"Mientras tenéis luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz". (San Juan 12, 36)
Santa Clara
Santa Clara nació en Asís en 1194. Pertenecía
a la noble familia de los Offreduccio. Perdió a
su padre siendo niña. Al quererla casar su familia
dijo que su deseo era de consagrarse a Dios. El 18 de
Marzo de 1212 se dirigió a San Damián donde San
Francisco la vistió el hábito religioso. Más tarde su
madre y su hermana se juntarán a ella en el claustro,
y con ellas gran número de jóvenes, ávidas de realizar
el ideal franciscano, que no era otro que el evangélico.
Francisco las dió al principio una Formula
vitae (Norma de vida), y después consiguieron seguir
la regla que había compuesto para los Frailes Menores.
Muchos monasterios se fundaron en Italia, en los países vecinos y hasta en Praga. En 1240, mientras
estaba enferma la santa abádesa, los Sarracenos sitiaron
el monasterio de San Damián. Clara tomó el
copón en sus manos y se dirigió al enemigo que se
dió a la fuga. En 1252 se acostó para no levantarse
más. En su última enfermedad fué consolada por el
Papa que la visitó y confirmó la Regla y el "privilegio
de la pobreza", muriendo en 11 de Agosto en la
paz del Señor.
MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA DE SANTA CLARA
I. Se representa a Santa Clara con el Santísimo Sacramento en la mano, y se puede decir que contempló a Jesucristo, en este adorable misterio, para reproducir en su vida las virtudes de que nos da ejemplo. ¿Qué más pobre que Jesucristo oculto en la Eucaristía? Está despojado de todos sus tesoros, y todos los atributos de su divinidad están allí como anonadados. Santa Clara ha imitado esta pobreza; fundó una Orden de religiosas que viven sólo de limosnas. ¿Qué amor tenemos nosotros por la pobreza? Para desposarse con ella, Jesús descendió del cielo a la tierra, y tú, por evitarla te precipitas en el infierno. "¡Cuán dichosos son los cristianos de poder adquirir el reino de los cielos mediante la pobreza!" (San Agustín).
II. Nada hay más puro, más casto que Jesucristo en la Eucaristía: tiene cuerpo, pero este cuerpo está glorificado y está privado de todas las satisfacciones de los sentidos. Santa Clara ha imitado esta mortíficaci6n; tal era su celo por el ayuno y las austeridades, que San Francisco se vio obligado a moderarlo. ¿Qué dices a esto, cristiano afeminado? El solo pensamiento de las mortificaciones que ha practicado esta santa, ¿no basta ya para asustar tu pusilanimidad?
III. La obediencia de Jesucristo en la Eucaristía es admirable: obedece a la voz del sacerdote, sin tener en cuenta el mérito de la persona que lo manda; está a su disposición tanto de día como de noche. Así es como Santa Clara obedecía a San Francisco; y es así como debes obedecer tú a tus superiores. Mira a Jesús en el Santísimo Sacramento, míralo en la Cruz, y ya no te costará obedecer las órdenes que Él te da por boca de tus superiores.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y que la fiesta de la bienaventurada Clara, vuestra virgen, regocijando nuestra alma, la enriquezca con sentimientos de tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén.
I. Se representa a Santa Clara con el Santísimo Sacramento en la mano, y se puede decir que contempló a Jesucristo, en este adorable misterio, para reproducir en su vida las virtudes de que nos da ejemplo. ¿Qué más pobre que Jesucristo oculto en la Eucaristía? Está despojado de todos sus tesoros, y todos los atributos de su divinidad están allí como anonadados. Santa Clara ha imitado esta pobreza; fundó una Orden de religiosas que viven sólo de limosnas. ¿Qué amor tenemos nosotros por la pobreza? Para desposarse con ella, Jesús descendió del cielo a la tierra, y tú, por evitarla te precipitas en el infierno. "¡Cuán dichosos son los cristianos de poder adquirir el reino de los cielos mediante la pobreza!" (San Agustín).
II. Nada hay más puro, más casto que Jesucristo en la Eucaristía: tiene cuerpo, pero este cuerpo está glorificado y está privado de todas las satisfacciones de los sentidos. Santa Clara ha imitado esta mortíficaci6n; tal era su celo por el ayuno y las austeridades, que San Francisco se vio obligado a moderarlo. ¿Qué dices a esto, cristiano afeminado? El solo pensamiento de las mortificaciones que ha practicado esta santa, ¿no basta ya para asustar tu pusilanimidad?
III. La obediencia de Jesucristo en la Eucaristía es admirable: obedece a la voz del sacerdote, sin tener en cuenta el mérito de la persona que lo manda; está a su disposición tanto de día como de noche. Así es como Santa Clara obedecía a San Francisco; y es así como debes obedecer tú a tus superiores. Mira a Jesús en el Santísimo Sacramento, míralo en la Cruz, y ya no te costará obedecer las órdenes que Él te da por boca de tus superiores.
La pobreza. Orad por los religiosos.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y que la fiesta de la bienaventurada Clara, vuestra virgen, regocijando nuestra alma, la enriquezca con sentimientos de tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén.
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