Entrega por María Santísima de la milagrosa imagen de Santo Domingo en Soriano
En el 1510 Fray Vicente de Catanzaro (ciudad de la Calabria Ulterior), un dominico de vida piadosa y austera, bajo inspiración de Santo Domingo llegó a Soriano (Calabria Citerior) para fundar un convento que, aunque se construyó con escasez de medios materiales, contó con la ayuda especial de la Divina Providencia. La pequeña comunidad de frailes establecida en Soriano vivió casi ignorada hasta 1530.
Por ese tiempo, cuando los herejes sectarios de Lutero y Calvino en Alemania y Francia negaban el divino culto a las sagradas Imagenes, quemando y ultrajando cuantas veían, bajó del Cielo esta prodigiosa imagen del Angélico Patriarca Santo Domingo de Guzmán, el día 15 de septiembre al convento que la Religión de los Predicadores tiene en Soriano. Sucedió así: Levantándose los religiosos a maitines a media noche, y bajando el religioso lego Fray Lorenzo de la Grotterìa a la iglesia para encender las velas en el altar y comenzar maitines, vio tres mujeres de rara belleza y hermosura, y quedó turbado por ser media noche y estar cerradas las puertas de la iglesia; y una de las tres le llamó y dijo: «¿En qué veneracion está dedicada a Dios esta iglesia?». «Señora, respondió, a Santo Domingo». «¿Qué imagen tenéis de este Santo?». «Somos (dijo) muy pobres, y no tenemos sino un retrato de muy basto pincel». «Pues entregaréis este que traigo rollado en el lienzo al Prelado». Tomólo el sacristan, y subiendo en busca del superior, refirió a este y demas religiosos lo que le había sucedido; y viendo la pintura tan perfecta, con tan vivos colores, juzgaron que no era obra de la tierra, sino del Cielo. La noche siguiente, estando en oracion uno de los religiosos, se le apareció Santa Catalina virgen y mártir, y le dijo: «Sabed que quien ha traido esa imagen es nuestra Señora y Reina María Santísima, acompañábala Santa María Magdalena, y tambien yo le hacia lado, porque somos Patronas de vuestra Orden». Dicho esto, desapareció la santa, y el religioso les refirió lo sucedido.
Su efigie tiene una expresión mezclada de majestad y de humildad... en su semblante se retrata madurez de hombre y alegría infantil, y tiene suave palidez, indicio de mortificación corporal, y tranquilidad de alma. Pero sobre todo parece respirar bondad. Causa esta santa Imagen en los que atentos la miran un gozo interior muy grande, y al mismo tiempo un temor, que mueve a dolor y penitencia. No han podido los pintores más diestros hacer un retrato que le fuese en algo parecido, porque los resplandores con que brilla no les permite retratar, sino con notable desemejanza del original. Hace Dios muchos milagros con los que veneran su sagrada Imagen, y no menos favorece a los que en presencia de las copias, imploran la asistencia del Santo, y por ser aun las copias tan maravillosas, se han extendido por todo el mundo, hallando en ellas, el pobre remedio, el afligido consuelo, el cautivo libertad, el enfermo salud. Arrodíllanse en presencia de la de Soriano los corderos, y aun los toros mas feroces, obrando Dios por ella tan estupendos milagros, que se conoce bien haberla traído María Santísima para confundir a los herejes que negaban el culto y veneracion a las Sagradas Imagenes.
El 15 de septiembre de 1870, justo cinco días antes que las tropas de Víctor Manuel II de Saboya invadieran Roma, un nuevo milagro acaeció en Soriano. Una estatua de Santo Domingo fue vista súbitamente moverse como un predicador en el púlpito; avanzaba y retrocedía; el brazo derecho subía y bajaba; y su semblante se veía animado, asumiendo un aspecto severo unas veces, otras veces aparecía triste ante los feligreses, o lleno de ternura y reverencia ante la imagen de Nuestra Señora del Rosario. Este fenómeno extraordinario duró una hora y media, y fue presenciado por más de dos mil personas. El obispo de Mileto (de quien depende la villa de Soriano) Felipe Mincione ordenó una investigación de los hechos, y llegó a la conclusión de ser esto un milagro. El evento fue anunciado a la Orden por Fray Alejandro Vicente Jandel, que en una circular advertía a sus hermanos que fueran conscientes de su vocación y los exhortaba a recuperar la observancia religiosa.
Imagen de Santo Domingo de Guzmán en Soriano Calabro (al fondo, la imagen traída por la Virgen).
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