Tomado de FIDE POST (Twitter/X).
Algunas observaciones raras respecto a la historia contemporánea de la Iglesia frente a la cuestión de la Tierra Santa:
- Desde la emergencia del movimiento para la creación de un hogar judío en Palestina, la Iglesia Católica ha sido la principal fuerza de oposición al sionismo, al menos en Occidente, al menos hasta comienzos de la década de 1960. Tras el célebre encuentro entre San Pío X y Teodoro Herzl se ocultan muchas décadas de acciones diplomáticas, misioneras, parroquiales y periodísticas realizadas permanentemente por el mundo católico para la Tierra Santa.
- El apoyo de la izquierda occidental a la causa palestina no data sino de la posguerra, y se inscribe en el marco de las luchas anticoloniales de los años 50-60. Antes de ella, fuera del nacionalismo palestino, el antisionismo era principalmente obra de las autoridades católicas.
- La Iglesia no se opuso a la emigración de los judíos en Palestina. Al contrario, lúcidamente, los diplomáticos de la Curia vieron con razón un signo providencial, que algunos grandes teólogos de la época (Cardenal Louis Billot, P. E. Sylvester Berry), percibieron claramente como la señal de la preparación del reino del Anticristo, pero tambiéb de la futura conversión de los judíos.
- Aun así, la Iglesia no podía aprobar la formación de un Estado judío teniendo jurisdicción sobre la Judea y sobre todo en los Lugares Santos. Los papas, los diplomáticos y los teólogos de la época insistieron en las justificaciones teológicas de este rechazo.
- La Iglesia, por voz de los cardenales Pacelli y Gasparri, había reclamado a los vencedores de la 1.ª guerra mundial la plena soberanía sobre Jerusalén, Nazaret, Belén y otras localidades. El proyecto era crear un verdadero Estado católico en Palestina, junto a un hogar judío y un Estado árabe-musulmán. Un Vaticano en Judea. Desafortunadamente, los firmantes de la declaración Balfour ignoraron en gran medida estas exigencias. La Europa política llevaba un siglo de apostasía.
- Los diplomáticos de la Iglesia fueron a menudo visionarios. Rechazando las pretensiones judías y musulmanas sobre los Lugares Santos, comprendieron bien pronto que la inmigración incesante de judíos occidentales en Palestina no hacía más que aumentar las injusticias y las tensiones con los árabes cristianos y musulmanes. La creación formal de un Estado judío sería según ellos el punto de partida de conflictos interminables y con repercusiones mundiales. Todo esto ya se sabía en la década de 1920.
- El Patriarca latino de Jerusalén Mons. Luis Barlassina (1928-1947), estuvo particularmente comprometido en la defensa de la causa árabe, lo cual no fue impedimento para condenar las reacciones a veces violentas y desmesuradas de los musulmanes, como después de los disturbios de 1929.
- El auge del anticlericalismo y del nacionalismo romántico en Europa obligó a la Iglesia a apoyarse en los católicos estadounidenses, cuya importancia demográfica les había dado una influencia política considerable en la cima del Estado.
- Pero desde la década de 1950, se percibe una especie de inflexión. La influencia política y diplomática de la Iglesia en los Estados Unidos es progresivamente desplazada por la de los medios judíos y protestantes. Estos últimos habían llegado al sionismo por el dispensacionalismo de Scofield en la década de 1930.
- Acorralada por todos lados (francmasonería, comunistas, liberales, nazis, etc.), la situación de la Iglesia se torna más complicada en el escenario político internacional. Los incesantes tratados con gobiernos a menudo hostiles necesitan siempre más personal diplomático. Ante peligros inusitados, la urgencia debilitó el control, y los modernistas se aprovecharon de ello. Fue por la vía diplomática que los grandes organizadores de la revolución modernisra (Roncalli y Montini) ascendieron a puestos más elevados.
- Nostra Ætáte supondrá una ruptura con la postura ortodoxa de la Iglesia sobre estas cuestiones. Las autoridades conciliares adoptaron la herejía escofildiana bajo Juan Pablo II.
CONTINUARÁ.
Y ahora el Congreso Mundial Judío, el brazo diplomático de los judíos, abrió una “oficina de representación ante la Santa Sede” y le obsequiaron a Bergoglio el documento “Kishreinu”, la respuesta judía a Nostra Ætáte:
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