Traducción hecha del Inglés desde TRADITION IN ACTION (No conocemos si sobrevive el original en Español, pero esperamos que esta traducción refleje fielmente cómo pudo ser).
La novena, escrita por el Padre José M. Urrate SJ, tiene el Imprimátur por Mons. Carlos María de la Torre, Arzobispo de Quito, emitido por el Gobierno Eclesiástico de la Archidiócesis de Quito el 31 de Julio de 1941.
La novena, escrita por el Padre José M. Urrate SJ, tiene el Imprimátur por Mons. Carlos María de la Torre, Arzobispo de Quito, emitido por el Gobierno Eclesiástico de la Archidiócesis de Quito el 31 de Julio de 1941.
NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL BUEN SUCESO
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN - PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA
Yo creo en ti, oh mi Dios. Fortalece, oh Señor, mi fe. Espero en Ti, oh Dios mío. Ayuda, Señor, mi esperanza. Te amo, oh mi Dios. Aumenta, Señor, mi amor. Me arrepiento de haberte ofendido. Dios mío, ayúdame a tener contrición, para que con el auxilio de tu gracia y la especial protección de María Santísima del Buen Suceso, nunca peque otra vez. Oh Señor, ten piedad y misericordia de mí. Amén.
ORACIÓN INICIAL - PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA
Oh excelsa e Inmaculada Reina del Cielo, Santa María del Buen Suceso, Hija favorecida del Padre Eterno, Madre queridísima del Hijo Divino, Esposa amantísima del Espíritu Santo, Trono sublime de la Divina Majestad, augusto Templo de la Santísima Trinidad, en el cual las Tres Personas Divinas han colocado los tesoros de Su Poder, Sabiduría y Amor. Recuerda, Virgen María del Buen Suceso, a quien Dios ha hecho tan poderosa, que tú puedes socorrer a los pobres pecadores, recuerda que lo has prometido. Muéstrate como Madre misericordiosa de los que recurrimos a ti. Yo vengo a ti, Madre de la misericordia, y te ruego, por el amor del Altísimo, que lo seas también para mí. Obtenme de Dios Padre una fe viva que nunca pierda de vista las verdades eternas, de Dios Hijo, una firme esperanza con la que siempre aspire a llegar a esa gloria que Él ganó para mí con su sangre, y del Espíritu Santo, una caridad tan inflamada que siempre viva amando a la Suprema Bondad y a ti, Virgen Santísima, hasta que por tu intervención llegue a amarte y disfrutar de tu vista eternamente en la gloria. Amén.
Te saludamos, oh María, hija predilecta de Dios Padre: Ave María…
Te saludamos, oh María, Madre elegida del Hijo de Dios: Ave María…
Te saludamos, oh María, Esposa amantísima del Espíritu Santo: Ave María… Gloria al Padre…
DÍA PRIMERO - 24 DE ENERO
Cuán grandes e incomparables son las maravillas de Dios omnipotente que así manifiestan los tesoros de su misericordia para los que Él redimió. Por ello, si admiramos los excesos de su bondad en los muchos beneficios con que Él nos ha enriquecido, ¿cuánto más debemos admirar y estar llenos de gratitud por las bendiciones con que distinguió a la criatura más excelente y privilegiada, María Santísima, a quien nos dio para nuestro consuelo, especialmente a aquellos que le sirven y aman con todo su corazón con los títulos diversos e invocaciones con que la honran? Por esta devoción, reciben grandes favores por medio de su auxilio y protección. Esta ha sido la experiencia de los verdaderos devotos de la Madre de Dios, y en especial de aquéllos que recurren a ella en la advocación del Buen Suceso, cuya imagen se venera en la Iglesia del Hospital Real de la Ciudad de Madrid. Fue milagrosa desde sus comienzos, por la forma admirable e inesperada con que este tesoro fue encontrado en la cueva de una montaña. Como Dios dijo al profeta Isaías, Él busca a aquellos que no habían venido a buscarle, y deja a un lado a los que no piensan en su bondad o no creen en su generosidad. Así también lo hizo el Altísimo ya que fue su voluntad el que su Santísima Madre fuera honrada y venerada con el título del Buen Suceso.
ORACIÓN
¡Oh Señor de infinita bondad!, que en esta imagen de María Santísima hecha milagrosamente por ángeles, Tú nos has dado una poderosa intercesora a quien podemos acudir con total confianza en su amable protección en todas nuestras necesidades. Concédenos la ayuda que imploramos con fervor y confianza, para que podamos conocer, honrar y servir a la Santísima Virgen, y para que por su intercesión, podamos alcanzar en esta tierra nuestra santificación y, después, ser felices con ella en el cielo. Amén.
ACCIÓN DE GRACIAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN - PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA
¡Oh Virgen bendita entre todas las mujeres! Nos faltan las palabras para darte gracias por las innumerables bendiciones que hemos recibido de tu mano. El día de tu nacimiento puede ser llamado el día de acción de gracias, de la alegría y del consuelo. Tú eres la honra de la humanidad, gozo del Paraíso, regalo escogido de Dios, y bien de nuestra nación. ¿Qué mérito tenemos nosotros, oh Virgen del Buen Suceso, para que merezcamos tenerte como Madre nuestra? ¡Que Dios sea bendito por siempre, pues lo ha querido así! Bendita eres tú también, Virgen María, porque a pesar de nuestra ingratitud, te nos muestras propicia. Por ello decimos: Tú eres, Madre clemente, nuestro consuelo en la tierra, nuestro refugio, nuestra ayuda y nuestra protección en nuestras necesidades, tanto públicas como privadas. Guárdanos de la guerra, la peste, el hambre, las tormentas, terremotos, y todas las calamidades que merecemos por nuestras culpas. Te rogamos por la Santa Iglesia y por sus ministros. Escucha las súplicas de los que te invocan. Sé abogada y Madre nuestra, de nosotros que ponemos nuestra confianza en ti. A ti acudimos, y por tu intercesión esperamos alcanzar de tu divino Hijo el perdón de nuestros pecados y la perseverancia en la gracia hasta la muerte. Amén. (Aquí, cada uno levantando su corazón a Dios, puede pedir, por intercesión de María Santísima del Buen Suceso, la gracia o favor que desea recibir)
ALABANZAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN PARA CADA DÍA DE LA NOVENA
Oh, Virgen María, nuestra Madre por excelencia en la tierra.
¡Ven en nuestra ayuda y muéstranos tu misericordia, porque tú eres nuestra Madre!
Sobre todas las cosas, tú estuviste atenta a la Palabra del Padre.
Sobre todas las cosas, tú estuviste atenta a la Palabra del Padre.
¡Ven en nuestra ayuda y muéstranos tu misericordia, porque tú eres nuestra Madre!
Tú eres templo dignísimo de la Santísima Trinidad.
Tú eres templo dignísimo de la Santísima Trinidad.
¡Ven en nuestra ayuda y muéstranos tu misericordia, porque tú eres nuestra Madre!
En la contemplación de tu pureza los mismos ángeles se gozan.
En la contemplación de tu pureza los mismos ángeles se gozan.
¡Ven en nuestra ayuda y muéstranos tu misericordia, porque tú eres nuestra Madre!
El mundo cristiano proclama que estás a la derecha del Rey de Reyes en su reino.
El mundo cristiano proclama que estás a la derecha del Rey de Reyes en su reino.
¡Ven en nuestra ayuda y muéstranos tu misericordia, porque tú eres nuestra Madre!
¡Oh, Madre de Gracia, Esperanza nuestra! Puerto de los náufragos y Estrella del mar.
¡Oh, Madre de Gracia, Esperanza nuestra! Puerto de los náufragos y Estrella del mar.
¡Ven en nuestra ayuda y muéstranos tu misericordia, porque tú eres nuestra Madre!
Puerta del Cielo, Salud de los enfermos, Luz en la oscuridad.
Puerta del Cielo, Salud de los enfermos, Luz en la oscuridad.
¡Ven en nuestra ayuda y muéstranos tu misericordia, porque tú eres nuestra Madre!
Con tu ayuda nos encontraremos delante de Dios en la corte de los Santos, donde vives y reinas por los siglos.
Con tu ayuda nos encontraremos delante de Dios en la corte de los Santos, donde vives y reinas por los siglos.
¡Ven en nuestra ayuda y muéstranos tu misericordia, porque tú eres nuestra Madre!
Guía nuestros pasos y ayúdanos, oh dulce María, en nuestras últimas horas.
Guía nuestros pasos y ayúdanos, oh dulce María, en nuestras últimas horas.
¡Ven en nuestra ayuda y muéstranos tu misericordia, porque tú eres nuestra Madre!
Recibe la alabanza de nuestros amantes labios que no llegan a expresar tu grandeza singular.
Recibe la alabanza de nuestros amantes labios que no llegan a expresar tu grandeza singular.
¡Ven en nuestra ayuda y muéstranos tu misericordia, porque tú eres nuestra Madre!
ANTÍFONA
Santa María, salva al miserable, socorre al débil, intercede por los
afligidos, defiende a tu pueblo, intercede por los clérigos, intercede
por tus fieles. Permítenos a cuantos honramos tu santa memoria recibir
tu asistencia y protección.
℣. Ruega por nosotros, ¡Oh Virgen del Buen Suceso!
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Te suplicamos, Señor y Dios nuestro, nos concedas perpetua salud de alma y cuerpo. Y por la intercesión de la gloriosa Virgen María, y por los méritos de su Hijo Jesús, esperamos ser libres de los males presentes y obtener las alegrías eternas. Amén.
℣. Ruega por nosotros, ¡Oh Virgen del Buen Suceso!
℟. Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Te suplicamos, Señor y Dios nuestro, nos concedas perpetua salud de alma y cuerpo. Y por la intercesión de la gloriosa Virgen María, y por los méritos de su Hijo Jesús, esperamos ser libres de los males presentes y obtener las alegrías eternas. Amén.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO - 25 DE ENERO
En el nombre del Padre...
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Considera cómo la providencia del Altísimo desea favorecer a los hombres, manifestando el tesoro escondido de la preciosa estatua de Santa María bajo el título de Buen Suceso. Con ocasión de la muerte del hermano Bernardino de Obregón, fundador de la Orden de los Hermanos Mínimos para el servicio de los enfermos (de la Orden de San Francisco de Paula), Gabriel de Fontanet fue elegido para remplazarlo. Acompañado por Guillermo Rigosa, viajaron a Roma para pedir al Sumo Pontífice la aprobación oficial del Instituto y del hábito morado con la cruz que distingue a la Hermandad. Al pasar por la ciudad de Traiguera (bajo la jurisdicción de Tortosa en el Principado de Cataluña), fueron sorprendidos por una terrible tormenta de granizo con relámpagos y truenos tan estruendosos que sus corazones se llenaron de espanto. Entonces suplicaron a Dios que les manifestara un lugar donde pudieran refugiarse y prepararse a morir en paz, pues el rigor implacable de la tormenta les había hecho pensar que no sobrevivirían. Sin embargo, Dios en su divina misericordia se mostró dispuesto a que esta busca de refugio fuera presagio de un buen suceso. Entre relámpagos pudieron distinguir un desvío del camino que terminaba en lo que parecía ser una cueva situada arriba en la colina. Desde la distancia acertaron a ver una luz brillante que salía de ella junto a una fragancia celestial más agradable que cualquier otro perfume terrenal. Sus almas quedaron anegadas de una gran felicidad y de un sentimiento de reverente admiración. Al instante, sintieron el impulso de conocer la causa de tales maravillas.
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Considera cómo la providencia del Altísimo desea favorecer a los hombres, manifestando el tesoro escondido de la preciosa estatua de Santa María bajo el título de Buen Suceso. Con ocasión de la muerte del hermano Bernardino de Obregón, fundador de la Orden de los Hermanos Mínimos para el servicio de los enfermos (de la Orden de San Francisco de Paula), Gabriel de Fontanet fue elegido para remplazarlo. Acompañado por Guillermo Rigosa, viajaron a Roma para pedir al Sumo Pontífice la aprobación oficial del Instituto y del hábito morado con la cruz que distingue a la Hermandad. Al pasar por la ciudad de Traiguera (bajo la jurisdicción de Tortosa en el Principado de Cataluña), fueron sorprendidos por una terrible tormenta de granizo con relámpagos y truenos tan estruendosos que sus corazones se llenaron de espanto. Entonces suplicaron a Dios que les manifestara un lugar donde pudieran refugiarse y prepararse a morir en paz, pues el rigor implacable de la tormenta les había hecho pensar que no sobrevivirían. Sin embargo, Dios en su divina misericordia se mostró dispuesto a que esta busca de refugio fuera presagio de un buen suceso. Entre relámpagos pudieron distinguir un desvío del camino que terminaba en lo que parecía ser una cueva situada arriba en la colina. Desde la distancia acertaron a ver una luz brillante que salía de ella junto a una fragancia celestial más agradable que cualquier otro perfume terrenal. Sus almas quedaron anegadas de una gran felicidad y de un sentimiento de reverente admiración. Al instante, sintieron el impulso de conocer la causa de tales maravillas.
ORACIÓN
¡Oh Dios, admirable en todas tus obras! Puesto que Tú siempre conviertes los sucesos más peligrosos de la vida en prueba de tus mercedes, y en las tormentas más desesperadas nos muestras los preludios de tus maravillas en favor nuestro, como tú lo hiciste con los hermanos Mínimos en esa terrible tormenta. Concédenos, por la intercesión de la Reina del Buen Suceso, la virtud de la paciencia, para sufrir con espíritu resignado las pruebas que nos envíe tu Divina Voluntad, porque en cualquier momento Tú puedes cambiarlas en consolaciones en esta vida y posteriormente concedernos tu eterna recompensa en los Cielos, donde alabaremos tu honra y la de Santa María, por siempre y para siempre. Amén.
¡Oh Dios, admirable en todas tus obras! Puesto que Tú siempre conviertes los sucesos más peligrosos de la vida en prueba de tus mercedes, y en las tormentas más desesperadas nos muestras los preludios de tus maravillas en favor nuestro, como tú lo hiciste con los hermanos Mínimos en esa terrible tormenta. Concédenos, por la intercesión de la Reina del Buen Suceso, la virtud de la paciencia, para sufrir con espíritu resignado las pruebas que nos envíe tu Divina Voluntad, porque en cualquier momento Tú puedes cambiarlas en consolaciones en esta vida y posteriormente concedernos tu eterna recompensa en los Cielos, donde alabaremos tu honra y la de Santa María, por siempre y para siempre. Amén.
Las oraciones y alabanzas se rezarán todos los días
DÍA TERCERO - 26 DE ENERO
En el nombre del Padre...
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Pensad cómo los viajeros, impulsados por la gracia y atraídos por la curiosidad de comprobar tales prodigios asombrosos que provenían del sitio donde pensaban encontrar refugio, quitándose los zapatos, subieron a la colina con gran dificultad, ayudándose mutuamente al escalar grandes rocas y acantilados escarpados. Cuando llegaron a la cueva y pudieron ver las relampagueantes luces fue grande su alegría, asombro y admiración. Allí vieron cómo esta cueva había sido delicadamente tallada por la naturaleza al modo de un gran templo, y guardaba una bella estatua de la Virgen con el Niño en su brazo izquierdo y portando un cetro en su mano derecha. Una preciosa corona orlaba su frente. Su vestido, como el del Niño, era sencillo pero elegante, y ambos estaban hechos del mismo material y con el mismo estilo. El lugar, que estaba adornado con distintos tipos de flores que tapizaban el suelo y las paredes, se inundó con una exquisita fragancia que rodeaba a la Reina del Cielo. Situada en la roca una lámpara que parecía fabricada por notables artífices, iluminaba con sus muchas luces. Era grande la belleza y alegría que rodeaba a la admirable Señora. Fue inmensa la sorpresa y admiración de los viajeros abrumados por la emoción. Ambos contemplaron extáticos este pequeño pedazo de cielo, calmado ya su corazón sobreexcitado al contemplar a la Madre que de forma tan inesperada se les aparecía, después de tan terrible tormenta, radiante de belleza con tan amoroso rostro, ofreciéndoles refugio y consuelo en coyuntura tan desesperada y difícil. Así también nuestras almas se calman ante la imagen de María. Cuando las cargas de la vida y peligros inminentes nos acechan llevándonos a la desesperación, vamos a ella con paz y confianza, agradeciendo a Dios que en Su Omnipotencia nos ofrece esta imagen portentosa que milagrosamente se encuentra en este lugar escondido para honor de la Virgen Inmaculada y para que todos puedan venerarla bajo ese preciado título del Buen Suceso.
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Pensad cómo los viajeros, impulsados por la gracia y atraídos por la curiosidad de comprobar tales prodigios asombrosos que provenían del sitio donde pensaban encontrar refugio, quitándose los zapatos, subieron a la colina con gran dificultad, ayudándose mutuamente al escalar grandes rocas y acantilados escarpados. Cuando llegaron a la cueva y pudieron ver las relampagueantes luces fue grande su alegría, asombro y admiración. Allí vieron cómo esta cueva había sido delicadamente tallada por la naturaleza al modo de un gran templo, y guardaba una bella estatua de la Virgen con el Niño en su brazo izquierdo y portando un cetro en su mano derecha. Una preciosa corona orlaba su frente. Su vestido, como el del Niño, era sencillo pero elegante, y ambos estaban hechos del mismo material y con el mismo estilo. El lugar, que estaba adornado con distintos tipos de flores que tapizaban el suelo y las paredes, se inundó con una exquisita fragancia que rodeaba a la Reina del Cielo. Situada en la roca una lámpara que parecía fabricada por notables artífices, iluminaba con sus muchas luces. Era grande la belleza y alegría que rodeaba a la admirable Señora. Fue inmensa la sorpresa y admiración de los viajeros abrumados por la emoción. Ambos contemplaron extáticos este pequeño pedazo de cielo, calmado ya su corazón sobreexcitado al contemplar a la Madre que de forma tan inesperada se les aparecía, después de tan terrible tormenta, radiante de belleza con tan amoroso rostro, ofreciéndoles refugio y consuelo en coyuntura tan desesperada y difícil. Así también nuestras almas se calman ante la imagen de María. Cuando las cargas de la vida y peligros inminentes nos acechan llevándonos a la desesperación, vamos a ella con paz y confianza, agradeciendo a Dios que en Su Omnipotencia nos ofrece esta imagen portentosa que milagrosamente se encuentra en este lugar escondido para honor de la Virgen Inmaculada y para que todos puedan venerarla bajo ese preciado título del Buen Suceso.
ORACIÓN
¡Oh Dios de Misericordia!, que nunca abandonas en la desolación a aquél
que fiel y fervientemente te sirve en medio de los infortunios y
peligros de la vida, y que nos animas a encontrar a nuestra Madre y a
invocarla como refugio en nuestras adversidades, concédenos recurrir
con corazón tierno y fervoroso a Santa María y encontrarla,
siempre amante y protectora, de modo que podamos servirla y merecer, por
su intercesión, llevar una buena vida cristiana y después estar con
Ella para siempre en el Cielo. Amén.
Las oraciones y alabanzas se rezarán todos los días
DÍA CUARTO - 27 DE ENERO
En el nombre del Padre...
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Meditemos en la alegría indescriptible de los hermanos al contemplar estos prodigios. La imagen de nuestra querida Madre brilló ante ellos como una estrella resplandeciente, y con reverencia se postraron ante ella para alabar y darle gracias por el singular don y por acontecimiento tan extraordinario. Sus pensamientos y sentimientos se elevaron a consideraciones celestiales creyéndose favorecidos por un hecho sobrenatural ante todo lo que vieron y sintieron que no parecía hecho por manos humanas en el interior de aquellas inaccesibles rocas, en pleno despoblado. Entonces hicieron una fervorosa acción gracias pidiendo al cielo saber lo que tenían que hacer. Decidieron intentar descubrir el origen de ese santuario y de la imagen buscando las piadosas personas que lo cuidaban en tan prodigioso culto. Aunque parecía imposible que tal magnificencia fuese trabajo de hombres en un lugar tan retirado e inaccesible, la prudencia y la piedad les sugirió hacer primero una investigación cuidadosa sobre el asunto. Preguntaron en las aldeas más cercanas a la cueva, que estaban a más de tres leguas de distancia, pero no encontraron a nadie que pudiera darles la más mínima información sobre la imagen. Ni siquiera las personas de más de 80 o 100 años de edad habían oído nada acerca de la imagen o de su oratorio, en los bosques circundantes o en cualquier otro lugar de la región. Consideremos, entonces, la alegría y asombro de los santos hermanos, ahora propietarios del extraordinario hallazgo, y cómo veneraron de nuevo la sagrada imagen, ofreciéndole su más sincero agradecimiento con fervorosos afectos al tiempo que la proclamaban su celestial patrona y mediadora, con el título muy significativo de la Virgen del Buen Suceso. El corazón se conmueve por sentimientos de gratitud y admiración ante el piadoso e indescriptible favor, como el que se concedió a los santos hermanos. Unámonos con ellos en sus tiernos abrazos a María, para amarla y honrarla con generosos propósitos, ya que también gracias a Dios la hemos encontrado en el peligroso camino de la vida en medio del horror de la tormenta de nuestras pasiones.
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Meditemos en la alegría indescriptible de los hermanos al contemplar estos prodigios. La imagen de nuestra querida Madre brilló ante ellos como una estrella resplandeciente, y con reverencia se postraron ante ella para alabar y darle gracias por el singular don y por acontecimiento tan extraordinario. Sus pensamientos y sentimientos se elevaron a consideraciones celestiales creyéndose favorecidos por un hecho sobrenatural ante todo lo que vieron y sintieron que no parecía hecho por manos humanas en el interior de aquellas inaccesibles rocas, en pleno despoblado. Entonces hicieron una fervorosa acción gracias pidiendo al cielo saber lo que tenían que hacer. Decidieron intentar descubrir el origen de ese santuario y de la imagen buscando las piadosas personas que lo cuidaban en tan prodigioso culto. Aunque parecía imposible que tal magnificencia fuese trabajo de hombres en un lugar tan retirado e inaccesible, la prudencia y la piedad les sugirió hacer primero una investigación cuidadosa sobre el asunto. Preguntaron en las aldeas más cercanas a la cueva, que estaban a más de tres leguas de distancia, pero no encontraron a nadie que pudiera darles la más mínima información sobre la imagen. Ni siquiera las personas de más de 80 o 100 años de edad habían oído nada acerca de la imagen o de su oratorio, en los bosques circundantes o en cualquier otro lugar de la región. Consideremos, entonces, la alegría y asombro de los santos hermanos, ahora propietarios del extraordinario hallazgo, y cómo veneraron de nuevo la sagrada imagen, ofreciéndole su más sincero agradecimiento con fervorosos afectos al tiempo que la proclamaban su celestial patrona y mediadora, con el título muy significativo de la Virgen del Buen Suceso. El corazón se conmueve por sentimientos de gratitud y admiración ante el piadoso e indescriptible favor, como el que se concedió a los santos hermanos. Unámonos con ellos en sus tiernos abrazos a María, para amarla y honrarla con generosos propósitos, ya que también gracias a Dios la hemos encontrado en el peligroso camino de la vida en medio del horror de la tormenta de nuestras pasiones.
ORACIÓN
¡Oh Dios amantísimo! Tú nos has dado en nuestra Madre un precioso
refugio y consolación, ubicándola en la senda de nuestras vidas azarosas
para que Ella, como Nuestra Madre del Buen Suceso, sea un escudo que nos defienda en las persecuciones y
peligros. Agradecidos por tu bondad,
queremos corresponder con la práctica de la Virtud y con una devoción
tierna y constante a María Santísima, de modo que por su intercesión
podamos llegar a los Cielos. Amén.
Las oraciones y alabanzas se rezarán todos los días
DÍA QUINTO - 28 DE ENERO
En el nombre del Padre...
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Pensemos en cómo los santos viajeros, convencidos de que su valioso descubrimiento les pertenecía, colocaron la imagen en una cesta, y en tan estimable compañía prosiguieron felizmente su largo viaje a Roma, donde fueron recibidos por Su Santidad Pablo V, hombre verdaderamente santo y piadoso. Le contaron cómo habían encontrado la imagen de la Virgen. Al verla tan hermosa y radiante con tal halo sobrenatural, se postró ante ella, colgándole al cuello su precioso pectoral de oro y pedrería, y concediendo gracias e indulgencias a todos los que la veneraran.
Encargó a los religiosos que habían tenido la fortuna de haber encontrado la imagen de manera tan admirable el extender celosamente su devoción por todas partes. Ellos reconocieron en la acogida del papa e incluso en el título que le dio de Nuestra Señora del Buen Suceso, todos los signos de que estaban ante un descubrimiento sobrenatural. La prodigiosa imagen pronto se convirtió en una fuente inagotable de gracias y prodigios entre los habitantes de la ciudad de Valencia a donde los hermanos la trasladaron a su vuelta de Roma. Más tarde, la imagen fue trasladada solemnemente a la magnífica Iglesia de Madrid, capital de España, donde la venerada imagen sigue hasta ahora obrando maravillas. Su culto se extendió por toda Europa e incluso a las regiones más lejanas de nuestra América.
Confía, alma mía, postrado ante María que con su rostro sonriente te ofrece un dulce consuelo, en que este dichoso encuentro podrá guiarte en las más difíciles encrucijadas de la vida. Mira al Santo Padre postrado ante la sagrada Imagen ofreciéndote este tesoro tan precioso con el encargo de que seas devoto y fiel en el servicio de María. Permanece contento en el estado en que Dios te ha puesto porque tienes a María, como compañera y protectora. Con alabanzas y bendiciones preséntale a tu vez el pectoral de tu amor, poniendo a sus pies tu pasión dominante, ofreciendo tus esfuerzos para vencerla con determinación y constancia y obtendrás los favores excepcionales que muchas personas piadosas han recibido de esta bendita Imagen de Nuestra Señora del Buen Suceso.
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Pensemos en cómo los santos viajeros, convencidos de que su valioso descubrimiento les pertenecía, colocaron la imagen en una cesta, y en tan estimable compañía prosiguieron felizmente su largo viaje a Roma, donde fueron recibidos por Su Santidad Pablo V, hombre verdaderamente santo y piadoso. Le contaron cómo habían encontrado la imagen de la Virgen. Al verla tan hermosa y radiante con tal halo sobrenatural, se postró ante ella, colgándole al cuello su precioso pectoral de oro y pedrería, y concediendo gracias e indulgencias a todos los que la veneraran.
Encargó a los religiosos que habían tenido la fortuna de haber encontrado la imagen de manera tan admirable el extender celosamente su devoción por todas partes. Ellos reconocieron en la acogida del papa e incluso en el título que le dio de Nuestra Señora del Buen Suceso, todos los signos de que estaban ante un descubrimiento sobrenatural. La prodigiosa imagen pronto se convirtió en una fuente inagotable de gracias y prodigios entre los habitantes de la ciudad de Valencia a donde los hermanos la trasladaron a su vuelta de Roma. Más tarde, la imagen fue trasladada solemnemente a la magnífica Iglesia de Madrid, capital de España, donde la venerada imagen sigue hasta ahora obrando maravillas. Su culto se extendió por toda Europa e incluso a las regiones más lejanas de nuestra América.
Confía, alma mía, postrado ante María que con su rostro sonriente te ofrece un dulce consuelo, en que este dichoso encuentro podrá guiarte en las más difíciles encrucijadas de la vida. Mira al Santo Padre postrado ante la sagrada Imagen ofreciéndote este tesoro tan precioso con el encargo de que seas devoto y fiel en el servicio de María. Permanece contento en el estado en que Dios te ha puesto porque tienes a María, como compañera y protectora. Con alabanzas y bendiciones preséntale a tu vez el pectoral de tu amor, poniendo a sus pies tu pasión dominante, ofreciendo tus esfuerzos para vencerla con determinación y constancia y obtendrás los favores excepcionales que muchas personas piadosas han recibido de esta bendita Imagen de Nuestra Señora del Buen Suceso.
ORACIÓN
¡Oh soberano Dios! Tú nos has dado tu grandísima recomendación, la
Santísima Virgen del Buen Suceso, como compañera en nuestra
peregrinación, para que Ella sea nuestra guía, guardiana, y protectora
en esta lucha. Acudimos, pues, a Ella, llenos de confianza encontrando
el camino seguro en nuestro itinerario a la morada del Padre Eterno,
donde todo cuanto pedimos se nos concederá. Inflama nuestros corazones
con el amor a la Santísima Virgen del Buen Suceso de modo que podamos
ofrecerle a nuestra Santísima Madre con la gratitud, un amor firme y
constante, y la victoria sobre nuestras pasiones por medio de las
grandes gracias que recibimos de Tus misericordiosas Manos. Así,
esperamos tener siempre su patrocinio en esta vida y su maternal
asistencia en la muerte de modo que obtengamos la eterna salvación.
Amén.
Las oraciones y alabanzas se rezarán todos los días
DÍA SEXTO - 29 DE ENERO
En el nombre del Padre...
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Pensemos en que la ciudad de Quito y su antiguo convento, el Convento de las Concepcionistas, también experimentó el favor especial de la gloriosa Madre del Buen Suceso, al aparecer prodigiosamente a la Madre Mariana de Jesús Torres, una de las madres españolas fundadoras de este convento, a los 33 años de haber sido fundado en el año 1610. Esta afortunada y piadosa hermana estaba orando a solas con tierna devoción, implorando la ayuda de María bajo el título del Buen Suceso para remedio de las necesidades de su propia alma, las de sus hermanas en el claustro, y las de toda la humanidad, cuando en sus fervorosas súplicas, hechas con una profunda fe y confianza, alzó los ojos ansiosos al cielo, y rogó a la Santísima Madre que acudiera en ayuda de su posesión, pidiendo humildemente con sincero corazón el bien de su convento y el de toda la Iglesia Católica. De repente una luz refulgente inundó la iglesia, y la santa hermana cayó en éxtasis. Su mente fue invadida por la repentina sorpresa y su corazón fue embargado de una alegría indescriptible. La fe y devoción de su alma aumentaban con la luz infundida ante sus ojos asombrados y deslumbrados. Una alegría singular embargó su corazón, y ella redobló sus ruegos en un éxtasis de confianza ilimitada.
Es lo que sucede al alma a quien se invita a dejar lo terreno y mirar al cielo con los ojos de una fe viva y penetrante. El cielo se abre inundando el alma con la luz de la divina claridad y el esplendor de la divinidad. “El justo vivirá por la fe”: Así es como el alma hace un cielo de la baja tierra, cuando atrae por su fe una luz que no es menor que las estrellas del alba. Con ello fortalecemos nuestra fe en los misterios revelados. Siguiendo el ejemplo de las almas santas, hemos de ver con los ojos de la inteligencia iluminada por la Fe todas las acciones de nuestras vidas, dejando de lado todos los pensamientos de esta baja vida material enfocando nuestra atención en contemplar con los ojos de la fe los caminos de la Providencia Divina. Por la oración dejamos este mundo y pensamos en las cosas del Cielo, donde Dios Omnipotente y María, su Hija, Madre y Esposa, esperan nuestras súplicas de humildes peregrinos, postrados a sus pies, implorando las gracias que necesitamos.
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Pensemos en que la ciudad de Quito y su antiguo convento, el Convento de las Concepcionistas, también experimentó el favor especial de la gloriosa Madre del Buen Suceso, al aparecer prodigiosamente a la Madre Mariana de Jesús Torres, una de las madres españolas fundadoras de este convento, a los 33 años de haber sido fundado en el año 1610. Esta afortunada y piadosa hermana estaba orando a solas con tierna devoción, implorando la ayuda de María bajo el título del Buen Suceso para remedio de las necesidades de su propia alma, las de sus hermanas en el claustro, y las de toda la humanidad, cuando en sus fervorosas súplicas, hechas con una profunda fe y confianza, alzó los ojos ansiosos al cielo, y rogó a la Santísima Madre que acudiera en ayuda de su posesión, pidiendo humildemente con sincero corazón el bien de su convento y el de toda la Iglesia Católica. De repente una luz refulgente inundó la iglesia, y la santa hermana cayó en éxtasis. Su mente fue invadida por la repentina sorpresa y su corazón fue embargado de una alegría indescriptible. La fe y devoción de su alma aumentaban con la luz infundida ante sus ojos asombrados y deslumbrados. Una alegría singular embargó su corazón, y ella redobló sus ruegos en un éxtasis de confianza ilimitada.
Es lo que sucede al alma a quien se invita a dejar lo terreno y mirar al cielo con los ojos de una fe viva y penetrante. El cielo se abre inundando el alma con la luz de la divina claridad y el esplendor de la divinidad. “El justo vivirá por la fe”: Así es como el alma hace un cielo de la baja tierra, cuando atrae por su fe una luz que no es menor que las estrellas del alba. Con ello fortalecemos nuestra fe en los misterios revelados. Siguiendo el ejemplo de las almas santas, hemos de ver con los ojos de la inteligencia iluminada por la Fe todas las acciones de nuestras vidas, dejando de lado todos los pensamientos de esta baja vida material enfocando nuestra atención en contemplar con los ojos de la fe los caminos de la Providencia Divina. Por la oración dejamos este mundo y pensamos en las cosas del Cielo, donde Dios Omnipotente y María, su Hija, Madre y Esposa, esperan nuestras súplicas de humildes peregrinos, postrados a sus pies, implorando las gracias que necesitamos.
ORACIÓN
¡Oh Dios, Luz inaccessible de la Verdad sobrenatural que iluminas nuestro ser
con su Celestial resplandor y nos conduces hacia Ti, dándonos como guía
y protección a tu predilecta criatura, María Santísima! Ilumina nuestra
mente con la luz de una Fe viva y firme. Así como la Fe que movió a
Nuestra Madre del Buen Suceso a aparecerse ante los ojos de la religiosa
Concepcionista Madre Mariana de Jesús Torres. Porque estamos anhelantes
de los bienes sobrenaturales, ayúdanos a desinteresarnos de las cosas
de esta tierra. Con la protección de Santa María y la fe segura y
constante en los Sagrados Misterios, ayúdanos a vivir contemplando el
resplandor de nuestras postrimerías y a anticipar el gozo de verte a Ti y
a María Santísima por toda la eternidad. Amén.
Las oraciones y alabanzas se rezarán todos los días
DÍA SÉPTIMO - 30 DE ENERO
En el nombre del Padre...
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Considera cómo la afortunada religiosa, en el transcurso de su fervorosa plegaria fue inundada de una radiante luz, y al fijar sus ojos en la fuente de esa luz brillante, halló ante sí a una Señora de extraordinaria belleza con un semblante lleno de bondad. Cuando la luz menguó un tanto, vio que la Señora llevaba en su brazo izquierdo a un niño, brillante y resplandeciente como una estrella de la mañana, lleno de gracia y bondad, con una carita tierna y graciosa. En su mano derecha la Señora portaba un cetro de oro de brillantes y hermosas piedras preciosas, y alrededor de su frente una corona de piedras magníficas y deslumbrantes. Vestía una ropa similar a la de la imagen de María del Buen Suceso de España, cuyo milagroso descubrimiento fue relatado anteriormente y ante la cual la piadosa hermana concepcionista había estado rezando cuando recibió el don de esta visión.
La buena religiosa estaba llena de alegría y al mismo tiempo confundida por la visita de su Madre Celestial. Su alma se llenó de una alegría y gratitud sin límites, y su corazón fue inundado por sentimientos sagrados. Con sentimientos de fe viva, confianza y amor ardiente se atrevió a preguntarle humildemente: “¿Quién sois vos? ¿Y qué deseáis de mí?”. Entonces, ¡oh divina maravilla! con voz dulce y suave, la Señora respondió: “Yo soy María del Buen Suceso a quien has invocado tiernamente. Tu oración me ha complacido y me he hecho venir aquí. Tu amor me ha invitado a que te visite”.
Medita, alma mía, el privilegio singular de esta hermana bendita, que mereció por su fe, devoción y fervorosa oración la presencia de María Santísima. Contempla a esta Señora tan hermosa, tan pura y tan amable, deslumbrante en su esplendor, que invita a una contemplación gozosa disfrutando de su intimidad, y a escuchar su amabilísima voz. ¡Ah! ¡afortunada criatura! ¡Cuán grande era tu amor por tu Madre Celestial! ¡Cuán proclive estabas a alabarla humildemente! ¡Qué ardiente deseo tenías de estar junto a Ella! ¡Qué oración tan perseverante la tuya hecha con gran devoción y atención! Es la bondad de María, lo que nos debe animar a invocarla con fe profunda, en la advocación del Buen Suceso y a orar siempre con atención y confianza, teniendo en cuenta que sólo una fe viva y atención vigilante en la oración nos harán merecer ser escuchados y favorecidos por la Santísima Virgen, no con visiones privilegiadas, pero sí con otros dones de gracia con los que nos ayudemos a triunfar sobre nuestras pasiones y sobre los enemigos de la religión.
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Considera cómo la afortunada religiosa, en el transcurso de su fervorosa plegaria fue inundada de una radiante luz, y al fijar sus ojos en la fuente de esa luz brillante, halló ante sí a una Señora de extraordinaria belleza con un semblante lleno de bondad. Cuando la luz menguó un tanto, vio que la Señora llevaba en su brazo izquierdo a un niño, brillante y resplandeciente como una estrella de la mañana, lleno de gracia y bondad, con una carita tierna y graciosa. En su mano derecha la Señora portaba un cetro de oro de brillantes y hermosas piedras preciosas, y alrededor de su frente una corona de piedras magníficas y deslumbrantes. Vestía una ropa similar a la de la imagen de María del Buen Suceso de España, cuyo milagroso descubrimiento fue relatado anteriormente y ante la cual la piadosa hermana concepcionista había estado rezando cuando recibió el don de esta visión.
La buena religiosa estaba llena de alegría y al mismo tiempo confundida por la visita de su Madre Celestial. Su alma se llenó de una alegría y gratitud sin límites, y su corazón fue inundado por sentimientos sagrados. Con sentimientos de fe viva, confianza y amor ardiente se atrevió a preguntarle humildemente: “¿Quién sois vos? ¿Y qué deseáis de mí?”. Entonces, ¡oh divina maravilla! con voz dulce y suave, la Señora respondió: “Yo soy María del Buen Suceso a quien has invocado tiernamente. Tu oración me ha complacido y me he hecho venir aquí. Tu amor me ha invitado a que te visite”.
Medita, alma mía, el privilegio singular de esta hermana bendita, que mereció por su fe, devoción y fervorosa oración la presencia de María Santísima. Contempla a esta Señora tan hermosa, tan pura y tan amable, deslumbrante en su esplendor, que invita a una contemplación gozosa disfrutando de su intimidad, y a escuchar su amabilísima voz. ¡Ah! ¡afortunada criatura! ¡Cuán grande era tu amor por tu Madre Celestial! ¡Cuán proclive estabas a alabarla humildemente! ¡Qué ardiente deseo tenías de estar junto a Ella! ¡Qué oración tan perseverante la tuya hecha con gran devoción y atención! Es la bondad de María, lo que nos debe animar a invocarla con fe profunda, en la advocación del Buen Suceso y a orar siempre con atención y confianza, teniendo en cuenta que sólo una fe viva y atención vigilante en la oración nos harán merecer ser escuchados y favorecidos por la Santísima Virgen, no con visiones privilegiadas, pero sí con otros dones de gracia con los que nos ayudemos a triunfar sobre nuestras pasiones y sobre los enemigos de la religión.
ORACIÓN
¡Oh Dios de bondad, que te dignas recompensar la fe y el celoso
sentimiento de Piedad de las almas que Tú escoges, con la visita de
María Santísima! Atiende también a nuestras oraciones que te presentamos
por la imagen de Nuestra Señora del Buen Suceso, para que ilumine
nuestra fe y aumente nuestra confianza en que Ella acogerá
benignamente nuestras súplicas. Concédenos una Fe creciente en Tu bondad
Paternal; haciéndonos confiar más en que recibiremos todo cuanto le
pedimos. Haznos también más fervorosos en nuestras oraciones, para que
sostenidos por la gran valentía de nuestra poderosa Patrona, seamos
liberados de los peligros que nos amenazan, te sirvamos mejor, y ganemos
el honor de estar en Tu presencia y en la de María Santísima en los
Cielos por toda la Eternidad. Amén.
Las oraciones y alabanzas se rezarán todos los días
DÍA OCTAVO - 31 DE ENERO
En el nombre del Padre...
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Considera cómo la Santísima Virgen, apareciendo a la hermana, no quiso únicamente favorecerla con una gracia personal, porque Dios nos concede sus gracias extraordinarias, sino con el plan providencial de aumentar la piedad, estimular el progreso moral, y mejorar la disciplina religiosa de los miembros de una comunidad, un país, o de toda la Iglesia. Por esta razón la Virgen Santísima del Buen Suceso le dijo a la hermana concepcionista: “Es la voluntad de Dios que te mande que ordenes fabricar una imagen que represente esta aparición con todos sus detalles, para que pueda ser colocada en la silla abacial del coro donde rezan las religiosas, para que esta imagen les recuerde a su principal abadesa”. Así esta imagen les incitará a una perpetua gratitud, a una vigilante atención en la oración, a una obediencia perfecta, una fe firme, una esperanza segura, y a un ardiente amor a María Santísima que por ello se ofreció a presidir y gobernar este convento.
¡Ah, si tuviéramos una fe viva! ¡Con qué veneración y respeto veneraríamos esta imagen! ¡Cuán intensamente nos recordaría su aparición llena de bondad y sus promesas y favores! ¡Cuán confiadas serían nuestras súplicas, qué atentas serían nuestras oraciones, qué ferviente sería nuestra devoción, qué pronta la obediencia, y que puntual sería la observancia de los mandamientos y de los deberes de estado!
Acrecienta, alma mía, tu fe y si tienes poca, pídesela a Dios y a María del Buen Suceso, que te la concederá. Aprovecha el don especial y el privilegio singular de contar con María del Buen Suceso como intercesora nuestra, no desprecies o tengas poco aprecio del don que la Providencia nos ha concedido para aumentar nuestra devoción y alentarnos en la práctica de las virtudes de la fe, la confianza, la caridad, la obediencia y el cumplimiento de todos nuestros deberes y obligaciones.
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Considera cómo la Santísima Virgen, apareciendo a la hermana, no quiso únicamente favorecerla con una gracia personal, porque Dios nos concede sus gracias extraordinarias, sino con el plan providencial de aumentar la piedad, estimular el progreso moral, y mejorar la disciplina religiosa de los miembros de una comunidad, un país, o de toda la Iglesia. Por esta razón la Virgen Santísima del Buen Suceso le dijo a la hermana concepcionista: “Es la voluntad de Dios que te mande que ordenes fabricar una imagen que represente esta aparición con todos sus detalles, para que pueda ser colocada en la silla abacial del coro donde rezan las religiosas, para que esta imagen les recuerde a su principal abadesa”. Así esta imagen les incitará a una perpetua gratitud, a una vigilante atención en la oración, a una obediencia perfecta, una fe firme, una esperanza segura, y a un ardiente amor a María Santísima que por ello se ofreció a presidir y gobernar este convento.
¡Ah, si tuviéramos una fe viva! ¡Con qué veneración y respeto veneraríamos esta imagen! ¡Cuán intensamente nos recordaría su aparición llena de bondad y sus promesas y favores! ¡Cuán confiadas serían nuestras súplicas, qué atentas serían nuestras oraciones, qué ferviente sería nuestra devoción, qué pronta la obediencia, y que puntual sería la observancia de los mandamientos y de los deberes de estado!
Acrecienta, alma mía, tu fe y si tienes poca, pídesela a Dios y a María del Buen Suceso, que te la concederá. Aprovecha el don especial y el privilegio singular de contar con María del Buen Suceso como intercesora nuestra, no desprecies o tengas poco aprecio del don que la Providencia nos ha concedido para aumentar nuestra devoción y alentarnos en la práctica de las virtudes de la fe, la confianza, la caridad, la obediencia y el cumplimiento de todos nuestros deberes y obligaciones.
ORACIÓN
¡Oh Dios, guardián amoroso de las personas piadosas, las familias y comunidades, que en tu providencia vigilas y proteges a causa de su atención a la oración y el cumplimiento de los deberes de la vida, escucha nuestras oraciones! Atiende a nuestras peticiones, inflama la luz de nuestra fe en tu poderosa protección para que no le temamos a nuestros enemigos, porque si nos ayudas, nada puede hacernos daño. Danos una confianza ilimitada en María Santísima del Buen Suceso y la gracia de la obediencia y observancia de la Regla [o al cumplimiento de los deberes de nuestro estado de vida], para que podamos ser dignos de una Madre tan santa y una protectora tan poderosa. Que siempre seamos súbditos agradecidos y dóciles, para que algún día podamos cantar y alabar tu gloria en el Cielo, tú que has favorecido a María como Hija, Madre y Esposa de la Santísima Trinidad, el Dios que vive por siempre y para siempre. Amén.
Las oraciones y alabanzas se rezarán todos los días
DÍA NOVENO - 1 DE FEBRERO
En el nombre del Padre...
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Acto de Contrición, Oración Inicial y las tres Ave Marías...
Considera lo qué sintió la humilde hermana al oír el mandato de Santa María, de hacer una imagen del mismo tamaño e igual a la aparición. Ella se excusó diciendo que sería imposible, que ningún escultor pudiera reproducir su rara belleza o sus justas proporciones. La hermosa Señora, con una condescendencia muy amable, le respondió: “No te preocupes por esto. Quítate el cordón que llevas en la cintura y mide con él mi altura”. La religiosa, por su natural temor, no se atrevía a tocar con sus manos a María, pero la Celestial Reina tomó el extremo del cordón y lo acercó a su cabeza, mientras que la hermana tocaba con el otro extremo los pies, con el fin de medir la altura exacta de la maravillosa visión. Luego, Santa María le dijo: “Ya tienes la altura de la imagen que hay que hacer. El resto de las medidas deben ser proporcionales con ella. La imagen hay que colocarla en el lugar que he indicado con un báculo en la mano izquierda y con las llaves del claustro en la otra, porque mi deseo es ser abogada y protectora del convento”. Dicho esto, la visión desapareció.
El corazón de la hermana que había recibido tan señalado favor y tan grata misión se llenó de sentimientos de amor y gratitud a María Santísima. ¡Oh alma mía!, que tu corazón se llene de estos mismos sentimientos de amor y gratitud a María del Buen Suceso, nuestra Abogada y Protectora. Venera esta Imagen con la más tierna gratitud y vehemente deseo de corresponder a tan singulares beneficios llevando una vida santa, obediente y observante de todos los deberes propios de tu estado.
Después de que la santa hermana hubiera sido favorecida con la visión se esforzó en encontrar al escultor capaz de realizar la imagen que María había mandado hacer prometiendo que esta Imagen llena de dulzura y majestad, duraría hasta el fin del mundo. Venerada en el coro alto del convento, las religiosas siempre han recurrido a ella en sus conflictos más graves. De igual manera ha sido el refugio de todas las personas que acudían a ella en sus necesidades, y por su intercesión poderosa se han obtenido favores portentosos y gracias especiales. Las medidas exigidas por María simbolizan la medida de humildad, obediencia y amor de Dios y al prójimo, que ella nos concede tratando de imitarla, llevando la imagen de la Santísima Virgen en nuestro corazón. Esfuérzate, como la santa hermana en llevar la imagen moral de tu Madre la Virgen, en tus costumbres y sentimientos, en tu compostura y en tu forma de actuar, en la fidelidad a tus obligaciones diarias y oraciones, en la humildad y sinceridad, en la pureza y apartamiento de las cosas terrenas, aspirando sólo a los bienes celestiales.
ORACIÓN
¡Oh Dios! Padre amantísimo de todas las criaturas, que de distintas
maneras manifiestas tu cuidado paternal y dirección para con nosotros,
principalmente por darnos a María Santísima como nuestra Abogada,
protectora, y modelo ideal de virtudes, infunde en nuestros corazones un
deseo constante de imitar a nuestra Reina y Madre, modelando nuestros
pensamientos, deseos, y acciones a semejanza de María Santísima, de modo
que podamos ser como Ella en tanto lo permita nuestra frágil
naturaleza. Asistidos por tu Divina Gracia, podemos vencer a nuestras
pasiones y recibir las selectas gracias que nuestra Madre concede a sus
hijos que acuden confiadamente a Ella como Medianera en sus necesidades
presentes. Que podamos encontrarla pronta para socorrernos en los
postreros momentos difíciles de nuestra vida, y más adelante, disfrutar
las alegrías de su compañía en los Cielos por siempre y para siempre.
Amén.
Las oraciones y alabanzas se rezarán todos los días
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