El alcalde de “centro-derecha” de Domodossola (Piamonte, Italia) Fortunato Lucio Pizzi entró en concubinato civil con Rosalba Racco el 2 de Septiembre, en función realizada en el ayuntamiento por su amigo el teniente de alcalde Franco Falciola.
Lucio y Rosalba son divorciados, y para más inri, en la función estuvo presente el presbítero Vincenzo Barone (“instalado” en 1991 con el inválido rito montini-bugniniano), arcipreste de Domodossola, responsable de la “pastoral familiar” (lo que sea que eso signifique para Bergoglio & Co.) y vicario episcopal para Ossola en la diócesis de Novara, el cual en saco “bendijo” los anillos con el rito del Novus Ordo, echó el sermoncete de circunstancia, rezó un Padrenuestro y dio la “bendición” a la pareja y la concurrencia, dándole así un pañete religioso al evento.
Vincenzo Barone, hecho una lumbrera, dijo después que simplemente les dio a sus amigos «una bendición, que a ninguno se niega, dado que bendecimos los animales o a los vehículos» (quedaba mejor decir: «como Francisco bendijo al expresidente colombiano Juan Manuel Santos y María Clemencia en el 2017»), y añadió: «Había Amóris Lætítia, hay caminos, hay un comportamiento de cercanía» (como el papel aguanta todo lo que le pongan…).
Ante el hecho, el obispón novarense Franco Giulio Brambilla (que fue nombrado obispón por Benedicto Ratzinger no obstante que en su juventud, como rector del seminario archidiocesano de Milán y discípulo del jesuita Carlo Maria Martini Maggia, firmó en 1989 una carta demandando a Wojtyła “libre debate teológico” en nombre del Vaticano II), simplemente habría “castigado” a Barone removiéndole de vicario episcopal, una dignidad con poco valor en la realidad. ¿Y del hecho en comento? No ha dicho ni «questa bocca è mia».
Como se ve, los conciliares ni siquiera se ruborizan en decir «todo va bien, no seáis tan paranoicos», aun cuando se ve que se está bendiciendo una actuación que no solo es acatólica sino anticatólica cual es el mal llamado “matrimonio civil” (particularmente de dos divorciados que incurren en adulterio), que ni siquiera tiene valor canónico y sí es un acto de apostasía.
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