"San Hermenegildo en la prisión" (Francisco Aznar y García)
Algunos cuestionan el Sedevacantismo porque este proclama la invalidez de los sacramentos de la Falsa Iglesia y sus ministros, pero acontece que los más de ellos lo hacen sin más motivo que alguna mala experiencia por no poder tener cerca un Sacerdote o un centro de Misa (desconociendo que por la Comunión de los Santos podemos recibir espiritualmente los frutos del Santo Sacrificio así este se ofrezca en el último cabo del mundo). Por ello decidimos contestar con un ejemplo de un santo que ante la coerción hecha por los herejes mediante el mandamiento de la Comunión por Pascua, prefirió morir antes que renegar. Este santo es San Hermenegildo, patrono de los conversos al Catolicismo.
San Hermenegildo era hijo del rey visigodo Leovigildo, de religión arriana. Y por la oración, la piedad y la paciencia de su esposa Ingunda, Hermenegildo se hizo instruir por el arzobispo San Leandro de Sevilla y abandonó la herejía arriana, profesando públicamente la fe católica. Ante ello, el rey Leovigildo, instigado por su esposa Gosvinta, arrecia la persecución contra el catolicismo en la Hispania goda, por lo cual Hermenegildo se levanta para defender la fe. Tras tres años de luchas y reveses militares, San Hermenegildo es capturado en Córdoba y enviado a la cárcel en Tarragona, donde fue presionado para abandonar la fe (Leovigildo le prometía el indulto y restablecerlo en la sucesión del trono de Visigodia), mas todos los esfuerzos eran en vano.
En la Pascua de 585 (ese año correspondió al 13 de Abril), Leovigildo hizo el último intento para hacer que su hijo volviera a la herejía: le envió la sagrada comunión de manos del obispo arriano Uldila, pero Hermenegildo se negó a recibirla e increpó al ministro hereje como justamente merecía, así que su padre mandó decapitarlo por manos del capitán de guardias Sisberto con un hacha. Pero el martirio asegura la fe de los miembros presentes de la Iglesia y atrae a los futuros (aún a los perseguidores mismos): Leovigildo, en su lecho de muerte, recomendó a Recaredo la conversión al Catolicismo. De hecho, este último abrazó inmediatamente el
catolicismo, y el 8 de mayo del 589, cuatro años tan sólo transcurridos
desde el martirio de San Hermenegildo, la nobleza y el pueblo visigodo
abjuraban solemnemente el arrianismo en el III Concilio de Toledo,
unificando a España en el Catolicismo.
¿Qué nos enseña la historia de San Hermenegildo? Siendo gobernador de la Bética, él acuñó monedas con la inscripción “DEVÍTA HÆRÉTICUM HÓMINEM” (Evita a los herejes), y bajo esta consigna prefirió la muerte corporal antes que la apostasía que conduce al Infierno. Y ante la presente situación de privación de los Sacramentos que se vive en muchos lugares del mundo a causa de no haber Sacerdotes y Obispos Católicos legítimos y válidos -y la tentación de recibirlos adulterados de manos de los herejes (por ejemplo, asistiendo a una Misa "Una cum")-, es mejor imitar el ejemplo de San Hermenegildo: sostenerse en la oración y rechazar cualquier componenda enemiga.
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