Noticias tomadas de RADIO SPADA.
1º SO PENA DE LLEVAR EL CASO AL CONSEJO DE SEGURIDAD DE LA ONU, LA ARABIA DE SAÚD ACEPTA QUE SAAD HARIRI LLEGUE A PARÍS (Fuente: L’AVVENIRE -edición impresa-, 17-XI-2017)
Saad Hariri y Emmanuel Macron
Se abre finalmente una rendija cerca de Saad Hariri. El primer ministro libanés, que se encontraba por casi dos semanas en Arabia Saudita, llegará a París «muy pronto», probablemente mañana (hoy), con su
familia. El camino de salida –que tomó de golpe a Arabia Saudita– fue ideado por el presidente francés Emmanuel Macron bajo la forma de
“invitación” a Hariri, y fue concudida en Riyad por su ministro de Exteriores Jean-Yves Le Drian, que en la capital del reino sostenía reuniones con el príncipe heredero Mohammed bin Salman –que, según
«fuentes saudíes» del tabloide británico Daily Mail ascenderá al trono luego de la abdicación del rey Salman la próxima semana-, con su homólogo saudita Adel al Jubair y con el mismo Hariri, que obviamente aceptó la propuesta.
En el Quai d’Orsay (Ministerio de Asuntos Exteriores) precisan que «no se trata de un exilio» del premier libanés en la capital francesa, sino solo de una estancia temporal, antes de regresar al Líbano. Según algunos observadores, Riyad debió permitirlo porque París estuvo dispuesto a llevar el caso ante el Consejo de Seguridad de la ONU, pero ha pedido a cambio que Hariri «persista» en «su dimisión» en señal de protesta contra las injerencias de Hezbolá (y por tanto de Irán) en el gobierno libanés. En la conferencia de prensa conjunta con Le Drian, Jubair ha asegurado que «el primer ministro dimisionario» estará libre para partir cuando quiera, teniendo en cuenta las condiciones de seguridad. Jubair ha contestado en esta ocasión las acusaciones de Hezbolá –según él una «organización terrorista»– de minar la estabilidad del Líbano a causa de sus intromisiones en los países árabes.
Satisfacción en Beirut por el avance.
En el Quai d’Orsay (Ministerio de Asuntos Exteriores) precisan que «no se trata de un exilio» del premier libanés en la capital francesa, sino solo de una estancia temporal, antes de regresar al Líbano. Según algunos observadores, Riyad debió permitirlo porque París estuvo dispuesto a llevar el caso ante el Consejo de Seguridad de la ONU, pero ha pedido a cambio que Hariri «persista» en «su dimisión» en señal de protesta contra las injerencias de Hezbolá (y por tanto de Irán) en el gobierno libanés. En la conferencia de prensa conjunta con Le Drian, Jubair ha asegurado que «el primer ministro dimisionario» estará libre para partir cuando quiera, teniendo en cuenta las condiciones de seguridad. Jubair ha contestado en esta ocasión las acusaciones de Hezbolá –según él una «organización terrorista»– de minar la estabilidad del Líbano a causa de sus intromisiones en los países árabes.
Satisfacción en Beirut por el avance.
Después de haber dicho el miércoles, que considerar que Hariri fuese «detenido» en Arabia Saudita, el
presidente Michel Aoun espera ahora que la crisis pueda seguir su iter
constitucional: Hariri debe regresar al Líbano y presentar, si es el caso, la dimisión personalmente. En tal caso, se abrirá para el Líbano una (nueva)
crisis para formar un ejecutivo. Crisis que nadie puede prever su duración. La diplomacia libanesa se ha movilizado en los días pasados con el ministro de Exteriores, que cierra hoy (ayer) en Moscú una gira que lo ha llevado a distintas capitales europeas, reuniendo apoyo para el esfuerzo de preservar la estabilidad del Líbano en un
momento que ve una escalada entre el novísimo e insólito eje Riyad-Jerusalén, por una parte, y Teherán por otra. Ayer (jueves) el general Gadi Eizenkot, jefe de Estado mayor del ejército israelí, ha dicho en una larga entrevista al periódico saudita Elaph –la primera entrevista concedida a un alto mando militar israelí en un medio saudí– que «conviene dar vida a un gran plan estratégico para bloquear el peligro iraní» y que por esto Israel está presto a compartir «información de inteligencia» con Arabia Saudita, «porque los dos países tienen un interés común». «Irán –prosiguió el general Eizenkot- proyecta controlar el Medio Oriente con dos medialunas chiíes: la primera desde Irán, atraviesa Iraq, hasta Siria y el Líbano, y la segunda desde Baréin, atravesando Yemén hasta el Mar Rojo.
Sobre esto, nosotros y el reino saudita, que nunca ha sido nuestro enemigo y con el cual nunca hemos combatido, concordamos completamente».
2º CONFIRMADO EL PACTO DE COOPERACIÓN ESTRATÉGICA “TEL AVIV-RIYAD” CONTRA IRÁN, Y EL ROL DEL YERNO DE DONALD TRUMP (Fuente: LA REPUBBLICA -edición impresa-, 17-XI-2017)
Mohammed bin Salman al-Saud, Jared Kushner y Benjamin Netanyahu
«El único problema que tenemos con Israel es la cuestión palestina. Y para esto estamos trabajando con la administración Trump: una vez individualizada una solución para ello, estamos prontos a colaborar desde el punto de vista político y económico». Las palabras pronunciadas en Riyad poco más de una semana por una fuente calificada de la Corte real saudita lo dicen todo. Pero el hecho confirmatorio se dio ayer (jueves): que el Jefe del Estado mayor del Ejército israelí, en una entrevista concedida –y por la primera vez– a un diario saudita, le da al nuevo eje medioriental un timbre de oficialidad que le faltaba. «Irán –explicaba el general Gadi Eisenkot al diario virtual Elaph– es la mayor y real amenaza regional. Cuando se habla del eje iraní, hay un entendimiento entre nosotros y Arabia Saudita. He participado en un encuentro de responsables militares en Washington, y cuando escuché hablar al representante saudita, encontré que su visión sobre Irán coincidía plenamente con la mía».
Eisenkot fue más allá: Israel está dispuesto a «intercambiar información, incluso de inteligencia, con los países árabes moderados para enfrentar al Irán. Hay muchos intereses compartidos entre nosotros y la Arabia Saudita». Pero Eisenkot ha querido subrayar enseguida que Israel no combatirá en las guerras de Arabia Saudí, en referencia a la crisis en el Líbano. Las palabras del general señalan el punto más avanzado de un acercamiento entre los dos países que se adelanta desde hace meses y que el plan de paz que Riyad está ajustando junto con Washington podría llegar a debelarse.
En septiembre, los medios israelíes habían reportado la visita de incógnito en su país de un príncipe saudita de alto nivel: luego de algunos días de misterio, se aclaró el cuadro. Quien aterrizó en Tel Aviv para encontrarse con el primer ministro israelí Benjamín Netanyáhu fue el mismo Mohammed Bin Salman, el príncipe heredero que hoy gobierna de facto Arabia Saudí. La visita había sido desmentida por la Corte de Riyad, pero confirmada por diversas fuentes israelíes a los medios internacionales –facilitada con toda probabilidad por Jared Kushner, yerno del presidente norteamericano Trump y amigo del premier israelí–, las acciones frente a Irán, su enemigo común, y el estado de las negociaciones con los palestinos. El encuentro era el motor de un nuevo esfuerzo diplomático: hacía tres semanas llegó a Riyad el mismo Kushner y discutió con Mohammed Bin Salman el plan de paz israelí-palestino luego anticipado por el New York Times. Mas para reforzar el eje reconocido ayer por la entrevista del general Eisenkot estaban los eventos siguientes a aquel encuentro: la renuncia del primer ministro libanés Saad Hariri en polémica contra los chiíes de Hezbolá, sus aliados de gobierno. Los duros ataques a Irán lanzados desde Riyad luego que un misil lanzado desde Yemén fuera interceptado en cercanías del aeropuerto de la capital saudita. El aumento fortísimo de la retórica anti-Teherán en toda la región. Por diez días los diarios israelitas no han dejado de publicar análisis sobre la Arabia Saudita y sus objetivos, tan cercanos a los nacionales. Ayer lo que todos sabían salió a la luz.
Eisenkot fue más allá: Israel está dispuesto a «intercambiar información, incluso de inteligencia, con los países árabes moderados para enfrentar al Irán. Hay muchos intereses compartidos entre nosotros y la Arabia Saudita». Pero Eisenkot ha querido subrayar enseguida que Israel no combatirá en las guerras de Arabia Saudí, en referencia a la crisis en el Líbano. Las palabras del general señalan el punto más avanzado de un acercamiento entre los dos países que se adelanta desde hace meses y que el plan de paz que Riyad está ajustando junto con Washington podría llegar a debelarse.
En septiembre, los medios israelíes habían reportado la visita de incógnito en su país de un príncipe saudita de alto nivel: luego de algunos días de misterio, se aclaró el cuadro. Quien aterrizó en Tel Aviv para encontrarse con el primer ministro israelí Benjamín Netanyáhu fue el mismo Mohammed Bin Salman, el príncipe heredero que hoy gobierna de facto Arabia Saudí. La visita había sido desmentida por la Corte de Riyad, pero confirmada por diversas fuentes israelíes a los medios internacionales –facilitada con toda probabilidad por Jared Kushner, yerno del presidente norteamericano Trump y amigo del premier israelí–, las acciones frente a Irán, su enemigo común, y el estado de las negociaciones con los palestinos. El encuentro era el motor de un nuevo esfuerzo diplomático: hacía tres semanas llegó a Riyad el mismo Kushner y discutió con Mohammed Bin Salman el plan de paz israelí-palestino luego anticipado por el New York Times. Mas para reforzar el eje reconocido ayer por la entrevista del general Eisenkot estaban los eventos siguientes a aquel encuentro: la renuncia del primer ministro libanés Saad Hariri en polémica contra los chiíes de Hezbolá, sus aliados de gobierno. Los duros ataques a Irán lanzados desde Riyad luego que un misil lanzado desde Yemén fuera interceptado en cercanías del aeropuerto de la capital saudita. El aumento fortísimo de la retórica anti-Teherán en toda la región. Por diez días los diarios israelitas no han dejado de publicar análisis sobre la Arabia Saudita y sus objetivos, tan cercanos a los nacionales. Ayer lo que todos sabían salió a la luz.
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