jueves, 30 de octubre de 2025

EL HALLOWEEN: PERSPECTIVA HISTÓRICA

Traducción de la sección ¿Cómo explicas estas prácticas Católicas tradicionales? de TRADITIO.
Frecuentemente surge la pregunta sobre la celebración de Halloween por los católicos. ¿Es por ejemplo, “pagano” disfrazarse y rondar como fantasmas y duendes? La pregunta surge frecuentemente porque la mayoría de cristianos modernos (mayormente acatólicos) creen que el Halloween tiene algo que ver con adorar al demonio y participar en brujería. La verdad es que los orígenes del Halloween están arraigados profundamente en la teología y las costumbres tradicionales de los católicos.
        
Es una revisión de la historia real decir que nuestra celebración moderna de Halloween tiene orígenes en las costumbres druidas. Es verdad que los antiguos celtas celebraban una gran festividad principal (el Año Nuevo Celta) el 31 de Octubre, pero la realidad es que ellos celebraban un festival el último día de casi cada mes.
        
Halloween, una contracción de “All Hallows’ Even” cae el 31 de Octubre porque la Fiesta de Todos los Santos o “All Hallows” cae el 1 de Noviembre. La fiesta en honor de Todos los Santos solía ser celebrada el 13 de Mayo, pero el Papa Gregorio III, en el año 731, se movió al 1 de Noviembre, dedicación de la Capilla de Todos los Santos en la antigua Basílica de San Pedro en Roma. Esta fiesta se propagó alrededor del mundo (en Irlanda, Northumbria y Baviera hacia el 800; Alcuino de York la introdujo en el Imperio Franco, oficializándose en el 835). En el año 998, San Odilón, abad del poderoso monasterio de Cluny en Francia, agregó una celebración el 2 de Noviembre. Este era un día de oración por las almas de los fieles difuntos. Por ende, la Iglesia tiene una fiesta de los Santos y los que están en el Purgatorio.
        
Fueron los católicos irlandeses los que vinieron con la idea de recordar en cierta forma a aquellas almas que no vivieron por la Fe en esta vida. Se hizo costumbre para estos irlandeses hacer sonar ollas y sartenes en la Víspera de Todos los Santos para que los condenados supieran que no eran olvidados. En Irlanda, pues, TODOS los muertos venían a ser recordados. Con todo, esto no es exactamente como nuestra celebración de Halloween. En Halloween también hay disfraces.
        
Esta práctica surgió en Francia entre los siglos XIV y XV. Durante la horrible plaga bubónica de la Peste Negra, Europa perdió la mitad de la población. Los artistas pintaban esto en las paredes para recordarnos nuestra propia mortalidad. Estas imágenes y representaciones son conocidas como la “Danza de la muerte” o “Danza macabra”. Estas figuras eran comúnmente pintadas en los muros de los cementerios y mostraban al diablo conduciendo hacia la tumba a una cadena margarita de personas. A veces la danza se recreaba en el Día de los Fieles Difuntos como un cuadro viviente, con personas disfrazadas como los muertos. Pero los franceses se disfrazaban el día de los Fieles Difuntos, no en Halloween, y los irlandeses, que celebraban Halloween, no se disfrazaban.
         
Las dos fueron llevadas a las colonias de Norteamérica durante el siglo XVIII, cuando los católicos irlandeses y franceses comenzaron a casarse entre sí. Así, las dos celebraciones se mezclaron, y tenemos el comienzo de los disfraces en Halloween. Es así, como vemos, una fiesta muy “estadounidense”, pero católica también.
        
“Trato o travesura” es una adición muy extraña al Halloween. Es el aspecto más estadounidense de la celebración, y es la contribución (involuntaria) de los católicos ingleses.
        
El “Día de Guido Fawkes” se convirtió en una gran celebración contra los católicos en Inglaterra. Este celebraba el día en que fue descubierto el complot para hacer estallar el Parlamento y el rey Jacobo I Estuardo. Esto fue el 5 de Octubre de 1605. Guido Fawkes fue el atolondrado que estaba guardando la pólvora. Él fue arrestado y ahorcado. Durante estos tiempos de persecución a la Iglesia Católica, bandas de juerguistas vestían máscaras y visitaban a los católicos en la noche demandando que les dieran pasteles y cerveza.
        
El “Día de Guido Fawkes” llegó a las colonias americanas con los primeros colonos ingleses. Hacía mucho que fue olvidado el “Rey Viejo” Jacobo, pero el “Trato o travesura” era demasiado divertido para abandonarlo. Finalmente, se trasladó a la mascarada católica hiberno/francesa. Esta práctica del “Truco o travesura” simplemente fue movida para coincidir con la celebración católica que involucra disfrazarse.
    
Los antiguos druidas contribuyeron con los dulces, que eran usados para atraer los buenos espíritus y máscaras (jack o’lanterns), que eran usados para espantar a los espíritus malignos.
       
Halloween puede servir al propósito de recordarnos sobre el Infierno y cómo evitarlo. El Halloween es también un día para prepararnos a recordar a los que nos antecedieron en la Fe, a los que ya están en el Cielo y los que aún están sufriendo en el Purgatorio. El Halloween es un tiempo para que la gente sepa sobre nuestras raíces y significación católica (Rev. Scott Archer).
       
Los padres católicos que no estén cómodos con los peores aspectos seglares del Halloween, que en verdad están creciendo, pueden valerse de actividades alternativas: oración familiar y ayuno para la Vigilia de Todos los Santos, visitar las casas disfrazados de personajes no diabólicos, la lectura de historias de los Santos o lecturas de temporada como “La máscara de la muerte roja” de Edgar Allan Poe y “La leyenda de Sleepy Hollow” (La leyenda del jinete sin cabeza) de Washington Irving, y tocar música de temporada como la “Danza Macabra” opus 40 de Camille Saint-Saëns, “Una noche en el Monte Pelado” de Modest Músorgski, o la “Isla de los muertos” opus 29 de Serguéi Rajmáninov.
        
Aun así, una palabra de advertencia: la Iglesia siempre ha condenado como pecados contra el Primer Mandamiento, y ha advertido a sus hijos mantenerse lejos de la astrología, encantamientos, adivinación, oráculos, magia, tabla güija, brujerías, hechizos, y demás prácticas ocultistas, aun si son tratadas en una forma trivial o de broma.
        
Santo Tomás de Aquino dice que los cristianos no tienen permitido si quiera incursionar en tales cosas:
«Al hombre no se le ha dado poder sobre los demonios para que pueda servirse lícitamente de ellos en todo lo que quiera; por el contrario, hay una guerra declarada entre él y ellos. De ahí que en modo alguno le es lícito al hombre valerse de la ayuda de los demonios por medio de pactos, tácitos o expresos» (Suma Teológica, parte II-IIæ, cuestión 96, Art. 2, respuesta a la objeción 3).
Recordemos también la oración a San Miguel contra «Sátanam áliosque spíritus malígnos qui ad perditiónem animárum pervagántur in mundo» [Satanás y los otros espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas]. Como en todas las cosas, los padres deben asegurarse de enseñar a sus hijos el equilibrio adecuado en tales cosas, sin errar por defecto o por exceso.

7 comentarios:

  1. Para mi es tiempo de recordar nuestros parientes muertos, rezar por ellos, por su eterno descanso, previo a la fiesta de todos los santos y el día de los fieles difuntos. Lo demás es obra del maligno.

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  2. Lo que deben hacer los padres catolicos es prohibir totalmente la celebracion diabolica del Halloween e indicarle a sus hijos que un verdadero seguido de Cristo no hace esas cosas ni sigue cosas del Mundo. Punto

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    1. También es satánico (por más que le pongan cruces e imágenes de la Virgen de Guadalupe y San Judas Tadeo) el sincretismo patente en los “altares de muertos” de Méjico.

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    2. Hasta los conciliares ya no quieren comprar eso de bautizar el Halloween: https://thecatholicherald.com/article/stop-trying-to-baptise-halloween

      A todo esto, el “Día de los muertos” mexicano con sus “calaveras” que imitaban las modas de la alta sociedad de la época y sus “altares” que las más veces exaltan los vicios del finado, ¡ni siquiera es de origen indígena (que no creían en una vida después de la muerte), sino ¡DE LA REVOLUCIÓN DE 1910!, del nacionalismo hispanófobo y anticatólico de Vasconcelos y Obregón.

      https://www.sinembargo.mx/1537881/dia-de-muertos-herencia-de-una-politica-de-nacionalismo-cultural

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    3. Bueno, los Aztecas y Nahuas creían en el Mictlán, el reino de los muertos.

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    4. De hecho, según exponen los antropólogos e historiadores mejicanos Alfredo López Austin en su libro de 1980 “Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos nahuas” y Alfonso Caso Andrade en su libro de 1983 “El pueblo del sol”, las postrimerías (por llamarlas de alguna forma) de los aztecas no tenían muy en cuenta “cómo vivió” la persona, sino “cómo murió”, y de ello habían cuatro posibiles destinos para su alma:
      • El Mictlán era para los que morían de causas naturales o enfermedades comunes, sin importar si eran nobles o plebeyos. Después de un arduo camino por las nueve regiones del inframundo azteca (los nahuas creían que era de cinco capas con características y funciones diferentes) que duraba cuatro años, si lograban llegar, su destino era incierto: sus almas desaparecían allí (aniquilacionismo), se reencontraban con sus antepasados, descansaban o tenían algún castigo (los códices varían).
      • El Tonatiuhichan era para los guerreros muertos en batalla o sacrificados ante sus dioses, los mercaderes que morían en misión comercial/diplomacia/espionaje (para ellos, el comercio equivalía a la guerra), y las mujeres que morían en el parto de su primer hijo (aunque estas iban para una sección llamada Cihuatlampa, el oeste). Después de un camino de ochenta días, unos y otros acompañaban al Tonatiuh, el sol, en su recorrido diurno, y después de cuatro años reencarnaban como mariposas o colibríes, quetzales u otras aves.
      • El Tlalocan era para las personas que morían fulminadas por un rayo, ahogadas, por hidropesía y lepra, así como los sacrificados a Tláloc, el dios de las lluvias. Allí permanecían alimentándose de frutales, maíz, frijoles chía y otras plantas, hasta que regresaban como semillas (expresada esa creencia en el hecho que eran inmediatamente enterrados).
      • El Chichihualcuauhco era el lugar donde iban los niños muertos antes de poder consumir alimento sólido, donde eran alimentados con la leche de un árbol con frutos en forma de senos (de ahí el nombre del lugar), mientras esperaban renacer en la tierra luego del cataclismo final que cierre el quinto sol (la humanidad presente).
      Aunque en ocasiones, creían que algunos géneros de muerte eran porque los dioses habían tomado de su cuenta a la persona por su conducta, como el caso de los ebrios, los adúlteros o los ladrones.

      En todo caso, las ofrendas a los muertos las hacían a los ochenta días (caso de los que iban al Tlalocan) y cada año durante cuatro años (los del Mictlán), y después no lo hacían más.

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    5. Muy detallado el comentario, hermano. Y entonces, se ha de concluir que las creencias aztecas y nahuas no son compatibles con la fe cristiana (a más de idólatras, se ve que no creen en el Juicio final ni en la inmortalidad del alma), y en ninguna manera se puede sincretizar con prácticas como el “Día de los muertos”.

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