EL PUEBLO PERECIÓ, PERO PORQUE TÚ RECHAZASTE LA SANA DOCTRINA
(Contestación a un presbítero conciliar de los Estados Unidos)
Un presbítero conciliar de la Diócesis de Fresno, California, hizo esta apología del Vaticano II y del Novus Ordo Missæ (la cual se puede leer en inglés aquí):
En la “edad de oro” de las reformas del Concilio de Trento (finales del siglo XVII y principios del XVIII), encontramos el nacimiento de la “Ilustración”, donde numerosos católicos criados en el Latín y la sana doctrina decidieron apostatar de la Fe. Esos “católicos tradicionales” abandonaron la Iglesia, inventando el ateísmo y el racionalismo, y declararon que la razón y la ciencia vencerían a los dogmas y rituales. Por ello, en el Régimen del Terror, infligieron una matanza sobre los Católicos fieles, destruyeron iglesias y altares, e incluso llegaron a entronizar ídolos en la Basílica de San Pedro después de invadir Roma.
En el siglo XIX, vemos otra era en Europa, donde miles de católicos, levantados con Misa Tridentina y claro, catecismos dogmáticos, de nuevo apostatando y derrocando a sus monarcas católicos. Esos católicos apóstatas propusieron en su lugar democracias dirigidas por francmasones, y dieron a luz los movimientos anárquicos y comunistas. Inclusive, el beato Pío IX fue echado de Roma por la plebe furiosa, y fue el último Papa en reinar sobre los Estados Pontificios, porque muchos católicos italianos tomaron partido junto a los revolucionarios, contra el Papa.
¿Quieres más ejemplos? Remitámonos al tiempo posterior al “glorioso reinado” de San Pío X, cuando millones de católicos europeos se enzarzaron en las atrocidades de la Gran Guerra, buscando la muerte del adversario con armas químicas. Después de la guerra, en los años 1920, nuevamente, muchos católicos criados en “los buenos viejos tiempos de la religión” pronto adhirieron a movimientos fascistas, comunistas o totalitaristas.
En la España Católica, a finales de la década de los 20, los católicos que recibieron el bautismo, la comunión y la confirmación en Latín, con encaje y canto gregoriano, y que habían estudiado el Catecismo de San Pío X, estaban eligiendo un gobierno republicano secular y sin Dios. Esos católicos apóstatas entonces quemaron sus hermosas iglesias, demolieron los altares las estatuas con infernal furia, violaron monjas, dispararon y mataron a sacerdotes y hasta jóvenes seminaristas que aún eran niños, que condujeron a los horrores de la Guerra Civil Española.
Cuando el General Franco invadió España para rescatar lo que quedaba de la Iglesia Católica, él disparó y mató a hombres y mujeres que crecieron con la Misa Latina Tradicional, pero que se habían hecho expertos en cometer sacrilegios, asesinatos y profanación. Franco tuvo que ejecutar a miles de esos apóstatas, antes de ganar la guerra y retornar a España y la Iglesia a la tranquilidad. Lo que no nos gusta admitir, sin embargo, es que mucha gente inocente también fue ejecutada bajo la sospecha de que eran comunistas.
No, lo siento, pero la historia provee muchos ejemplos de cómo la Iglesia Católica ha tratado con la apostasía y violencia de sus propios hijos, criados en el Latín, en los dogmas, en la pompa y los rituales, con obispos y sacerdotes estrictos.
LOS CATÓLICOS NO NECESITARON EL VATICANO II como una excusa para perder la fe, o para sentirse confundidos. El período de la segunda posguerra fue de hecho un tiempo de inmenso crecimiento y éxitos para la Iglesia en los Estados Unidos. Pero en otras partes del mundo, la gente ya estaba mostrando señales de perder la fe. Europa, ANTES DEL VATICANO II, mostraba disminución en la asistencia a Misa y defecciones de jóvenes católicos hacia los grupos revolucionarios que se popularizaron hacia 1960.
Quiero preguntarle a mis amigos católicos tradicionales, que viven en ese aire de nostalgia que le atribuye al Vaticano II todos nuestros problemas. Permítanme preguntarles: ¿Dónde comenzó la revolución sexual? ¿Dónde comenzó la cultura de las drogas y el rock and roll? ¿Dónde comenzó a ganar atracción la píldora anticonceptiva y la “opción de abortar”? Los estudios y estadísticas de Planned Parenthood muestran en los Estados Unidos, que los católicos iban por la píldora anticonceptiva en grandes cantidades, tan pronto como se permitió su uso en 1960. ¡Eso fue antes de que el Vaticano II fuera convocado por Roma!
Y si los Católicos pre-Vaticano II, formados en la Misa Tridentina, fueron tan firmes como decimos que eran, ¿por qué adhirieron a los movimientos feministas radicales de los años 1960? ¿Por qué, en los años sesenta, votaron por políticos en los EE.UU. que eran defensores del aborto, el divorcio y el feminismo radical?.
Pensad sobre esto: El Vaticano II concluyó en 1965. Las primeras leyes sobre el aborto fueron aprobadas en 1967. También, en 1967, la conferencia de Land O’Lakes (Wisconsin) la cual se formuló el remover el poder de la Iglesia sobre los colegios y universidades católicas. En pocos años, muchos colegios católicos tuvieron que ceder el control a juntas seglares, que comenzaron a desmantelar y despojar la identidad católica de muchas escuelas. No podemos decir que los católicos que hicieron esas cosas, que promovieron cambios como las leyes sobre la anticoncepción, el aborto, la dirección seglar de las escuelas católicas y el divorcio fueron “católicos posconciliares”. Ellos crecieron como pre-Vaticano II. Finalmente, agregaría que fue esa generación, total y profundamente preconciliar en su entrenamiento, la que entusiastamente aceptó los cambios del Novus Ordo en 1969 O NO los combatió y permitió muchos abusos en la liturgia en todo el país.Por ello, la acusación contra “los cambios” iniciados por el Vaticano II y el Papa Pablo VI puede convertirse en un conveniente chivo expiatorio para todos nuestros problemas católicos. Y como chivo expiatorio, los cargos y acusaciones contra el Vaticano II en cuanto que éste fue el principal causante de los problemas de la Iglesia son vagos, sin fundamento científico, e insignificantes frente al hecho de que incluso en la religión de los buenos viejos tiempos, los Católicos habían encontrado aún posible el apostatar y confundirse en su fe.Rev. Ángel Sotelo (Fresno, California)
Después de traducir y leer este texto (agotador en verdad), respondemos de forma simple y llana (porque “El mucho hablar es riesgoso”): Pero en las apostasías colectivas, SI EL PUEBLO RENEGÓ DE LA FE FUE PORQUE SUS LÍDERES CLÉRIGOS Y LAICOS LO HICIERON PRIMERO. Las cosas de Dios están más allá de la comprensión humana.
El Vaticano II no será propiamente el causante (el problema ya estaba antes, tiene usted razón. Es forzoso que hubiesen individuos apóstatas, como prueba de que no todos acogerían fielmente la Fe Católica revelada por Nuestro Señor Jesucristo, y por tanto, no todos permanecen en el Cuerpo Místico), pero sí el momento de inflexión, el no retorno, la materialización de la crisis última de la Iglesia Católica y el epílogo de la Triple Apostasía (Protestantismo-Masonería-Comunismo) iniciada en el Renacimiento paganizante de los siglos XV y XVI. Negarlo como Vd. pretende, reverendo Sotelo, es un esfuerzo vano, “patada de ahogado”, pretender justificar lo injustificable; y clara muestra de ignorancia de la historia y Odio a la Verdad. Justificaré mi posición con historia y presente:
El Vaticano II no será propiamente el causante (el problema ya estaba antes, tiene usted razón. Es forzoso que hubiesen individuos apóstatas, como prueba de que no todos acogerían fielmente la Fe Católica revelada por Nuestro Señor Jesucristo, y por tanto, no todos permanecen en el Cuerpo Místico), pero sí el momento de inflexión, el no retorno, la materialización de la crisis última de la Iglesia Católica y el epílogo de la Triple Apostasía (Protestantismo-Masonería-Comunismo) iniciada en el Renacimiento paganizante de los siglos XV y XVI. Negarlo como Vd. pretende, reverendo Sotelo, es un esfuerzo vano, “patada de ahogado”, pretender justificar lo injustificable; y clara muestra de ignorancia de la historia y Odio a la Verdad. Justificaré mi posición con historia y presente:
En la Francia del siglo XVIII y comienzos del XIX, la mayoría de los obispos eran masones, y algunos de ellos, en la Revolución, defeccionaron del Ministerio para apoyarla. ¿Le suena, señor Sotelo, el nombre de Charles de Talleyrand? ¿O acaso el de Emmanuel Sieyés? ELLOS ERAN SACERDOTES, Y APOSTATARON DE SU MINISTERIO. Pero hubo luchadores de la Fe: Los campesinos de la Vendée, los miles de mártires que sucedieron en ese tiempo (entre ellos los reyes Luix XVI y María Antonieta), el Papa Pío VII, el padre Charles Balley y su discípulo, San Juan Vianney, fueron un referentes para las futuras generaciones en lo respectivo a la lealtad a la Iglesia y el Amor a la Verdad.
En tiempos de León XIII, y de su proyecto de concordia entre la Santa Sede y los gobiernos seglares, Francia impuso la Ley de Separación de la Iglesia y el Estado, que buscó quitarle a ésta la propiedad de los templos. Por ello, San Pío X deploró el estado de la Iglesia francesa en su tiempo (y condenó a Charles Maurras y el movimiento Le Sillón, que predicaban el indiferentismo religioso), y Pío XI redactó la encíclica “Quas Primas”, estableciendo la Fiesta de Cristo Rey. Por dichas protestas –y las dos Guerras Mundiales–, la Francia tuvo que dar marcha atrás a la tuición de los bienes.
En España, el Cardenal Pedro Segura y los clérigos catalanes y vascos apoyaron a la República, sabiendo que ésta odiaba la Religión. ¿Qué creía que pasaría si seguían pacíficamente los republicanos en el poder? ¡OTRA RUSIA! Gracias a Dios que Francisco Franco se alzó contra los republicanos, les declaró la guerra y los derrotó en franca lid (cosa que los izquierdistas de hoy no quieren admitir y pretenden cambiar a punta de la “Ley de Memoria Histórica” aprobada por la masónica PP-PSOE, lacaya del Nuevo Orden Mundial). Vale aclararle, señor Sotelo, que Franco no invadió España: el invasor fue la URSS (aliada de la República anticatólica) y las “Brigadas Internacionales”, formadas principalmente por sus coterráneos estadounidenses e ingleses.
En España, el Cardenal Pedro Segura y los clérigos catalanes y vascos apoyaron a la República, sabiendo que ésta odiaba la Religión. ¿Qué creía que pasaría si seguían pacíficamente los republicanos en el poder? ¡OTRA RUSIA! Gracias a Dios que Francisco Franco se alzó contra los republicanos, les declaró la guerra y los derrotó en franca lid (cosa que los izquierdistas de hoy no quieren admitir y pretenden cambiar a punta de la “Ley de Memoria Histórica” aprobada por la masónica PP-PSOE, lacaya del Nuevo Orden Mundial). Vale aclararle, señor Sotelo, que Franco no invadió España: el invasor fue la URSS (aliada de la República anticatólica) y las “Brigadas Internacionales”, formadas principalmente por sus coterráneos estadounidenses e ingleses.
Ahora, los gobiernos antiteos (porque el ateísmo como tal NO EXISTE, porque el ateo debe llenar el vacío que en su conciencia surge por su negación de Dios con cualquier cosa, con lo que sea, COMO SENTENCIARA LÚCIDAMENTE CHESTERTON), fueron electos porque el pueblo se inficionó de las ideas liberales que muchos sacerdotes predicaban explícita o tácitamente en sermones, escuelas y la prensa (Fulton Sheen –que fue ultraliberal en y después del Concilio– lo dijo con ironía profética: “Si quiere que sus hijos permanezcan firmes en la Fe, envíelos a la escuela pública. Si los quiere débiles, envíelos a escuelas católicas”. Y en España, la casi totalidad de los obispos, encabezados por Isidro Gomá y Tomás, deploró la intención desinformadora que ejercía la prensa “católica” internacional de su tiempo en cuanto a la Guerra civil, previendo lo que sucedería en el futuro con agencias noticiosas como EWTN, ACIPRENSA, ZENIT y ROME REPORTS).
Y en cuanto lo de los anticonceptivos, el aborto y demás políticas de los Estados Unidos, surgieron propiamente en la protestante Iglesia Episcopal, quienes en 1930 habían aprobado esas prácticas en su religión. Y como Estados Unidos es un país gobernado por masones y variopinto en los orígenes culturales de su población (aunque las mayorías y detentadores visibles del poder eran episcopales), ese sólo hecho causó su generalización. Súmese a ello que muchos obispos preconciliares de Estados Unidos estaban inflamados de americanismo, la “herejía fantasmal” o “pelagianismo contemporáneo”, y algunos ni creían en el “Extra Ecclésia Nulla Salus” (recuérdese la polémica suscitada en torno al P. Leonard Fenney, que defendía el dogma, y fue excomulgado a instancias del arzobispo Richard Cushing, que era amigo del clan Kennedy–). Así, con tan malos clérigos, ¿qué otro resultado se podía esperar en los laicos?
Cierto es que esos males ya existían de antes, pero ese Vaticano II que Vd. defiende tanto, esos Roncalli, Montini, Luciani, Wojtyła, Ratzinger y Bergoglio (más todos los que vengan), ¿por ventura han revertido la tendencia? ¿Han significado el resurgimiento de la Iglesia? ¡DE NINGUNA MANERA!, SÓLO CATALIZÓ LA APOSTASÍA GENERALIZADA, que ya estaba focalizada en algunas partes y épocas. Prueba de ello son, entre mil, la crisis económica por reducirse los diezmos (crisis que ha obligado a varias diócesis a vender sus parroquias, y a congregaciones religiosas a cerrar y vender conventos), los escándalos de corrupción financiera, clérigos homosexuales y/o pederastas, múltiples sectas escindidas de la secta conciliar, millones de personas volviéndose protestantes, budistas, ateos o a cualquiera de las otras religiones falsas, poca asistencia a los servicios Novus Ordo entre los que continúan en ella, países otrora Católicos promulgando leyes y sentencias inicuas (verbigracia, en el momento en que redacté estas líneas, Colombia aprobó que los maricas podían adoptar), el radicalismo entre los judíos y los musulmanes, disminución de las vocaciones y poca o nula perseverancia entre las existentes, entre otros hechos que cualquier lector no especializado puede notar.
Por eso la Biblia dice en el libro de Oseas: “Mi pueblo pereció por falta de conocimiento”, pero punto seguido menciona la causa: “Porque tú rechazaste el conocimiento, Yo te rechazaré de mi sacerdocio” (parafraseando, “Mi pueblo apostató porque no conocía la Verdad, pero fue porque tú rechazaste el Amor a la Verdad, y por eso ante Mí, ya no eres sacerdote”. Ese es el castigo que Dios envió contra la iglesia conciliar: verse con impostores amorales, laicos usurpando el ministerio clerical (como está la iglesia anglicana, carente de Sucesión Apostólica), y gobernada por un inepto, lleno de años y maldad. Ser el pasmo y oprobio de los infieles y herejes a raíz de sus escándalos (porque la persecución contra el Catolicismo auténtico no es más que un castigo contra la ramera deuterovaticana), para al final ser condenada a la destrucción eterna en el Juicio Final.
La Tradición es garante de permanencia en el tiempo, y su defensa es la causa general del pueblo: “Los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadires, sino Tradicionalistas”, dijo San Pío X. Nuestra elección por la Tradición NO ES UNA NOSTALGIA: ES UN DEBER, ES LA RAZÓN DE NUESTRA LUCHA (que aunque humanamente parece perdida, acabará en victoria porque Cristo Rey es nuestro comandante), porque la verdadera Iglesia Católica es Tradicional, o no sería Católica. El Modernismo es la prostitución, la apostasía, perder el ethos, la razón de ser. Si algunos no quisieron luchar, fue porque no eran de los nuestros, y no tenían Amor de la Verdad, porque estaban henchidos de respeto humano. Durante el Vaticano II, Mons. Marcel Lefebvre, Mons. Pierre Martin Ngô-dinh-Thuc, Mons. Antonio de Castro-Mayer, el Padre Joaquín Sáenz y Arriaga, entre otros, combatieron inquebrantables por la Ortodoxia de la Fe Católica. A ellos imitamos e imploramos su intercesión para continuar nuestra misión hasta la muerte o la Parusía. Por ello no nos avergüenza decirlo: SOMOS CATÓLICOS, APOSTÓLICOS, ROMANOS, TRADICIONALISTAS, SEDEVACANTISTAS Y MILENARISTAS PARUSÍACOS.
Por tanto, el germen de la Apostasía NO FUE LA MISA TRADICIONAL EN LATÍN, NI LOS DOGMAS Y LA DISCIPLINA DE MÁS DE DOS MIL AÑOS. La Apostasía generalizada que hoy vemos FUE CAUSADA POR EL MODERNISMO, EL SATÁNICO PRURITO DE NOVEDADES DE QUE ESTABAN IMBUIDOS LOS SACERDOTES Y OBISPOS DESDE EL RENACIMIENTO PAGANIZANTE, Y QUE EL VATICANO II ELEVÓ COMO INSTITUCIÓN Y FUNDAMENTO DE SU DOCTRINA HERÉTICA. Y a Vd., reverendo Sotelo, le quedan dos opciones: VERDAD O CONDENACIÓN. Piense bien lo que va a escoger, porque después no habrá oportunidad de arrepentirse.
Y en cuanto lo de los anticonceptivos, el aborto y demás políticas de los Estados Unidos, surgieron propiamente en la protestante Iglesia Episcopal, quienes en 1930 habían aprobado esas prácticas en su religión. Y como Estados Unidos es un país gobernado por masones y variopinto en los orígenes culturales de su población (aunque las mayorías y detentadores visibles del poder eran episcopales), ese sólo hecho causó su generalización. Súmese a ello que muchos obispos preconciliares de Estados Unidos estaban inflamados de americanismo, la “herejía fantasmal” o “pelagianismo contemporáneo”, y algunos ni creían en el “Extra Ecclésia Nulla Salus” (recuérdese la polémica suscitada en torno al P. Leonard Fenney, que defendía el dogma, y fue excomulgado a instancias del arzobispo Richard Cushing, que era amigo del clan Kennedy–). Así, con tan malos clérigos, ¿qué otro resultado se podía esperar en los laicos?
Cierto es que esos males ya existían de antes, pero ese Vaticano II que Vd. defiende tanto, esos Roncalli, Montini, Luciani, Wojtyła, Ratzinger y Bergoglio (más todos los que vengan), ¿por ventura han revertido la tendencia? ¿Han significado el resurgimiento de la Iglesia? ¡DE NINGUNA MANERA!, SÓLO CATALIZÓ LA APOSTASÍA GENERALIZADA, que ya estaba focalizada en algunas partes y épocas. Prueba de ello son, entre mil, la crisis económica por reducirse los diezmos (crisis que ha obligado a varias diócesis a vender sus parroquias, y a congregaciones religiosas a cerrar y vender conventos), los escándalos de corrupción financiera, clérigos homosexuales y/o pederastas, múltiples sectas escindidas de la secta conciliar, millones de personas volviéndose protestantes, budistas, ateos o a cualquiera de las otras religiones falsas, poca asistencia a los servicios Novus Ordo entre los que continúan en ella, países otrora Católicos promulgando leyes y sentencias inicuas (verbigracia, en el momento en que redacté estas líneas, Colombia aprobó que los maricas podían adoptar), el radicalismo entre los judíos y los musulmanes, disminución de las vocaciones y poca o nula perseverancia entre las existentes, entre otros hechos que cualquier lector no especializado puede notar.
Por eso la Biblia dice en el libro de Oseas: “Mi pueblo pereció por falta de conocimiento”, pero punto seguido menciona la causa: “Porque tú rechazaste el conocimiento, Yo te rechazaré de mi sacerdocio” (parafraseando, “Mi pueblo apostató porque no conocía la Verdad, pero fue porque tú rechazaste el Amor a la Verdad, y por eso ante Mí, ya no eres sacerdote”. Ese es el castigo que Dios envió contra la iglesia conciliar: verse con impostores amorales, laicos usurpando el ministerio clerical (como está la iglesia anglicana, carente de Sucesión Apostólica), y gobernada por un inepto, lleno de años y maldad. Ser el pasmo y oprobio de los infieles y herejes a raíz de sus escándalos (porque la persecución contra el Catolicismo auténtico no es más que un castigo contra la ramera deuterovaticana), para al final ser condenada a la destrucción eterna en el Juicio Final.
La Tradición es garante de permanencia en el tiempo, y su defensa es la causa general del pueblo: “Los verdaderos amigos del pueblo no son ni revolucionarios ni innovadires, sino Tradicionalistas”, dijo San Pío X. Nuestra elección por la Tradición NO ES UNA NOSTALGIA: ES UN DEBER, ES LA RAZÓN DE NUESTRA LUCHA (que aunque humanamente parece perdida, acabará en victoria porque Cristo Rey es nuestro comandante), porque la verdadera Iglesia Católica es Tradicional, o no sería Católica. El Modernismo es la prostitución, la apostasía, perder el ethos, la razón de ser. Si algunos no quisieron luchar, fue porque no eran de los nuestros, y no tenían Amor de la Verdad, porque estaban henchidos de respeto humano. Durante el Vaticano II, Mons. Marcel Lefebvre, Mons. Pierre Martin Ngô-dinh-Thuc, Mons. Antonio de Castro-Mayer, el Padre Joaquín Sáenz y Arriaga, entre otros, combatieron inquebrantables por la Ortodoxia de la Fe Católica. A ellos imitamos e imploramos su intercesión para continuar nuestra misión hasta la muerte o la Parusía. Por ello no nos avergüenza decirlo: SOMOS CATÓLICOS, APOSTÓLICOS, ROMANOS, TRADICIONALISTAS, SEDEVACANTISTAS Y MILENARISTAS PARUSÍACOS.
Por tanto, el germen de la Apostasía NO FUE LA MISA TRADICIONAL EN LATÍN, NI LOS DOGMAS Y LA DISCIPLINA DE MÁS DE DOS MIL AÑOS. La Apostasía generalizada que hoy vemos FUE CAUSADA POR EL MODERNISMO, EL SATÁNICO PRURITO DE NOVEDADES DE QUE ESTABAN IMBUIDOS LOS SACERDOTES Y OBISPOS DESDE EL RENACIMIENTO PAGANIZANTE, Y QUE EL VATICANO II ELEVÓ COMO INSTITUCIÓN Y FUNDAMENTO DE SU DOCTRINA HERÉTICA. Y a Vd., reverendo Sotelo, le quedan dos opciones: VERDAD O CONDENACIÓN. Piense bien lo que va a escoger, porque después no habrá oportunidad de arrepentirse.
Jorge Rondón Santos.
Cartagena, Noviembre de 2015
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