miércoles, 30 de noviembre de 2011

GUARDARSE DE LOS FALSOS PROFETAS

«Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, mas por dentro son lobos voraces: por sus frutos u obras los conoceréis. ¿Acaso se cogen uvas de los espinos, o higos de las zarzas? Así es que todo árbol bueno produce buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo darlos buenos. Todo árbol, que no da buen fruto, será cortado, y echado al fuego. Por sus frutos pues los podréis conocer». (San Mateo VII, 15-20, versión de Mons. Félix Torres Amat).

¿RATZINGER PROTESTANTE? ¡SÍ, EN UN 99%!

Tomado de ¿QUIÉN ES JOSEPH RATZINGER? (Parte 1Parte 2Parte 3).
   
¿RATZINGER PROTESTANTE? ¡SÍ, EN UN 99%!
(Programa de Ratzinger para una religión ecuménica mundial)
Padre Francesco Ricossa.

El entonces “cardenal” Joseph Ratzinger Tauber y la “obispona” luterana María Jepsen-Bregas (Hamburgo, 3 de Febrero de 1998)

Habría pasado inadvertida, excepto para especialistas, si la publicación mensual «30 Giorni» y la semanal «Il sabbato» [1] no le hubiesen dado destaque. Un destaque oportuno. Me refiero a la intervención que el «Cardenal prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe» Joseph Ratzinger tuvo en Roma el 29 de enero de 1993 en el Centro Evangélico de Cultura de la comunidad valdense local [2].

El texto íntegro de la intervención de Ratzinger y la del Prof. Pablo Ricca valdense se puede leer en la revista «30 Giorni», N.º 2, febrero de 1993, p. 66-73. El título elegido por la redacción es significativo: «Ratzinger, el prefecto ecuménico». Esta lectura debe completarse con la entrevista concedida por el teólogo luterano Oscar Cullmann Mandel a «Il sabbato», N.º 8, 20 de febrero de 1993, p. 61-63, para cuya publicación la redacción eligió un título igualmente significativo: «El hijo de Lutero y Su Eminencia».

Para los lectores de «Sodalitium» presento un resumen de las ideas del «Cardenal» Ratzinger (que hizo a Mons. Guérard des Lauriers el honor de «excomulgarlo») sobre la Iglesia y el ecumenismo. Cualquiera puede verificar las fuentes sobre las revistas citadas y constatar si Ratzinger es todavía católico, o bien, como aparece palmariamente, ya no lo es más.

Cullmann habla por boca de Ratzinger
Cuando el Papa S. León Magno, mediante sus legados, intervino en el concilio de Calcedonia, los Padres del Concilio dijeron «Pedro habla por boca de León».

Leyendo la intervención de Ratzinger con los valdenses y la entrevista de Cullmann se puede decir que éste habla por boca de Ratzinger. Las palabras son de Ratzinger, las ideas de Cullmann. Por eso, no causa asombro que los Valdenses «estén de acuerdo en un 99%, por no decir un 100%» [3].

¿Pero quién es Cullmann?
Cullmann nació en 1902 en Estrasburgo, patria del reformador protestante Bucero cuya autoridad él invoca de buena gana [4]. Alsaciano, él ve en esto un «hecho providencial» por ser la población en ese lugar mitad católica y mitad protestante.

Estudió teología «bajo la guía de Loisy en París» [5]. El exegeta modernista y excomulgado no fue por cierto buen maestro. Menos todavía lo fue Bultmann, «el gran desmitificador de los Evangelios» [6], con quien presentó su tesis doctoral sobre la «Formgeschichte». «Bultmann dijo que era la mejor presentación de su Formgeschichte» [7]. En seguida se separó «radicalmente» de Bultmann, pues éste mediaba la lectura de la Biblia por la filosofía (existencialista), mientras Cullmann no aceptaba ninguna mediación. Con eso Cullmann no abandona en modo alguno el método protestante de estudio de la Escritura, y tampoco «el método de la historia de las formas» (Formgeschichtemethode) de Bultmann, según el cual «compete al exegeta descubrir el núcleo esencial de la Biblia: Cullmann lo encuentra en la historia de la salvación» [8].

Enseñó entre otros lugares en la Facultad Libre de Teología Protestante de París (1948-72) y en la facultad Teológica Valdense en Roma. Participó en el Concilio Vaticano II como observador, y Pablo VI lo definió «uno de mis mejores amigos» [9].

Durante el Vaticano II, Cullmann, huésped personal del Secretariado para la unidad de los cristianos, contribuía para determinar la orientación bíblica, cristocéntrica e histórica de la teología conciliar […] más recientemente Cullmann propuso un modelo de «comunidad de Iglesias» en su libro Unidad a través la diversidad [10], modelo apreciado hasta por el cardenal Ratzinger en su intervención a la iglesia valdense de Roma el 29 de enero pasado [11].

Conoció a Ratzinger durante el Concilio, estimándolo «el mejor teólogo entre los así llamados “períti”, los expertos… Con una reputación de progresista de avanzada» [12]. Desde entonces los dos han mantenido correspondencia, al principio sobre problemas exegéticos; y pronto, declara Cullmann, el carteo se incrementó, especialmente en relación a la propuesta de mi modelo de «unidad mediante la diversidad», una propuesta que, como ya hemos dicho, el Cardenal ha apreciado en privado y en público [13].

Cullmann se alegra particularmente de una carta en la cual Ratzinger le escribe «siempre haber aprendido» de sus estudios, «aún cuando no estaba de acuerdo». Y Cullmann comenta esto como un estar «unidos en la diversidad» [14].

«La obra de Cullmann […] ha de contarse entre las que mayormente han contribuido al diálogo entre católicos y protestantes» [15], no obstante su firme persistencia en la herejía y su negación explícita de la infalibilidad de la Iglesia Católica y del primado de jurisdicción de Pedro y de sus sucesores [16]. Resulta así ser un puente entre católicos y protestantes… para llevar a los católicos a hacerse protestantes (haciéndoles creer, por lo demás, que seguirían siendo católicos: «unidos» sí, pero… «en la diversidad»!).

La Conferencia con los valdenses
Como docente en Roma en la Facultad Valdense de teología, Oscar Cullmann conoce bien los valdenses asentados en Roma. Acaso sea él quien los recomendara a su «discípulo» Ratzinger como buen auditorio donde exponer y lanzar sus ideas comunes.

El tema del encuentro del 29 de enero entre Ratzinger y el Prof. Ricca (protestante valdense) era doble. Primero el del ecumenismo en general y del Papado, enseguida, el del testimonio. Más precisamente: que solución ecuménica dar a la cuestión del Papado; cómo dar nuevo ímpetu al ecumenismo en crisis; cómo dar un testimonio común.

Me parece no traicionar el pensamiento de Ratzinger resumiéndolo en los puntos siguientes, reservándome ulteriores comentarios más extensos:
  1. El ecumenismo es necesario, fundamental, indiscutible.
  2. El Papado es el problema para ello.
  3. El ecumenismo tiene un fin último: «La unidad de las iglesias en la Iglesia».
  4. Este fin último se realizará en formas que todavía nos son desconocidas.
  5. El ecumenismo tiene también un fin próximo, «una etapa intermedia» cuyo modelo es «la unidad en la diversidad» de Cullmann. 
  6. Esta etapa intermedia se realiza mediante un continuo «retorno a lo esencial»…
  7. Favorecido por una reciproca purificación entre las iglesias.
El Ecumenismo
«El ecumenismo es irreversible», ama repetir Karol Wojtyła. Joseph Ratzinger va más allá: Dios es el primer agente de la causa ecuménica […] el ecumenismo es más que nada una actitud fundamental, un modo de vivir el cristianismo. No es un sector particular, al lado de otros sectores. El deseo de la unidad, el empeño por la unidad pertenece a la estructura del mismo acto de fe porque Cristo vino para reunir en conjunto a los hijos de Dios que estaban dispersos [17].

El «ecumenismo» (o «reunión de los cristianos», según Pío XI) no es concebido como «el retorno a los disidentes a la única y verdadera Iglesia de Cristo, de la cual un día desdichadamente se alejaron» [18], no es tampoco un método, o una iniciativa más, de la actividad de la Iglesia. Él es fundamento de la vida cristiana y elemento constitutivo del acto de fe. No se puede ser fiel sin ser ecumenista (para Ratzinger); no se puede ser fiel si se es ecumenista (para Pío XI):

Cuantos sustentan esta opinión, no solo yerran y se engañan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y ateísmo; de donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios [19].

Lúcidamente, el valdense Ricca expone el problema (sin que Ratzinger lo contradiga):
«La crisis del ecumenismo sustancialmente se debe al hecho de que las iglesias no han cambiado bastante con motivo del ecumenismo. […] Porque el ecumenismo por cierto exige, con la paciencia de que hablaba el cardenal Ratzinger, cambios profundos. En un cierto punto, o cambia la iglesia o el ecumenismo entra en crisis. […] Se entiende que este discurso vale para todas las iglesias» [20].
En definitiva: o perece la Iglesia, y vive el ecumenismo; o vive la Iglesia y perece el ecumenismo (puesto que mudar sustancialmente, para la Iglesia, es perecer). Ora el ecumenismo es irreversible: por ende la «Iglesia» (como es ahora, y máxime como era antes del Concilio) debe perecer. De aquí la cuestión del Papado, que debe cambiar con la Iglesia, o perecer.
   
El Papado, «el mayor obstáculo para el ecumenismo»
Pablo VI dixit. Lo recuerda con complacencia el herético Ricca:
El Papado, se sabe, es un nudo crucial de la cuestión ecuménica, porque por un lado funda la unidad católica y por el otro, por expresarme un poco brutalmente, impide la unidad cristiana [léase: el ecumenismo N. del A.]. Esto lo ha reconocido muy corajudamente, debo decir, el papa Pablo VI en un discurso del 1967, en el cual, justamente, dijo (creo que es el único Papa que lo haya dicho) que el Papado es el mayor obstáculo para el ecumenismo. Un nobilísimo discurso [¡lo dice un herético! N. del A.] entre otras cosas no solamente por esta afirmación, sino por todo el conjunto. Aquí nos encontramos, pues, con el Papado, ante una verdadera y propia impasse [21].
Por ende, si un dogma de Fe (sólo Ricca recuerda que se trata de un dogma) que por añadidura «es el fundamento de la unidad católica» es un obstáculo, y lo que es más, es el obstáculo para el ecumenismo, entonces Pablo VI, Ratzinger y todos nosotros deberemos concluir que el ecumenismo debe perecer. Porque es imposible que una verdad revelada por Cristo para fundar la unidad querida por Cristo pueda ser el obstáculo… ¡para la unidad! [De hecho el Papado no es obstáculo, sino el único medio para tener parte en la unidad de la única Iglesia: «en esta única Iglesia de Cristo nadie vive y nadie persevera, que no reconozca y acepte con obediencia la suprema autoridad de Pedro y de sus legítimos sucesores» [22]].
   
Ratzinger lo sabe y no puede hablar libremente como su «colega» (como él llama a Ricca).
   
Al principio, por ende, usa rodeos:
Yo pienso que el Papado es sin duda el síntoma más palpable de nuestros problemas, pero sólo se lo interpreta bien si se lo encuadra en un contexto más amplio. Por eso pienso que, confrontado inmediatamente [como lo era aún en el «libreto» del encuentro N. del A.] no conceda fácilmente una vía de salida [23].
En definitiva: si se habla del Vaticano I, la utopía ecuménica muere al nacer, los equívocos se disipan, Cullmann mismo no estaría más de acuerdo, los verdaderos católicos caerían en la cuenta. Por eso, se bicicletea [24] y se lanza la fórmula de Cullmann: «Unidad en la diversidad» (volveremos sobre esto).
   
Pero a la larga debe abordar el problema del Papado. ¿Y qué propone? No por cierto el primado de jurisdicción que la Fe atribuye al Papa.
   
Según nuestra Fe el ministerio de la unidad está confiado a Pedro y a sus sucesores [25].
   
¿Pero en qué consiste este «ministerio de la unidad?» Ratzinger no lo dice.
   
Para la Iglesia consiste en el primado de jurisdicción (autoridad) del Papa sobre todos y cada uno de los fieles.
   
Para Cullmann consistiría a lo sumo (¡qué bondad la suya!) en un primado de honor [26]:
Considero el servicio petrino un carisma de la Iglesia católica, del cual aún nosotros protestantes deberemos aprender.
Así declara a «Il sabbato»; pero tiene más que decir:
El Papa es obispo de Roma y en cuanto tal se le podría conceder una presidencia en aquella «comunidad de las iglesias» que he proyectado. Personalmente vería un papel suyo como garante de la unidad. Se lo podría aceptar si no tuviese la jurisdicción sobre toda la cristiandad sino un primado de honor» [27].
Para Ricca, hay tres posibilidades:
   
O el Papado sigue y seguirá siendo […] más o menos lo que es hoy […] y entonces debemos pensar que, para hablar con exactitud, la unidad será un don final que se nos dará cuando Cristo vuelva [es decir: «¿Nosotros bajo el Papa? ¡Nunca, y más tarde tampoco, nunca!» N. del A.]. La segunda posibilidad es que el Papado cambie. Que cambie en una suerte de reconversión ecuménica del Papado. […] Hasta ahora he estado al servicio de la unidad católica; de ahora en más me pongo al servicio de la unidad cristiana[…] [Papa = presidente de una nueva iglesia ecumenista N. del A.].
   
La tercera hipótesis, en cambio, es que el Papa siga siendo lo que es, pero no se proponga como centro y fulcro de la unidad cristiana, sino simplemente como centro de la unidad católica. […] Las iglesias podrían […] reconocerse recíprocamente como iglesias de Jesucristo, realmente unidas entre sí y realmente diversas entre sí, dándose una cita periódica en un Concilio verdaderamente universal […] [Papa = jefe de una iglesia cristiana entre las otras unidas en un consejo ecuménico N. del A.] [28].
   
Para Ratzinger, ¿en qué consiste el papel del Papa? Lo he dicho: calla, o mejor, no corrobora la fe católica (primera hipótesis de Ricca) y deja entrever la tercera hipótesis como etapa intermedia y la segunda como meta final. Por el momento, recuerda como «las iglesias ortodoxas» [heréticas y cismáticas, N. del A.] «no deberían cambiar en su interior mucho, casi nada, en el caso de una unidad con Roma» [29] «y que en la sustancia», esto «vale no solamente para las iglesias ortodoxas, sino aún para las nacidas en la Reforma» [30] al punto que él estudió, con amigos luteranos, varios modelos posibles de una «Ecclésia cathólica confessiónis Augustánæ» («Iglesia Católica de confesión augustana», esto es, que sigue las herejías protestantes de la «Confesión de Augsburgo», suerte de «credo» protestante presentado por el heresiarca Melanchton a Carlos V) [31].
   
¿No se asemeja todo esto a las propuestas (heréticas) de Cullmann y de Ricca (versión segunda)? Tendremos una Iglesia presidida por el «Papa», con una rama «ortodoxa» que sigue siendo tal y una rama protestante inalterada. Por otra parte, para Ratzinger, los «ortodoxos» (y, mutatis mutandis, los protestantes) «tienen un modo diverso de garantizar la unidad y la estabilidad en la fe común, diverso del que tenemos nosotros en la Iglesia católica de Occidente» (esto es, para los «ortodoxos», liturgia y monaquismo) [32].
   
Ahora bien, ¿quién no ve que la liturgia y el monaquismo entre los «Ortodoxos» (como la Biblia entre los protestantes) no bastan en modo alguno para garantizar la unidad y la Fe? ¡El hecho es que, pese a la liturgia, el monaquismo y la Biblia ellos son cismáticos (sin unidad) y heréticos (sin fe)! ¡Querer reducir los dogmas de fe y la acción para preservarlos con la condena del error (por nosotros institucionalizada en el S. Oficio cuyo Prefecto es el Papa) con características peculiares no de la Iglesia Católica = universal, sino de una rama suya occidental (y romana), es aberrante! Y no son por cierto las citas del teólogo «ortodoxo» Meyendorf (que critica el universalismo en su forma romana, criticando también, como dice, el regionalismo como se ha formado en la historia de las iglesias ortodoxas» [33] que dan al «prefecto ecuménico» una patente de catolicidad. Meyendorf, en el fondo, repropone la aberración de Ricca: las iglesias, todas las iglesias, aún la Católica, deben cambiar profundamente para asegurar el ecumenismo.
   
En definitiva, Pío XI había metido el dedo en la llaga cuando escribió (se diría que hablaba de Cullmann): Hay quienes afirman y conceden que el llamado Protestantismo ha desechado demasiado desconsiderablemente ciertas doctrinas fundamentales de la fe y algunos ritos del culto externo ciertamente agradables y útiles, los que la Iglesia Romana por el contrario aún conserva; añaden sin embargo en el acto, que ella ha obrado mal porque corrompió la religión primitiva por cuanto agregó y propuso como cosa de fe algunas doctrinas no sólo ajenas sino más bien opuestas al Evangelio, entre las cuales se enumera especialmente el Primado de jurisdicción que ella adjudica a Pedro y a sus sucesores en la Sede Romana. En el número de aquellos, aunque no sean muchos, figuran también los que conceden al Romano Pontífice cierto Primado de honor o alguna jurisdicción o potestad de la cual creen, sin embargo, que desciende no del derecho divino sino de cierto consenso de los fieles. Otros en cambio aún avanzan a desear que el mismo Pontífice presida sus asambleas las que pueden llamarse «multicolores». Por lo demás, aun cuando podrán encontrarse a muchos no católicos que predican a pulmón lleno la unión fraterna en Cristo, sin embargo, hallaréis pocos a quienes se les ocurra que han de sujetarse y obedecer al Vicario de Jesucristo cuando enseña o manda y gobierna [34].
   
Como se ve, de 1928 hasta hoy, los Protestantes no han dado un solo paso adelante, mientras habríamos debido ver cualquier cosa menos la presencia del «Papa» en los «congresos multicolores» de los acatólicos.
   
Fin último: la unidad de la Iglesia
Pero volvamos a Ratzinger. Por no abordar el problema del Papado, inicia el discurso con el ecumenismo. En él «la finalidad última es, obviamente, la unidad de las iglesias en la Iglesia única» [35]. Es «la unidad de la Iglesia de Dios al a cual tendemos» [36]. El fin hacia el cual Ratzinger nos quiere dirigir es falso en su punto de partida. Si la «Iglesia es única», ¿qué tienen que hacer «las iglesias»? Esta «única Iglesia», ¿es o no es la Iglesia Católica? ¿O acaso la Iglesia Católica es una de las «iglesias» que deben, en un futuro, unirse (siempre más) en la «Iglesia única»? En el primer caso (Iglesia única = Iglesia Católica): el fin ya se ha alcanzado, la Iglesia ya es «una», el ecumenismo no tiene otra finalidad que la abjuración, por parte de los heréticos y cismáticos, de sus errores, y las «iglesias» son solo sectas y conventículos que no deben unirse sino desaparecer.
    
En el segundo caso (Iglesia única = unión más o menos estrecha de «iglesias» más o menos diversas) Ratzinger nos propina el error condenado por Pío XI en «Mortálium Ánimos»:
Y aquí se Nos ofrece ocasión de exponer y refutar una falsa opinión de la cual parece depender toda esta cuestión, y en la cual tiene su origen la múltiple acción y confabulación de los católicos que trabajan, como hemos dicho, por la unión de las iglesias cristianas. Los autores de este proyecto no dejan de repetir casi infinitas veces las palabras de Cristo: «Sean todos una misma cosa… Habrá un solo rebaño, y un solo pastor» (Jn XVII, 21; X, 16), mas de tal manera las entienden, que, según ellos, sólo significan un deseo y una aspiración de Jesucristo, deseo que todavía no se ha realizado. Opinan, pues, que la unidad de fe y de gobierno, nota distintiva de la verdadera y única Iglesia de Cristo, no ha existido casi nunca hasta ahora, y ni siquiera hoy existe: podrá, ciertamente, desearse, y tal vez algún día se consiga, mediante la concorde impulsión de las voluntades; pero entre tanto, habrá que considerarla sólo como un ideal. Añaden que la Iglesia, de suyo o por su propia naturaleza, está dividida en partes; esto es, se halla compuesta de varias comunidades distintas, separadas todavía unas de otras, y coincidentes en algunos puntos de doctrina, aunque discrepantes en lo demás, y cada una con los mismos derechos exactamente que las otras.
¿Puede explicarse el «prefecto ecuménico»? Para él, ¿existe ya la única Iglesia de Cristo, y ésta es la Iglesia Católica, o no?

¿Cómo será la Iglesia del futuro?
Lamentablemente temo que ya se haya explicado. El fin último (la unión en la Iglesia de las iglesias) está en el futuro, un futuro lejano y… desconocido.
   
«Esta meta, pues, la de cada trabajo ecuménico, es llegar a la unidad real de la Iglesia [¿que ahora no existe? ¿Que es sólo aparente?¿Irreal? N. del A.], la cual implica pluralidad de formas que no podemos todavía definir» [37]. Y en otra parte: «Yo no osaría por el momento sugerir para el futuro realizaciones concretas, posibles y pensables» [38].
   
Ricca, muy protestantemente, ha apreciado mucho estas expresiones de Ratzinger. Porque coinciden con su pensamiento. Después de haber recordado los ocho siglos de luchas entre valdenses y católicos, Ricca añade:
Entonces, ¿por qué estamos juntos? Estamos juntos porque, si es verdadero que sabemos bien quiénes somos, y bastante bien quiénes hemos sido, en cambio no sabemos todavía quiénes seremos. Y la misma reserva del cardenal al no proponer modelos, esto es, exactamente, al no saber, es precisamente la actitud que, en el fondo, nos liga [39].
¡Unidos, valdenses y secuaces del Vaticano II, en no saber cómo será la Iglesia! (Porque, como explica Ricca, o las iglesias cambian o el ecumenismo muere). Que un protestante se reconozca en la idea de una futura Iglesia desconocida, pase. ¿Pero un católico? ¿Cómo se concilia todo eso con la indefectibilidad de la Iglesia? ¿Qué otro modelo de Iglesia se puede proponer a los protestantes si no el querido por Cristo y fundado sobre Pedro? ¿Cómo puede un «cardenal» no saber cómo debe ser la Iglesia, cuando Cristo la ha fundado hace dos mil años?
   
Se diría que Ratzinger tiene de la Iglesia la concepción que Teilhard tiene de ella: que la Iglesia no existe… todavía; está en evolución… hacia su punto Omega, la meta final del ecumenismo.

La unidad en la diversidad
La Iglesia, entonces, será una (en la pluralidad de formas). En el futuro. Dios solo sabe cuando. ¿Y mientras tanto? Mientras tanto hay «un tiempo intermedio» [40]: «unidad en la diversidad».
   
Este modelo —explica Ratzinger— se podría expresar a mi entender con la fórmula bien conocida de la «diversidad reconciliada», y sobre esto punto me siento muy cerca de las ideas formuladas por el apreciado colega Oscar Cullmann [41].
   
Cuál es el modelo Cullmann, ya lo hemos visto. Cómo lo propone Ratzinger, lo veremos enseguida. Baste decir que Ricca ha comprendido volando:
Deseo ante todo declarar que, respecto de lo recién dicho por el Cardenal Ratzinger, estoy de acuerdo en un 99% por no decir un 100%. Digo más: me alegro y mi complazco. Sobre esta base se puede construir: el mismo concepto de diversidad reconciliada, como Uds. saben, es de matriz luterana [42].
Ratzinger, por lo tanto, nos quiere conducir a una desconocida iglesia multiforme partiendo de un fundamento de matriz luterana.
     
Retorno a lo esencial.
¿Pero cómo se realiza, concretamente, esta «diversidad reconciliada»? No se trata, advierte Ratzinger, de «estar contentos con la situación que tenemos», de resignarnos estáticamente a ser diversos [43].
   
Hace falta, en cambio, perseverar dinámicamente andando juntos, en la humildad que respeta al otro, aún donde la compatibilidad en doctrina o praxis de la iglesia no se ha obtenido todavía; consiste en la disponibilidad a aprender del otro y a dejarse corregir por el otro, en la dicha y gratitud por las riquezas espirituales del otro, en una permanente esencialización de la propia fe, doctrina y praxis, para siempre de nuevo purificarla y nutrirla de la Escritura, teniendo la mirada fija en el Señor…[44]
   
¡Cuántos contrasentidos en pocas líneas!
   
¿Cómo se puede «andar juntos» si se piensa y se actúa de modo diverso?
   
¿Cómo puede la Cátedra de la Verdad —la Iglesia de Cristo— aprender (alguna cosa que ya no conocería) y por añadidura prestarse a ser corregida por los herejes? ¿Cómo se puede «respetar» la herejía y el cisma, es decir el pecado? Porque es en cuanto heréticas y cismáticas que las sectas protestantes u «ortodoxas» se distinguen de nosotros.
   
Y por fin, ¿qué significa «esencializar» (¡permanentemente!) la fe? La idea está en el centro del pensamiento de Ratzinger (y más también): la busca del Wesen, de la esencia del cristianismo, es una busca típica de la teología alemana de hace más de un siglo a esta parte. Baste pensar en las obras de Ludwig Feuberbach (1841), de Adolf Harnack (1900), de Karl Adam (1924), de Romano Guardini (1939), de Ignatius Theodore Eschmann (1947), y en la reciente propuesta de Karl Rahner acerca de una formulación sintética del mensaje cristiano. Análogamente a las tentativas arriba recordadas, la busca de Ratzinger sobre la esencia del cristianismo lleva claramente la impronta del tiempo en el cual nació, tiempo que en cada vez más partes se designa es como «la edad post-cristiana de la fe», caracterizada no tanto por la negación de ésta o aquélla otra verdad de fe, cuanto más bien por el hecho de que la fe en su complejo parece haber perdido su mordiente, su capacidad de interpretar el mundo, frente a otras visiones que parecen dotadas —si no de otra cosa— de mayor eficacia operativa [45].
   
En realidad, cada tentativa de «esencializar» la fe arriesga destruir la Fe misma. Contra los ecumenistas ya escribía Pío XI:
Además, en lo que concierne a las cosas que han de creerse, de ningún modo es lícito establecer aquella diferencia entre las verdades de la fe que llaman fundamentales y no fundamentales, como gustan decir ahora, de las cuales las primeras deberían ser aceptadas por todos, las segundas, por el contrario, podrían dejarse al libre arbitrio de los fieles; pues la virtud de la fe tiene su causa formal en la autoridad de Dios revelador que no admite ninguna distinción de esta suerte. Por eso, todos los que verdaderamente con de Cristo prestarán la misma fe al dogma de la Madre de Dios concebida sin pecado original, como, por ejemplo, al misterio de la Augusta Trinidad; creerán con la misma firmeza en el Magisterio infalible de Romano Pontífice, en el mismo sentido con que lo definiera el Concilio Ecuménico del Vaticano, como en la Encarnación del Señor. No porque la Iglesia sancionó con solemne decreto y definió las mismas verdades de un modo distinto en diferentes edades o en edades poco anteriores han de tenerse por igualmente ciertas ni creerse del mismo modo. ¿No las reveló todas Dios? [46]
Ratzinger no explica claramente qué sería lo esencial de la fe, y que es, en cambio, «superestructura» (para Ardusso [47], sería esencial «presentarse como la iglesia de la fe al total servicio de los hombres que se liberan de superestructuras que les ofuscan la autenticidad del rostro»).
   
En su réplica conclusiva, él precisa sin embargo que su «pensamiento coincide con el del Profesor Ricca» [48] sobre la «palabra «esencialización». Debemos realmente retornar al centro, a lo esencial, o, con otras palabras: el problema de nuestro tiempo es la ausencia de Dios y por eso el deber prioritario de los Cristianos [juntos: católicos y acatólicos, N. del A.] es testimoniar al Dios viviente» [49]. Seguramente así los cristianos de todos los tipos (¡o casi!) estarán de acuerdo sobre el mínimo que es la existencia de Dios, «la realidad del juicio y de la vida eterna» [50]; y este «imperativo», por fuerza, «une», porque «todos los cristianos están unidos en la fe de este Dios que se ha revelado, encarnado en Jesucristo» [51] (Para la condena de esta idea de un testimonio común consúltese siempre Mortálium Ánimos).
   
Recíproca purificación.
¿Pero cómo se da, en la práctica, la continua «esencialización» (que Congar —recuerda Ricca — llamaba «ressourcement»)?
   
Para Ratzinger este proceso, positivo, viene de las otras «iglesias». La Iglesia Católica sería así continuamente purificada… por parte de las sectas heréticas. Por lo cual, en espera de la unidad (multiforme), es bueno que haya diversidad (reconciliada).
«Opórtet et hæréses esse» dice San Pablo. Quizás no estamos todavía todos maduros para la unidad y necesitamos la espina en la carne, que es el otro en su alteridad, para despertarnos de un cristianismo mermado, recortado. Quizás es nuestro deber ser espina el uno para el otro. Y existe un deber de dejarse purificar y enriquecer por lo otro. […] Aún en el momento histórico en el cual Dios no nos da la unidad perfecta, reconocemos al otro, al hermano cristiano, reconocemos las iglesias hermanas, amamos la comunidad del otro, nos vemos juntos en un proceso de educación divina en la cual el Señor usa las diversas comunidades una para otra, para hacernos capaces y dignos de la unidad definitiva» [52].
Por ende, según Ratzinger, Dios querría las «herejías» (mientras sólo las permite, como permite el mal); y lo que es más, Dios quiere, provisoriamente, las divisiones, las diversas comunidades, para que una perfeccione a la otra. La Iglesia Católica estaría por ende «despertada» «purificada», «enriquecida» y no más «mermada» gracias a las sectas heréticas de que se sirve el Señor. Y viceversa, la Iglesia Católica desempeñaría la misma función en las confrontaciones con las otras iglesias. Todas, dialécticamente, en marcha hacia la indefinida unidad futura de una Iglesia desconocida que resultará de este proceso.
   
Modelo, pero solo modelo, de esta Iglesia futura es la Iglesia primitiva, la cual estaba unida «en los tres elementos fundamentales: Sagrada Escritura, regula fidei, estructura sacramental de la Iglesia y además, era diversísima» [53]. ¿No estaba unida también bajo el magisterio y el gobierno del Papa? Y, aún en las diversidad locales, ¿no había la misma fe, cosa que no se da con los protestantes y los ortodoxos?
   
Ratzinger nos pide adherir a una iglesia futura desconocida modelada sobre una iglesia antigua falseada para abandonar, en realidad, la Iglesia eterna e inmutable de Cristo.
   
Conclusión: Pío XI juzga a Ratzinger.
Si Ratzinger no sabe hacia qué modelo futuro van estas iglesias «espina-en-la-carne» que se «esencializan» unas con otras, se lo dirá Pío XI. El Papa se pronunció en aquélla encíclica que Ratzinger mismo osó declarar conforme al Vaticano II (!): «Mortálium Ánimos».
   
La teoría ecumenista, o pancristiana como se decía entonces, «allana el camino al naturalismo y al ateismo»; prepara «una pretendida religión cristiana que dista mil millas de la única Iglesia de Cristo» «es el camino al menosprecio de toda religión o indiferentismo, y al modernismo» «es una estupidez y una bestialidad». Pero no echemos a Ratzinger toda la culpa. Él no es sino el fiel interprete del Vaticano II, como por otra parte Karol Wojtyla. Es ése el cuerpo extraño que hay que expeler y que las fuerzas sanas de la Iglesia, esposa de Cristo, indudablemente rechazarán. En cuanto a nosotros, queremos pertenecer a la Iglesia Católica y no a las elucubraciones heterodoxas de Oscar Cullmann y de su discípulo (diversamente unido y unidamente diverso) Joseph Ratzinger.
      
NOTAS
[1] Ambas ligadas a Comunión y Liberación.
[2] N. del T.: Los valdenses son una secta herética italiana con muchos siglos y pocos adeptos.
[3] Ricca, «30 Giorni», p. 69.
[4] «Il sabbato», p. 61.
[5] Franco Ardusso, Giovanni Ferretti, Annamaria Pastore, Ugo Perone. La Teologia contemporanea: introduzione e brani antologici. Marietti 1980, p. 108.
[6] «Il sabbato», p. 63.
[7] Op. cit., p. 63.
[8] Ardusso, op. cit. p. 110.
[9] «Il sabbato», p. 62.
[10] Brescia, 1988
[11] Ibid.
[12] Ibid., p. 63.
[13] Ibid.
[14] Ibid.
[15] Ardusso, op. cit., p. 112.
[16] cf. Ardusso, op. cit., p. 112; «Il sabbato», p. 62.
[17] «30 Giorni», p. 68.
[18] Pío XI, Encíclica Mortálium Ánimos, del 6/1/1928.
[19] Ibidem.
[20] «30 Giorni», p. 7.
[21] Ibid., p. 70.
[22] Pío XI, Mortálium Ánimos.
[23] «30 Giorni», p. 66.
[24] En italiano: «si mena il canper l’aia», coloquialismo que significa hacer tiempo mediante vaguedades.
[25] «30 Giorni», p. 68.
[26] Esto es una herejía: DS 2593.
[27] «30 Giorni», p. 62.
[28] Ibid., p. 70-71.
[29] Ibid., p. 68.
[30] Ibid., p. 69.
[31] cf. «30 Giorni», p. 68.
[32] 30 Giorni», p. 68.
[33] Ratzinger en «30 Giorni» p. 68.
[34] Pío XI, Mortálium Ánimos.
[35] 30 Giorni», p. 66.
[36] Ibid., p. 67.
[37] Ibid., p. 66.
[38] Ibid., p. 68.
[39] Ibid., p. 69.
[40] Ibid., p. 66.
[41] Ibid., p. 67
[42] Ibid., p. 69.
[43] Ibid., p. 68.
[44] Ibid., p. 68.
[45] Ardusso, op. cit., p. 457.
[46] Pío XI, Mortálium Ánimos.
[47] Arsusso, op. cit., p. 458.
[48] «30 Giorni», p. 72.
[49] Ibid., p. 73.
[50] Ibid.
[51] Ibid.
[52] Ibid., p. 68.
[53] Ibid., p. 66.

sábado, 26 de noviembre de 2011

LAS HEREJÍAS DEL (FUTURO) PREFECTO MÜLLER

   
El obispo de Ratisbona, Alemania, Gerhard Ludwig Müller Straub, fue recibido en audiencia privada por Benedicto XVI el 16 de Noviembre. Una audiencia muy diciente no solo porque Müller es el curador de la Ópera ómnia de Ratzinger en alemán, sino que suena como sucesor del cardenal William Joseph Levada Núñez como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el dicasterio que pretende velar por la “ortodoxia” doctrinal. Pero resulta que este es un personaje que es señalado de profesar herejías:
   
CONTRA LA VIRGINIDAD PERPETUA DE MARÍA. (“Katholische Dogmatik. Für Studium und Praxis der Theologie” / Dogmática católica. Teoría y práctica de la teología, 8.ª ed. Friburgo: Herder, 2010], págs. 489-494. Traducción española por Marciano Villanueva Salas. Barcelona: Herder, 1998, págs. 498-504).
  
ALEMÁN
Die Empfängnis des ewigen Wortes Gottes als Mensch von der Jungfrau Maria durch die Schöpfermacht des göttlichen Geistes (concéptus de Spíritu sancto natus ex María vírgine) erscheint schon in den frühesten Glaubensbekenntnissen als fester Bestandteil des kirchlichen Dogmas.

Gemeint ist nicht die Abweichung von einer biologischen Regel und die Entstehung Jesu aus einer theogamen Verbindung, wie sie in den ägyptischen und hellenistischen Mythen vorkommt und dort die biologische Konstitution eines götter-menschlichen Mischwesens zur Folge hat. Thematisiert wird vielmehr der alle Möglichkeiten der Natur und der menschlichen Vorstellung übergreifende Vorgang der Selbstvermittlung des ewigen Wortes (Sohnes) Gottes in die konkrete Existenz eines geschichtlichen Menschen ohne die zweitursächliche und geschöpfliche Vermittlung einer geschlechtlichen Zeugung. Die jungfräuliche Empfängnis ist nicht die Ursache der ewigen Gottessohnschaft des Logos und der Aufnahme der menschlichen Natur Christi in die Relation des ewigen Sohnes zum Vater, sondern ihre Wirkung und ihre symbolische Repräsentanz im Bedingungsrahmen menschlicher Erfahrung. Der Glaube richtet sich unmittelbar auf das Wirken Gottes und seine Vergegenwärtigung in der Wirkung, nämlich der Empfängnis und Geburt des ewigen Gottessohnes als Mensch aus der Jungfrau Maria. So ist die Empfängnis Jesu vom Heiligen Geist die metaphysische Ursache der Inkarnation, während die Empfängnis und Geburt aus der Jungfrau Maria das Realsymbol der Inkarnation darstellt.

Der Sinn des Glaubens an die jungfräuliche Empfängnis Jesu aus dem Heiligen Geist erschließt sich nicht im Horizont eines biologischen Ausnahmefalles, sondern allein im theologischen Horizont der einzigartigen Tatsache, dass Gott nicht einen vorhandenen Menschen annehmen und sich durch ihn aussagen will, sondern dass Gott selbst Mensch werden will.
  
Mit Karl Rahner kann gesagt werden:
„Bei aller echten Menschlichkeit des Werdens Jesu ist er auf andere Weise geworden als wir. Ist Jesus der Gottessohn, dann ist sein Werden selber gottmenschlich, während unseres menschlich ist. Es kann hier nun nicht der augustinische Satz interpretiert werden: Assumendo creatur, d.h. der Akt der Annahme der Der Akt der Annahme der Selbstaussage Gottes, die die menschliche Wirklichkeit Jesu ist, hat als ein ihm inneres Moment, das Werden der menschlichen Wirklichkeit Jesu bei sich, insofern dieses Werden die schöpferische Tat Gottes ist. Dieses ist von daher gewiß anders als unseres. Es bedeutet dann einen schöpferischen Neuanfang aus der ursprünglichen Initiative Gottes und nicht die einfache Fortsetzung der Geschichte aus den Mitteln der Welt.“ (in: R. Kilian u. a., Zum Thema Jungfrauengeburt, St 1970, 121–158, hier 141).
 
Die Jungfräulichkeit Marias in der Geburt Seit 
Anfang des 4. Jh. begegnet in verschiedenen Varianten die Dreierformel von der Jungfräulichkeit Marias vor, in und nach der Geburt (semper virgo / aeiparthenos). Die Grundlage bildet die in ihrer Glaubensbereitschaft angenommene jungfräuliche Gottesmutterschaft. Aus dieser eher christologischen Aussage über die Jungfräulichkeit Marias vor der mariologischen Akzentuierung der Aussage die Prägung des Geburtsvorganges (virginitas in partu) durch die Tatsache, dass Maria den Gott-Menschen und Erlöser gebiert und dass sie in der Konsequenz ihrer ganzmenschlichen Hingabe an das Erlösungsereignis keinen ehelichen Umgang mit Josef hatte und darum auch ohne weitere Kinder geblieben ist. Den Glaubensinhalt der Jungfräulichkeit Marias vor, in und nach der Geburt und damit der immerwährenden Jungfräulichkeit Marias bezeugen alle Kirchenväter etwagegen die häretische Sekte der Antidikomarianiten (Epiphanius von Salamis, Panarion III, haer. 78, 79) und gegen Jovinian (Hieronymus, adv. Jovin.; Augustinus, ep. 137, 2,8; hær. 82; Ambrosius, Insst. virg. 8, 52; Isidor von Sevilla, orig. VII, 5, 46, 57 u. a.). Die in dieser Dreierform (Zeno von Verona, Tract. II, 12) ausgesprochene immerwährende Jungfräulichkeit wird als verbindliche Glaubenslehre kirchlich rezipiert (Synode von Mailand 379; Ch. J. Hefele - H. Leclercq, 78 ff.; Tomus Leonis: DH 294; Can. 6 des II. Konzils von Konstantinopel 553: DH 427; Can. 2-4 der Lateransynode 649: DH 502-504). Jenseits einer gnostisch-dualistischen Mißdeutung der virginitas in partu als Verleugnung der Realität der Menschheit Jesu (vgl. das Zögern Tertullians in dieser Frage, carn. 23; monog. 8) muß die kirchliche Lehre im Sinne der Realität der Inkarnation ausgelegt werden. Es geht nicht um abweichende physiologische Besonderheiten in dem natürlichen Vorgang der Geburt (wie etwa die Nichteröffnung der Geburtswege, die Nichtverletzung des Hymen und der nicht eingetretenen Geburtsschmerzen), sondern um den heilenden und erlösenden Einfluß der Gnade des Erlösers auf die menschliche Natur, die durch die Ursünde „verletzt“ worden war. Die Geburt beschränkt sich für die Mutter nicht lediglich auf einen biologischen Vorgang. Sie konstituiert ein personales Verhältnis zum Kind. Die passiven Bedingungen der Geburt sind in diese Personalrelation integriert und innerlich davon bestimmt. Die Besonderheit des Personalverhältnisses Marias zu Jesus ist dadurch bestimmt, daß er der Erlöser ist und daß ihr Verhältnis zu ihm in einem umgreifenden theologischen Horizont zu verstehen ist. Im Rückgriff auf die Eva-Maria-Parallele fanden die Kirchenväter die Möglichkeit begründet, das Ereignis der Geburt des Erlösers in eine Antithetik zu bringen zu den Strafworten (Poenalitäten) über Eva, wo von den „Schmerzen der Frau durch die Geburt“ als Ausdruck der durch die Sünde verletzten Schöpfung gesprochen wird (Gen 3, 16). Auch der in der Schöpfung begründete natürliche Vorgang der Geburt ist durch die Erfahrungen der Entfremdung des Menschen von Gott, seinem Ursprung und Ziel, mitbestimmt. Im Akt des Gebärens (wie bei anderen menschlichen Grundvollzügen) zeigt sich eine Differenz in der Passivität der Widerfahrnis, dem die Gebärende unterworfen ist, und ihrem inneren Willen zur Aktivität, d. h. zur personalen Integration des ganzen Ereignisses. Diese Differenz wird in einem anthropologischen Sinn als „Schmerz“, Desintegration und Bedrohung erfahren. Durch ihr Ja-Wort aber zur Menschwerdung Gottes aus ihr ist Marias Verhältnis zu Jesus auch im Akt der Geburt schon im Horizont des eschatologischen Heils zu sehen, das sich in Christus ereignet hat. Der Inhalt der Glaubensaussage bezieht sich also nicht auf physiologisch und empirisch verifizierbare somatische Details. Sie erkennt vielmehr in der Geburt Christi schon die Vorzeichen des eschatologischen Heils der messianischen Endzeit, die mit Jesus angebrochen ist (vgl. Jes 66, 7-10; Ez 44, 1 f.). Bei der theologischen Interpretation der Freiheit Marias vom „Schmerz“ bei dem Heilsereignis der Geburt des Erlösers ist auch die biblisch bezeugte Lehre von der der Kreuzesnachfolge Marias zu berücksichtigen (Lk 2,35; Joh 19,25). Die christliche Spiritualität erkennt, nach dem Vorbild Maria, in jeder Geburt, die eine Frau im Glauben annimmt, eine Erfahrung des endzeitlich gekommenen Heiles.
  
Den Glaubensinhalt der Virginitas in partu gibt Karl Rahner treffend wieder:
“…die Lehre der Kirche sagt mit dem eigentlichen Kern der Tradition: die (aktive) Geburt Marias ist (von dem Kind und seiner Mutter her), so wie ihr Empfangen, von der Gesamtwirklichkeit her (als ganzmenschlicher Akt dieser ‘Jungfrau’) auch in sich (und nicht nur von der Empfängnis her […]) dieser Mutter entsprechend und darum einmalig, wunderbar, ‘jungfräulich’, ohne daß wir aus diesem Satz (der in sich aber verständlich ist), die Möglichkeit haben, sicher und für alle verpflichtend, Aussagen über konkrete Einzelheiten dieses Vorgangs abzuleiten.” (“Virginitas in Partu”, in Schriften zur Theologie, vol. IV [Einsiedeln: Benziger Verlag, 1966], p. 205)
Die Jungfräulichkeit Marias nach der Geburt (Virginitas post partum)
Erst ab dem 3. Jh. wird (abgesehen von einigen Andeutungen in der nicht-kanonischen Literatur) die bleibende Jungfräulichkeit Marias auch nach der Geburt zu einem theologischen Thema.

Wenn die Gottesmutterschaft Marias nicht nur eine biographische Episode ist, sondern der bestimmende Grundzug ihres Gottesverhältnisses und damit ihres Lebensentwurfes, dann ergibt sich daraus die theologische Frage nach ihrer Lebensform. Sie, die „nach dem Ratschluß der göttlichen Vorsehung hier auf Erden die erhabene Mutter des göttlichen Erlösers, in einzigartiger Weise vor anderen seine großmütige Gefährtin und die demütige Magd des Herrn" (LG 61) war, wußte sich selbst dem Dienst an Christus und dem Reich Gottes in einer Weise verpflichtet, daß sie „um des Himmelreiches willen" (Mt 19, 12) auf den Vollzug der Ehe mit Josef, ihrem rechtmäßigen Mann, verzichtete und als Folge davon nach Jesus keine weiteren Kinder mehr hatte. Gegner dieser sich im 3. und 4. Jh. durchsetzenden Glaubensüberzeugung der Kirche waren die Antidikomarianiten, Jovinianus und Bonosus von Sardika (vgl. dagegen P. Siricius, Brief an B. Anysius v. Thess.: NR 470). Dem Angriff des Helvidius setzte Hieronymus 381 eine scharfe Polemik entgegen: „Adversus Helvidium de Mariæ virginitate perpetua". Das II. Konzil von

Konstantinopel 553 und die Lateransynode 649 bezeugen die gesamtkirchliche Rezeption dieser dogmengeschichtlichen Entwicklung.

Das exegetisch-historische Problem dieser Glaubensüberzeugung ist, daß im Neuen Testament kein positives Zeugnis hierfür vorliegt. Die biblische Redeweise von den „Brüdern und Schwestern des Herrn" (Mk 3, 31; 6, 3; 1 Kor 9, 5; Joh 2, 12; 7, 3-12) scheint auf den ersten Blick sogar dagegen zu sprechen.  

Auf keinen Fall im Widerspruch dazu steht die Formulierung, Josef erkannte sie aber nicht, bis sie ihren Sohn gebar" (Mt 1, 25), weil hier zum Abschluß der Erzähleinheit noch einmal die Tatsache bestätigt wird, daß Josef nicht der leibliche Vater ist, während über die folgende Zeit nichts ausgesagt werden soll.

Auffällig ist nun aber, daß die „Brüder" und „Schwestern Jesu" niemals „Söhne" oder „Töchter Marias" genannt werden, oder, wie es biblischem Sprachgebrauch entspräche, wenn die Vollbruderschaft ausgedrückt werden soll: „Sohn derselben Mutter" (Dtn 13, 7; Ri 8, 19; Ps 50, 20). Da es bei der Perikope von den wahren Verwandten Jesu nicht um die historische Feststellung des genauen Verwandtschaftsgrades geht, sondern um die Herausstellung des Verhältnisses zu Jesus im Glauben im Unterschied zur Verbindung aufgrund der Blutsverwandtschaft, ist auch nicht klar, welchen genaueren Verwandtschaftsgrad die Bezeichnung „Brüder und Schwestern" meint. Nach hebräischem und aramäischem Sprachgebrauch, und auch dem von vielen anderen Sprachen bis zum heutigen Tag, kann das Wort „Bruder" auch „Verwandte ersten und zweiten Grades" bezeichnen, also Brüder und Vettern (vgl. Gen 13, 8; 14, 14; 24, 48). So könnte die Begrifflichkeit aus der palästinensischen Gemeinde wörtlich in die griechische Sprache übertragen worden sein, in der Bruder viel deutlicher den Verwandtschaftsgrad als solchen bezeichnet. Im Anschluß an das Protoevangelium des Jakobus und Clemens von Alexandrien hält Origenes die Brüder Jesu für Kinder Josefs aus erster Ehe (hom. in Luc. 7), während Hieronymus - maßgeblich für die westliche exegetische Tradition sie für Vettern Jesu hält (Helvid. 19).

Die Glaubensaussage ruht hier auf einem Konvenienzargument. Sie entstammt glaubender Überlegung. Die frühe Kirche begriff die Jungfräulichkeit Marias als eine Aussage über ihre ganz-menschliche, personal und heilsgeschichtlich bedeutsame Bezogenheit auf den Gott der Offenbarung und auf die geschichtliche Realisierung der Offenbarung im Leben Jesu. Der Einzigartigkeit dieser Empfängnis und Geburt entspricht auch die Einzigartigkeit der Beziehung Marias auf Gott. Die jungfräuliche Gottesmutterschaft ist somit die personale Mitte dieser Gottesbeziehung und der Realisierung ihres Lebens.

Die mariologischen Ideen der Kirchenväter bezüglich der Jungfräulichkeit Marias nach der Geburt bildeten sich besonders aus in Verbindung mit dem christlichen Ideal der Ehelosigkeit um des Himmelreiches willen (Mt 19, 12) und des evangelischen Rates zu dieser christlichen Lebensform “um der Sache des Herrn willen” (1 Kor 7,25-38).
  
TRADUCCIÓN
La virginidad de María como prueba de la verdadera naturaleza humana de Cristo (virginitas ante partum)
La concepción por la virgen María de la Palabra eterna de Dios como hombre en virtud del poder creador del Espíritu divino (conceptus de spiritu sanctu, natus ex Maria virgine) figura ya en las más antiguas confesiones de fe como firme elemento constitutivo del dogma de la Iglesia.
  
Lo que aquí se afirma no es la excepción a una regia biológica, ni el origen de Jesús a partir de una unión teógama al modo de las que se describen en los mitos egipcios y helenistas, y cuya consecuencia es la constitución biológica de un ser mixto humano-divino. El tema básico es aquí el proceso —superior a todas las posibilidades de la naturaleza y a la capacidad de comprensión humana— de la auto-comunicación de la Palabra eterna (el Hijo) de Dios en la existencia concreta de un hombre historico sin la mediación de las dos causas creadas que actuan en la generación sexual. La concepción virginal no es la causa de la filiación eterna del Logos y de la asunción de la naturaleza humana de Cristo en la relación del Hijo eterno al Padre, sino su efecto y su representación simbólica en el marco de condiciones de la experiencia humana. La fe se dirige inmediatamente a la acción de Dios y a su actualización en el efecto, esto es, en la concepción por la virgen María y el nacimiento de ella del Hijo eterno de Dios hecho hombre, Así, la causa metafísica de la encarnación es la concepción de Jesús por obra del Espíritu Santo, mientras que la concepción por y el nacimiento de la virgen María constituyen el símbolo real de dicha encarnación.

 […]
  
El sentido de la fe en la concepción virginal de Jesús por obra del Espíritu Santo no se descubre en el horizonte de un caso biológico excepcional, sino tan solo en el horizonte teológico del hecho singular de que Dios no asume un hombre ya existente y se expresa a traves de él, sino de que Dios mismo se hace hombre. Puede decirse con Karl Rahner:
«Admitido que Jesús asume una autentica humanidad, no es menos cierto que la asume de una manera diferente de la nuestra. Si Jesús es el Hijo de Dios, entonces su devenir es humano-divino, mientras que el nuestro es humano. Aquí no puede interpretarse la sentencia agustina: assumendo creatur. Es decir, el acto de la aceptación de la autoexpresión de Dios, que es la realidad humana de Jesús, tiene, como componente íntimo, el devenir de la realidad humana de Jesús en sí, en cuanto que este devenir es la acción creadora de Dios. Nos hallamos, pues, ante un devenir indudablemente distinto del nuestro. Significa un nuevo comienzo creador a partir de la iniciativa originaria de Dios, y no la simple continuación de la historia con los medios del mundo» (En R. Kilian y otros, Zum Thema Jungfrauengeburt, St 1970,121-159; aquí 141).
   
La virginidad de María en el parto.
Desde los primeros años del siglo IV aparecen, con diversas variantes fórmulas trimembres acerca de la virginidad de María antes, en y después del parto. Su fundamento se encuentra en la maternidad virginal asumida en virtud de su disposición a creer. A partir de este enunciado cristológico sobre la virginidad de María antes del parto se sigue –con un sentido más acusadamente mariológico de la afirmación– la insistencia en el proceso mismo de parto (virginitas in parto), derivada del hecho de que María da a luz realmente al Dios hombre y Redentor y de que, en la secuencia de su absoluta entrega humana al acontecimiento de la redención, no tuvo ninguna relación con José, ni por tanto, otros hijos. El contenido de fe de la virginidad de María antes, en y después del parto y, por consiguiente, su virginidad perpetua, está testificado por todos los Padres de la Iglesia por ejemplo contra la secta de los antidicomarianitas (Epifanio de Salamina, Panarion III, hær. 78,79) y contra Joviniano (Jer⁹nimo, adv. Jovin.; Agustín, ep. 137, 2,8; haer. 82; Ambrosio, De inst. virg. 8,52; Isidoro de Sevilla, Orig. VII, 5,46, 57 y otros). Esta virginidad perpetua, que encuentra su expresión en la fórmula trimembre (Zenón de Verona, Tract. II, 12), ha sido recibida en la Iglesia como doctrina de fe vinculante (sinodo de Milan, 379; Ch. J. Hefele — H. Leclercq, 78ss.; Tomus Leonis: DH 294; DHR 144; canon 6 del II concilio de Constantinopla del 553: DH 427; DJR 218; cánones 2-4 del sínodo laterano del 649: DH 502-504; DHR 255-257). Más allá y por encima de la errónea interpretación del dualismo gnóstico de la virginitas in partu entendida como negación de la realidad de la humanidad de Jesús (cf. las dudas de Tertuliano en este punto, carn. 23; monog. 8), esta doctrina eclesial debe ser entendida en el sentido de la realidad de la encarnación. No se trata, pues, de singularidades fisiológicas del alumbramiento (por ejemplo, que no se abriera el canal del parto, o que no se rompiera el himen ni se produjeran los dolores propios de las parturientas), sino de la influencia salvadora y redentora de la gracia del Redentor sobre la naturaleza humana, que había sido “vulnerada” por el pecado original.  Para la madre, el parto no se reduce a un simple proceso biológico. Crea una relación personal con el hijo. Las condiciones pasivas del alumbramiento se integran en esta relación personal y están internamente determinadas por ella. La peculiaridad de la relación personal de María con Jesús está definida por el hecho de que su Hijo es el Redentor y de que en su relación con él debe ser entendida en un amplio horizonte teológico. Los Padres de la Iglesia entienden que el paralelismo Eva-María ofrece la posibilidad de situar el acontecimiento del alumbramiento del Redentor en línea antitética con la sentencia del castigo (las penalidades) contra Eva, en la que «los dolores de parto de la mujer» son expresión de la creación herida por el pecado (Gen. 3, 16). También el proceso natural del parto, fundamentado en la creación, se ha visto condicionado y afectado por las experiencias del alejamiento del hombre frente a Dios, que es su origen y su fin. En el acto del alumbramiento (como en otras realizaciones humanas básicas) se perfila una diferencia entre la pasividad del suceso a que se ve sometida la parturiente y su voluntad de comportamiento activo, es decir, de integración personal en la totalidad del acontecimiento. En perspectiva antropológica, esta diferencia se experimenta como “dolor”, desintegración y amenaza. Pero en virtud de la respuesta afirmativa a la encarnación de Dios, debe contemplarse la relación de María con Jesús, incluido el acto del alumbramiento, en el horizonte de la salvación escatológica que ha acontecido en Cristo. Por consiguiente, el contenido del enunciado de fe no se refiere a detalles somáticos fisiológicos y empíricamente verificables. Descubre, más bien, en el nacimiento de Cristo los signos anticipados de la salvación escatológica del tiempo final mesiánico, ya iniciado con Jesús (cf. Is. 66, 7-10; Ez. 44, 1-2). En la interpretación teológica de la liberación de “dolores” de María en el acontecimiento del parto del Redentor debe también tenerse en cuenta la doctrina, testificada por la Biblia, del seguimiento de María hasta la cruz (Lc. 2, 35, Jn. 19, 25). La espiritualidad cristiana reconoce –de acuerdo con el modelo de María– que en todo parto que una mujer acepta en la fe hay una experiencia de la salvación ya venida escatológicamente.
  
Karl Rahner ha expresado acertadamente el contenido de la afirmación de fe de la virginitas in partu:
«La doctrina de la Iglesia dice, con el genuino nucleo de la tradición: el alumbramiento (activo) de María es (desde el punto de vista del hijo y de su madre), al igual que su concepción desde la realidad total (como acto plenamente humano de esta “virgen”), también en sí (y no solo desde el punto de vista de la concepción […] tal como corresponde a esta madre y, por tanto, singular, admirable, “virginal”, sin que de este enunciado (en sí mismo comprensible) podamos tener la posibilidad de deducir afirmaciones sobre los detalles concretos de este proceso seguros y vinculantes para todos» (“Virginitas in Partu”, en Schriften Schriften zur Theologie, vol. IV [Einsiedeln: Benziger Verlag, 1966], 173-205, aquí 205).
 
La virginidad de Maria despues del parto (virginitas post partum)
A partir del siglo III (y prescindiendo de algunas indicaciones en la literatura extra-canónica), la virginidad de María también después del parto alcanza el rango de tema teológico.
  
Si la maternidad divina de María no se reduce a un simple episodio biográfico, sino que es el rasgo fundamental que define su relación con Dios y, por tanto, el esquema total de su vida, se plantea de forma inevitable la pregunta teológica de su género de vida. La que «por designio de la divina Providencia fue en la tierra la esclarecida Madre del divino Redentor y en forma singular la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor» (Lumen Gentium 61) se sabía obligada al servicio de Cristo y del reino de Dios de una manera tal que «por el amor del reino de los cielos» (Mt. 19, 12) renunció a la consumación del matrimonio con José, su legítimo esposo, de modo que, después de Jesús, no tuvo ningún otro hijo.
  
Se opusieron a esta convicción de fe de la Iglesia, que se fue asentando sólidamente en el curso de los siglos III y IV, los antidicomarianitas Joviniano y Bonoso de Sárdica (cf. en contra P. Siricio, Carta a B. Anysio de Tes., NR 470). Jerónimo mantuvo el ano 381 una viva polemica para rechazar un ataque de Helvidio: Adversus Helvidium de Mariæ perpetua virginitate. El II concilio de Constantinopla del 553 y el sínodo laterano del 649 testifican que la Iglesia universal aceptaba esta evolución de la historia de los dogmas.
  
Esta convicción de fe se enfrenta al problema, de tipo exégetico-histórico, de que en el Nuevo Testamento no existe ningún testimonio positivo en su favor. Se diría, incluso, que a primera vista los pasajes bíblicos que hablan de los «hermanos y hermanas del Señor» (Mc. 3, 31; 6,3; 1. Cor. 9, 5; Jn. 2, 12; 7, 3-12) testifican en contra.
  
No presenta ninguna contradicción la formulación «Y hasta el momento en que ella dio a luz un hijo, él (José) no la había tocado» (Mt. 1, 25), porque lo que aquí se afirma, al final de la unidad narrativa, es dl hecho de que José no era el padre carnal de Jesus. Nada se dice sobre acontecimientos posteriores.
  
Llama la atención que de los «hermanos y hermanas de Jesús» no se diga nunca que fueran «hijos» o «hijas» de María o, como cabria esperar del lenguaje bíblico cuando se quiere indicar que se trata de verdaderos hermanos, «hijos de la misma madre» (Dt. 13,7; Jue. 8, 19; Sal. 50, 20). Dado que en el pasaje que habla de quiénes son los verdaderos familiares de Jesús no se trata de establecer históricamente el auténtico grado de parentesco, sino de destacar la relación con Jesús en la fe, diferenciándola de la que se basa en los lazos de sangre, no resulta claro que quiere significar la expresión «hermanos y hermanas». Según el uso lingüístico hebreo y arameo, y de otras numerosas lenguas hasta nuestros mismos días, la palabra «hermano» puede aplicarse a familiares del primer y del segundo grado, es decir, a los hermanos y a los primos (cf. Gén. 13, 8; 14, 14; 24, 48). Este entramado conceptual pudo pasar literalmente de la comunidad palestina a la lengua griega, en la que el vocablo indica mucho más precisamente que el hermano es el pariente en primer grado. Apoyándose en el Protoevangelio de Santiago y en Clemente de Alejandría, Orígenes entiende que los hermanos de Jesús son hijos de un primer matrimonio de José (hom. in Luc. 7). Jerónimo, en cambio, afirma —con una autoridad que ha sido determinante para la tradición exegética occidental— que se trata de primos de Jesús (Helvid. 19).

El enunciado de fe se basa aquí en un argumento de conveniencia y surgio de la reflexión creyente. La primitiva Iglesia entendió la virginidad de María como una afirmación sobre su importante referencia humana total, personal e histórico-salvífica al Dios de la revelación y a la realización histórica de esta revelación en la vida de Jesús. A la singularidad de esta concepción y de este alumbramiento responde también la singularidad de la relación de María con Dios. Y así, esta maternidad virginal se convierte en el nucleo y en el centro personal de su relación con Dios y de la realización de su vida.
   
Las ideas mariológicas de los Padres de la Iglesia respecto de la virginidad de María despues del parto se formaron sobre todo en el contexto del ideal cristiano del celibato por el reino de los cielos (Mt. 19, 12) y del consejo evangélico en favor de este género de vida cristiano dedicado «a las cosas del Señor» (1. Cor. 7, 25-38).
   
NIEGA LA TRANSUBSTANCIACIÓN. (“Die Messe: Quelle christlichen Lebens” / La Misa: Fuente de vida cristiana, cap. V. Augsburgo: Sankt Ulrich Verlag: 2002, págs. 139 y 140. Traducción española por José Ramón Matito Fernández, Madrid: Ediciones Cristiandad: 2004, pág. 153 y 154).
«En realidad, el cuerpo y la sangre de Cristo no significan los elementos materiales del hombre Jesús durante su vida terrena o en su corporeidad transfigurada. Cuerpo y sangre significan aquí ante todo la presencia de Cristo en el signo del pan y el vino, comunicables para la percepción sensorial humana en el aquí y el ahora. Así como los discípulos estaban junto a Jesús antes de la pascua de forma perceptible, escuchando sus palabras y distinguiéndolo de forma humana en su figura material, nosotros tenemos ahora a Jesús por mediación de la comida y la bebida del pan y del vino. Únicamente en el ámbito interpersonal una carta es capaz de transmitir la amistad entre dos personas, y el destinatario, por así decirlo, es capaz de imaginar y captar la simpatía del remitente.
 
Sin embargo, Dios puede realizar su presencia histórico salvífica en Jesucristo de forma absolut a través del empleo del pan y del vino, porque él hace de estos dones signo de su presencia salvífica. Se trata aquí de una transubstanciación de las especies del pan y el vino. La naturaleza de estos dones no consiste en lo que puede determinarse científicamente como elemento último. Su esencia solo puede aclararse en referencia al hombre. Por tato, la determinación esencial del pan y el vino tiene que establecerse antropológicamente. La naturaleza propia de estos dones como frutos de la tierra y del trabajo humano, como unidad de un producto natural y de un producto cultural, consiste en aclarar, bajo el signo del banquete común, el alimento y el fortalecimiento del hombre y la comunión de los hombres. Naturalmente, estos dones son también una referencia a que nuestra vida y el sustento de nuestra existencia dependen de Dios, al que, por ello, nos sentimos obligados a dar las gracias. Esta esencia natural del pan y el vino es transformada por Dios en el sentido de que ahora, la naturaleza del pan y del vino consiste en interpretar y realizar la comunión salvífica de Dios, que ha acontecido en la encarnación, la cruz y la resurrección del Hijo de Dios, y en el envío del Espíritu Santo» (“Die Messe: Quelle christlichen Lebens” / La Misa: Fuente de vida cristiana, cap. V. Augsburgo: Sankt Ulrich Verlag: 2002, págs. 139 y 140. Traducción española por José Ramón Matito Fernández, Madrid: Ediciones Cristiandad: 2004, pág. 153 y 154).
  
NIEGA LA HISTORICIDAD DE LA RESURRECCIÓN. (“Katholische Dogmatik. Für Studium und Praxis der Theologie” / Dogmática católica. Teoría y práctica de la teología, 8.ª ed. Friburgo: Herder, 2010, págs. 300, 301 y 303).

ALEMÁN
Eine laufende Filmkamera hätte weder das Auferstehungsereignis, das im Kern der Vollzug der personalen Relation des Vaters zum menschgewordenen Sohn im Heiligen Geist ist, noch die Ostererscheinungen Jesu vor seinen Jüngern in Bild und Ton festhalten können. Den technischen Apparaten oder auch den Tieren fehlt im Unterschied zur menschlichen Vernunft die Möglichkeit einer transzendentalen Erfahrung und damit auch des Angesprochenwerdens durch das Wort Gottes in der Vermittlung sinnlich faßbarer Phänomene und Zeichen. Nur die menschliche Vernunft in ihrer inneren Einheit von Kategorialität und Transzendentalität ist determinierbar durch den Geist Gottes, um in dem vom Offenbarungsereignis ausgelösten sinnlichen Erkenntnisbild die Personwirklichkeit Jesu als Ursache des sinnlich-geistigen Erkenntnisbildes wahrnehmen zu können. 
   
[…] Da die Ostererscheinungen den Osterglauben ausgelöst haben, sind sie das historisch ausweisbare Faktum, von dem der Osterglaube der Jünger ausgegangen ist. 
   
[…]
  
Ob der Gang der Frauen zum Grab in der Frühe des Ostermorgens und die Entdeckung, daß der Leichnam Jesu nicht mehr da ist, ein historischer Vorgang in der geschilderten Weise war, muß hier nicht entschieden werden. Es könnte sich darin auch eine Verehrung des Grabes durch die Jerusalemer Gemeinde widerspiegeln.

TRADUCCIÓN
«Una cámara de vídeo no habría podido hacer una grabación audiovisual de cualquiera de las manifestaciones pascuales de Jesús presentándose ante sus discípulos, ni del acontecimiento de la Resurrección, que, en su esencia, es la consumación de la relación personal del Padre con el Hijo encarnado en el Espíritu Santo. En contraste con la razón humana, los animales y los dispositivos técnicos no son capaces de una experiencia trascendental y por lo tanto también carecen de la capacidad de ser dirigidos por la Palabra de Dios por medio de fenómenos perceptibles y signos. Sólo la razón humana en su unidad interna de categorizante [sic] y en su trascendentalidad [sic] es determinable por el Espíritu de Dios para que pueda percibir en la imagen cognitiva sensorial (iniciada por el hecho de la manifestación) la persona en la realidad de Jesús como la causa de esta imagen sensorial cognitiva-mental. 
   
[…] El conocimiento de la realidad del acontecimiento trascendente fue provocado por las apariciones pascuales. La fe de los discípulos es el signo históricamente verificable que remite al acontecimiento pascual, un signo a traves del cual se hace accesible este mismo acontecimiento.
    
[…]
  
Si la visita de las mujeres a la tumba al comenzar la mañana de Pascua y el descubrimiento de que el cuerpo de Jesús no estaba allí [sic], fuese un acontecimiento histórico de la manera que lo es un retrato, eso no tiene que ser decidido aquí. Es posible que esta [narración] refleje la veneración de la tumba por la comunidad de Jerusalén».
    
AFIRMA QUE CATÓLICOS Y PROTESTANTES SON PARTE DE LA “IGLESIA VISIBLE” (Discurso en honor del retirado obispo luterano de Baviera Johannes Friedrich en la Academia Católica de Baviera, 11 de Octubre de 2011).
  
ALEMÁN
Mit größter Deutlichkeit ist hier der Paradigmenwechsel von Polemik und Kontroverse - über die Phase der irenischen Konfessionskunde zur Ökumene der Gegenwart und Zukunft be-schrieben. Ihr Kern besteht darin: Wir bestimmen unser Verhältnis zueinander nicht mehr über die tatsächlich existierenden Differenzen in Lehre, Leben und Verfassung der Kirche, sondern über das Gemeinsame, das zugleich das Fundament ist, auf dem wir stehen. „Einen anderen Grund kann niemand legen als den, der gelegt ist: Jesus Christus… (und ihr?) Wisst ihr nicht. dass ihr Gottes Tempel seid und der Geist Gottes in euch wohnt? (1 Kor 3.11.16).
  
[…]
  
Die Taufe ist das grund-legende Zeichen, das uns sakramental in Christus eint und vor der Welt als die eine Kirche sichtbar macht. Wir sind als katholische und evangelische Christen also auch in dem schon vereint, was wir die sichtbare Kirche nennen. Es gibt daher –genau genommen– nicht mehre-re Kirchen nebeneinander, sondern es handelt sich um Trennungen und Spaltungen innerhalb des einen Volkes und Hauses Gottes: Credo unam ecclésiam … confíteor unum baptísma.

TRADUCCIÓN
«Con mucha claridad vemos que el alejamiento paradigmático de las polémicas y controversias constituye el presente y el futuro del ecumenismo. Su núcleo es éste: ya no determinamos la relación entre nosotros en base a las diferencias existentes en la doctrina, vida y constitución de la Iglesia, sino más bien sobre los cimientos comunes que nos sostienen. “Nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, que es Jesucristo… ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?” (1 Cor. 3, 11, 16).
  
[…]
    
El bautismo es el signo fundamental de que estamos unidos sacramentalmente en Cristo, y que nos presenta como la única Iglesia visible ante el mundo. Por lo tanto, como cristianos católicos y protestantes, ya estamos unidos en lo que llamamos la Iglesia visible. En sentido estricto no hay varias iglesias, una al lado de otra, sino que éstas son separaciones y divisiones dentro de un pueblo y dentro de una casa de Dios: Credo unam ecclésiam … confíteor unum baptísma».
   
DEFENDIENDO LA “Teología de la Liberación”. (“An der Seite der Armen: Theologie der Befreiung” / Del lado de los pobres: Teología de la Liberación. Augsburgo: Sankt-Ulrich-Verlag, 2004. Gustavo Gutiérrez-Merino OP fue maestro de Müller, y gran amigo suyo).
«Yo no hablo de la teología de la liberación en forma abstracta y teórica, ni mucho menos ideológica, para alabar el grupo eclesial progresista. Igualmente, no temo tampoco que esto pueda ser interpretado como una falta de ortodoxia. La teología de Gustavo Gutiérrez, al margen de cómo se la considere, es ortodoxa porque es ortopráctica y nos enseña el correcto modo de actuar cristiano, ya que deriva de la fe auténtica» (“An der Seite der Armen: Theologie der Befreiung” / Del lado de los pobres: Teología de la Liberación. Augsburgo: Sankt-Ulrich-Verlag, 2004. Gustavo Gutiérrez Merino OP fue maestro de Müller, y gran amigo suyo).

SAN JUAN BERCHMANS, CONFESOR Y NOVICIO JESUITA

¡Muy bien, siervo bueno y fiel! Ya que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: ven a tomar parte en el gozo de tu Señor”. (San Mateo 25, 21).
 
San Juan Berchmans
 
El purísimo y angelical mancebo san Juan Berchmans, vivo retrato de las Reglas de la Compañía de Jesús, fue natural de Diest, en el ducado de Brabante, y nació en el día de sábado, con sagrado a la Virgen santísima, con quien tuvo toda su vida muy tierna y regalada devoción. Madrugaba ya desde niño para oír muy de mañana dos o tres misas antes de ir a la escuela; y acostábase a veces muy tarde para meditar en el silencio de la no che la sagrada pasión de Jesucristo. Cuando se confesó para comulgar la vez primera, halló el confesor tan limpia su conciencia, que apenas supo de qué poderle absolver. En su vida y costumbres parecía un ángel, y por tal era tenido; y con este nombre le llamaban. Rogó a sus padres que, a pesar de su pobreza, no le estorbasen el seguir la carrera de la Iglesia, a la que Dios le llamaba y así se concertaron con un canónigo de Malinas, que le serviría en su casa, y aprendería al mismo tiempo las letras humanas en el colegio de la Compañía. Ponía gran cuidado en imitar las acciones y ejemplos de san Luis Gonzaga; hizo, como él, voto de perpetua virginidad a gloria de la sacratísima Virgen; y con su compostura refrenaba a sus compañeros, de tal manera, que ninguno osaba a su vista desmandarse. Mas ¿quién podrá decir la suavísima fragancia y hermosura de sus virtudes, cuando se trasplantaron, como flores del cielo, de los eriales del siglo al paraíso de la religión? Entró Juan en la Compañía a la edad de diez y siete años, y así en el noviciado, como después en los colegios, vivió con tan grande ejemplo y opinión de santidad, que a los que habían conocido a San Luis Gonzaga, les parecía haberlo recobrado en la persona de nuestro santo mancebo. No puso con todo la perfección. de su santidad en asombrosas penitencias: su gran penitencia, decía que había de ser la fiel observancia de las reglas de la Compañía, sin apartarse de la vida común; y esto cumplió tan perfectamente, que jamás pudieron sus superiores y compañeros notar cosa de que poderle avisar; y él mismo tenía escrito entre sus propósitos que antes quisiera morir que quebrantar deliberadamente cualquier regla de la Compañía por mínima que fuese. Habíase obligado con voto a defender la inmaculada Concepción de María, y como hijo de tal Madre, guardaba tan rara modestia, que por sólo ver su semblante hermosísimo y modestísimo acudían muchos a la iglesia del Colegio Romano. Nunca quiso levantar los ojos para mirar muchas cosas dignas de ser vistas que hay en Roma, y algunos que habían procurado saber de que color los tenía, nunca lo pudieron saber. Enseñaba con gracia sin igual la doctrina a los pobres y rogaba a los superiores que le mandasen a la misión de la China, para alumbrar a aquellos infieles y derramar si pudiese la sangre por Cristo. Mas no era la patria de este ángel la tierra, sino, el cielo; y así a la edad de sólo veintidos años, abrazado con el santo crucifijo, el rosario y el librito de las reglas de la Compañía, entregó su alma purísima al Creador. En su lecho de muerte, como se le preguntase lo que había que hacer para asegurarse la protección de María, respondió: “Poca cosa, siempre que se sea fiel a Ella”.
  
MEDITACIÓN SOBRE LA FIDELIDAD EN LAS PEQUEÑAS COSAS
I. Sé fiel a Dios y antes de ofenderlo alguna vez prefiere perder tus riquezas, tu honor y tu misma vida. Es tu Soberano, y, a este título, le debes una inviolable fidelidad; Él es fiel en las promesas que te ha hecho, ¿por qué no habrías de serlo tú en los compromisos que has contraído a su respecto? Después de todo, si traicionas la fe que le juraste en el bautismo, lo obligarás a cumplir su palabra y a ejecutar las amenazas que te hace en la Sagrada Escritura. “Concededme, Señor, que os ame tanto como debo”. (San Agustín).
  
II. Sé fiel en las cosas más pequeñas; allí es donde se manifiesta el amor con mayor brillo. El temor al infierno nos impide a menudo cometer pecados mortales, pero sólo el amor es lo que nos hace evitar las faltas leves. Estas faltas, por otra parte, son muy peligrosas, porque nos disponen para las graves y atraen sobre nosotros penas temporales. Tus enfermedades, tus aflicciones, muy frecuentemente son castigos que Dios te inflige por tus pecados veniales. No esperes estar en el purgatorio para conocer la magnitud de las faltas que actualmente reputas leves.
   
III. Que tu fidelidad sea universal. Sirve a Dios en todo lugar, porque Él está en todas partes; sírvelo hasta el fin de tu vida, porque por la perseverancia ha de ser coronada tu fidelidad. Tú sabes que los honores, los placeres y las riquezas no podrían hacerte feliz, y, sin embargo, te agotas por adquirirlos. Sólo Dios puede darte la felicidad, ¡tú nada haces por Él! “El error humano tiene un culto para todo, excepto para Aquél que ha creado todo”. (Tertuliano).
  
REFLEXIÓN
Hallamos también escrito en el libro de los propósitos de este santo mancebo: «Aborreceré cualquier imperfección que pueda menoscabar la castidad». Tomen, pues, los jóvenes por ejemplo el de este santísimo mancebo, el cual es especialísimo abogado contra las tentaciones sensuales. En este propósito, conviente tener gran devoción a la Santísima Virgen, como San Juan Berchmans la tuvo y propagó.
 
La fidelidad a Dios. Orad por los que se consagran a la vida religiosa.
 
ORACIÓN
Rogámoste, Señor, que concedas a tus siervos la gracia de saber imitar los ejemplos de aquella inocencia y fidelidad en tu divino servicio, con los cuales el angélico joven Juan Berchmans te consagró la flor de su edad. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

jueves, 17 de noviembre de 2011

ISRAEL Y LA PORNOGRAFÍA

ADVERTIMOS QUE EL SIGUIENTE ARTÍCULO COMPILATORIO TIENE MATERIAL GRÁFICO NO APTO PARA MENORES NI PERSONAS SUSCEPTIBLES, PERO SE PUBLICAN A MODO DE EVIDENCIA. SE APELA A LA DISCRECIÓN DEL LECTOR.
   
ISRAEL Y LA PORNOGRAFÍA
(Traducción de LA QUESTION)
 
El comunitarismo al estar de moda, aumenta la segmentación resultante. El ejército “más moral” en el mundo “expone” a sus soldadas a la revista de sexo Maxim muy en la línea de restaurar la reputación de la marca “sionismo” para atraer a los turistas a “Tierra Santa”. En las áreas a veces más inesperadas, descubrimos que hay una industria del porno por y para los Judios. BangItOut establece un ranking de los Top 10 sitios de pornografía kosher y Jewish Quaterly. Pero lo más sorprendente es descubrir ¡que el lugar de los Judios en la industria del porno estadounidense resulta ser considerable!
     
   
Descubrimos que promueven ambientes promiscuos, curiosamente, los sitios como Shaindy, que facilita relaciones extramaritales entre los Judios casados. Pero ¡lo más sorprendente es el el uso de modelos desnudas para ensalzar las virtudes y la importancia de la participación en el ejército de Israel! Por otra parte, según informa el diario Haaretz, un sitio web de citas matrimoniales utiliza estrellas porno para animar a solteros judíos jóvenes a usar sus servicios con la esperanza de que encuentren un alma gemela. En las páginas del sitio, considerado como el más visitado de solteros judíos, incluso los religiosos de costumbres severas, aparece Hila en buena compañía, ya que en su foto se le juntan sus “colegas”, como Sharon, de 26 años, una joven norteamericana “estudiante”, que no es otra que Devon Sweet, cuyas formas se muestran en los sitios frecuentados por otros públicos…
  
Como se ve, la Tierra Santa suscita en los que se han establecido allí, la violencia salvaje y el desprecio de la ley de Dios, una actitud bien religiosa…
     
JUDÍOS Y PORNOGRAFÍA: UNA RELACIÓN CONSENTIDA
  
  
Los judíos y su relación con la pornografía.
Los judíos, a lo largo de su historia, han vivido como una minoría entre otros pueblos. Ése es su típico modus vivendi: no viviendo ellos mismos en una sociedad judía, sino viviendo como una pequeña minoría -normalmente una rica y poderosa minoría- en una sociedad no judía. Israel es una excepción a este modelo, pero Israel es una anomalía, algo que ha existido durante sólo 50 años de los últimos 2000 años, e incluso hoy engloba solo una pequeña parte de los judíos del mundo. La mayoría de ellos vive en la llamada “Diáspora” como los miembros de una minoría judía en medio de una sociedad Gentil.
  
Típicamente ellos dependen de la tolerancia natural de sus huéspedes para penetrar mínimamente en la sociedad, entonces trabajan lenta y pacientemente para llevar esa tolerancia más allá de todos los límites. Ellos siempre han tenido un extraño instinto para rastrear las debilidades naturales de sus huéspedes y sus vicios, y usarlos para destruir la disciplina y el orden de la sociedad, para poder agrandar su espacio en la sociedad gentil, y ganar más y más influencia. Así, los judíos siempre han tenido una proclividad por el negocio del licor, los casinos y el juego en general, la prostitución, el comercio de esclavos blancos (en el pasado se vendían esclavos irlandeses en EE.UU. e Inglaterra), la pornografía, etc. No es ninguna coincidencia que durante muchos años la familia judía Bronfman haya poseído la compañía que es la mayor productora y distribuidora de licor en América del Norte: La Seagram Company. Hay muchos no judíos involucrados en el negocio hotelero en el país, pero en Las Vegas, dónde jugar es tan íntimamente relacionado con los hoteles, el negocio esta completamente dominado por los judíos.
 
En el rimbombante nuevo negocio de la pornografía en Internet, el operador más grande, el llamado “Bill Gates de la pornografía digital”, es un buen chico judío llamado Seth Warshavsky, que posee clublove.com y muchos otros de los más grandes sitios web de pornografía. También es conocido como el “Hugh Hefner Virtual” o “el rey del ciberporno”. Tiene 24 años y ha sido portada del Wall Street Journal. Dirige y es propietario de Internet Entertainment Group, firma que ha creado algunos de los webs X más populares, gestiona el de Penthouse, proporciona sexo en vídeo y en directo a más de 400 sitios repartidos por todo el planeta y factura 3.000 millones de pesetas al año….
  
Seth Warshavsky y Hugh Hefner, los reyes judíos de la pornografía
 
Pero Warshavsky no es un caso aislado. Los judíos dominan la producción y distribución de pornografía. Entre los principales pornógrafos con nombres judíos se encuentran Hugh Hefner, Wesley Emerson, Paul Fishbein, Herbert Feinberg (también conocido como Mickey Fine), Lenny Friedlander, Bobby Hollander, Rubin Gottesman, Fred Hirsch y sus hijos Steve y Marjorie, Paul “Norman” Apstein, Steve Orenstein, Theodore Rothstein, Reuben y David Sturman, Ron Sullivan, Sam y Mitch Weston (Spinelli).
 
Los judíos también acapararon la mayoría de los principales papeles masculinos en films porno de los 70’s y 80’s. Los “sementales” hebreos incluyen a Buck Adams, Bobby Astyr, R. Bolla (Richard Parnes), Jerry Butler (Paul Siderman), Seymour Butts (Adam Glaser), David Christopher (Bernie Cohen), Steve Drake, Jesse Eastern, Jamie Gillis, Ron Jeremy (Hyatt), Michael Knight, Ashley Moore, David Morris, George Payne, Ed Powers (Mark Arnold), Harry Reems (Herbert Streicher), Dave Ruby, Herschel Savage, Carter Stevens (Mal Whorb), Marc Stevens, Paul Thomas (Phil Tobias), Marc Wallice, Randy West and Jack Wrangler.
 
Entre las actrices judías están: Avalon, Jenny Baxter (Jenny Wexler), Busty Belle (Tracy Praeger), Chelsea Blake, Tiffany Blake, Bunny Bleu, Lee Carroll (Leslie Barns), Blair Castle/Brooke Fields (Allison Shandibal), Courtney/Natasha/ Eden (Natasha Zimmerman), Daphne (Daphne Franks), Barbara Dare (Stacy Mitnick), April Diamond, Jeanna Fine, Alexis Gold, Tern Hall, Heather Hart, Nina Hartley, C. J. Laing (Wendy Miller), Frankie Leigh (Cynthia Hope Geller), Gloria Leonard, Traci Lords (Nora Louise Kuzman), Amber Lynn, Tonisha Mills, Melissa Monet, Susan Nero, Scarlett O. (Catherine Goldberg), Tawny Pearl (Susan Pearlman), Nina Preta, Tracey Prince, Janey Robbins (Robin Lieberman), Alexandra Silk, Susan Sloan, Annie Sprinkle (Ellen Steinberg), Karen Summer (Dana Alper), Zara Whites y Ona Zee (Ona Simms).
 
El pornógrafo Seymour Butts atribuye el gran número de judíos involucrados en la pornografía a su deseo de obtener ganancias. “Los judíos se ven atraídos por el dinero. Nosotros somos personas inteligentes que hemos sido perseguidas a través del tiempo. Los débiles de nuestro pueblo fueron eliminados. Los judíos constantes sobrevivieron... desde Egipto hasta Alemania”.
  
¿Has visto algunas de las sucias y malintencionadas basuras que esos judíos drogadictos y homosexuales de Hollywood han estado produciendo últimamente? ¿DÓNDE SE DETENDRÁN?
  
Y así funciona la cosa. Ellos propagan cualquier cosa que corrompa y debilite a sus huéspedes, cualquier cosa sea moralmente destructiva, cualquier cosa que haga que sus huéspedes se olviden de sus propias tradiciones y valores. Ellos atacan el orden y la disciplina: esas cosas no son divertidas, esas cosas están anticuadas, esas cosas no están de moda, les dicen los judíos a los jóvenes. Ellos ridiculizan los conceptos de honor y de responsabilidad personal. Ellos distraen a las personas de las cosas importantes y llenan a sus mentes con tonterías . Ellos animan cada tendencia que está alienando, cada tendencia que separa a las personas de sus raíces. Ellos predican la “tolerancia” como la virtud suprema: sus huéspedes deben ser tolerantes a toda clase de suciedad, debilidad y perversidad. Todo esto ocurre mientras ellos se introducen cada vez más profundamente en la sociedad huésped.
  
 
Ahora en una de las avanzadas contra su mayor enemigo: la Iglesia Católica, a la cual tratan de humillar a diario, han logrado las cadenas semitas de prensa (es decir las cadenas de prensa, ya que toda está en sus manos), crear una corriente de escandalo con sacerdotes pederastas, pero no dicen que la corriente homosexual creada por ellos mismos, que son los que apoyan que las parejas de homosexuales adopten niños como fuente de abastecimiento sexual. No dicen que Michael Jackson es un depredador sexual, pues éste genera millones en la industria de la farándula y la música diabólica a la cual le han hecho un culto. No pierden oportunidad de crear películas en contra de la Iglesia, pero jamás en contra de un Rabino y si alguien osara hacerlo, la Liga Antidifamatoria y el B’nai B’rith se encargarian de llevarlo a los tribunales para obligarlo a pagar cuantiosas sumas de dinero en compensaciones. Del holocuento han hecho un santuario, ya no saben de dónde van a seguir reclamando y es a la Iglesia a la que en estos momentos intentan sacar billones, inventando historias sobre el tema de culpabilidad de la Iglesia en la Segunda Guerra Mundial.
 
Valores familiares judíos
Los judíos nunca se cansan de decir a cualquiera que quiera escucharlos, que ellos han hecho muchas contribuciones valiosas a la civilización. Últimamente, muchas personas han estado preguntando, “¿Qué contribuciones? ¿Cuándo? ¿Dónde?”. ¿Puede nombrar alguien simplemente un judío a quien los niños puedan ver como un héroe? Para ser justo, hay un campo en el que los judíos ha hecho semejante “contribución maravillosa”, y debe admitirse que este campo se ha vuelto un monopolio judío. Para la falta de un término peor, esta categoría es a menudo llamada “Valores familiares judíos”. Debajo de se lista algunos héroes y heroínas judíos, y detalles del informe de sus valiosas “contribuciones” a la civilización.
 
Según la revista Time del 9 de mayo de 1983, la inventora de las líneas de teléfono de sexo es Gloria Leonard. La señorita Leonard era uno de los 21 afortunados ganadores en la “Lotería de Teléfono” de Nueva York. Ella usó esta oportunidad para aprovechar su experiencia como una estrella de innumerables películas pornográficas duras y como fundadora y editora de la revista de pornografía dura High Society. La señorita Leonard se refiere a menudo a si misma como “una agradable muchacha judía del Bronx”.
 
La revista Time Out del 6-12 de mayo de 1983, informó sobre la visita a Gran Bretaña de Al Goldstein, que es el fundador y editor de revista Screw y el organizador del programa de entrevistas en televisión por cable ‘Midnight Blue’. El periodista Steve Grant entrevistó a Goldstein y lo describió como “un excéntrico embajador israelí”. Goldstein dijo: “La aduana británica me agredió de nuevo. Ellos me destrozaron las revistas [Screw, su revista pornográfica]. Si ellos lo hacen de nuevo, me mudaré aquí permanentemente. ¿Cómo afectaría esto a tu vecindario? Muchacho, ¿pensaste que los indios eran una pena? Espera hasta encontrarte con un pornógrafo judío. Empezaré una tira de dibujos animados probablemente con Margaret Thatcher y Reagan cogiendo. ¡Wow!”.
 
El 13 de octubre de 1982, el National Film Theatre presentó “Mujerzuelas y Diosas – Annie Sprinkle”, una serie de películas descriptas en el folleto de NFI como “videos chocantes pero verdaderos… una mirada absurda, cordial y adoradora al sexo, desafiando los límites de feminidad y mitos de normas sexuales”. Annie Sprinkle se refiere a menudo a ella misma como “una muchacha judía agradable de Brooklyn”. El nombre real de Annie Sprinkle es Ellen Steinberg.
 
El Sunday Express del 6 de diciembre de 1992 informó que la cadena de tiendas de sexo Ann Summers es propiedad de los hermanos Ralph y David Gold. Ellos también poseen 50% de Sullivan’s Sport Newspapers y publican Bite, una revista de pornografía suave para mujeres. El director gerente de Ana Summers es la hija de David Gold, Jacqueline. La revista Ms. de Londres del 4 de octubre de 1993 informó que la Srta. Gold, ahora de 33 años, “entró en la compañía de papá… cuando ella tenía 19 años” . Ella es “la mujer de negocios astuta que creó las fiestas de Ann Summers basadas en las fiestas de Tupperware”. La Srta. Gold ha dicho: “Cuando yo empecé, el negocio era orientado hacia los varones. Las fiestas me excitaron tanto porque vi una nueva avenida entera para las mujeres”.
 
Chaim Bermant, escribiendo en la Jewish Chronicle del 15 de enero de 1993 y llamó la atención sobre los cementerios para las prostitutas judías en Río de Janeiro y Buenos Aries. Al parecer, éstos son los únicos cementerios judíos que los vándalos judíos “anti-Nazi” no han logrado profanar. Bermant también notó las contribuciones que los judíos hicieron a la sociedad inglesa al principio de este siglo: “En el mismo periodo (1903-1909), 151 forasteros, la mayoría de ellos judíos, se declaró culpable por mantener burdeles, y 521 por ofrecerse sexualmente... el Rabino Avigdor Schonfeld… declaró esto para llamar la atención sobre la existencia de prostitutas judías que dañaban el buen nombre del pueblo judío”.
 
El número de febrero de 1992 de Harper’s and Queen informó sobre los valores familiares de los descendientes de Sigmund Freud. Su nieto Lucian es un pintor que “expone desnudos a sus esposas, sus amantes y sus niños en sus retratos”. La periodista Raffaella Barker comentó: “Ningún artista en el mundo ha pintado tantas veces desnudas a sus hijas como Lucian Freud”. Su hija Esther ha escrito una novela basada en la vida con su hermana, Bella, y sus padres solteros. El título de la novela es Hideous Kinky. (Hideous se traduce como horrendo, abominable, excecrable, horrible, odioso; y kinky como enloquecedor).
 
Sobre estas líneas, podemos ver dos obras de “arte” del judío austríaco Hermann Nistch, en una feria libre de 1998, financiada con fondos públicos y aplaudida por las autoridades de entonces. Odio criminal y sacrificios de animales similares a los fomentados en el Kosher.
 
Otro pintor que ha aplicado los valores de familia judíos a su “arte” es Robert Lenkiewicz, quien fue perfilado por Paul Pickering en el Sunday Telegraph del 28 de noviembre de 1993. Pickering ha informado: “Lenkiewicz nació en 1943 de padres judíos… Algunos de sus mejores trabajos vienen dentro de un skinfold de Lucian Freud… Su educación judía y el Holocausto son la motivación contínua para su interés en el comportamiento obsesivo. En particular, Nazismo… “Ése es uno de mis temas. En total he hecho 18 proyectos que son un esfuerzo por definir comportamiento obsesivo”… Lenkiewicz aparece de forma prominente en sus pinturas. En ocasiones un poco de forma demasiado prominente: en un cuadro se lo ve copulando con una cabra… Él llegó a Plymouth hace 20 años, después que la policía lo expulsó de Hampstead. “Ellos tenían razón. Yo parecía ser un foco de atracción para cierta clase de personas incorrectas. Ellos me dijeron que saliera de pueblo y no regresara”. Quizás porque Lenkiewicz tiene engendrados por lo menos 15 niños ilegítimos con varias mujeres, Pickering concluye, “Robert es exactamente la clase de artista sobre los que los padres advierten a sus hijas”.
 
Robert J. Stoller, M.D. en su libro Porn: Myths for the Twentieth Century (Pornografía: Mitos durante el Siglo XX), escrito en 1991, buscó entender la mentalidad de las personas involucradas en el negocio de la pornografía dura, que se centra en el valle de San Fernando de California. Mientras entrevistaba a algunos de los actores y actrices, le dijeron, “Si usted ingresa en el mundo de la pornografía, es increíble. Es una familia extendida… De hecho, casi se siente como ir a un country club condicionado. Hay tantas personas judías involucradas en esto…”.
 
El corresponsal en Nueva York del Guardian’s, Mark Iran, informó el 4 de enero de 1994 en un artículo titulado “Las calles malas de Nueva York se vuelven limpias”, “En Chelsea, bajo Manhattan, los israelitas ejecutan el negocio de la pornografía...”.
 
El Guardian del 22 de abril de 1992 publicó un artículo titulado ‘El Idioma de la lujuria’ en el que Geraldine Bedell contó la carrera de Isabel Koprowski. La Srta. Bedell ha escrito: “Koprowski, de 36 años, es una pornógrafa. Esta es su propia definición de lo que ella hace como editor gerente de Forum y Penthouse, y… una nueva revista del cima-estante, For Women que ella promete serán ‘una cruza entre Penthouse y Marie Claire’. La Srta. Koprowski le dijo a Tony Parsons del Evening Standard de Londres el 13 de abril de 1992, “Nuestro objetivo es ampliar los límites de las revistas de mujeres”. La Srta. Koprowski ha sido descripta por la Jewish Chronicle como “una agradable muchacha judía”.
 
George Orwell, en su primer libro, Down and Out in Paris and London, registró una conversación que él había tenido con su compañero de cuarto ruso: “Yo te diré como son los judíos. Una vez, en los primeros meses de la guerra, nosotros estábamos en marcha, y nos habíamos detenido en un pueblo durante la noche. Un horrible viejo judío, con una barba roja como Judas Iscariote, vino furtivamente a mi alojamiento. Yo le pregunté que quería y el contestó ‘He traído a una muchacha para usted, una muchacha joven y bonita de sólo 17 años. Serán sólo 50 francos’. ‘Gracias’, dije yo, ‘puede usted llevarsela de nuevo. No quiero pescarme ninguna enfermedad’. ‘¡Enfermedades!’, lloró el judío, ‘mais Monsieur le capitaine, no hay ningún peligro de eso. ¡Es mi propia hija!’. Ése es el carácter nacional del judío”.

Conclusiones
Sabemos que el judio es apegado e inteligente, con una acentuada aversión al trabajo corporal, que signifique fatiga, pero muy disciplinado en la ciencia y las letras… la cultura domina sobre los demás.
 
Debido al énfasis de Judaísmo en la educación y la destreza verbal, los judíos dominan generalmente los medios académicos, el entretenimiento y los medios de comunicación en general. La pornografía fluye desde esta cultura sobre la que los judíos ejercen una influencia desproporcionada, considerando que son sólo el 2% de la población norteamericana (y un porcentaje muchísimo menor en el resto del mundo).
 
En las artes, Hollywood es la cuna de toda propaganda nociva al mundo, donde se enseña a una sociedad la crudeza de todo lo malo y lo inimaginable. .. en manos de quien está la cinematografia?

La pornografia y sexo: teatro, televisión, revistas… ¿ya olvidaron a la Dra. Ruth (Karola Ruth Siegel Hanauer vda. de Westheimer) y sus programas educativos de sexo?… La Dra. Ruth, judía, tenia la mision de incrementar el sexo en la sociedad norteamericana.
 
Pregunta: ¿Quienes son los principales proveedores mundiales de basura, degradación y DECADENCIA? - Respuesta: ¿QUIEN MÁS …? Sólo ojea los créditos de cualquier revista o video porno… siempre parecerá como si leyeras una página de la guía telefónica de Tel Aviv.
 
En EE.UU. la pornografía, la industria cinematográfica de violencia y todo lo aberrante que pueda entrar por los ojos de un niño, es producido por estos turbios personajes a los que sólo les preocupa destruir a los infieles y a la vez enriquecer sus arcas.
 
El sionismo se ha centrado en destruir la figura femenina aria y su concepción maternal. Nuestra cultura educaba a la mujer para que formase una familia con dignidad, ejerciendo su derecho vital de ser madre, pero claro, todo esto es machista, y hace parecer a la mujer un objeto(!), la mujer tiene que ser igual al hombre (en lo peor): fumadora, borracha, e indecente.
 
Ahora es cuando realmente la mujer no pasa de ser un objeto -sobre todo sexual, desde la pornografía al comportamiento de la mayoría- ya que ha renunciado a su esencia y vive sumisa a la degradación, con la mente más sucia que muchos asiduos a los burdeles. Muchas son una nueva especie de prostitutas, que los días de marcha se dedican a colocarse y a calentar al primero que pasa. Pero los que se aprovechan de ellas también son indignos, ya que rebajan su calidad humana a los antojos de una niñata ramera. Hemos de ser benévolos con estas niñas, haciéndoles ver el error que están cometiendo y la fatal repercusión que tendrá en su vida.
 
Un Nacionalista ha de odiar todo lo que representa la lacra de la pornografía (por cierto, llevada a cabo por judíos) y de la prostitución, ya que realmente, está “prostituyendo a nuestra raza”. Ya se que algún envilecido creerá que esto es una estupidez, pero una estupidez es hacer algo de lo que según nuestro ideal debes estar en contra, ya que la prostitución y la pornografia es la forma de degradación más poderosa del $i$tema, y concluye siempre en una ruina social. Desde los medios de comunicación judaicos bombardean con temas de contenido sexual, que atraen para así meter sus afilados mensajes manipulativos de degradación, que son absorbidos por la masa mediocre.
 
Por lo tanto si queremos defendernos y contraatacar, creo que una de las mejores formas sería luchando contra la pornografía, para evitar el embrutecimiento de nuestras sociedades, y al mismo tiempo privar a los judíos de una de sus fuentes de financiación más importantes. Para lograr esto cualquier medio puede ser utilizado. Yo sugiero empezar por HACKEAR los sitios pornográficos, empezando por Playboy, del judío inmundo Hugh Hefner, que es el símbolo de toda esa “cultura” hebraica de decadencia y prostitución.
  
No te dejes arrastrar por la perdición de la juventud, cuanto más resistas, más fuerte serás.