En 1999 se publicó un libro anónimo en Italia intitulado Via col vento in Vaticano [tit. esp. El Vaticano contra Dios], que según el editor de la versión francesa, “vendría de un grupo de dignatarios del Vaticano llamado ‘Los Milenarios’ (Les Millénaires) quien decidieron romper la ley del silencio”. Se trata de una obra colectiva que describe diversos trastornos que afectan a la Santa Sede, los capítulos son de valor desigual y algunos hacen serias reservas. En el Capítulo 18, El humo de Satanás en el Vaticano, trata de la masonería y expone en cuatro páginas de gran interés, el proceso implementado para hacer que se afilien los prelados a la secta.
“Hay un verdadero noviciado para los sacerdotes que se unen a la orden masónica. Hay entre ellos una cierta clase de hombres en los que la masonería ve a los posibles colaboradores; deben poseer ciertas cualidades: aguda inteligencia, el deseo profundo de hacer una carrera, ambición, hermosura e imponente presencia física y el rostro agradable. Estas cualidades excelentes deben atraer la atención de los reclutadores.Cuando un joven sacerdote cumple estos criterios (…), sólo faltan estímulos e iniciar el ataque con su auto-estima”.
El autor insiste en el carácter secreto de la operación, que es una condición indispensable de su éxito.
“La condición absoluta es que en esta primera fase, el candidato permanece en la ignorancia total de lo que se está formando en torno a él. La técnica requiere una revelación progresiva masónica, para que el asociado descubra el propósito de la sociedad secreta de forma gradual, de acuerdo con lo que sus superiores consideran como útil”.
El primer contacto ocurre de la manera más natural posible:
“Una invitación a una embajada requiere una celebración nacional, el encuentro inesperado con una persona que se dice que aprecian la amistad, un sacerdote que le pide algo, se muestra agradecido. Luego viene la fase de alabanza y adulación: ‘oh, eso es algo maravilloso, así que, por ejemplo, un ingenio! (…) Te mereces más, usted está perdiendo su tiempo … Pero, ¿por qué no darnos un capricho de una manera más familiar?’ (…) A continuación, entra en la fase de las perspectivas de futuro: “Conozco a un sacerdote, un cierto cardenal, algún embajador o un ministro (…) Voy a hablar inmediatamente con ellos, hablas como un hombre que merece mayores responsabilidades (…)”.
En esta etapa, el autor se dá cuenta de inmediato si el interesado ha mordido el anzuelo.
El proceso que acabamos de describir continuará por muchos años, siempre en secreto.
“Poco a poco, las promesas comienzan a hacerse realidad. El candidato preseleccionado se da cuenta de que no eran falsas promesas y cree en el deber de agradecer a su amigo, a quien considera su benefactor. En este momento, su carrera avanza sin encontrar ninguna dificultad. Brillantes posibilidades se abren ante él para el servicio de la Iglesia, en la que empieza a imaginar una posición que le quede bien.Es exactamente en este momento, cuando, presa de la fiebre de la ambición y la vanidad, el sacerdote desprevenido tiene en la mano las pruebas de su rápido ascenso, que no ha comprendido, y cuando otras promociones a puestos superiores siguen apareciendo en el horizonte llega la etapa de las explicaciones”.
Explican dos cosas al candidato:
- Si su posición es tan brillante, se debió al apoyo de la orden masónica discreta y sus amigos.
- Él es libre de seguir trabajando con este fin, lo que garantizará la continuidad de su avance.
“En esta fase muy delicada, el sacerdote en crisis es quien decide lo que va a hacer, la elección. El deseo de seguir subiendo, el vértigo de saberse introducido en la corriente masónica, el temor de las revelaciones inevitables si se niega a cumplir, o, mejor dicho, el vacío que siente a su alrededor, la exhortación fraterna de algún dignatario a quien, como él mismo lo había hecho: en una palabra, todo termina por convencer al sacerdote a seguir el camino que otros comenzaron a dibujar sin su conocimiento.Cuanto más alto se sitúa, más probable es su debilidad interna por temor a perder los altos cargos que se le permitió alcanzar. Un abismo llama otro. La persona busca una excusa para ello”.
Muchos sacerdotes que se han comprometido acaban finalmente por ceder y llegar a ser miembros del aparato masónico con la obligación de obedecer sus instrucciones.
“Por lo tanto, una vez infiltrados entre ellos en su medio Sacerdotal, el valiente novato masónico tiene como primer deber, parecer confiable manteniendo sus promesas y, si es necesario, en virtud de un mal día, actuar falsa e hipócritamente, como los mejores sacerdotes del lugar donde se infiltraron (…).Hábilmente enganchado, el masón nuevo otra vez se convierte en un peón en el ámbito de actuación de la logia secreta y se suma a otros que ya han hecho su nido allí. Su ascenso puede continuar a partir de ahora sin trabas a la parte superior con la ayuda de otros “hermanos”.
Admirable proceso fundado en el secreto, que puede durar fácilmente durante diez años y sólo pueden ser ejecutadas por un personal disciplinado y bien entrenado… y paciente. Sin duda no sólo se utiliza en la curia, tanto en el mundo secular como en la Iglesia.
Dos observaciones generales deben hacerse en cuanto a lo que se dice acerca de la penetración masónica en la curia y el proceso que se utiliza para este propósito.
La presencia de los masones en puestos clave dentro de la Iglesia explica en gran medida las desviaciones en la doctrina y la disciplina de los últimos cuarenta años. Esto es particularmente claro en el caso de la reforma litúrgica.
En cuanto al proceso que hace a los sacerdotes masones, es muy importante entenderlo y darlo a conocer, porque, obviamente, pierde su eficacia cuando se descubre.
En conclusión, debemos estar en alerta ya que la cuestión masónica es una de las claves de la crisis actual, tanto política como religiosa. Y como dijo el Papa León XIII en su encíclica Humanum genus, es necesario “quitar la máscara de la masonería bajo la cual se esconde y mostrarla tal como es”.
Vamos a estar alertas y mantener la fe en la Iglesia, sabemos que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
“La Iglesia es realmente una sociedad sobrenatural, realmente santa, el cuerpo místico de Cristo, la esposa de Cristo – de una fidelidad intacta, a imagen de la Virgen María. Ella está en completa comunicación con Jesús en todos los siglos, sin excepción, hasta el fin del mundo. Eso y nada más”.
(Arnaud de Lassus, ¿Cómo el Prelado de la Iglesia se convierte en un masón?)
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