domingo, 27 de octubre de 2024

TRIDUO A SAN JOSÉ EN ALGUNA ENFERMEDAD

Dispuesto por el padre Giuseppe Marconi, y publicado junto a la Novena para el patrocinio del Glorioso Patriarca San José en Barcelona por la Imprenta de Valentín Torrás en 1843.
   
TRIDUO AL PATRIARCA SAN JOSÉ EN ALGUNA GRAVE ENFERMEDAD
   

Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
Amabilísimo esposo de María siempre Virgen, amorosísimo abogado nuestro San José, a vos acudimos humildemente por los siete dolores que traspasaron vuestro corazón en esta vida mortal, y os encomendamos una miserable criatura que yace oprimida de una grave enfermedad. Vos, ¡oh gran Santo!, alcanzadle la salud tan suspirada, en memoria de aquella afectuosa asistencia que María os prestó en las agonías de vuestra muerte preciosa. Presentadla a su misericordioso trono, y decidla: «Oh María, tened piedad de esta infeliz criatura, por el amor que os profesé como a mi esposa querida». Un Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

I. Amabilísimo padre putativo de Jesús Redentor nuestro, amorosísimo abogado nuestro San José, a vos acudimos por aquellas siete alegrías que inundaron vuestro corazón, a vos encomendamos una miserable criatura, que gime en las crueles, angustias de la enfermedad. Vos, ¡oh gran santo!, interceded para ella, alcanzadle la salud tan suspirada, en memoria de aquel admirable consuelo que os prestó Jesús en los últimos instantes de vuestra vida. Presentadla a su piadosísimo trono y decidle: «Oh Jesús, ten piedad de esta infeliz criatura, por el amor que te profesé como a mi amado hijo». Un Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.

II. Amabilísimo representante en la tierra de la Trinidad sacrosanta, amorosísimo protector nuestro San José, a vos recurrimos devotos por los singulares favores de que os colmó el Cielo, y os encomendamos con toda la efusión de nuestro espíritu una miserable criatura afligida con una grave enfermedad. Alcanzadle, Santo glorioso, la salud tan deseada, por aquella gloria inefable que recibisteis de la Trinidad beatísima despues de vuestro tránsito feliz. Presentadla a su clementísimo trono, y decidle: «Dios Uno y Trino, tened piedad de esta infeliz, por aquella humilde reverencia que os tributé en la tierra, y por la sublime gloria con que me honrasteis en el Cielo». Un Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.
   
III. Gloriosísimo protector nuestro San José, nosotros nada podemos alcanzar con nuestras suplicas. Demasiado conocemos nuestra debilidad, e ingenuamente la confesamos. Con todo, aquí nos teneis implorando vuestro patrocinio, a fin de que nos concedais por vuestra protecciín, lo que no podemos alcanzar por nuestra debilidad. Dignaos escuchar, santo glorioso, nuestros gemidos, y nuestros suspiros; os muevan a piedad las lagrimas que derramamos a vuestros pies. A vos acudimos, liberalísimo abogado nuestro, a fin de que alenteis aquella infeliz criatura. Cuanto podeis cerca de Jesus y de Maria, hacedlo. Suplid a nuestra debilidad, y haced que volviendo ella al primer estado de su salud, podamos venir juntos a daros las debidas gracias, y a cantar himnos de alabanza y eterno reconocimiento. Amén.
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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