En cierta ocasión le preguntaron a un jesuita: “¿No les resulta muy difícil vivir el voto de obediencia?”
El jesuita contestó: “En absoluto. Antes de mandarnos algo, el superior se reúne con nosotros y, tras una larga conversación, descubre qué es lo que queremos hacer. Entonces, solemnemente, nos lo manda”.
El interlocutor, extrañado, preguntó: “Pero, ¿entonces qué pasa con aquellos que no saben lo que quieren?”
El jesuita, sonriendo, respondió: “Muy fácil. A esos los nombramos superiores”.
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