Perfecto fue el primero de los mártires cristianos que ocasionó la persecución de Abd al-Rahman II, el emir de al-Andalus, hijo y sucesor de Al-Hakam I, en el año 850. San Eulogio, contemporáneo suyo, comienza con el relato de su martirio el Memorial de los mártires.
Hijo de padres cristianos y nacido en Córdoba, conocedor del idioma árabe, aparece vinculado a la iglesia de San Acisclo donde se formó y se ordenó de sacerdote, cuando es pleno el dominio musulmán sobre la mayor parte de España.
En el año 850 se abre una etapa de mayor rigor e intransigencia musulmana que rompe la convivencia hasta el momento "equilibrada" entre las poblaciones monoteístas de la ciudad. El presbítero Perfecto encabeza la lista de los mártires cordobeses del siglo IX.
En los comienzos del 850 le rodea un malintencionado grupo de musulmanes; le preguntan su parecer acerca de Cristo y de Mahoma. Perfecto expresó con claridad su fe en Jesucristo: Jesucristo es el Señor, sus seguidores están en la verdad, y llegarán a la salvación; la Ley de Cristo es del Cielo y dada por el mismo Dios. "En cuanto a lo que los católicos piensan de vuestro profeta, no me atrevo a exponerlo, ya que no dudo que con ello os molestaréis y descargaréis sobre mí vuestro furor". Pero, ante su insistencia y con la promesa de impunidad, con la misma claridad expone lo que pensaba sobre quien ellos tenían como profeta: "Mahoma es el hombre del demonio, hechicero, adúltero, engañador, maldito de Dios, instrumento de Satanás, venido del Infierno para ruina y condenación de las gentes". Han quedado sus interlocutores atónitos, perplejos y enfurecidos. ¿Cómo podrán soportar que se llame al profeta Mahoma mentiroso y a su doctrina abominación? ¿Aceptarán oír que quienes le siguen van a la perdición, tienen ciego el entendimiento y su modo de vivir es una vergüenza?
Le llaman traidor, le llevan al cadí y entra en la cárcel por dos meses, entre ellos el de Ramadán. Allá, junto al Gaudalquivir, frente a cientos de musulmanes que llegaban para celebrar la fiesta de la Revelación del Corán, el 18 de Abril del 850 (Domingo de Pascua ese año), en el sitio que se llamó "Campo de la Verdad" por los muchos mártires que se coronaron en dicho lugar, fue degollado por odio a la fe que profesaba.
Luego se enterró su cadáver en la iglesia de San Acisclo y sus restos se trasladaron más tarde -en el 1124- a la iglesia de San Pedro.
Su muerte ejemplar alentó a los acorralados y miedosos cristianos de su tiempo. Desde este martirio, habrá quienes se acerquen voluntariamente a los jueces a proclamar su fe en Cristo y recibir la palma del martirio.
ORACIÓN (de nuestra autoría)
Digno confesor y mártir San Perfecto, nuestros tiempos son iguales a los tuyos: la Verdadera Fe padece opresión en muchos lugares del mundo, y bajo el clima de una "convivencia pacífica y pluralista", muchos cristianos callan para no perder el agrado de los poderosos de la tierra, aún cuando saben que Nuestro Señor fue claro en sentenciar que cuantos se avergonzaren de Él en la tierra, serán avergonzados en el Cielo. Suplicámoste que intercedas por nosotros ante el Señor para que nos conceda intrepidez para proclamar la Fe Católica y condenar a los sembradores de herejía, así ello nos signifique la muerte terrena.
Atiende benigno los ruegos de la Cristiandad que te venera, e infunde en los Sacerdotes y Obispos que apacientan al Remanente el amor a la Iglesia y el odio a la herejía. Fortalece a nuestros hermanos que sufren bajo el yugo de la media luna, y alcanza para cuantos están en las tinieblas del islam la gracia de la conversión, para que unos y otros, perseverando en la Fe, merezcan con nosotros ver el día en que Nuestro Señor Jesucristo vuelva glorioso como Rey de Reyes y Señor de Señores. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Preferiblemente, los comentarios (y sus respuestas) deben guardar relación al contenido del artículo. De otro modo, su publicación dependerá de la pertinencia del contenido. La blasfemia está estrictamente prohibida. La administración del blog se reserva el derecho de publicación (sin que necesariamente signifique adhesión a su contenido), y renuncia expresa e irrevocablemente a TODA responsabilidad (civil, penal, administrativa, canónica, etc.) por comentarios que no sean de su autoría.