Traducción del Comunicado de prensa nº. 56/24 del 13 de junio de 2024 (San Antonio de Padua) por el Centro de Estudios Giuseppe Federici – Por una nueva insurgencia.
SAN ANTONIO, UNO DE LOS PATRONOS CELESTIALES DE TIERRA SANTA
San Antonio de Padua es el patrón de la Custodia Franciscana de Tierra Santa. Ante la amenaza sionista que se cierne sobre las familias católicas de Palestina (los colonos también atacaron el pueblo cristiano de Taybeh, a 12 km al nordeste de Ramala, como declaró recientemente el párroco latino del pueblo), su intercesión es particularmente necesaria.
¿Cómo se eligió a San Antonio como patrón de la custodia?
Como informó el padre Giuseppe Nazzaro (Custodio de Tierra Santa de 1992 a 1998) en una carta circular de 1995, las crónicas de la Custodia llevan la huella de una devoción ininterrumpida al santo de origen portugués. Sin embargo, sólo a principios del siglo XX (el 28 de julio de 1920) fue elegido San Antonio como «patrón particular y protector de la Custodia». En 1917 Palestina, como el resto del mundo, está en guerra. Aquí el conflicto fue anglo-turco. Desde que Turquía se unió al partido alemán, las autoridades están «limpiando». Los ciudadanos europeos, incluidos los religiosos, son expulsados. A decir verdad, sin embargo, todavía no del todo: si consideramos a los franciscanos, de hecho, los italianos todavía están en el lugar. Pero, ¿por cuánto tiempo más? El gobernador turco de Jerusalén, Cemal Pasha, decretó su encarcelamiento. Por tanto, a partir de la publicación del documento, el hacha caería y los lugares santos se encontrarían sin sus guardianes católicos. Luego, el presidente de la Custodia, padre Eutimio Castellani, ordenó rezar fervientemente una serie de tres Triduos –en todos los conventos de la Custodia– en honor del Santo de Padua. En particular, el triduo del 22 al 27 de abril fue decisivo, porque ya se había publicado el decreto de internamiento de los frailes italianos.
En la mañana del tercer día del triduo –informa el periodista presidente– el patriarca de Jerusalén fue a Cemal Pasha para pedirle gracias para su obispo auxiliar Mons. Luigi Piccardo (que estaba gravemente enfermo): «Con gran sorpresa obtuvo la gracia deseada no sólo para su Auxiliar, sino también para sus sacerdotes y los religiosos franciscanos italianos». Esta no fue la primera tribulación de la guerra ni la última. Pero a partir de ese momento, el padre Eutimio Castellani renovó su voto –hecho también en otras circunstancias– de elegir a San Antonio como patrón de la Custodia. San Antonio no esperó esta prueba de espíritu filial para seguir asegurando su ayuda. En noviembre de 1917, los frailes volvieron a correr el riesgo de ir a prisión. Se invocó de nuevo a San Antonio: esta vez un telegrama llegado de Constantinopla el último día del triduo salvó a los religiosos. La ordenanza precisa que «los franciscanos de Tierra Santa ya no deben ser acosados, sino que se les debe dejar tranquilos en sus lugares porque son personas inofensivas y no se involucran en política». Después de la guerra, a propuesta del padre Castellani y bajo el mandato del padre Ferdinando Diotallevi, se cumplió el voto reconocido por Benedicto XV. Desde entonces la fiesta de San Antonio de Padua es una solemnidad en la Custodia de Tierra Santa.
San Antonio es patrón de la Custodia de Tierra Santa desde hace 100 años.
Por eso, cuando comienza la Primera Guerra Mundial y asistimos al enfrentamiento entre Alemania, aliada de Turquía, contra Francia, Inglaterra, Rusia y Polonia, la Custodia de Tierra Santa tiene en su seno a frailes de todas estas nacionalidades. En 1914, el primer paso de los alemanes y sus aliados turcos (recordemos que Jerusalén todavía estaba bajo el Imperio Otomano en ese momento) fue expulsar a los frailes de las naciones enemigas. Los primeros en irse son los franceses, luego los ingleses y los polacos. Los conventos están parcialmente vaciados. Cuando, ya avanzada la guerra, también se temía la partida de los italianos, los frailes confiaron en la Providencia para evitar el cierre de los santuarios. Celebran un triduo, pero no se sabe a quién estaba dedicado (quizás a San Antonio).
En 1915 otro factor alimentó una situación más difícil que nunca: a la guerra, la pobreza y las deportaciones se sumó una invasión de langostas que azotó Oriente Medio. El gobierno exige que cada ciudadano capture una cantidad diaria de langostas para evitar ser sancionado. Los frailes dependen de la población local que, a cambio de ayuda financiera, recolectan una cantidad suficiente de insectos para presentarlos a los funcionarios turcos.
Los ingleses echaron más leña al fuego con la Declaración Balfour en 1917: la famosa declaración prometía la creación de un hogar nacional para los judíos en Tierra Santa. La situación ya era tensa con la llegada de inmigrantes judíos a finales del siglo XIX, pero con el documento oficial las cosas se complicaron aún más. Con la llegada del general Edmund Allenby y el inicio del Mandato británico, las tensiones entre árabes y judíos se intensifican aún más.
La Custodia se encuentra sin líder para gestionar esta compleja situación, ya que el padre Custodio Serafino Cimino fue elegido entre tanto como General de la Orden. Tomando el lugar del Custodio, el Padre Eutimio Castellani, siendo Presidente Custodial (suplente del Padre Custodio en su ausencia), asume la responsabilidad de guiar a los franciscanos. A él correspondió la proclamación del triduo en honor de San Antonio, en la primavera y octubre de 1917, cuando volvió a hacerse real la amenaza de la salida de los frailes franciscanos de origen italiano. En noviembre cuando los frailes ya están listos con sus equipajes para partir, llega el gobernador turco de la ciudad junto con los kawas (guardaespaldas) para dar buenas noticias: los frailes pueden quedarse, San Antonio tiene que escuchar nuevamente las oraciones y ningún fraile debe ser despedido. No ocurre lo mismo con las otras comunidades cristianas que pierden sus representantes: los patriarcas latinos, griegos y armenios son deportados. Además, el gobernador turco, al ver las túnicas de los frailes, pide alguna tela del mismo tejido. Y en los días siguientes el gobernador deambuló por Jerusalén con un traje marrón cosido con tela franciscana.
Al final de la guerra, en el Convento de San Salvador, frente al altar de la estatua del santo, el 13 de junio de 1920 se pronunciaron las palabras de agradecimiento en una celebración solemne y San Antonio fue elegido oficialmente como Santo Patrón.
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