Traducción de los artículos publicados por el Rvdo. P. Thomas John Ojeka (Aquí y Acá), y combinados en un solo artículo.
CÓMO GANAR EL DEBATE SOBRE LA MODESTIA
Preámbulo
Recientemente, recibí la siguiente pregunta:
Querido Padre,Dios le bendiga.Cada vez que trato de explicarle a una mujer por qué los pantalones no son buenos para ellas, usualmente recibo la declaración: “Hay pantalones para mujeres”, y “Jesús usaba, y actualmente los sacerdotes usan túnicas”.¿Cómo puedo ganar esta discusión y convencer a una persona que los pantalones para mujeres son ofensivos a Dios… o no?
La siguiente es una versión mejorada de la respuesta rápida que le di.
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Buenos días, hermano.
Gracias por tu pregunta.
Permíteme responderla de esta forma…
Qué es la modestia:
Como virtud, la modestia es parte de la templanza y regula los apetitos internos y la conducta exterior según la recta razón. Inducido por esta virtud, se ejerce el control razonable sobre las propias acciones y el tren externo en vestidos, ornamentos, etc. según su condición con una moderación entre el exceso y la omisión.
La modestia regula las acciones y el tren externo con la intención de evitar la conmoción sexual en sí mismo y en otros. En este sentido, es una protección externa y efecto de la virtud de la castidad o pureza. Siendo un efecto de la castidad o la pureza, simplemente significa que una persona casta será una persona modesta. Como protección, la modestia lleva a evitar el escándalo o la ocasión de pecado contra la santa pureza.
Se hace obvio cómo el entrenarse en esta virtud es de vital importancia para la preservación de las virtudes individuales de la castidad y la moral pública.
Como es evidente, la inmodestia que se ha convertido en la nueva normalidad actual es un resultado de una pérdida del sentido de la decencia desde la infancia. Las madres, ellas mismas ciegas entusiastas de la moda mundana, entrenan a sus hijas para que puedan usar como algo normal atuendos cortos u holgados.
Esta pérdida femenina del sentido de la decencia es lamentada por el Papa Pío XII con las siguientes palabras:
«¿Cuántas jóvenes no creen que están cometiendo un error al seguir obedientemente ciertas modas desvergonzadas? Seguramente se sonrojarían si adivinaran la impresión y los sentimientos de quienes los miran» (Discurso a la peregrinación de las Hijas de María Inmaculada, 17 de Julio de 1954).
Dirigiéndose a los padres, dice:
«Oh madres (y padres) cristianas, si conocierais el futuro de angustia y peligro, de vergüenza mal contenida, que preparáis para vuestros hijos e hijas acostumbrándolos imprudentemente a vivir apenas vestidos y haciéndoles perder el sentido del pudor, deberíais avergonzaros de vosotras mismas y del daño que hacéis a los pequeños que el Cielo confió a vuestro cuidado, para ser criados en la dignidad y cultura cristianas».
Más allá de ser una virtud, la modestia es uno de los frutos del Espíritu Santo. Está escrito:
«… los frutos del Espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia, castidad. Para los que viven de esta suerte no hay ley que sea contra ellos» (Gál. 5, 22-23).
Principios del traje modesto
Según la disciplina católica, un traje modesto debe adherir a los siguientes principios:
- Humildad: aquí la modestia lleva a evitar la búsqueda excesiva de atención o vanidad en el vestir (Papa Pío XI, Encíclica Divíni Illíus Magístri, 1929).
- Decencia: aquí la modestia lleva a cubrir el cuerpo en forma suficiente para evitar la indecencia (Catecismo del Concilio de Trento, 1566).
- Pureza: según este principio, el vestido no debe ser provocativo u ocasión de pecado (Papa Pío XII, Discurso a la Unión de mujeres católicas, 1947).
- Respeto al cuerpo: basado en este principio, un vestido debe respetar la dignidad del cuerpo humano, evitando la exposición excesiva o la ropa reveladora (Papa Pío XI, Encíclica Casti Connúbii, 1930).
Algunas directrices específicas
- Las mujeres están en la obligación de vestir tanto que cubra sus hombros y rodillas en la iglesia y en público (Pope Pius XI, Divini Illius Magistri, 1929). La “cubierta” no debe ser algo extra al vestido que se lleve. En cambio, el diseño del vestido debe ser tal que cubra los hombros y (al menos) las rodillas (mientras estén sentadas).
- Hombres y mujeres deben evitar el lujo excesivo o la extravagancia en el traje (Catecismo del Concilio de Trento, 1566):Aquí el Catecismo cita a San Pedro, quien advirtió que el adorno de las mujeres no debía ser «de fuera con los rizos del cabello, ni con dijes de oro, ni gala de vestidos» (1 Peter 3:3). También se hace referencia a lo dicho por San Pablo: «Así mismo oren también las mujeres en traje decente, ataviándose con recato y modestia, o sin superfluidad, y no con los cabellos rizados o ensortijados, ni con oro, o con perlas, o costosos adornos; sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que hacen profesión de piedad» (1 Tim. 2:9, 10).
- Los vestidos no deben ser demasiado ceñidos o reveladores (Papa Pío XII, Discurso a la Unión de mujeres católicas, 1947).En los escritos de Clemente de Alejandría leemos así acerca de los vestidos ceñidos y reveladores:
«…Este raro tejido transparente delata un temperamento sin vigor, prostituyendo bajo una tenue capa la vergüenza del cuerpo. Además, no es un delicado vestido protector, pues no es capaz de cubrir la silueta de la desnudez. En efecto, un vestido de este calibre, al caer sobre el cuerpo con ondulante suavidad, se modela adaptándose a la constitución de la carne, y se amolda a sus formas hasta tal punto que toda la disposición del cuerpo de la mujer se hace evidente aunque con los ojos no se vea» (Clemente de Alejandría, El pedagogo, libro II, cap. 10 bis).
Aquí es donde entra la cuestión de los denominados “pantalones para mujeres”:
Normalmente son ceñidos, e incluso si no lo son, siempre revelan la forma femenina, de lo cual los hacen más provocadores y una ocasión de pecado. Eso, al final, hace de esos pantalones un traje inmodesto para las mujeres.
Entre tanto, la idea de que las mujeres usen pantalones fue introducida como una contracultura secularista de la sinagoga de satanás para deshacer la moral católica sobre el vestido e impulsar el quiebre de la influencia de la cultura católica.
Ítem, la introducción de los pantalones para mujeres coincide con la advertencia de la Santísima Virgen de que se introducirán modas que ofenderán grandemente a Nuestro Señor. Los sofismas usados para justificar esta inmodestia han sido acuñados y propagados por los agentes de ese departamento de la sinagoga de satanás denominado “feminismo”. Aquellos cuyo sentido de la decencia ha sido barrido por esta propaganda diabólica frecuentemente afirman el pretendido derecho a elegir cómo vestirse, y ven en cualquier intento para disuadirlos de la injusticia hecha a su sentido de la decencia una intrusión injusta a su espacio privado.
Generalmente, aquellos cuyo intelecto es asistido por la luz de la Fe católica normalmente alaban los principios católicos de la modestia y viven según ellos. Ellos nunca los cuestionan, sabiendo que son salvaguardas para alcanzar el Fin último, o son ayudas que permiten contribuir a la obra de la salvación del prójimo por cuya alma Cristo derramó Su Preciosa Sangre.
Tipos de odiadores de la modestia católica
Tenemos varios clanes de odiadores de la modestia católica. Por un lado, tenemos a los que falsamente adhieren al nombre católico, pero están profundamente imbuidos con el indiferentismo modernista y la fe sentimentalista. Estos, incapaces de entender estos principios salvíficos católicos de la modestia, ocultan sus ridículos sofismas a fin de justificar su opción obstinada por los estándares mundanos en el vestido: estándares forjados en el fondo del Infierno.
Saturados con el indiferentismo modernista y la visión sentimentalista, perdieron todo sentido de la decencia. Su regla es la costumbre popular prevaleciente.
Tenemos el clan de algunos protestantes que promueven esta moda forjada en el fondo del Infierno, y es entendible: la esencia del protestantismo es protestar contra todo lo católico, y esta moda obviamente se opone a la Modestia católica…
Y, si los modernistas también promueven esta nueva costumbre a diferentes niveles, también es entendible: su agenda es voltear todo lo que sea católico: historia, filosofía, teología, culto, moral, disciplina… etcétera…
Cómo ganar la disputa sobre la modestia
Entonces, ¿cómo se puede ganar el debate a favor de la modestia católica? ¿Cómo se puede convencer a una obstinada y ciega entusiasta de la indecencia mundana, cuya preocupación es simplemente idolatrarse y hacer de su cuerpo el centro de atención y la vana curiosidad?
Yo diría, quizás, que no intentes ganar semejante argumento. No intentes convencer a nadie. Parafraseando a Santo Tomás de Aquino, cabe señalar que para quien tiene sentido común y temor de Dios, ningún argumento es necesario; y para quien no tiene sentido común ni temor de Dios, ningún argumento es suficiente.
Simplemente expón los principios saludables de la modestia católica y sus aplicaciones. Propónlos; siendo constante, instando y amonestando con toda paciencia. Habrás cumplido con tu parte instruyendo a los ignorantes: ¡una obra espiritual de misericordia!
Mientras tanto, lo que tus palabras no logren, tus oraciones y pequeños sacrificios diarios lo podrán lograr, ¡si Dios quiere!
Puede que éste no sea un tratamiento exhaustivo de la cuestión, ¡pero espero que sea de alguna ayuda!
¡Que Dios te bendiga!
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EL CASO DE SANTA JUANA DE ARCO
Santa Juana de Arco en traje de hombres: un caso excepcional de necesidad que no justifica que las mujeres vistan como hombres en general.
Prólogo
Nuestra publicación en blog el 17 de Febrero tuvo varios comentarios interesantes como retroalimentación. Uno de los comentarios vino en forma de pregunta como un mensaje directo. Proporcioné una respuesta breve y prometí desarrollarla más en relación a la nueva normalidad de los que intentan destruir lo que es distintivamente la moral católica en el vestuario para las mujeres.
La pregunta era:
«¿Y qué pasa con Santa Juana de Arco? Ella vestía como hombre».
¡¿Y qué pasa con Santa Juana de Arco, que vestía como hombre?! Entremos en detalles…
Santo Tomás de Aquino sobre el transformismo
Así lo explica Santo Tomás de Aquino:
«…el ornato externo debe corresponder a la condición de la persona según la costumbre común. Por eso es, de suyo, vicioso el que la mujer use ropa de varón y viceversa, principalmente porque esto puede ser causa de lascivia. De un modo especial está prohibido por la Ley (Deut. 22) porque los gentiles usaban este cambio para la superstición idolátrica. Sin embargo, puede hacerse alguna vez sin pecado debido a la necesidad: para ocultarse a los enemigos, por falta de ropa o por una circunstancia parecida» (Suma Teológica, parte II-II, cuestión 169, art. 2, respuesta a la objeción 3).
La ley que prohíbe el transformismo, citada por él, dice así:
«La mujer no se vista de hombre, ni el hombre se vista de mujer; por ser abominable delante de Dios quien tal hace» (Deuteronomio 22, 5).
El caso de Santa Juana de Arco
¿Puede calificar el caso de Santo Tomás de Aquino como una excepción a la regla basada en el principio destacado por Santo Tomás de Aquino?
Algunas cosas que señalar:
- Ella tenía una misión divina que la requería estar entre soldados.
- Se registra que ella se había quejado sobre la falta de seguridad en la ropa de mujeres.
- Se vio obligada a usar ropa de hombres para salvaguardar su castidad.
Ahora, Santo Tomás indicó que en caso de necesidad, una mujer puede ponerse ropa de hombres sin pecar. Una cosa es clara siguiendo los hechos señalados sobre Santa Juana de Arco: ella estaba en extrema necesidad, y esta necesidad fue reconocida definitivamente por la Iglesia al elevarla como modelo de santidad y virtud.
El suyo fue entonces un caso excepcional. Y, en principio, las excepciones no hacen ley.
La nueva normalidad contracatólica
Pocas cosas son obvias en la nueva normalidad contracatólica de los agentes para la destrucción de lo que es la moral distintiva católica sobre el vestir:
- Hacen ley de la excepción en aras de afirmar la denominada igualdad de género.
- La excepción hecha ley no es para salvaguardar la virtud, sino para promover el vicio puesto que el designio general está encaminado a la provocación del placer sensual y la curiosidad.
Ahora, la promoción decidida del transformismo como costumbre normativa no es un falso ejercicio de la libertad individual, sino una cuestión moral con consecuencias de amplio alcance para la sociedad:
- Vemos la erosión y confusión de los roles naturales de género.
- Se alienta el relativismo moral, siendo la inmodestia su feliz beneficiario.
- Se mina el orden familiar y social tradicional.
En síntesis
En principio, basados en la directa prohibición escritural, el transformismo es pecaminoso. Pero, en casos excepcionales de genuina necesidad, puede hacerse sin pecado. La excepción, sin embargo, no puede hacerse ley, y es criminal fabricar excusas vacías a fin de disfrutar la suspensión de la ley como normativa siempre y en todo lugar.
El caso de Santa Juana de Arco es considerada una excepción, no una justificación general para el transformismo. El hecho de vestir ropa de hombres era aceptado por la necesidad, no como una norma. Así, su ejemplo no puede ser considerado una justificación general para que las mujeres vistan como hombres.
Aquellos que promueven la costumbre de las mujeres vistiendo como hombres como una idea social son o agentes activos o pasivos de la agenda secularista para destruir todo lo distintivamente católico en todas sus ramificaciones, incluyendo la moral en el vestir.


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