sábado, 26 de octubre de 2024

BEATO BUENAVENTURA DE POTENZA, CONFESOR FRANCISCANO

   
Buenaventura nació como Carlo Antonio Gerardo Lavanga en Potenza, del reino de Nápoles, en 1651. Pasó los primeros años de su vida en gran pureza de costumbres y fervor religioso, que se transparentaba en su rostro. A los quince años, ingresó en el monasterio de los frailes menores conventuales de Nocera. Como ejemplo de su puntual obediencia, se cuenta que, en una ocasión en que la lleve de la bodega se había caído en una cisterna, el superior mandó a Buenaventura a pescarla con un anzuelo y el beato, después de mucho trabajar, tuvo éxito en la empresa. Los ocho años que pasó en Amalfi, constituyeron el período más fructífero de su vida, ya que trabajó con gran provecho de los fieles y de su propia alma. Sus superiores quisieron nombrarle guardián en varias ocasiones, pero accedieron a las súplicas del beato, que no quería cargo alguno, y el único que le confiaron en su vida, fue el de maestro de novicios. Buenaventura profesaba especial devoción a la Concepción Inmaculada de María (aunque vivió casi dos siglos antes de la proclamación de ese dogma) y, con frecuencia, decía que hubiese querido ser otro Duns Scoto para defender con la misma elocuencia ese privilegio de la Madre de Dios.
   
Buenaventura murió en Ravello el 26 de octubre de 1711. Es uno de los santos napolitanos de quienes se cuenta que su sangre quedó fresca mucho tiempo después de su muerte. «Dios quiso que su siervo diese ejemplo de obediencia aún cuando era un cadáver», dice la crónica. «Mucho tiempo después de muerto, el vicario general de la diócesis pidió a un cirujano que extrajese un poco de sangre del brazo del beato. Junto al féretro dijo: “¡Padre Buenaventura, sacad el brazo!”. Como el cadáver permaneciera inmóvil, el vicario general dijo al padre guardián: “Padre, mandadle por santa obediencia que saque el brazo”. En cuanto el guardián le dio la orden, el varón de Dios levantó el brazo y lo presentó al cirujano. Puede fácilmente imaginarse el temor y la admiración que experimentaron los presentes» (Auréole Seráphique). Después de investigar a fondo el asunto, los bolandistas llegaron a la inquietante conclusión de que tal vez el beato no había muerto aún. Buenaventura fue beatificado en 1775.
   
ORACIÓN (Del Misal Romano-Seráfico)
Oh Dios, que te has dignado constituir a tu Confesor el bienaventurado Buenaventura un eximio ejemplo de obediencia, suplicámoste nos concedas que, siguiendo su ejemplo merezcamos renunciar a nuestra voluntad para seguir tus mandatos. Por J. C. N. S. Amén.

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