Dispuesto por el padre Alejo Romero, y publicado en Morelia por la Imprenta Católica en 1893, con licencia eclesiástica.
MES DE OCTUBRE, CONSAGRADO A LOS SANTOS ÁNGELES, EN QUE SE EXPONEN SUS EXCELENCIAS, PRERROGATIVAS Y OFICIOS, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS DE LA SAGRADA ESCRITURA, LOS SANTOS PADRES Y DOCTORES DE LA IGLESIA.
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Soberano Señor del mundo, ante quien doblan reverentes la rodilla todas las criaturas del cielo, de la tierra y del infierno; miradnos aquí postrados en vuestra divina presencia para rendiros los homenajes de amor, adoración y respeto que son debidos a vuestra excelsa majestad y elevada grandeza. Venimos a contemplar durante este mes las excelencias, prerrogativas y oficios con que habéis enriquecido en beneficio nuestro a esos espíritus sublimes que, como lámparas ardientes, están eternamente alrededor de vuestro trono, haciendo brillar vuestras divinas perfecciones. Oh Sol hermoso de las inteligencias, que llenáis de inmensos resplandores todo el empíreo, arrojad sobre nuestras almas un destello de esos fulgores, a fin de que, conociendo la malicia profunda del pecado, lo aborrezcamos con todas nuestras fuerzas, y se encienda en nuestros corazones la viva llama del amor divino, para que podamos camina por los senderos de la virtud, hasta llegar a la celestial Jerusalén, donde unamos nuestras alabanzas a las de los angélicos espíritus y bienaventurados, para glorificarlos por toda la eternidad. Amén.
DÍA TRIGÉSIMO – SAN MIGUEL ARCÁNGEL, PATRONO DE LA IGLESIA UNIVERSAL
MEDITACIÓN
PUNTO 1º. Considera, alma mía, que reconociendo la Iglesia el poder, la excelencia y superioridad de San Miguel sobre todos los demás Ángeles, no ha vacilado en declararlo su Patrón y custodio, encomendando a su vigilancia y cuidado a todos los fieles que constituyen la misma Iglesia. Las funciones que este esclarecido Arcángel ejerce no pueden ser más importantes, pues según muchos santos Padres y autores piadosos, él vela incesantemente por la conservación del Sumo Pontífice; combate contra los enemigos invisibles de la Iglesia; designa los Ángeles custodios que han de cuidar de las almas; defiende a la Religión de los lazos que la tienden los herejes, protestantes, infieles e impíos; él está encargado de presentar nuestras almas ante el terrible tribunal de la divina justicia en la hora de nuestra muerte; él es, finalmente, el que hará resonar la trompeta en el Juicio universal, mandando legiones de Ángeles por las cuatro partes del mundo a recoger las cenizas de los muertos para darles animación y vida. ¡Qué funciones tan augustas y elevadas, dignas sólo del primer ministro de la Omnipotencia soberana, del Príncipe de la Iglesia Católica!
PUNTO 2º. Considera que no en vano la Santa Iglesia ha elegido a San Miguel para su patrono, pues que este poderosísimo Arcángel en todos tiempos y en todas partes ha dado muestras inequívocas del celo que le anima por el bien de la Iglesia. Entre innumerables rasgos de protección que pudieran citarse, bastará mencionar uno que por su trascendental importancia vale por muchos y da ha conocer claramente cuánto se interesa nuestro amado Príncipe por el buen nombre y prosperidad de la Iglesia que tiene bajo su custodia. Cuando padecía la Iglesia grandes trabajos en el pontificado de Pelagio, clamaban los celosos Prelados a Dios por que se apiadase de su querida esposa la Iglesia y remediase los daños que padecía. Se apareció entonces Sr. San Miguel a los afligidos Prelados, consolándolos y prometiéndoles que, en breve, después de la muerte de Pelagio, tendrían un sucesor que remediara las necesidades comunes que padecía, lo que a la letra se realizó. Nuestro Arcángel no sólo es custodio fidelísimo de la Iglesia en general y de todas las almas, en cuanto que las cuida a todas y procura libertarlas de las garras infernales, sino que también es protector especialísimo de aquellas que le aman y le sirven de veras siendo sus más fervientes devotas, a quienes en premio de su amor y fervor les ha revelado muchas veces el día de su muerte, gracia singular con que han sabido prepararse para la salida de este mundo. Al Abad Capracio se apareció y le dijo que dentro de dos días había de morirse, que se dispusiese. A San Wilfrido estando muriéndose le vino a visitar este Príncipe vestido de una estola blanquísima y le concedió salud milagrosa, advirtiéndole que después de cuatro años había de morir, que para entonces volvería a visitarle El emperador Otón segundo, supo de la boca de nuestro Ángel, cuando fue a visitarle a Gárgano, cuándo había de morir. En fin, son innumerables los prodigios que se refiere ha obrado este Santo Arcángel en favor de sus devotos: seámoslo, pues, todos muy de veras, para que nos asista durante la presente vida y sobre todo en el más terrible de los trances, en el de la muerte.
JACULATORIA
Ángel de Dios, que sois custodio de la Santa Iglesia, defendedla y protegedla siempre.
PRÁCTICA
Cada vez que oigáis la santa Misa, rezad juntamente con el sacerdote la oración a San Miguel que se acostumbra a rezar después de las Ave Marías, concluida la Misa. Se rezan tres Padre Nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri, y se ofrecen con la siguiente:
ORACIÓN
Soberano Príncipe de la Milicia angélica, protector poderoso de la Iglesia Católica, Patrón universal de todos los fieles, glorioso San Miguel, dirigid una mirada compasiva hacia esta porción del rebaño de Jesucristo, alejando de ella a todos sus formidables enemigos, así como alejasteis del Cielo a los ángeles rebeldes; confirmad en la fe de sus mayores a todo el pueblo cristiano, y haced que brille para la Religión y la Patria el día feliz del triunfo y de la gloria. Amén.
EJEMPLO
Refiere Fr. Joaquín de San Miguel Zapata en la novena que escribió dedicada a San Miguel Arcángel el siguiente caso: «Caminaba el Arzobispo Dn. Lope Fernández de Luna a visitar la imagen milagrosa de la Sierra, en compañía de un capellán suyo, cuando a deshora, antes de llegar a un pinar, camino de Villarroya, oyó una voz triste que lastimosamente se quejaba, y creyendo era ilusión, no puso atención: repitió la voz, y preguntando a su capellán si había oídola, respondió que una voz lamentable era la que había percibido. Asegurado el buen Prelado, le dijo que le siguiese. Caminaron e internando el bosque, vieron, no sin admiración grande y asombro, una cabeza separada de un cadáver que distaba algunos pasos de ella, la cual daba saltos; pero más se admiró, cuando en voz alta habló de esta suerte: “Arzobispo Lope, confesión”: y acercándose el vigilantísimo pastor a la cabeza, atendió a su confesión: y después de haberle referido sus culpas y ser absuelto de ellas dijo “que la causa de haberle favorecido el Cielo con el confesor que pedía, había sido por la devoción que en vida tuvo al Arcángel San Miguel, al cual se había encomendado fervorosamente cuando una cuadrilla de enemigos suyos le habían herido de la manera que le hallaban, conservándole milagrosamente en la cabeza su vida; y que el santo Arcángel le ofreció su asistencia hasta que se confesase”; y dicho esto, le faltó el aliento vital y murió».
ORACIÓN A LA REINA DE LOS ÁNGELES PARA TODOS LOS DÍAS
Oh, María, la más pura de las vírgenes, que por vuestra grande humildad y heroicas virtudes, merecisteis ser la Madre del Redentor del mundo, y por esto mismo ser constituida Reina del universo y colocada en un majestuoso trono, desde donde tierna y compasiva miráis las desgracias de la humanidad, para remediarlas con solicitud maternal; compadeceos, augusta Madre, de nuestras grandes desventuras. El mundo no ha dejado en nosotros más que tristes decepciones y amargos desengaños; en vano hemos corrido en pos de la felicidad mentida que promete a sus adoradores, pues no hemos probado otra cosa que la hiel amarga del remordimiento, y nuestros ojos han derramado abundantes lágrimas que no han podido enjugar nuestros hermanos. Por todas partes nos persiguen legiones infernales incitándonos al mal, y no tenemos otro abrigo que refugiarnos bajo los pliegues de vuestro manto virginal, como los polluelos perseguidos por el milano no tienen otro asilo que agruparse bajo las alas del ave que les dio el ser. Por esto, desde el fondo de nuestras amarguras clamamos a Vos para que enviéis hasta nosotros y para nuestra defensa a los espíritus angélicos, de quienes sois la Reina y Soberana, a fin de que nos libren de sus astutas asechanzas y nos guíen por el recto camino de la felicidad. Amén.
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