Traducción del artículo original publicado en TRADITIO
BERGOGLIO ABANDONÓ TODA PRETENSIÓN DE LEGITIMAR A LOS SANTOS: SE LEVANTÓ Y DECLARÓ UN “SANTO” DEL NOVUS ORDO SIN INVESTIGACIÓN PREVIA ¡PORQUE “DIALOGABA” CON LOS HEREJES!
¿El jesuita Pedro Fabro (beatificado en 1872 por el Papa Pío IX), un santo? ¿O no lo es? Los miembros de la nueva iglesia nunca lo sabrán, porque Wojtyla destruyó el proceso de Canonización en 1983.
Ahora Bergoglio ha establecido el fraude del Novus Ordo Canonizatiónis: un paso de gigante sin tener en cuenta las investigaciones o milagros.
Simplemente se levantó y declaró a Fabro un “santo” del Novus Ordo porque como él, Bergoglio está “dialogando” con los herejes.
Cualquiera que piense que la iglesia del Novus Ordo se ciñe a cualquier regla, debe tener hace ya mucho tiempo que desengañarse de esta noción falsa. La iglesia deuterovaticana NO SIGUE NI LA BIBLIA NI LA TRADICIÓN. Los papas conciliares simplemente se levantan y hacen con su religión lo que les dé su real gana. No siguen ni su propia “ley canónica”. Y Bergoglio Sívori/Francisco I, es el más arbitrario y anticatólico de todos los antipapas. Esentialmente ha negado la Doctrina, la Moral y la adocración Católica en favor de un recalentado modernismo marxista que pusiera orgullosos tanto a el padre del comunismo como al archi-heresiarca Martín Lutero.
La canonización de los santos es un asunto que la verdadera Iglesia toma muy en serio. Después de todo, si la Iglesia llegase a proclamar a un farsante como santo, millones de Católicos estarían venerando a un fraude. Por ello, los requisitos que tradicionalmente fueron impuestos y las investigaciones más estrictas, podían tardar hasta siglos antes de poder canonizar al candidato. Algunos teólogos incluso se han atrevido a argumentar que tales canonizaciones eran expresión de la infalibilidad pontificia, algo sobre lo cual el mayor teólogo de la Iglesia, el angélico Santo Tomás de Aquino, discrepa.
La canonización de los santos es un asunto que la verdadera Iglesia toma muy en serio. Después de todo, si la Iglesia llegase a proclamar a un farsante como santo, millones de Católicos estarían venerando a un fraude. Por ello, los requisitos que tradicionalmente fueron impuestos y las investigaciones más estrictas, podían tardar hasta siglos antes de poder canonizar al candidato. Algunos teólogos incluso se han atrevido a argumentar que tales canonizaciones eran expresión de la infalibilidad pontificia, algo sobre lo cual el mayor teólogo de la Iglesia, el angélico Santo Tomás de Aquino, discrepa.
Santo Tomás de Aquino considera que las canonizaciones no entrañan la infabilidad pontificia, pues en ella no se confirma una verdad de Fe
Todo fue cambiado el 25 de Enero de 1983, cuando Wojtyla/Juan Pablo II, abandonó cualquier traza de verdad o de justicia en el actual proceso de canonización de la iglesia conciliar para destruir el cuidadoso proceso vigente por siglos. Wojtyla fue un modernista típico, un destructor de la Sagrada Tradición. El nuevo proceso creado por Wojtyla no es religioso, sino político. Los candidatos no serían juzgados por su santidad tradicional, sino por su “corrección política” para los tiempos modernos. Incluso, durante el falso Jubileo del año 2000, Wojtyla pretendió canonizar al heresiarca Martín Lutero.
Wojtyla, entre sus muchas abominaciones, pretendía canonizar a Martín Lutero (aún cuando, con toda evidencia, está en el Infierno por pretender acabar con la Iglesia Católica)
Wojtyla eliminó el cargo del Advocátus Diáboli (Abogado del diablo) o promotor de la Fe, cuyo trabajo era presentar los contrargumentos más contundentes contra la santificación de una persona, todo para que las evidencias contrarias fueran develadas y para que un fraude no fuera elevado al honor de los altares. Wojtyla permitió al promotor de las canonizaciones rechazar de plano cualquier testimonio o evidencia “inconveniente”. Esta práctica ha causado que los médicos más reconocidos sobre los casos de “milagros”, lleguen a ser desechados si ellos no apoyan la canonización. Este fraude ha dado lugar a una ola de falsos milagros, insostenibles para el testimonio de los médicos especialistas en estos casos, para asegurar la canonización por parte de la secta vaticana, de candidatos indignos pero “políticamente correctos” como Teresa de Calcuta y Wojtyla mismo.
El proceso de canonización conciliar ha favorecido, entre otros, a Teresa de Calcuta (ecumenista confesa), Juan Pablo II (continuador de la
demolición de la Iglesia), y José Mª Escrivá de Balaguer (fundador de
la sociedad secreta Opus Dei).
Antes de que Wojtyla pervirtiera la doctrina Católica, la Iglesia declaraba santos ÚNICAMENTE a cuantos mostraban un grado HEROICO de santidad (no uno común, que consiste en el Estado de Gracia). Este grado especial y eminente es llamado Estado de Perfección, cuanto esta alma es movida por el Espíritu Santo. Wojtyla abandonó esta exigencia tradicional de la perfección heroica, siguiendo el documento anticatólico del concilio deuterovaticano Lumen Géntium, en su capítulo V.
Otra consecuencia del relajado proceso de 1983 es que los nuevos antipapas básicamente han renunciado a su función papal de mera confirmación de la sentencia del obispo local en nombre de la "colegialidad" del conciliábulo. Ese obispo local, por supuesto, se beneficiará financieramente de los santos canonizados de su diócesis.
Ahora Bergoglio ha dado un nuevo paso de gigante en el Novus Ordo Canonizatiónis. Él no acepta ni investigaciones, milagros ni documentos de ninguna clase. El 17 de Diciembre de 2013, simplemente se levantó y declaró santo al jesuita Pedro Fabro. Fabro pertenecía a la orden Jesuita de la que Bergoglio blasona ser miembro. A Bergoglio le gusta el modernismo de Fabro: dialogaba con todos, “hasta con sus oponentes”, los herejes protestantes de la Pseudo-Reforma. En Septiembre de 2013, Francisco I claramente violó el tradicional proceso de canonización al promover la causa del masón Roncalli Marzolla/Juan XXIII (el que convocó al Vaticano II), aunque a él no pudo reconocese siquiera los dos milagros necesarios.
Una razón por la que Francisco I decidió canonizar a Juan XXIII es ¡PORQUE NO ALCANZÓ A TENER LOS MILAGROS NECESARIOS, NI PARA EL PROCESO CONCILIAR!
¡Es claro que la secta de Bergoglio es tan falsa como sus seudo-santos!
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