lunes, 30 de septiembre de 2013

LA INDIFERENCIA RELIGIOSA DEL ESTADO ES LA ANTESALA DE LA PERSECUCIÓN DECLARADA A LA IGLESIA

Si bien es cierto que todo cuanto proviene de un hereje debe ser rechazado, y la Escritura dice ''Si alguno no enseña la Sana doctrina, ni le saludéis ni recibáis en vuestra casa, porque quien lo acoge, comulga con su herejía'' (cf. II Juan, 10-11), a veces los herejes aseguran algunas tesis que concuerdan con la Doctrina católica (pero en todo caso hay que saber analizar, pidiendo al Divino Espíritu Santo el discernimiento: ''No contristéis al Espíritu Santo. No rechacéis la profecía. Examinadlo todo, retened lo bueno. Absteneos de todo género de mal'', dice San Pablo). Este es el caso que traemos a colación: una carta de un ''obispo'' anglicano a comienzos del siglo XIX (los anglicanos son una de las ramas de la herejía protestante). 
 
Juan Enrique Newman (sacerdote convertido del anglicanismo, cardenal de la Iglesia Católica) publica dicha epístola en uno de sus sermones sobre el Anticristo y la persecución que éste moverá contra la Iglesia Católica. Sin embargo, se muestra que el Remanente fiel permanecerá en la Doctrina que Jesús ha revelado por medio de Su Iglesia.

Beato Juan Enrique Newman, sacerdote anglicano convertido al Catolicismo, cardenal diácono de San Jorge en Velabro.

Desde NACIONALISMO CATÓLICO SAN JUAN BAUTISTA

Fragmento de una carta escrita por Samuel Horsley, ''obispo'' anglicano de Rochester, a comienzos del siglo XIX.
En los tiempos del Anticristo, la Iglesia de Dios sobre la tierra, como podemos imaginar, verá grandemente reducido el número aparente de sus fieles, debido a la abierta deserción de los poderes de este mundo. Esta deserción comenzará por una indiferencia hacia el Cristianismo, bajo la apariencia de tolerancia universal. Mas dicha tolerancia no procederá del verdadero espíritu de caridad e indulgencia sino de un designio de minar el Cristianismo por la multiplicación y el fomento de las sectas. Dicha pretendida tolerancia irá mucho más allá de una justa tolerancia. Pues los gobiernos pretenderán ser indiferentes a todas y no darán protección preferencial a ninguna. Todas las Iglesias establecidas serán echadas a un lado. De la tolerancia del islamismo, del ateísmo y por fin, a la persecución explícita de la verdad del Cristianismo. En aquellos tiempos el Templo de Dios se verá prácticamente reducido al Sancta Sanctorum, esto es, al pequeño número de verdaderos cristianos que adoren al Padre en Espíritu y Verdad, y que rijan estrictamente su doctrina y su culto, y toda su conducta, por la Palabra de Dios. Los cristianos meramente nominales abandonarán la profesión de la verdad cuando los poderes del mundo lo hagan. Pienso que este trágico suceso está tipificado por la orden de San Juan de medir el Templo y el Altar, y de permitir que el atrio (las iglesias nacionales) sea pisoteado por los gentiles. Los bienes del clero serán entregados al pillaje, el culto público será insultado y rebajado por estos desertores de la fe que una vez profesaron, quienes no pueden ser llamados apóstatas pues nunca fueron sinceros en su profesión. Ésta no fue más que condescendencia con la moda y la autoridad pública. En el fondo siempre fueron lo que ahora demuestran ser: paganos.

Cuando esta deserción general de la fe tenga lugar, entonces comenzará el ministerio de los dos testigos de sayal (Ap. XI,3). No habrá nada de esplendor en la apariencia externa de sus iglesias; no tendrán apoyo de los gobiernos, no tendrán honores, ni emolumentos, ni inmunidades, ni autoridad; solo tendrán aquella que ningún poder humano puede arrebatar, y que ellos reciben de Aquel que les ha encargado ser Sus Testigos.
JUAN ENRIQUE NEWMAN – “Cuatro sermones sobre el Anticristo” Ed. Portico 1999.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Preferiblemente, los comentarios (y sus respuestas) deben guardar relación al contenido del artículo. De otro modo, su publicación dependerá de la pertinencia del contenido. La blasfemia está estrictamente prohibida. La administración del blog se reserva el derecho de publicación (sin que necesariamente signifique adhesión a su contenido), y renuncia expresa e irrevocablemente a TODA responsabilidad (civil, penal, administrativa, canónica, etc.) por comentarios que no sean de su autoría.