Oh gran María, la más grande de las Marías, la mayor entre las mujeres, Reina de los Ángeles, Señora de los Cielos,
Mujer llena y repleta con la gracia del Espíritu Santo, Bendita y benditísima,
Madre de la gloria eterna, Madre de la Iglesia celestial y terrena, Madre de amor e indulgencia,
Madre de la luz dorada, Honor del cielo, Heraldo de la paz, Puerta del cielo, Arca dorada, Sede de amor y misericordia, Templo de la Divinidad, Belleza de las vírgenes, Señora de las tribus, Fuente de los jardines, Expiación de los pecados, Ablución de las almas, Madre de los huérfanos, Sustentadora de los infantes, Refugio de los desdichados, Estrella del mar, Sierva de Dios, Madre de Cristo, Trono de la Divinidad,
Hermosa como la paloma,
Serena como la luna, Resplandeciente como el sol, Destrucción de la desgracia de Eva, Perfección de las mujeres, Jefa de las vírgenes, Jardín vallado, Fuente sellada, Madre de Dios, Virgen perpetua, Virgen santa, Virgen prudente, Virgen serena, Virgen casta, Templo del Dios viviente, Trono del Rey eterno, Santuario del Espíritu Santo, Virgen de la raíz de Jesé, Cedro del monte Líbano, Ciprés del monte Sión, Rosa purpúrea en la tierra de Jacob,
Fructífera como el olivo, Floreciente como la palma,
Gloriosa puérpera, Luz de Nazaret,
Gloria de Jerusalén, Belleza del mundo, Nobilísima entre el pueblo cristiano, Reina de la vida, Escalera del Cielo, escucha las peticiones del pobre, no desprecies las heridas y los lamentos de los miserables.
Que nuestra devoción y nuestros lamentos sean llevados por Ti a la presencia del Creador, porque nosotros no somos dignos de ser escuchados por nuestros deméritos.
Oh poderosa Reina de cielo y tierra, borra nuestras transgresiones y pecados. Destruye nuestra maldad y depravación.
Levanta a los caídos, los debilitados y los encadenados. Absuelve a los que están desahuciados.
Repara por tu medio las transgresiones de nuestra inmoralidad y nuestros vicios.
Revístenos de las flores y ornamentos de las buenas acciones y las virtudes. Aplaca a nuestro Juez por tus oraciones y súplicas.
Por tu misericordia, no permitas que seamos contados entre los despojos de nuestros enemigos. No permitas que nuestras almas sean condenadas, antes bien, tómanos siempre bajo tu protección.
Además, te suplicamos y rogamos, oh Santa María, que nos obtengas por tus poderosa intercesión ante tu único Hijo, esto es, Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que Dios nos defienda de toda straits y tentaciones. Obténnos también de Dios Creador el perdón de todos nuestros pecados y transgresiones, y que además podamos recibir de Él, por tu intercesión, que podamos merecer y gozarnos de habitar para siempre en el reino celestial por toda la eternidad, en presencia de los santos y las santas vírgenes del mundo, por los siglos de los siglos. Amén.
Oración encontrada en el manuscrito An Leabhar Breac en irlandés medio, traducida al inglés hacia 1850-1860 por el profesor Eugene OCurry. Imprimátur concedido en 1880 por el Cardenal Edward MacCabe, Arzobispo de Dublín y Primado católico de Irlanda. El Papa Pío IX concedió, mediante breve del 5 de Septiembre de 1862, cien días de Indulgencia.
Es importante señalar que las indulgencias que Su Santidad Pío IX, de óptima memoria, concedió por medio de su Breve del 5 de septiembre de 1862; sólo aplican para los habitantes de la Isla Esmeralda, como se ve en la traducción al inglés de dicho documento.
ResponderEliminarEsto no debe ser obstáculo para que los devotos de la Inmaculada Madre de Dios la alaben con tan hermosa plegaria.