martes, 17 de octubre de 2023

CUANDO LOS PROTESTANTES QUISIERON ATRAER A LOS GRIEGOS

El patriarca Metrófanes III era favorable a la unión con los latinos, y obligado a presentar la dimisión en 1572, escribió a Gregorio XIII anunciándole su obediencia; pero Jeremías II, su sucesor, profesaba ideas opuestas, siendo relevado en 1579, y reelegido Metrófanes, que ocupó la Silla patriarcal hasta Agosto de 1580.
  
Jeremías II hizo cruda guerra a la reforma gregoriana del Calendario, calificándola de peligrosa innovación, opuesta al Concilio de Nicea, por lo que la hizo condenar en un Decreto sinodal y prohibió su adopción a todos los Obispos de su obediencia. No obstante, se mostró luego tan propicio a la unión con la Santa Sede que esta nueva tendencia dio origen a su segunda destitución; pero después de dos patriarcados, obtuvo por tercera vez la Sede primada. Los Patriarcas que le sucedieron ciñen aquella mitra por corto tiempo, y uno de ellos, Rafael II, fue también favorable a la unión con Roma.
  
Por este tiempo habían hecho ya los luteranos y otras sectas protestantes varios ensayos para llegar a un acuerdo con los griegos, sirviéndolos de base y punto de partida el odio común hacia el Pontificado romano; pero encontraron un obstáculo insuperable en la firme adhesión de los griegos a la doctrina ortodoxa. Bajo el patriarcado de Joasaf II (1555-1556) hizo un viaje a Witemberg el diácono Demetrio Misio, con objeto de estudiar sobre el terreno la nueva doctrina. Melanchton le dio en 1559 una versión griega de la Confesión de Augsburgo hecha por Pablo Dolscio con una carta para el Patriarca, en la que le manifestaba su placer de ver en pie la Iglesia griega en medio de tan crueles enemigos; respecto de los protestantes le hacía notar que aceptaban la Sagrada Escritura, las decisiones de los Santos Sínodos y las doctrinas de los padres griegos, rechazando, por el contrario, los perniciosos errores de los maniqueos, de Pablo de Samosata y de otros herejes, lo mismo que las supersticiosas alteraciones introducidas en la doctrina de la Iglesia por los ignorantes monjes latinos.

El Patriarca dejó sin contestación la carta, por más que comprendió perfectamente el alcance y significación de aquellas declaraciones. En 1574 Santiago Andrea y Martín Crusio, teólogos de Tubinga, por mediación de David de Ungnad. embajador de Maximiliano II cerca de la Sublime Puerta, y de su predicador luterano Esteban Gerlach, presentaron una nueva moción al patriarca Jeremías II. enviándole cartas y sermones con la confesión de Augsburgo, y pidiéndole que emitiese su opinión acerca de las nuevas doctrinas. La respuesta del Patriarca contenía una acerba censura de sus teorías sobre la justificación, los Sacramentos, la invocación de los Santos, el Monacato y la procedencia del Espíritu Santo. Los protestantes continuaron aquella correspondencia hasta el año 1583, en que el Patriarca, convencido de la inutilidad de sus esfuerzos para hacerles abandonar sus errores, les rogó que no le molestasen más con sus importunos escritos. Antes habían vituperado los católicos el proceder innoble de los protestantes que les había acarreado aquella severa repulsa de los griegos; posteriormente quisieron enmendarlo diciendo que no habían reconocido los siete Concilios, sino en cuanto que sus doctrinas estuviesen conformes con las de la Sagrada Escritura.
  
Los calvinistas hicieron también ensayos para atraer a su comunión a los griegos. Cirilo Lucaris, natural de Candía, donde nació en 1572, después de estudiar en Padua y Venecia bajo la dirección de Máximo Margunio, conocido por sus ideas antipapales, pasó a Ginebra, donde cobró extraordinaria afición a las teorías calvinistas. Trabó después relación íntima con su compatriota Melecio Pega, Patriarca de Alejandría, acérrimo adversario de los latinos, que le consagró sacerdote, le elevó a la dignidad de archimandrita, nombrándole, por último, protector de los griegos en Polonia y presidente de la escuela de Vilna, en cuyo puesto trató de estorbar, aunque inútilmente, su unión con la Santa Sede. A la muerte de Melecio, en 1002, fue exaltado Cirilo a la silla patriarcal de Alejandría, no sin graves sospechas de simonía. En su nuevo cargo continuó la correspondencia con los eruditos calvinistas y trabajó sin descanso por calvinizar la Iglesia griega. A este electo entabló relaciones con Cornelio de Hagen, embajador de Holanda en Constantinopla, con el predicador Juan Uytenbogaert y con el Arzobispo de Canterbury, haciéndolo más tarde con el eminente estadista holandés David Le Leu de Wilhelm. Con el indicado objeto envió al joven griego Metrófanes Critópulos a estudiar teología protestante en Oxford y Alemania.
  
Por fin, en 1621, habiendo muerto envenenado el patriarca Timoteo II, logró escalar la codiciada silla de Constantinopla, y desde entonces hizo alarde de sus opiniones heterodoxas. Mas se formó contra él un poderoso partido que trabajó cerca de la Puerta para lograr su destierro a la isla de Rodas. No obstante, sus dos sucesores Gregorio IV y Antimo II no pudieron sostenerse; mediante el soborno de los funcionarios turcos y la influencia de los embajadores de Inglaterra y Holanda alcanzó por segunda vez el patriarcado, en el que, con regalos y arbitrariedades, logró sostenerse ocho años a despecho de sus numerosos enemigos. Con el apoyo de Inglaterra fundó en 1627 una imprenta propia en Constantinopla; al año siguiente arrancó una orden de la autoridad superior expulsando a los jesuitas, y en cambio recibió un activo auxiliar en el predicador calvinista Antonio Leger de Ginebra. En 1629 compuso, en lengua latina, una «profesión de fe», que fue traducida al griego y repartida con profusión el año 1631. Las tendencias marcadamente calvinistas de este documento aumentaron la irritación de los griegos contra el traidor Patriarca, al que combatieron francamente los arzobispos Cirilo de Berrón y Atanasio de Tesalónica, hasta lograr en 1631 su destierro en varias islas del Archipiélago, donde no por eso suspendió su correspondencia con los calvinistas; antes bien, apelando como siempre al soborno, arrojó de la silla patriarcal a Atanasio, que le había sustituido. Mas como persistiese en sus errores calvinistas, fue condenado en un Sínodo al año siguiente de 1638; y por último, acusado de conspiraciones políticas, pereció estrangulado. Sucedióle Cirilo Contari II, que convocó un Sínodo para condenar al Patriarca hereje y a sus parciales, en cuya virtud fue destituido Metrófanes Critopulos, elevado por él a la Silla patriarcal de Alejandría.
   
Como quedasen aún algunos partidarios de Lucaris entre los griegos cismáticos, se condenaron en varios Sínodos sus teorías, sobre todo en el de Iasi de 1612, en el de Jerusalén bajo el patriarcado de Dositeo y en el de Constantinopla del año 1672, siendo patriarca Dionisio IV. Para contrarrestar el movimiento calvinista publicó el metropolitano Pedro Mogilas su «Confesión ortodoxa», que, examinada en 1643 por Melecio Syrigo y Porfirio de Nicea, fue luego suscrita por los cuatro Patriarcas y gran número de eclesiásticos que la aceptaron como norma de fe.
   
Posteriormente fueron aún condenados algunos griegos por sus ideas calvinistas, como aconteció en 1691 bajo el patriarcado de Calínico II. Hubo también en todo tiempo partidarios de la unión con Roma en la iglesia griega, como el patriarca Atanasio II, despojado de su silla por Cirilo Lucaris, cuyo número era mayor en aquellas comarcas del antiguo imperio griego que se hallaban sometidas a la dominación veneciana; en las islas mantenían en parte la fe católica sacerdotes procedentes del colegio griego de Roma, juntamente con algunos religiosos; pero unos y otros eran víctimas de la persecución y tiranía de los cismáticos. En Gálata desempeñó las funciones de legado apostólico Juan Andrés Carga, dominico, natural de Friuli, que en 1607 fue nombrado por Pablo V Obispo de Siros; pero acusado en Constantinopla de seguir una conducta contraria a los intereses de la Sublime Puerta, se le hicieron sufrir allí crueles tratamientos, y murió por último martirizado el 17 de Octubre de 1617.

NOTAS
[1] Sobre Metrófanes III: Cuper, 1. c. p. 230 sig. Spondan. a. 1579 n. 22; su carta a Gregorio XIII. Schelstrate, Acta Eccl. Or. contra Luth. haeres. Rom. 1739 p. 231. Héfele, Beitr. I p. 445 sigs. Jeremías II, Hist. Patriarch. p. 190 sig. Cuper, p. 231. 233 sig. Decretos contra el Calendario gregoriano en Dositeo de Jerusalén, 'k-'/xr.rj- ed. de Jassy 1698 p. 538-551. Sobre su actitud posterior: Spondan. a. 1582 n. 18. Thomassin., 1,1 c. 16 n. 10. Ant. Possevin., S. J. De Kalend. Gregor. adv. DaT. Chytracum Sect. IV c. 0. David. Chytracus, Saxon. L. 27 p. 756. Cuper, p. 233 231. Id. p. 236 sig. acerca de Rafael II. Consúlt. I.. Allat,, De consens. L. III c. 7. Ibid. c. 8 n. 2 sig. c. 11 sig. Spondan., a. 1574 n. 16 sig. Crusii Turcograecia. Basil. 1585 p. 557 sig. Dositeo, obr. cit. Proleg. Acta et scripta Theolog. Wittenberg. et I'atr. Cpl. Jer. Víteb. 1581.4. Schelstrate op. cit. Schnurrcr, De aet. inter Tnb. Theol. et Patr. Cpl. Orat. acad. ed. Paulus. Tub. 1828. Héfele. Tub. Quartalschr. 1813 p. 541 sigs. Beitr. zur K.-G. I p. 444-177. Werner, Gesch. der apol. und pol. Lit. IH p. 207 sigs., donde se citan asimismo los escritos del canónigo Estanislao Scolovio y otros de la misma época: Censura Or. Eccl. Latió donata, y Ad Wirtemb. Theol. ínvectivam. Tréveris 1586.
[2] Allat. 1. C C. 11 n. 2 sig. Spondan. a. 1027 n. 9. Clíper, p. 210 sig. Aymon, Monuments authent. de la religion des Grecs ou Lettres anecdotes de Cyr. Lucaris et du Conc. de Jérusalem. A la Haye 1708. 4; la ha combatido Renaudot, Contre les calomnies et faussetés du livre intitulé: Monuments auth. etc. Par. 1709. De Moni, Hist. crit. de la religión des Orientaux. Francf. 1681 p. 52 sig. Richler, Der Patriarch Cyrill Luk. u. s. Z. München 1862. Cyrilli Confessío fidei ed. Gencv. 1633, la da en griego y latín Kimmel, Monum. fid. Eccl. Or. Jen. 1850,1 p. 25-44; impugnada por Matth. Caryopbili W«*«! « s. «mb w eensur a confessionis fidei calviniana o, quae nomine Cyrilli Patr. Cpi. circumfcrtur. Kom. 1831. Syn. Cpl. 1638-1639. Kimmel, II. 325 sig. 401. Hard,, XI. 179. Schclstr. i. c. p. 408 sig
[3] Sobre los Sínodos de Jassy de 1612 y de Jerusalem: Kimmel. I. 479 sig. 425. Synodus Hicros. adv. Calvinist. Par. 1678; de Constant. Kimmel, II. 223. lienaudot, Perpétuité de la foi IV. 420 sig. l'ichler, Gesch. der tirchi. Trennung I p. 469 sig8. De Pedro Mogilas: Coufess. orthod. ed. Atnst. 1662 ¡Xúm. 354;,, ed. de HoIImann. Vrastil. 1751. Acerca de Atenas. II. Allat,, De cons. III. II, 7. Cuper p. 246 n. 1484. — J. L. Pinzani, V'ita del ven. Giov. Andrea Carga. San Daniele 1855.  

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