jueves, 13 de noviembre de 2014

SAN LEANDRO, OBISPO DE SEVILLA

San Leandro
   
San Leandro nació en torno a los años 535-540 de una familia de origen grecolatino, cuya vivencia de la religión cristiana queda refrendada por la vida de sus hijos, cuatro de los cuales: Isidoro, Fulgencio, Florentina y Leandro merecieron el honor de los santos. Su padre, Severiano, era uno de los hombres más prestigiosos de la región. En 554 la familia emigró de Cartagena a Sevilla, ante la cesión de la costa levantina al imperio bizantino. A la muerte de sus padres, ejerce la tutela de sus hermanos menores sin abandonar por ello los estudios eclesiásticos, ya iniciados en Cartagena. Nombrado obispo de Sevilla, no descuidó esta tarea, creando una escuela en la que se formaría el futuro San Hermenegildo y su hermano Recaredo, factores de la conversión del pueblo visigodo español. Desterrado por el padre de ambos, el rey Leovigildo, marchó Leandro a Constantinopla, donde trabó sólida amistad con el que, andando el tiempo, sería el papa San Gregorio Magno. Al comenzar el reinado de Recaredo, pudo retornar Leandro a su sede arzobispal, presidiendo poco más tarde el histórico Concilio III de Toledo (589) y asistiendo a la abjuración de la herejía arriana del propio monarca. A esta regia conversión siguió la masiva del pueblo, así como la orientación cristiana de las leyes, obras que pertenecen en gran parte a la siembra efectuada por este gran pastor. Consagró este el resto de sus días a consolidar el edificio que tan buenos cimientos había recibido, con la presencia de su propia vida y con la luz de sus escritos que tendían por encima de todo al robustecimiento; de la fe ante cualquier error. Aquejado por la gota, murió hacia el año 600, probablemente el mismo año en que, lo hiciera el propio rey Recaredo. Además de la enseñanza oral de San Leandro tenemos noticias de varias obras por él escritas, que no han llegado hasta nosotros, excepto su 'Tratado contra arrianos'.
  
ORACIÓN
Oh Dios, que por medio de vuestro obispo san Leandro mantuvisteis en vuestra Iglesia la integridad de la fe, conceded a vuestro pueblo permanecer siempre libre de todos los errores. Por J. C. N. S. Amén

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