La fiesta de la Transverberación de Santa Teresa se celebra desde el
siglo XVIII con misa propia en el Rito Carmelitano, y con oración propia
(pero la misa es “Dilexísti me” del Común de las Vírgenes) en el Rito
Romano, en recuerdo de que un día de 1559, Santa Teresa fue traspasada
en su corazón con una flecha encendida, en medio de una experiencia mística. Ella misma describió después
esta experiencia mística:
“Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan.
Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento” (Libro de la Vida 29,13).
REFLEXIÓN
Santa Teresa, desde su conversión, resolvióse a poner su confianza y amor en Dios, despreciando por Él cualquiera cosa terrena. Y ardiendo su corazón en el amor de Dios, logró elevadas cumbres en la santidad, y realizó la reforma del Carmelo. Pidámosle su intercesión para que por ella, merezcamos la gracia de rechazar todo cuanto no tenga su origen o fin en la Divina majestad.
ORACIÓN
Oh Dios, que traspasaste con un dardo encendido el puro Corazón de nuestra madre la bienaventurada virgen Teresa tu esposa, y la consagraste víctima de la caridad; concédenos por su misma intercesión, que nuestros corazones se inflamen con el fuego del Espíritu Santo y te amen siempre y sobre todas las cosas. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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