¿Será que tenemos que volver a ver esta escena para reaccionar?
Estaba dudando en titular esta breve entrada con una de las brutales frases pronunciadas por los agresores durante la sacrílega invasión a la capilla universitaria de Somosaguas: «Arderéis como en el 36». Pero la brutalidad de la proclama y el recuerdo de los miles de mártires asesinados y torturados en la Guerra Civil me han echado para atrás.
Lo cierto es que el afán por acabar con la presencia de Dios y sus símbolos en el espacio público tiene mucho de diabólico. No es sólo irreverencia; es simplemente odio a la fe, aversión a Dios, brutalidad contra los símbolos religiosos. No son gamberros ni locos. Es una agresión organizada y sistemática que tiene una versión agresiva y otra intelectual. Esta última pretende abrir un debate sobre la presencia de capillas en las universidades; bueno, en realidad de lo que se trata es de suprimir por las buenas o por las bravas las capillas de las universidades públicas.
¿Cuál es la respuesta a estas agresiones? Evidentemente, la primera y más importante reacción es desagraviar a Dios con la oración y la celebración de la Santa Misa. Es la respuesta teológica, espiritual y justa. Si no utilizamos las capillas para su fin acabarán cerrándolas. Pero la respuesta teológica no es incompatible con la respuesta jurídica que han llevado a cabo el sindicato Manos Limpias y el Centro Jurídico Tomás Moro. Otra reacción legítima es la ciudadana, en este caso una manifestación convocada por la Asociación de Docentes Santo Tomás de Aquino para el próximo 2 de abril a las 17:00 h. delante del Ministerio de Educación en Madrid.
¿Son conscientes los nuevos iconoclastas de la mecha que quieren encender y sus consecuencias?
Teresa García-Noblejas
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