«Oh curioso, que te afliges y que expandes tu actividad en muchas direcciones, ve, no digo a la hormiga, sino a la abeja, y aprende de ella la sabiduría.
La abeja no se posa sobre muchas especies de flores. De su ejemplo, aprende a no dar oídos a las distintas flores de palabras, a los distintos librachos; y no dejes una flor para pasar a otra como hacen los exigentes que siempre deshojan libros, critican las predicaciones y pesan las palabras, pero nunca llegan a la verdadera ciencia: tú, en cambio, recoge de un libro aquello que te sirve y ponlo en la colmena de tu memoria».
SAN ANTONIO DE PADUA, Sermón del Domingo XI después de Pentecostés.
Me siento atacado 😂
ResponderEliminarEste post me recuerda a la parábola budista de la flecha envenenada, qué piensa de la parábola Don Jorge?
ResponderEliminarDe una parte, tiene razón en cuanto al aspecto de la curiosidad inútil que no se sacia, pero por el otro refleja la alergia antimetafísica del budismo (que pretendía contraponerse a la enredada metafísica del hinduismo teísta) y que se erige en paralelo al antiescolasticismo de la “Devótio modérna”.
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