad se digne escuchar nuestras preces, que aleje con su poder de todos nuestros actos y pensamientos al enemigo, que nos multiplique la fe, gobierne nuestra mente, nos conceda pensamientos espirituales y nos conduzca a su bienaventuranza, por Jesucristo su Hijo. Amén).

SAN AGUSTÍN, Sermón CLXXXIII (Confesar la encarnación de Cristo, sobre 1 Juan 4, 2), in fine. Traducción de Pío de Luis Vizcaíno OSA.

DE LA INSOLENCIA DE LOS JUDÍOS, POR SAN AGOBARDO DE LYON

Presentamos la carta que San Agobardo de Lyon, escribiera al emperador franco Luis el Piadoso, reprochándole que dispensase protección especial a los judíos y que los cristianos padecieran opresión por parte de una nobleza que los primeros habían sobornado (nihil novi sub sole). Tomado de la Patrología Latina de Migne, tomo CIV, Columnas 69-74.
  
DE INSOLÉNTIA JUDÆÓRUM
  
  
I. Christianíssimo, et vere piíssimo, et in Christo víctori ac triumphátori Ludovíco imperatóri felicíssimo, semper Augústo Agobárdus abjectíssimus ómnium servórum vestrórum.
  
Cum Deus omnípotens, qui vos ante témpora præscívit et præordinávit rectórem pium futúrum tempóribus valde necessáriis, sublimáverit prudéntiam vestram et stúdium religiónis supra cœ́teros vestri témporis mórtales; dúbium non est præparátum vos ad remédium tempóribus periculósis, de quibus Apóstolus lóquitur: In novíssimis diébus instábunt témpora periculósa, et erunt hómines se ipsos amántes, cúpidi, eláti, et cœ́tera, et habéntes quidem spéciem pietátis, virtútem autem ejus abnegántes; de quibus nihil est exspectándum quod jam non videátur, nisi solútio Sátanæ, et pública calcátio sanctæ civitátis ménsibus quadragínta duóbus, quæ futúra est per caput ómnium iniquórum Antichrístum. Cum hæc ígitur ita se hábeant, óbsecro tranquillíssimam longanimitátem vestram, ut præbeátis patientíssimam aurem vestram verbis quibus ego ínfimus servórum vestrórum nimis necessárium puto admonéndam sanctíssimam sollicitúdinem vestram de re tam necessária, quæ aut sola, aut præcípua est, cui præ cœ́teris succúrrere débeat gubernátio vestra; cujus narratiónem si proséqui potuíssem tácitis nomínibus auctórum, vellem ómnino. Sed quia fíeri non potest, commítto me bonitáti et patiéntiæ vestræ, dando me perículis, et innotéscens vobis quæ tácere perniciósum est.
  
II. Venérunt Gérricus et Frederícus, quos præcúrrit Evrárdus missi quidem vestri non tamen per ómnia vestra agéntes, sed ex parte altérius; et ostendérunt se Christiánis terríbiles et Judǽis mites, máxime Lugdúni, ubi partem persecutiónis advérsus Ecclésiam depinxérunt, quam multis gemítibus, suspíriis et lácrymis stimulavérunt. Quæ persecútio, quia præcípue advérsum me acta est, tota a me prodénda non est, nisi forte clementíssima sollicitúdo vestra scire vóluerit. Tamen in quantum Ecclésiæ Christi nóxia est, si vestra pátitur mansuetúdo, bréviter intimáre exórdiar.
  
Veniéntes ítaque primum Judǽi, dedérunt mihi indículum ex nómine vestro, et álterum ei qui pagum Lugdunénsem vice cómitis regit, præcipiéntem illi ut auxílium ferret Judǽis advérsum me.
 
Quos indículos, licet ex sacro nómine vestro recitaréntur, et vestro ánnulo essent signáti, nullaténus tamen crédimus ex judício vestro tales pródisse. Cœpérunt autem efférri quadam odíbili insoléntia Judǽi, comminántes ómnibus injúriis nos afficiéndos per missos quos adépti fúerant ad exsolvéndam vindíctam de Christiánis.
  
Post eos venit Evrárdus, eadem íterans, et dicens majástatem vestram commótam esse valde advérsum me propter Judǽos. Deínde venérunt et prædícti missi, habéntes in mánibus tractóriam stipendiálem, et capitulária sanctiónum, quæ non putámus vestra jussióne exístere tália.
   
His causis lætificáti sunt Judǽi ultra modum, et contristáti Christiáni, non solum illi qui fugérunt, aut qui abscondíti sunt, vel qui distrícti, sed et cœ́teri qui vidérunt, vel audiérunt; máxime ídeo, quia senténtia Judæórum ita confirmáta est, ut audérent irrevérenter prædicáre Christiánis quid pótius credéndum esset ac tenéndum; blasphemántes coram eis Dóminum Deum ac Salvatórem nostrum Jesum Christum.
  
III. Roborátur quóque hæc pervérsitas ex verbis missórum, quibus susurrábant quorúmdam áuribus, dicéntes quod Judǽi non abominábiles, ut plérique putant, sed chari essent in óculis vestris, et homínibus eórum dicéntibus ex parte melióres eos habítos quam Christiános.
  
Et ego quidem indígnus servus vester non eram Lugdúni; sed áberam longe, causa Nantuadénsium monachórum, qui quadam dissimultáte inter se laborábant. Tamen diréxi missos nostros et littérulas ad illos, ut præcíperent quidquid vellent, aut eis injúnctum esset, et nos obœdíremus. Sed nihil véniæ adépti sumus; ita ut étiam áliqui ex sacerdótibus nostris, quibus nominátim minabántur, non audérent præséntiam suam eis exhíbere. Hæc passi sumus a fautóribus Judæórum, non ob áliud nisi quia prædicávimus Christiánis, ut mancípia eis Christiána non vendérent, ut ipsos Judǽos Christiános vendére ad Hispánias non permítterent, nec mercenários domésticos habére, ne féminæ Christiánæ cum eis sabbatizárent, et ne diébus Domínicis operaréntur, ne diébus Quadragésimæ cum eis prandérent, et mercenárii eórum iísdem diébus carnes manducárent, ne quílibet Christiánus carnes a Judǽis immolátas et deglubátas émeret, et áliis Christiánis vendéret, ne vinum illórum bibérent, et ália hujúsmodi. Est enim Judæórum usus, ut quando quólibet pecus ad esum mactant, ut subáctum idem pecus tribus incisiónibus non fúerit jugulátum; si apértis interáneis jecur læsum apparuérit, si pulmo láteri adhǽserit, vel eum insufflátio penetráverit, si fel invéntum non fúerit, et ália hujúsmodi; hæc tanquam immúnda a Judǽis repudiáta, Christiánis vendúntur, et insultário vocábulo Christiána pécora appellántur.
  
IV. De vino vero, quod et ipsi immúndum faténtur, et non eo utúntur nisi ad vendéndum Christiánis, si contígerit ut in terram défluat quólibet loco licet sórdido, festinántes háuriunt íterum de terra, et ad conservándum in vasa remíttunt. Quáliter vero et ália improbánda circa illud agant, non solum de Christiánis, sed et de Judǽis multi sunt testes. Quod autem Dóminum nostrum Jesum Christum et Christiános in ómnibus oratiónibus suis sub Nazarenórum nómine quotídie maledícant, non solum beátus Hierónymus, qui se scribit novísse illos intrínsecus et in cute, testis est, sed et de ipsis Judǽis plérique testántur. In hac re sumens exémpli grátiam, dixi Christiánis hoc modo: Si áliquis homo senióri suo vel dómino fidélis et amátor exístat, et quempiam hóminum sensérit illi esse inimícum, detractórem, conviciatórem, et comminatórem, non vult ei esse amícus, nec sócius mensæ, nec párticeps cibórum. Quod si fúerit, et hoc sénior ípsius vel dóminus deprehendérit, nec fidélem sibi eum esse existímat. Et ídeo cum procul dúbio novérimus blasphematóres et, ut ita dicam, maledictóres esse Judǽos Dómini Dei Christi et fidélium ejus Christianórum, non debémus eis conjúngi participatióne cibórum et pótuum, juxta modum duntáxat a sanctis Pátribus et exémplis datum et verbis præcéptum. Cœ́terum, quia inter nos vivunt, et malígni eis esse non debémus, nec vitæ aut sanitáti vel divítiis eórum contrárii; observémus modum ab Ecclésia ordinátum, non útique obscúrum, sed maniféste expósitum, quáliter erga eos cauti vel humáni esse debeámus.
  
V. Hæc, piíssime dómine, de multis pauca dixi de perfídia Judæórum, de admonitióne nostra, de læsióne Christianitátis, quæ fit per fautóres Judæórum, nésciens utrum perveníre possit ad vestram notítiam. Tamen summópere nécesse est ut sciat piíssima sollicitúdo vestra, quomodo nocétur fides Christiána a Judǽis in alíquibus. Dum enim gloriántur, mentiéntes simplícibus Christiánis, quod chari sint vobis propter patriárchas; quod honorabíliter ingrediántur in conspéctu vestro, et egrediántur; quod excellentíssimæ persónæ cúpiant eórum oratiónes et benedictiónes, et fateántur talem se legis auctórem habére velle, quálem ipsi habent; dum dicunt consiliatóres vestros commótos advérsum nos eórum causa, eo quod prohibeámus Christiános vinum eórum bíbere; dum hoc affirmáre niténtes, plúrimas argénti libras ob emptiónem vini se ab eis accepísse jactant; et decúrsis canónibus non inveníri quare Christiáni débeant abstínere a cibis eórum et pótibus; dum osténdunt præcépta ex nómine vestro, áureis sígillis signáta, et continéntia verba, ut putámus, non vera; dum osténdunt vestes muliébres, quasi a consanguíneis vestris vel matrónis palatinórum uxóribus eórum diréctas; dum expónunt glóriam paréntum suórum; dum eis contra legem permíttitur novas synagógas exstrúere; ad hoc pervenítur, ut dicant imperíti Christiáni mélius eis prædicáre Judǽos quam presbýteros nostros; máxime cum et supradícti missi, ne sabbatísmus eórum impedirétur, mercáta, quæ in sábbatis solébant fìeri, transmutári præcepérint, et quibus diébus deínceps frequentári débeant, in illórum opinióne posuérint, dicéntes hoc Christianórum utilitáti propter diéi Domínici vacatiónem cóngruere; cum Judǽis magis probétur inútile: quia et hi qui prope sunt, sábbato eméntes victus necessária, libérius die Domínico missárum solemnitátibus et prædicatiónibus vacant; et si qui de longe véniunt, ex occasióne mercáti tam vespertínis quam matutínis occurréntes offíciis, missárum solemnitáte perácta, cum ædificatióne revertúntur ad própria. Nunc ígitur, si placet benigníssimæ mansuetúdini vestræ audíre, dicámus quid Ecclésiæ Galliárum, et rectóres eárum, tam reges quam epíscopi de discretióne utriúsque religiónis, Ecclesiásticæ vidélicet et Judáicæ, tenuérint, tenéndumque tradidérint, et scriptum postéris relíquerint, et quomodo cónsonum sit auctáritati vel Áctibus Apostólicis, et a Véteri Testaménto oríginem trahens. Ex quíbus demonstrátur quam detestábiles habéndi sint inimíci veritátis, et quómodo pejóres sint ómnibus incrédulis, Scriptúris divínis hoc docéntibus, et quam indignióra ómnibus infidélibus de Deo séntiant, et rebus cœléstibus. Quæ ómnia cum confrátribus contúlimus, et amplíssimæ Eccelléntiæ vestræ præsentánda direxímus.
  
VI. Et cum præcédens schédula dictáta fuísset, supervénit quidam homo fúgiens ab Hispániis de Córdoba, qui se dicébat furátum fuísse a quodam Judǽo Lugdúno ante annos vigínti quátuor, parvum adhuc puérum, et vendítum, fugísse autem anno præsénti cum álio qui simíliter furátus fúerat Areláte ab álio Judǽo ante annos sex. Cumque hujus, qui Lugdunénsis fúerat, notos quæréremus, et inveníremus, dictum est a quíbusdam et álios ab eódem Judǽo furátos, álios vero emptos ac vénditos; ab álio quóque Judǽo anno præsénti álium puérum furátum et vénditum: qua hora invéntum est plures Christiános a Christiánis vendi et comparári a Judǽis, perpetrárique ab eis multa infánda quæ túrpia sunt ad scribéndum.
  
DE LA INSOLENCIA DE LOS JUDÍOS
      
I. Al Cristianísimo y Piadosísimo conquistador en Cristo Luis, emperador felicísimo y siempre augusto, de Agobardo, el más abyecto de sus servidores.
  
Dios todopoderoso que, en su presciencia, os ha predestinado, desde antes del comienzo de los siglos, a reinar en nuestros tiempos calamitosos; es quien os ha dado una sabiduría y un amor de la religión que os eleva por encima de los otros mortales, vuestros contemporáneos; lo que sin duda os preparó para que pongáis remedio a los males de nuestra época, de la que puede decirse que el Apóstol señaló ser la del Anticristo: «En los días postreros levantaránse hombres amadores de sí mismos, codiciosos, altaneros, etc., mostrando, sí, apariencia de piedad, pero renunciando a su espíritu» (II Timoteo 3, 1-2; 5), tiempos de los cuales no se puede esperar nada distinto a lo que ya se ve, excepto la liberación de satanás y el hollamiento público de la ciudad santa durante cuarenta y dos meses por el Anticristo, cabeza de los inicuos (Cf. Apocalipsis 11, 2). Así las cosas, yo suplico a vuestra serenísima longanimidad que preste oídos a las palabras con que yo, el último de vuestros siervos, considero necesarias para suscitar vuestra santísima solicitud concerniente a tan importante asunto, asunto al que única o especialmente al que vuestro gobierno debería brindar ayuda más que a todos los demás.
 
Si yo pudiese informar el asunto mientras pasara al silencio los nombres de las partes responsables, gustosamente lo hiciera. Pero porque no puedo hacerlo, me encomiendo a vuestra bondad y paciencia mientras me pongo en peligro y os informo lo ruinoso que es pasarlo al silencio.
  
II. Precedidos por Evrardo, magistrado de los judíos, han venido aquí Guerrico y Federico, vuestros commisarios imperiales sin duda, pero menos para ejecutar vuestras ordenes que las de cualquier otro. Ellos se han mostrado terribles ante los cristianos, pero mansos ante los judíos; hablo sobre todo de Lyon, donde ellos han dado como una muestra de las antiguas persecuciones contra la Iglesia, sembrando entre nosotros la desolación, los gemidos y las lágrimas. Como esta persecución ha sido dirigida principalmente contra mí, no podría contárosla por entero si a menos que vuestra solicitud quisiera saberlo totalmente. Pero procederé, en pocas palabras, a referiros lo que se ha hecho contra la Iglesia de Cristo.
   
Cuando los judíos vinieron por primera vez, me presentaron un diploma portando vuestro nombre; ellos presentaron otro al vizconde del condado de Lyon, ordenándole dar una mano a los judíos contra mí. Aun cuando estos diplomas fueron escritos en vuestro nombre, aun cuando fueron sellados con vuestro anillo, no podíamos en manera alguna creer que los tales hayan sido emanados de vuestro juicio y autoridad. Los judíos se envalentonaron inmediatamente con la más odiosa insolencia, amenazando con hacer caer sobre mí todos los castigos por los comisarios a los cuales anunciaron haber obtenido la autorización para tomar venganza de los cristianos. Después los judíos, y su magistrado Evrardo, nada más encontrarme, me repitieron las mismas palabras, y me afirmaron que Vuestra Majestad estuvo en gran irritación contra mí a causa de los judíos. En fin, los susodichos comisarios arribaron a Lyon, teniendo en sus manos una tabla de impuestos, y una capitular de sanciones las cuales no nos era posible creer que fuesen vuestras órdenes.
  
La dicha de los judíos no conocía límites, al igual que la consternación de los cristianos, no solamente de aquellos que huyeron, se escondieron o que fueron apresados, sino también las de todos los que vieron u oyeron del escándalo, sobre todo después que la opinión de los judíos se vio confirmada, tanto que comenzaron a predicar irreverentemente a los cristianos lo que debían creer y profesar, blasfemando también abiertamente de Jesucristo nuestro Dios, Señor y Salvador.
  
III. Esta perversidad fue corroborada por algunas palabras de vuestros comisarios, murmuradas a los oídos de algunos, de que los judíos no son abominables, como se piensa generalmente, que por el contrario son muy caros a vuestros ojos: y que algunos de ellos son considerados mejores que los cristianos en muchos aspectos.
 
Yo, vuestro indigno siervo, no estaba en Lyon en ese tiempo, sino que estaba lejos por causa de los monjes de Nantua, que estaban luchando entre sí por cierta rivalidad. Sin embargo, envié a nuestros mensajeros con una carta a esos hombres, diciéndoles que deberían mandar lo que quisieran y que nosotros obedeceríamos lo que a ellos les plazca. Pero no recibimos indulgencia de ellos. En consecuencia, algunos de nuestros sacerdotes fque fueron amenazados por su nombre, no se atrevieron a mostrarles la cara.
 
Nosotros padecemos esta persecuciones de los fautores de los judíos, porque les hemos predicado a los cristianos que no les vendieran esclavos cristianos a los judíos, que no sufriesen que los judíos vendiesen esclavos cristianos a los Sarracenos de España, ni que los tuviesen como siervos pagados en sus casas, ni que las mujeres cristianas celebren con ellos el sabbat, ni que trabajen para ellos el Domingo, ni que en tiempo de Cuaresma coman con ellos ni que sus mercenarios coman carne en esos días; que ningún cristiano debe comprar carne sacrificada o cortada por los judíos, ni venderla a otros cristianos, ni beber de su vino, y otras cosas semejantes. Porque esta es una costumbre de los judíos cuando matan un animal para comerlo, ellos no lo estrangulan, sino que le hacen tres incisiones, y cuando ellos lo abren, si el hígado aparece dañado, o si el pulmón está pegado al costado o está lleno de aire, o si no tiene bilis, u otras por el estilo, la carne es considerada como inmunda para ellos y la venden a los cristianos, y de un modo insultante, las llaman bestias cristianas.
  
IV. Del vino, que también consideran inmundo y no usan sino para venderlo a los cristianos, si llegan a saber que se ha derramado en lugares sórdidos, ellos enseguida lo recogen de la tierra y lo reservan en vasijas. No sólo muchos cristianos, sino también muchos judíos, son testigos de estas y otras cosas que hacen, dignas de reproche.
  
No sólo San Jerónimo, que los conocía a fondo y exteriormente, nos atestigua que los judíos todos los días y en todas sus oraciones maldicen a Jesucristo nuestro Señor y a los cristianos bajo el nombre de Nazarenos (Comentario sobre Amós, libro I, cap. 1, 12; Epístola a Dárdano, 4), sino que los mismos judíos dan testimonio de esto. En este orden, a modo de parábola, le digo a los cristianos: Si alguno es un siervo bueno y fiel de su señor, y supiere que alguien es enemigo, detractor, conviciador y una amenaza a su señor, él no desearía ser amigo de ese hombre, compañero de mesa ni comer con él. Pero, si tal hiciese y su señor lo supiere, no le juzgaría un servidor bueno y fiel. Y por eso, puesto que sabemos que los judíos son blasfemadores y maldicientes contra Cristo Dios y Señor, y contra sus Cristianos, no deberíamos unirnos a ellos compartiendo su comida o bebida, según la regla que nos fue dada de antiguo y ordenada por los santos Padres con sus palabras y ejemplos. En lo demás, puesto que viven entre nosotros y no deberíamos ser malvados con ellos ni actuar en contra de su vida, salud o riquezas, observemos las costumbres que han sido ordenadas por la Iglesia. El modo en que deberíamos ser cautelosos o humanitarios con ellos no es oscuro, sino que ha sido claramente expuesto.
  
V. Piadosísimo señor, he mencionado solo algunas de las muchas cosas concernientes a la perfidia de los judíos, nuestra admonición, y los sufrimientos de la Cristiandad que están acaeciendo por medio de los simpatizantes de los judìos, puesto que no sé cómo pueden incluso llegar a vuestra atención. Sin embargo, es absolutamente necesario que vuestra piadosa solicitud sepa cómo la fe cristiana ha sido ultrajada por los judíos en ciertas maneras. Porque cuando ellos engañan a los cristianos sencillos y presumen que son caros a vos por causa de los Patriarcas; que entran y salen con honores ante vuestra vista, que muchas personas esclarecidas desean sus oraciones y bendiciones, y confiesan que ellos desearían tener el mismo legislador que los judíos; cuando ellos dicen que vuestros consejeros se han levantado contra nosotros por su causa, porque prohibimos a los cristianos el beber su vino; cuando, al tratar de afirmar esto, ellos presumen que han recibido de los cristianos muchas libras de plata por la venta de vino, y no encuentran, tras recorrer los cánones, por qué los cristianos deberían abstenerse de su comida y bebida; cuando ellos expiden órdenes selladas con sellos de oro en vuestro nombre y que contienen palabras que, en nuestra opinión, no son verdad; cuando ellos muestran a la gente ropas de mujer como si hubieran sido enviadas a sus esposas por vuestros parientes o matronas de los palacios; cuando ellos se vanaglorian de sus antepasados; cuando a ellos se le permite, contrario a la ley, construir nuevas sinagogas; llegando incluso al punto de que los cristianos ingenuos dicen que los judíos predican mejor que nuestros sacerdotes. Y esto era particularmente cierto cuando los referidos comisarios ordenaron que los mercados que habitualmente se hacen los sábados deberían ser cambiados para evitar impedir el Sabbatismo, y que les dejen escoger en qué días ellos tienen que ir al mercado, afirmando que esto se ajusta a la utilidad de los cristianos por causa del descanso dominical. En fin, esto prueba ser más inútil para los judíos puesto que quienes viven cerca, porque ellos compran la comida necesaria para el sábado, gastan el domingo más libremente en la celebración de la Misa y en la predicación, y los que vienen de largas distancias con ocasión del mercado, atienden a los oficios vesperales y matutinos después de la celebración de la Misa, y retornan a su casa con edificación. Ahora pues, si place a vuestra benignidad escuchar, os decimos que las Iglesias de las Galias y sus rectores, reyes y obispos por igual, deberían sostener lo referente a la separación de las dos religiones, específicamente la de la Iglesia y la de los judíos, y que ellos deberían ponerlo por escrito y dejarlo a la posteridad para que sea mantenido, y cómo esto es consonante con la autoridad, esto es, las Actas de los Apóstoles y toma su origen del Antiguo Testamento. Porque ellos muestran cuánto deben ser considerados como detestables enemigos de la verdad y cómo son peores que todos los infieles, como lo enseña la Escritura divina, y cuántas cosas indignas piensan de Dios y de los asuntos celestiales. Hemos discutido todas estas cosas con nuestros hermanos y hemos enviado estos escritos para que sean presentados a vuestra suma excelencia.
 
VI. Luego que la nota precedente había sido dictada, llegó cierto hombre de Córdoba, huído de España. Él dijo que había sido raptado cuando era infante por cierto judío de Lyon hace 24 años y vendido, y que escapó este año con otro niño de Arlés que como él fue raptado por un judío seis años antes. Cuando buscamos a los conocidos del hombre que vino de Lyon y lo encontraron, alguien dijo que otros habían sido raptados por este mismo judío, otros fueron llevados y vendidos, y que este año otro niño fue arrebatado y vendido por un judío. En ese momento se descubrió que muchos cristianos son vendidos por los judíos y que muchas cosas indecibles son perpetradas por ellos que son demasiado torpes de escribir.