Traducción tomada del artículo publicado en THE NATIONAL INTEREST
El grupo Estado Islámico (ISIS o Dáesh) está en curso de colisión contra la pared. Como las coaliciones nacionales están tomando un papel relevante en la lucha contra ISIS, el grupo será cada vez más incapaz de operar con la misma intensidad que en años anteriores, y será despojado de los territorios que una vez poseyó -este declinar tomaría años o incluso décadas, pero irremisiblemente caerá-. Pero aunque el ISIS pueda ver mermados sus recursos y sienta incrementarse la presión de la comunidad internacional, sus miembros simplemente no desaparecerán tan pronto como el grupo lo haga. ISIS está conformado principalmente de combatientes extranjeros con pocos vínculos a los países donde están luchando, y en el evento de una relocación, un país en particular representa una alternativa atrayente: Arabia Saudita. Con disturbios internos, la amenaza de inestabilidad económica impulsada por la volatilidad de los precios del petróleo (Arabia Saudita es un Estado petro-dependiente) y una historia llena de conflictos con sus vecinos, la Casa de Saud está madura para la insurgencia y puede ser el próximo lugar ideal para los yihadistas que buscan un nuevo punto de reunión. Tan pronto como el ISIS pierda fuerza y sea expulsado de sus territorios de sustento, Arabia Saudita está en peligro de convertirse en el próximo epicentro del terrorismo en la región.
¿Arabia Saudita puede ser la próxima Siria?
Por Schuyler Moore*
El grupo Estado Islámico (ISIS o Dáesh) está en curso de colisión contra la pared. Como las coaliciones nacionales están tomando un papel relevante en la lucha contra ISIS, el grupo será cada vez más incapaz de operar con la misma intensidad que en años anteriores, y será despojado de los territorios que una vez poseyó -este declinar tomaría años o incluso décadas, pero irremisiblemente caerá-. Pero aunque el ISIS pueda ver mermados sus recursos y sienta incrementarse la presión de la comunidad internacional, sus miembros simplemente no desaparecerán tan pronto como el grupo lo haga. ISIS está conformado principalmente de combatientes extranjeros con pocos vínculos a los países donde están luchando, y en el evento de una relocación, un país en particular representa una alternativa atrayente: Arabia Saudita. Con disturbios internos, la amenaza de inestabilidad económica impulsada por la volatilidad de los precios del petróleo (Arabia Saudita es un Estado petro-dependiente) y una historia llena de conflictos con sus vecinos, la Casa de Saud está madura para la insurgencia y puede ser el próximo lugar ideal para los yihadistas que buscan un nuevo punto de reunión. Tan pronto como el ISIS pierda fuerza y sea expulsado de sus territorios de sustento, Arabia Saudita está en peligro de convertirse en el próximo epicentro del terrorismo en la región.
El Estado Islámico (o Daesh) recibe sustento doctrinal del islamismo radical wahabita de Arabia de los Saud, pero probablemente pueda ser también el lugar de su reestructuración.
FACTORES INTERNOS DE RIESGO
Arabia Saudita siempre ha afrontado cambios únicos a nivel demográfico y socioeconómico. De los casi 28 millones de personas que viven en su territorio, los inmigrantes constituyen una tercera parte de la población y más de tres cuartas partes de la fuerza laboral. Aproximadamente el 70% de la población tiene menos de 30 años, y dentro de ese grupo de edad, el desempleo se acerca al 30%. Tanto los sauditas como los extranjeros están sujetos a la ley islámica, la 'sharía', con estrictos principios wahabitas, dictadas por la familia real y los líderes religiosos, los ulemas. Estas rígidas normas a menudo causan tensiones en el seno de la población inmigrante y la nativa. Mientras que algunos en el reino anhelan la modernización, los ultraconservadores llaman constantemente a una mayor rigidez en la práctica religiosa, causando fricción dentro de la familia real y la población saudita en su conjunto. El ascenso del rey Salman el año pasado solo echó más leña al fuego mientras la política interna de la familia real "añade otra capa de incertidumbre, abriendo la puerta a los grupos terroristas que podrían aprovecharse de la inestabilidad".
Arabia Saudita se ha visto muy afectada por la caída del precio de petróleo y sufrió uno de sus déficits más altos en la historia. Los hidrocarburos son su mayor fuente de ingresos, ya que el 80% de su dinero presupuestario proviene de la extracción de petróleo. El reino también ha dependido tradicionalmente de su constante afluencia de riqueza petrolera para proporcionar empleos gubernamentales bien pagos a sostenedores clave, pero con el vertiginoso desplome de los precios del petróleo, Arabia Saudita puede perder su capacidad para mantener la popularidad a través de oportunidades laborales. La gran riqueza de Arabia Saudita indudablemente sobrevivirá a la inestabilidad, pero la crisis petrolera se suma a una creciente lista de incertidumbres que asuelan al país. Esas circunstancias no solamente alientan a las organizaciones terroristas para ver a Arabia Saudita como un lugar atractivo, pero también crean un ambiente en el cual los ciudadanos saudíes jóvenes y desempleados pueden atizar el fuego de la insurgencia.
HISTORIA DE LA INSURGENCIA
Desde que Arabia Saudita permitió a Estados Unidos establecer bases permanentes sobre su territorio en 1990, ha enfrentado a una facción creciente del Wahhabismo conservador radical que ha objetado cualquier tipo de relaciones amistosas con el mundo Occidental. Los ultraconservadores han considerado siempre esta relación con los Estados Unidos como un punto de conflicto (Osama bin Laden fue uno de esos disidentes), y esa base radical ha sido responsable de la mayoría de ataques terroristas en el reino. Recientemente, Arabia Saudita ha tomado medidas drásticas dentro de sus fronteras modernizando sus esfuerzos en contraterrorismo, mientras al mismo tiempo intenta contener futuras amenazas penalizando a los saudíes que luchan en el extranjero. Sin embargo, esas medidas pueden ser insuficientes y tardías.
Arabia Saudita no siempre manejó una fuerte política contra la lucha extranjera. De hecho, hubo un tiempo en el que su gobierno alentó activamente a sus jóvenes a viajar a apoyar a sus hermanos musulmanes, bien sea en Iraq, Afganistán o Chechenia. Sin embargo, el gobierno saudí ha visto fracasar su estrategia cuando los militantes saudíes han regresado y conducido ataques en casa usando las técnicas que adquirieron cuando combatían por fuera. Arabia Saudita es actualmente una de las mayores fuentes mayores fuentes de combatientes extranjeros en Irak y Siria, con unos 2.000 ciudadanos saudíes unidos al Estado Islámico. Además, este país de Golfo es el hogar del mayor número de usuarios de Twitter simpatizantes de los yihadistas en el mundo. La reciente política de mano dura sobre los luchadores en el extranjero es casi una respuesta a los temores de que esos terroristas regresen un día a su país y lleven la guerra a las goteras de Arabia Saudita, como sucedió en el pasado, y un reconocimiento implícito de que Arabia Saudita pueda convertirse en un nuevo centro para el terrorismo.
PRESIÓN EXTERNA
Sumado a la presión interna proveniente del desempleo generalizado, una creciente población de migrantes y precios del petróleo en picado, Arabia Saudita enfrenta también muchos problemas de origen externo. La participación de Arabia Saudita en el conflicto de Yemen agota sus recursos y socava su buena voluntad política. Por otra parte, la firma del acuerdo nuclear con Irán fue percibido en el reino como una pérdida y un signo de debilidad de la comunidad sunita, que siempre ha luchado para contener a su vecino chiita. El Dáesh ya ha enfilado sus miras hacia Arabia Saudita por sus lazos con los Estados Unidos, y en retaliación, el gobierno ha arrestado en 2015 a casi un centenar de personas por supuestos vínculos con el grupo ISIS. Esa percepción de debilidad y desaciertos en el gobierno saudí provee el material ideal para una insurgencia que busca un enemigo común, y el ISIS puede aprovechar esta oportunidad en el escenario de ser expulsado de sus actuales bastiones.
¿Pero por qué Arabia Saudita específicamente? Los brigadistas internacionales en Siria e Iraq vienen de todo el mundo -Libia es actualmente un bastión de apoyo del ISIS, como también muchos otros lugares a lo largo del Medio Oriente y el Norte de África. ¿Por qué Arabia Saudita podría sufrir los embates de la reubicación?
Arabia Saudita también tiene el potencial de convertirse en un enemigo unificador para los terroristas, ya que tiene fuertes lazos con Occidente para avivar la censura radical pero sin la estabilidad de muchos países occidentales para contrarrestar un movimiento insurgente. Ello provee una plataforma de reclutamiento a raíz de su población joven y en gran medida desempleada, y al mismo tiempo por su tendencia a la integración internacional por su creciente población de inmigrantes. El gobierno saudí está aumentando sus operaciones en Yemén y contribuyendo con recursos militares a Siria, todo ello mientras su economía se resiente del desplome de los precios del petróleo. La familia real está atrapada en un gran dilema, arriesgándose a la censura por los conservadores radicales si se moderniza y al descontento popular si impone un wahabismo más estricto a la población. Más aún, Arabia Saudita es el hogar de dos de los lugares más sagrados del islam, La Meca y Medina, lo que la hace un lugar de reunión natural. Todos estos factores hacen que Arabia Saudita sea un lugar ideal para la insurgencia y sugieren que el reino sufrirá consecuencias cuando los combatientes sauditas de un Estado Islámico en declive regresen de Iraq y Siria.
Es poco probable que el ISIS sea definitivamente eliminado. Más probablemente continuará bajo una forma modificada, cambiando de ubicación y continuando ataques en una escala más reducida y bajo diferentes nombres. Pero los combatientes dispersados tratarán de hallar un lugar de reunión para reconsolidar su poder, y Arabia Saudita proporciona un ambiente óptimo. Mientras ISIS acapara nuestra atención en el presente, debemos también considerar las repercusiones de su decadencia y estar alerta a los nuevos desafíos que emergeran como consecuencia de esto en otras regiones.
* Schuyler Moore es actualmente analista en una firma de consultoría aeroespacial y de defensa establecida en Washington, D.C. Ella estudió Relaciones Internacionales en la Universidad de Harvard, y ha publicado artículos sobre el Levante, Medio Oriente y Asia central en las revistas National Interest y en Diplomat. Antes de su ocupación actual, ella trabajó con la National Defense
University en Washington, D.C. Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan la política o posición de cualquier organización oficial. Este artículo apareció por primera vez en The Bridge.
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