viernes, 24 de abril de 2015

MADAME NHU: LA GUERRERA DE VIETNAM

Traducción del artículo de Helio Dias Viena para AGÊNCIA BOA IMPRENSA (Brasil).
  
LA “BELLA PRIMAVERA” DESCANSÓ EN DIOS
  
Oriunda de estirpes de alto linaje y célebre por la férrea oposición que ofreció al comunismo en Vietnam, a los 86 años falleció piadosamente en Roma la indómita Madame Ngô Đình Nhu, cuyo nombre de soltera –Trần Lệ Xuân– significa “bella primavera”. Ella tenía 86 años. Era Domingo de Pascua (24 de Abril), en la bella primavera europea.
  
Madame Ngô Đình Nhu (Trần Lệ Xuân)
   
Convertida en 1943, Madame Nhu se mantuvo como militante católica hasta los últimos años de su vida, saliendo de casa solamente para ir a Misa. Esta buena católica infundía tanto miedo a los comunistas de Vietnam que éstos la llamabam “Madame Dragón”.
  
Sus padres –Trần Văn Chương y Thân Thị Nam Trân– eran budistas y renunciaron a los puestos de embajador en EUA y de observadora permanente junto a la ONU en protesta por la orientación católica y anticomunista del gobierno survietnamita de Ngô Đình Diệm, en el cual su hija ejercía grande influencia.
  
Madame Nhu estaba casada con Ngô Đình Nhu (1910-1963), hermano menor y consejero político de Ngô Đình Diệm (1901-1963), Presidente de Vietnam. Ellos eran hijos de un mandarín consejero del Emperador de Indochina cuya familia fue convertida al catolicismo por misioneros portugueses en el siglo XVII. Y se honraban de ser hermanos del Arzobispo de Hué, Mons. Ngô Đình Thục.

Mons. Pierre Martin Ngô Đình Thục, Arzobispo de Hué y mártir de la Fe
   
Tras diversas vicisitudes, en 1955 –año en el cual Ngô Đình Diệm se convirtió en su primer presidente– el Vietnam estaba dividido en dos partes: el Norte comunista, con capital en Hanói, y el Sur capitalista, dirigido desde Saigón. Apoyado por China, el Norte era una amenaza constante para el Sur, que le hacía frente apoyado por los Estados Unidos.
  
En 1961, con la ascensión de John Kennedy a la presidencia de los Estados Unidos, las cosas comenzaron a cambiar. A pesar de ser católico, Kennedy pasó primero a adoptar una política de pasividad ante las agresiones que comunistas y budistas (enemigos de la Fe) movían contra el goberno survietnamita, pasando después a una política colaboracionista. Así, siguiendo órdenes directas de Kennedy, el embajador Henry Cabot Lodge dejó de comparecer a las reuniones con el Presidente Ngô Đình Diệm, avalando implícitamente aquellas agresiones.
 
Tal situación perduró hasta el momento en que, sabiendo que algunos generales survietnamitas estabam dispuestos a dar un golpe, el gobierno norteamericano les hizo saber que podían proceder libremente, pues los Estados Unidos no se lo impediría.
   
Así, el día 1 de noviembre de 1963 el Palacio Presidencial fue cercado, pero el Presidente y su hermano consiguieron huir por una puerta secreta. Capturados al día siguiente, ambos fueron asesinados cruel y fríamente por un capitán del ejército.
   
Todo eso probablemente no habría acontecido si motivos de orden personal –una cirugía ocular– no hubiese obligado Madame Nhu a prolongar contra su voluntad la permanencia en Estados Unidos, pues ella, al contrario del Presidente y de su marido, no confiaba en el gobierno Kennedy.
   
Sea como fuere, no se completaron tres semanas cuando le tocó a Kennedy rendir cuentas. Su asesinato en Dallas el día 22 de noviembre fue interpretado por Madame Nhu como un castigo de Dios por el crimen infame contra los dos líderes anticomunistas y contra el propio Vietnam, cuya rendición al comunismo estaba siendo cuidadosamente preparada.
    
Esto llegó a su término el día 30 de agosto de 1975, cuando el país fue unificado bajo la bota comunista. Inicióse entonces para su población un verdadero calvario. Millares de personas de todas las edades y condiciones emprendieron dramática fuga a través de los mares, sin que ninguna nación los acogiese. Y algunas pocas que lo hicieron, los colocaron indefinidamente en condiciones simplemente infrahumanas.
    
En medio a todos edos horrores y traiciones, una nota de dignidad: cuando, presionado por Nixon –el iniciador de la apertura para la China roja y consumador de la traición de Kennedy en relación al Vietnam– llegó el turno del embajador survietnamita para firmar en París el “tratado de paz” con el Norte, él lo hizo; mas enseguida, indignado, ¡arrojó la pluma al piso!
  
Esta escena fue recordada por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en el artículo que escribió para la Folha de S. Paulo, intitulado: “Jogando a caneta no chão”. Además, por iniciativa del fundador de la TFP, esta organización fue de las pocas voces que se alzaron en defensa de los vietnamitas en el decurso de su trágico y luengo oprobio.
  
Dolorida, Madame Nhu asistió a todo desde su exilio. Pero ahora, la Eterna Primavera, para su Vietnam querido, pero traicionado, vilipendiado y escarnecido, ella está implorando a la Reina de Cielos y Tierra la pronta liberación de la tiranía comunista.
   
ADENDA
Cuando ocurrió la Ofensiva del Tet (derrocamiento y magnicidio de Jean Baptiste Ngô Đình Diệm por el general respaldado por la CIA Dương Văn Minh), Madame Nhu se pronunció diciendo: “La rebelión no habría comenzado sin la incitación o el apoyo de los Estados Unidos” y añadió: “No puedo quedarme en un país cuyo gobierno me ha apuñalado por la espalda”, abandonando Estados Unidos para no volver jamás.

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