"Mi Corazón saltará de gozo al verme por Ti salvada: cantaré al Señor mi bienhechor, y salmodiaré al nombre del Señor Altísimo". (Ps. 14, 6).
Inmaculado Corazón de María
Por decreto del 4 de mayo de 1944, del Papa Pío XII, la octava de la Asunción de la Santísima Virgen fue sustituida en todo el mundo por la simpática y consoladorosísima fiesta del Inmaculado Corazón de Maria, la madre del amor hermoso y de la santa esperanza.
Pío XII instituyó la fiesta del Inmaculado Corazón de María y le consagró el mundo (tal como la Virgen lo pidió)
Esta era una fiesta que se celebraba ya, aunque en distinta fecha, en muchos lugares y por muchos institutos religiosos; pero que el mundo entero reclamaba, sobre todo desde que Pío XI realzó tanto la del Sagrado Corazón de Jesús.
Es absolutamente justo (y lógico además) que si el Hijo recibe alabanzas, la Madre también (esto es, si se resaltó tanto la devoción del Sagrado Corazón de Jesús, ¿por qué no también el Inmaculado Corazón de María?)
Ahora es ya fiesta universal, con su fecha propia y fija, que es el 22 de agosto, y con su Misa y su Oficio propios, y rito de 2ª clase.
Mucho contribuyeron a declararla, las célebres apariciones de Fátima, en Portugal, en las que María pedía a los afortunados pastorcitos devoción a su Santísimo Corazón, y mucho también las angustias mortales de la segunda guerra mundial, durante la que todos, desde el Papa hasta los más humildes fieles, confiaron a María el logro de la paz.
A los pastorcitos de Fátima (y especialmente a Lucía dos Santos) se le reconoce la propagación de la devoción al Inmaculado Corazón de María. (Visión de la hermana Lucía en Tuy, España, 1925)
Pío XII consagró el mundo al Inmaculado Corazón de Maria el 8 de diciembre de 1942, consagración que después se repitió en todas las naciones y que culminó, en 1944, con la institución de esta fiesta. En ella pide el Papa a María la paz para todos los pueblos, la libertad para la Iglesia, la misericordia para los pecadores y la pureza de costumbres para todos.
ORACIÓN
Omnipotente y sempiterno Dios, que preparaste en el Corazón de Santa María Virgen una digna habitación para el Espíritu Santo, concédenos propicio que cuantos celebramos devotamente la festividad de su Inmaculado Corazón, podamos vivir en conformidad con su sacratísimo corazón. Por J. C. N. S. Amén.
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