EN MEMORIA DE LOS CRISTIANÍSIMOS REYES Y MÁRTIRES LUIS XVI Y MARÍA ANTONIETA DE FRANCIA, Y DE LOS IRREDUCIBLES CATÓLICOS DE LA VENDÉE, QUE FUERON MUERTOS Y ENTREGADOS AL OLVIDO A MANOS DE LOS "SIN DIOS" FRANCESES.
Tomado de LEYENDAS NEGRAS DE LA IGLESIA (de Vittorio Messori)
La auténtica Revolución: MATAR A LOS QUE DEFIENDEN A LA TRADICIÓN
Ya tenemos aquí el libro aguafiestas, la implacable obra de un joven historiador que ha provocado las iras de la inteligencia francesa, que –suntuosamente patrocinada por François Mitterrand- celebró en 1989 "glorias" y "fastos" de la Grande Révolution que cumplía entonces doscientos años.
Se trata de Le génocide franco-francais, ese libro de Reynald Secher (publicado en 1986) que, pese al obstruccionismo realizado por el conformismo "políticamente correcto", ha provocado en Francia una profunda conmoción.
Portada del libro
Reynald Secher, el joven autor (nacido en 1955) originario de la Vendée, fue a buscar una documentación que muchos consideraban ya perdida, pues los archivos públicos han sido diligentemente depurados con la esperanza de que desaparecieran todas las pruebas de la masacre realizada en la Vendée por los ejércitos revolucionarios enviados desde París. Pero Secher descubrió que mucho material estaba a salvo, conservado a escondidas por particulares, llegando incluso a la documentación catastral oficial de las destrucciones materiales sufridas por la Vendée campesina y católica, levantada en armas contra los "sin Dios" jacobinos.
La consigna de la Revolución: Libertad, Igualdad y Fraternidad, O LA MUERTE
Diez mil de cincuenta mil casas, el 20 % de los edificios de la Vendée, fueron completamente derruidas según un frío plan sistemático bajo el lema aterrador "libertad, igualdad, fraternidad o muerte". Prácticamente todo el ganado fue masacrado, y los cultivos devastados; todo esto según un programa de exterminio establecido en París: había que dejar morir de hambre a quien, escondiéndose, había sobrevivido. El general Carrier, responsable en jefe de la operación, arengaba a sus soldados: "No nos hablen de humanidad hacia estas fieras de la Vendée: todas serán exterminadas. No hay que dejar vivo a un solo rebelde".
Después de la gran batalla campal en la que fueron exterminadas las intrépidas pero mal armadas masas campesinas de la "Armada Católica", que iban al asalto detrás de estandartes con el Sagrado Corazón y encima la cruz y el lema "Dieu et le Roi", el general jacobino Westermann escribía triunfalmente a París, al Comité de Salud Pública: "¡La Vendée ya no existe, ciudadanos republicanos! Ha muerto bajo nuestra libre espada, con sus mujeres y niños. Acabo de enterrar a un pueblo entero en las ciénagas y los bosques de Savenay. Ejecutando las órdenes que me habéis dado, he aplastado a los niños bajo los cascos de los caballos y masacrado a las mujeres, que así no parirán más bandoleros. No tengo que lamentar ni un prisionero. Los he exterminado a todos". Desde París elogiaron la diligencia en "purgar completamente el suelo de la libertad de esta raza maldita".
El término "genocidio" aplicado por Secher a la Vendée, ha desatado polémicas por considerarse excesivo. El libro muestra con documentos que esta palabra es adecuada: "destrucción de un pueblo", según la etimología. Esto querían los "amigos de la humanidad" en París: la orden era de matar ante todo a las mujeres, por ser el "surco reproductor" de una raza que tenía que morir porque no aceptaba la "Declaración de los derechos del hombre". La destrucción de casas y cultivos iba en la misma dirección.
¿Cuántos fueron los muertos? Secher da por primera vez cifras exactas: en dieciocho meses, en un territorio de 10,000 kilómetros cuadrados, desaparecieron 120,000 personas, el 15 % de la población total. Es como si en la Francia actual fueran asesinadas más de ocho millones de personas. La más sangrienta de las guerras modernas -1914 a 1918- costó algo más de un millón de muertos franceses.
Hubo más de 120.000 muertos durante la represión francesa contra la Vendée
Todo lo que pusieron en práctica las SS fue anticipado por los "demócratas" enviados desde París: con las pieles curtidas de los habitantes de la Vendée se hicieron botas para los oficiales. Centenares de cadáveres fueron hervidos para extraer grasa y jabón (y aquí se superó hasta a Hitler: en el proceso de Nuremberg se documentó que el jabón producido en los campos de concentración alemanes es una "leyenda negra" sin correspondencia con los hechos). Se experimentó por primera vez la guerra química, con gases asfixiantes y envenenamiento de aguas. Las cámras de gas de la época fueron barcos cargados de campesinos y curas, llevados en medio del río y hundidos.
Las tristemente célebres "Noyades de Nantes", una de las muestras de la "justicia democrática"
Son páginas de sufrimiento, pero la búsqueda de la verdad escondida y borrada bien vale el trauma de la lectura.
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