De
Nostra Ætáte para adelante (pasando por la declaración que dio José
María Escriba y Albás a el 14 de Febrero de 1975 en respuesta a la afirmación «Padre, yo soy hebreo…» de un joven barbado en una de sus conferencias en la casa de retiros de Altoclaro, cerca de Caracas (un año antes, el 5 de Julio de 1974, había dado una respuesta similar a una mujer en el colegio Tabancura, en la Región Metropolitana de Santiago de Chile):
«Yo amo mucho a los hebreos porque amo mucho a Jesucristo —¡con locura!—, que es hebreo. No digo era, sino es: Jesus Christus, heri et hódie, ipse et in sǽcula. Jesucristo sigue viviendo, y es hebreo como tú. El segundo amor de mi vida es una hebrea, María Santísima, Madre de Jesucristo. De modo que te miro con cariño. Sigue…»),
uno de los lugares comunes de la Iglesia Conciliar es
afirmar que Nuestro Señor Jesucristo era judío (inclusive, hubo un
clérigo modernista que llegó a decir que el antisemitismo es
incompatible con el ser cristiano porque –citando a Bergoglio– dentro de
cada cristiano hay un judío).
Afirmación
desde luego falaz, al menos si se entiende por “judío” al grupo
poblacional que habita principalmente la Entidad Sionista (ojo a la
palabra “principalmente”, porque también existen en otras partes del
mundo, como Europa, Estados Unidos y Argentina) y que profesa el
talmudismo por religión. Porque la mayor parte de estos “judíos” ni
siquiera son descendientes de los hebreos, sino de los turcos llamados
JÁZAROS (en hebreo כּוּזָרִים;, kuzarim; en árabe خزر, jazar; en turco,
hazarlar; en griego, χαζαροι; en ruso, xазары; en tártaro Xäzärlär; en
persa خزرها, xazarhâ; en latín, gazári o cosri) que habitaron en el
Cáucaso norte y que bajo el reinado de Bulán Sabriel (los jázaros, como
todos los pueblos turco-mongoles, tenían un gobierno diárquico,
conformado por el líder militar –bey– y el rey ceremonial –jan–, que
posteriormente se unificarían en una sola persona) a mediados del siglo
VIII adoptaron el judaísmo y la escritura hebrea para su idioma, proceso
que tuvo su máximo con Abdías Jan al siglo siguiente.
El título de la entrada, a primera vista chocante, debe entenderse en
el sentido de que Cristo, Jesús de Nazaret, nada tiene que ver con los
actuales judíos del estado de Israel y Europa/América, Ni
históricamente, ni geográficamente, ni racial o culturalmente, y mucho
menos con la religión practicada por ellos, que es la religión
talmúdica diferente a la religión mosaica.
El artículo que prueba todo ello que traigo de cantinho/Litle place enuncia y demuestra la tesis de que con alta probabilidad los actuales judíos de Israel y de Europa/América, no tienen nada que ver con el pueblo israelita, los descendientes de las doce tribus de Israel, los hijos de “nuestro Padre Jacob” (la mujer samaritana). Es en este sentido verdadero el título de la entrada. Cristo no era de ninguna manera judío, en la acepción actual de la palabra. Ellos son tan gentiles como lo somos nosotros o los árabes.
Para la mejor comprensión del interesantísimo y esclarecedor artículo que reproduzco, hay que tener en cuenta la distinción de algunos términos, que son los siguientes:
Judaíta (de la sangre de la tribu de Judá); Israelitas (el pueblo elegido descendiente de cualquiera de las doce tribus de Israel); judeano, habitante de Judea o peregrino y de paso por ella (Cristo no era de este grupo aunque sí lo era San Pablo, judío de la tribu de Benjamín). Equivale al término Ioudaios, usado en la Biblia griega, particularmente en el Nuevo Testamento. Idumeo (pueblo semita que en el tiempo de Jesús habitaba Judea, en amalgama con los israelitas. De hecho había llegado a incrustarse en la élite gobernante, tal como Herodes y el partido saduceo, o parte de la clase sacerdotal de los levitas del tiempo de Jesús). Judío o Jew, ( actual grupo étnico, cultural y religioso de Occidente que reclama ser descendiente los israelitas).
El artículo establece con abundancia de pruebas que el judío occidental de estirpe askenazi (Jew en inglés) en gran parte adscrito o simpatizante con el Sionismo, movimiento político y cultural que reclamó y logró la vuelta en nuestros días a la “tierra prometida” de Palestina, y en ella se mantiene en continua guerra con los árabes sus habitantes, no es en realidad verdaderamente israelita. Ni por religión (talmúdica), ni por cultura, ni por raza (emparentada con la turca, como descendientes del pueblo turco de Khazar, o khazaritas, ni por la adscripción geográfica de sus antepasados, ni por la lengua –yidish– de sus ancestros que es una lengua asiático-europea, aunque influída por los escritos rabínicos, puede identificarse con el pueblo israelita, al que perteneció Jesús, religiosa, racial y culturalmente. En este sentido Cristo decididamente no era judío. Como el artículo señala, el pueblo israelita, al revés que el idumeo, casi desapareció de la historia en sucesivos genocidios, aunque en parte engrosó la Iglesia cristiana primitiva.
Son muy interesantes las notas al pie del artículo así como la explicación de las imágenes numeradas. También es recomendable leer los artículos a los que enlaza el texto.
¿ERA CRISTO JUDÍO? ¡NO!
Por Rodrigo Silva Barros.
Los judios de Israel no son de la etnia israelita. Son una mezcla de idumeos semitas y turcos Khazaritas, cuyos descendientes emigraron a Europa, mientras otros permanecieron en la península de Crimea. Ellos son como nosotros, árabes o europeos, gentiles. Sin embargo son talmudistas.
Israel bajo el Imperio Romano se dividió en tres naciones: Galilea, Samaria y Judea. Nuestro Señor Jesucristo vino a sus propios hermanos de raza, es decir, a los israelitas raciales que vivían en esos tres países: unos eran samaritanos, otros galileos y otros de Judea. Él no vino a los idumeos y tampoco a los judíos genéricos, los cuales se nombran en el griego bíblico como Ioudaios. Es muy importante que esto quede claro. Los judíos-judeanos (Ioudaios) fueron los hijos de Israel de la tribu de Judá (y no de Judea ) se mezclaron con los idumeos conquistados y asimilados por Juan Hircano, al ser obligados por él a convertirse a la tradición religiosa oral de los israelitas. A modo de ejemplo, el rey Herodes el Grande era un edomita o idumeo que, bajo el Imperio Romano, usurpó el trono de Israel.
Es importante destacar que Herodes inició un mestizaje racial entre él y la hija del sumo sacerdote de Israel, una mujer de increíble belleza, Mariamne I. Ciertamente, este ejemplo dejó una profunda impresión en el partido de los herodianos, los sacerdotes saduceos que juzgaban que Herodes era el Mesías. Sin duda, los herodianos imitaron a su jefe al fusionarse los levitas con los idumeos. De esta manera, la pureza obligatoria de linaje levítico, la élite sacerdotal al cargo del Templo de Jerusalén y el Sanedrín, fue poco a poco desapareciendo, incluso antes del nacimiento de Cristo. Estos hechos explican cómo surgió una nueva élite sacerdotal, en parte israelita y en parte idumea. Esta élite mestiza la constituían los saduceos que se enfrentaron a nuestro Señor Jesús. Los esenios, originalmente saduceos dejaron una vasta obra literaria apocalíptica en su lucha contra los nuevos saduceos. Parte de la vasta obra literaria apocalíptica contra los nuevos saduceos de los esenios sobrevivió en las cuevas de Qumran. Los esenios se tenían a sí mismos como racialmente puros.
No es irreal suponer que José Caifás, el sumo sacerdote que juzgó penalmente [1] a Jesucristo, nuestro Dios, haya sido un mestizo edomita.
De todos modos, los idumeos, y los herederos de las tribus de Judá y de Benjamín vivían juntos en Judea, y por ello se les nombra indistintamente como judeanos. Debido a que Idumea estaba al sur de Judea, los idumeos se convirtieron a la tradición oral de los hijos de Israel y habitaron principalmente en Judea. De todo ello aparece claro porqué los evangelios narran que Herodes se acongojó con toda Jerusalén cuando supo que el Mesías había nacido en Belén (Mateo 2). Él temía, [junto con la élite idumea/israelí de Jerusalén] que el verdadero Rey de Israel reclamase el trono a los idumeos mezclados con la elite de la ciudad. Ya se había cumplido el tiempo para que apareciera el Mesías según el cómputo de las Semanas proféticas de Daniel. Muchos en Israel estaban expectantes, por lo que aparecieron varios candidatos a Mesías en varios lugares. Herodes reaccionó ante el nacimiento de Dios encarnado matando a los niños israelitas de Belén. De esta manera, él claramente se anticipó a las tendencias deicidas de los idumeos. Herodes mató incluso a un bebé hijo suyo, para que ni siquiera alguien de su descendencia reclamase ser el Mesías.
Para ver un ejemplo de cómo el término “judío” es un término genérico, podemos citar el apóstol San Pablo. Afirma ser un Ioudaios (Gálatas 2:15). Pero, añade, de la tribu de Benjamín (Ro. 11:1). Es decir, San Pablo es un judeano, Ioudaios, (no Judaíta) porque vivió en Judea, y de Benjamín porque nació de esta sangre. Es significativo que Cristo nunca dijo de Sí ser un Ioudaios. Él no lo era. No vivió en Judea. Él y su familia fueron nazarenos, porque vivían en Nazaret, en Galilea (Mt 2:23). Sin embargo, eran de sangre judaíta.
En verdad, el término “judío” es tan elástico que puede significar incluso a los peregrinos extranjeros de paso por Judea (Hechos 2:5).
San Pablo dice que nosotros somos Ioudaios espirituales (Romanos 2:28-29). Pero hay que entenderlo como una metonimia de “Israelitas”, el verdadero pueblo escogido. El israelita, es bien sabido, comprendía una amalgama de gentes en el tiempo del Nuevo Testamento. Es algo parecido al término con que se alude a los hispanos en USA, a los que indistintamente llaman “cucarachas”. La ofensiva palabra lanzada contra todos los inmigrantes es un ejemplo de metonimia. Estas nominaciones culturales, como la de judeanos, a menudo cambia con el tiempo, pero ésta fue conservada en la Biblia. Así el término de Ioudaios espiritual, no significa “judío”. Esta es una palabra que surgió en el siglo XVIII, que incluye también a algunos europeos orientales. Y, tampoco significa “edomitas”, que eran descendientes de los cananeos.
Poncio Pilato se mostró irónico con nuestro Señor cuando ordenó a sus soldados escribir en el título de la cruz de Cristo, “Jesús de Nazaret, Rey de Judea”. Como si dijera: “João VI de Lisboa, Emperador de Brasil”. Para Pilato, era ilógico que los enemigos de Cristo afirmasen que era un rey usurpador de Judea (Ioudaia), porque Él era galileo. Era más lógico que sus detractores alegasem
que Cristo quería ser el rey de Galilea. Pilato se dio cuenta de la
conducta insidiosa de los enemigos de Cristo.
La era de Edom
Después de la completa destrucción de Jerusalén en el año 70 y la siguiente revuelta de Bar Cochba en el siglo II, los israelitas e idumeos virtualmente desaparecieron de Palestina. La suerte de los israelitas fue más trágica y cruenta que la de los idumeos. Porque fueron sometidos a sucesivos y diversos eventos de extinción global a manos de los romanos, después de la destrucción de Jerusalén.
Pero los idumeos de tradición religiosa israelita que no sufrieron esas calamidades en Palestina se volvieron una colonia ínfima en el país.
Esta situación se mantuvo sin cambios hasta la conquista musulmana de Palestina en el siglo VII. Ella causó una migración de la población idumea hacia Europa, movimiento que se aceleró profundamente cuando el poderoso imperio de Khazaría se convirtió al Talmudismo en el siglo VIII. Los musulmanes empezaron una campaña agresiva de expansión global en los territorios comprendidos en el Imperio Romano de Oriente. Llegaron así a las puertas de Khazaría. Como el talmudismo es una religión monoteista cuya apariencia está proxima del mahometismo, los khazares se convirtieron al talmudismo en el siglo VIII, con esperanzas de que les trajese un entendimiento o detente con los musulmanes. La conversión de Khazaría llevó a los idumeos fariseos de la diáspora a que se trasladaran masivamente al Imperio Khazar.
Tras la caída del Khazaría bajo el entonces Duque de Kiev en el siglo X, los judíos se mezclaron con los turcos khazaritas, y se propagaron a través de Rusia y Europa Central. Sobre todo por las regiones del Volga, Polonia y Hungría. Esa mezcla racial constituye el pueblo azquenazi como hoy es conocido. Esa es la razón por la que el Señor Jesús es tan diferente físicamente de un judío común de hoy día. [1] . Cristo no es un judío. No lo es ni religiosa ni cultural ni geográficamente ni tampoco racialmente. Sin embargo, él es físicamente un puro jafetita.
Figura 7: Moneda de Jazaria, con la estrella de seis puntas símbolo nacional jázaro (Curiosamente también de los sionistas)
Aquellos trágicos sucesos desvelan el porqué de la inexistencia virtual de una población practicante de la religión talmudista en la Palestina anterior a la llegada de los sionistas, en el siglo XIX . El Sionismo es llamado falsamente el movimiento de retorno de los israelitas a Israel. Y también explica el porqué la constitución genética de los judíos asquenazis es tan diferente de la de los habitantes originales de Palestina y es más cercana a la de los eslavos.
Figura 8: Moneda de Bar Kojba con el verdadero símbolo nacional de Israel de
una palmera con los siete ramos unidos al tronco como el candelabro del
Templo
Lo interesante es que la lengua yiddish, hablada masivamente por los judios antes de la creación muy reciente de Israel, tiene muchas palabras derivadas del alemán y del eslavo. La razón de este patrimonio lingüístico no-semita, se hace evidente cuando se ve la enorme extensión del Imperio Khazarita y su ubicación. Ocupó el suroeste de Rusia, parte de los Balcanes, Ucrania y los territorios fronterizos con Alemania. Debido a que el yiddish fue elaborado a partir de caracteres hebreos por el esmero de los rabinos misioneros, para el uso público en todo el Imperio, aparece con claridad lo extensa que fue la conversión de Khazaría y su asimilación a los primitivos integrantes del talmudismo.
Así que definitivamente, Jesús no vino para los judíos; Él no es hermano racial de los judíos y siendo el retoño la monarquía davídica, Jesús no es el Rey de los judíos. Él es un judaíta de la tribu de Judá, el es el Rey de Israel. En su ministerio terrenal, Cristo vino para la gente de su raza, como sus santos Apóstoles. Sólo después de terminar su ministerio terrenal, después de que Él resucitara y ascendiera al cielo, Él ordenó que la nueva fe se expandiera por todo el mundo, en medio del cual estaban los favorecidos hijos de Jafet, para que así se realizara la división del mundo tal como había sido determinado por el Patriarca Noé. Hasta entonces Él había dejado muy claro quién era de la Casa de Israel, su pueblo por la sangre, y quién no lo era.
Como se ha visto, los judíos no son el pueblo elegido. Pero en hay que reconocer que , CASI lo fueron: Lo serían si Esaú, padre de Edom, no se hubiera casado con mujeres cananeas y si no hubiera vendido los derechos de primogenitura a su hermano Jacob. Pero el Señor nuestro Dios es soberano. Él ya había escogido a Jacob mucho antes de que él naciera y había revelado su decisión a la madre durante su embarazo.
La raíz abrahámica de Idumea
Los edomitas son los descendientes de Esaú, hijo de Isaac y nieto de Abraham. Él se casó ilícitamente con mujeres cananeas, hititas [3], en una época en que el Imperio hitita estaba en su apogeo y se extendía hasta el desierto de la península del Sinaí. Sus descendientes probablemente hicieron lo mismo. Esa fue la razón por la que el Señor le había rechazado en favor de su hermano Jacob, y por la que el linaje de Canaán fue maldecido a sufrir servidumbre, por Noé (Génesis 9:25). Noé tenía, como patriarca de toda la humanidad, autoridad para dividir el mundo entre sus hijos.
Esaú, el patriarca de los edomitas, fue odiado por Dios (Romanos 9:13); Él también odió a los cananeos. Una razón de este odio es que durante siglos, los idumeos lucharon sin tregua contra Israel hasta su derrota final a manos del macabeo Juan Hircano. Por lo tanto, la Biblia atestigua que los descendientes de Esaú permanecen bajo la ira de Dios para siempre (Malaquías 1:4). Si bien, en la Biblia, Moisés reconoce que los idumeos son parientes (mestizos, por supuesto) de los israelitas.
Como en una ironia macabra, los hechos históricos demuestran que el supuesto pueblo elegido realmente perseguió al verdadero pueblo elegido.
[Los idumeos no sólo no son el pueblo elegido, ya que luchó contra el pueblo escogido. De hecho, la lucha prosigue en sus descendientes de hoy día. Unas veces insidiosamente, fundamentalmente en las sectas heréticas de los principios de la Iglesia, mediante la usura, la trata de blancas, la trata de esclavos, el apoyo a los moros en su expansión, con la invención de la pornografía moderna, con la lucha contra la organización de los países mediante el nacionalismo (excepto en Israel, por supuesto), etc. Otras veces, violentamente, como en la persecución de Nerón a los cristianos, con el liderazgo de la masonería en la Revolución Francesa y con el derrocamiento de las monarquías cristianas, en la guerra de los cristeros mexicanos, y en la Guerra Civil Española mediante la República; en la formación del Ejército Rojo con la masacre de millones de eslavos cristianos en Rusia y en Ucrania etc. Hasta el día de hoy, metafóricamente hablando, Esaú intenta reprimir a Jacob de todas las formas posibles, debido a la envidia y al odio incurable.
La culpa de los judíos no se ve disminuida por el hecho de que sean gentiles. Porque Cristo denunció a los fariseos y a los prosélitos gentiles que serían el doble de hijos del infierno que sus amos. Si un gentil abraza la tradición oral que condenó a Cristo, se hace partícipe de todas las maldiciones de la ley de Moisés (Gálatas 5). Pero el pecado de los judíos no es el de apostasía, porque no pertenecen a Israel. Es el pecado de incredulidad, agravado por la participación de sus antepasados en la crucifixión de nuestro Señor. Esto se debe a que, dada la realidad de las razas y etnias, todos somos copartícipes de los pecados de nuestros padres por nuestra impenitencia, si seguimos celebrando o repitiendo sus conductas pasadas.]
La salvación no vino de los Judios
Si Cristo no vino para los judíos, porque Él no es el rey de la tierra de los judíos, ¿por qué la Biblia dice que la salvación viene de los judíos?
Vosotros adoráis lo que no conocéis: nosotros adoramos lo que conocemos: porque la salvación viene de los judíos. (Juan 4:22)La respuesta es simple: la Biblia de ninguna manera dice eso. El versículo anterior es una traducción inexacta. En el original griego, la palabra “judíos”, usa el término Judeanos (Ioudaion). La palabra, en su original, denota una ubicación geográfica, personas que se encuentra en, o en tránsito a través de (en este caso de) Judea, como se ha dicho. Y por ello no se refiere a una etnia.
Por otra parte, estrictamente dice que la salvación viene de Judea (en el sentido de pertenencia). En el original, la proposición ek, significa entre otras cosas, “delante de”. Es decir, que no dice precisamente que la salvación es (o viene) de Judea, sino que está en entre los judeanos o en el camino a ellos. Esto se debe a que Cristo, la salvación, se hallaba presente en Judea, salió de Judea y fue a pie hasta Sicar en Samaria, la cual queda a distancia, pero está en el camino de Judea. El versículo tiene un sentido literal de dirección.
Una traducción más literal es la que se presenta abajo:
Vosotros adoráis lo que no conocéis: nosotros adoramos lo que conocemos; porque la salvación está [presente] delante de los judeanos..
You worship what you don’t know. We know what we worship, because the salvation is [present] forth from the Judeans.
Cristo estaba hablando con una mujer samaritana – israelita como los
moradores de Sicar. Para simplificar el diálogo, a fin de no tener que
matizarlo y entrar en detalles innecesarios, Cristo usó los mismos
términos que ella utilizó. Cristo dijo “judeanos” y no judíos
porque fue la mujer la que mencionó primero la palabra. Si no lo hubiera
hecho, habría tenido que demorarse explicándolo a la mujer. Por tanto,
optó por utilizar un juego de palabras: Él se limitó a decir que la
salvación, es decir, Él mismo, se hallaba presente en el territorio de Judea. Él utilizo una expresión sutil [está
delante de los judeanos], porque entre los judeanos se contaban los
idumeos, y obviamente su ministerio terrenal de Mesías, no iba
dirigido a ellos. Ni siquiera afirmó que Él era judeano, aunque no
estaría equivocado si lo afirmase porque estaba de paso.
Por otra parte, nuestro divino Señor también se estaba refiriendo a muchos hechos históricos. Le dijo a la mujer que los samaritanos no conocían al Padre, porque desde el rey David, el lugar donde el Dios Trino debía ser adorado se trasladó de Silo en Samaria a Jerusalén, en Judea. Los israelitas del Sur (los hijos de Judá) algunas décadas después del traslado, se separaron de sus hermanos del Norte. La secesión causó en el Norte, de donde venían los contemporáneos samaritanos, una rápida degeneración en el culto de la religión mosaica. En tanto que la religión se conservó más pura en Judea, es comprensible que el Señor hubiera dicho que el Padre había sido más dignamente adorado en Judea. Mientras en Samaría no lo había sido.
La lucha religiosa entre el Norte y el Sur es un hecho permanente en la historia de Israel. Juan Hircano destruyó el Templo que los samaritanos habían erigido al Señor. El Templo se hallaba justamente en el sitio donde Cristo dialogó con la mujer. De hecho el diálogo tenía un trasfondo profundamente nacionalista.
El Señor centró su ministerio en Israel, fuera de Samaría, aunque hubiera israelitas en ella, como lo eran la mujer y los hombres del lugar. Pero como los samaritanos habían recibido menos atención por parte del Señor, era justo decir que los samaritanos no conocían al Padre tan bien como el resto de Israel que veían a Cristo personalmente. Cristo es la imagen del Padre.
En otras palabras, el diálogo entre Cristo y la mujer era una discusión estrictamente geográfica y nacionalista sobre el lugar donde estaba la salvación (estaba frente a ella, en realidad) y donde Dios debía ser adorado en la religión mosaica. El tema de ella no era la posesión de la salvación. La reyerta de los samaritanos contra los demás israelitas era precisamente la cuestión geográfica del lugar donde Dios debía ser adorado. Desde la secesión, Samaría quería restaurar el culto a dios exclusivamente en Silo.
Estas son las cosas que esconde, las traducciones inexactas. No tienen nada que ver con los judíos.
Notas.
- Varios documentos históricos (por ejemplo, el informe de Publio
Léntulo a Tiberio César, la entrevista de Gamaliel, etc.) describen a
Cristo con el pelo rubio y rizado al lado de sus orejas y liisoen
otras parte de la cabeza, y con los ojos azules. Aunque la simulación
del aspecto actual de la Sábana Santa muestra a Cristo con pelo castaño
y los ojos negros. David y Salomón, los antepasados de Cristo, también
eran rubios, como lo dice la Septuaginta, la verdadera Biblia. La
iconografía romana hace esto evidente y la ortodoxa también lo presenta así ,
aunque con menor precisión. Este detalle es importante porque el
sionismo, para atraer la simpatía de los cristianos, hace una
representación política y maliciosa de Cristo como si fuera un judío
común. Así que los estudiosos modernos, erróneamente suponen que los
judíos son israelitas, y niegan fanáticamente el valor de esta
tradición. En cualquier caso, son impresionantes las palabras de Poncio Pilato a Tiberio César, que forma parte de esta tradición:
“Yo podría haber sospechado tan grande era la diferencia entre [Jesús] y los que escuchaban. Sus cabellos dorados y su barba le daba un aspecto celestial. Parecía tener unos treinta años de edad. Nunca había visto una cara más dulce y serena. Qué contraste entre Jesús y sus oyentes [que tenían] barba negao y tez oscura!
El interés de representar a Cristo como de la propia no es aplicable sólo a los Judios. Los chinos , los hispanos y los negros también tienen esta práctica. - Por “desaprecidos”, queremos decir que los israelitas incrédulos no sobrevivieron. ¿Se refiere a este genocidio, simbólicamente el libro del Apocalipsis (Ap. 8-9).
- La Tradición de la Iglesia da testimonio de que el linaje israelita de de los cristianos se conservó después del genocidio, a pesar de que la información genealógica se perdiera. hay que tener en cuenta que los cristianos israelitas recibieron una revelación divina y fueron instruidos por Dios para huir a Pella, en Jordania, al ver la profanación del Templo de Jerusalén producida a manos de los celotes israelitass – los celotes establecieron su cuartel general en el Templo y nombraron sacerdotes a gente extraña a loslevitas. Esta profanación fue considerada la señal dad a por Cristo para que los cristianos abandonaran inmediatamente Judea (Mt 24), hecho que precedió a la destrucción del Templo a la toma de Jerusalén.Más allá de cualquier duda, la estirpe de los israelitas sobrevivió, incluyendo a los miembros de las tribus levitas, y muchos de ellos gobernaron la Iglesia como obispos.Sin embargo, la Iglesia no se cuidó de conservar los registros genealógicos porque quería expresamente descuidarlos por medio de los Apóstoles (1 Timoteo 1). El mantenimiento de los levitas no era ya necesario debido a las características de la nueva fe cristiana, y los Santos Apóstoles quería evitar el orgullo y la vanidad que pudiera originarse dentro de la comunidad cristiana y se optó por no correr el riesgo de dividir la Iglesia.Podría decirse que en los primeros años de la Iglesia, había una segregación racial de hecho entre los gentiles e israelitas (Gálatas 2:11-21). Y esta segregación fue uno de los primeros síntomas de las controversias doctrinales que la Iglesia se vio obligada a zanjar. Todas ellas se referían a la validez de la conversión de los gentiles y a la relación de la gracia divina con las tradiciones religiosas (pre-talmúdicas) de los israelitas. El mantenimiento de esta información genealógica podría perpetuar y agravar la tensión racial. Por tanto, a diferencia de los talmudistas israelistas antecedentes del Israel moderno, es muy probable que algunos cristianos árabes e iraníes, e incluso muchos de los europeos que tienen el fenotipo de Cristo, son descendientes directos y legítimos de la raza de Cristo y de los Santos Apóstoles.
- Más allá de cualquier duda, la estirpe de los israelitas sobrevivió, incluyendo a los miembros de las tribus levitas, y muchos de ellos gobernaron la Iglesia como obispos.
- Sin embargo, la Iglesia no se cuidó de conservar los registros genealógicos porque quería expresamente descuidarlos por medio de los Apóstoles (1 Timoteo 1). El mantenimiento de los levitas no era ya necesario debido a las características de la nueva fe cristiana, y los Santos Apóstoles quería evitar el orgullo y la vanidad que pudiera originarse dentro de la comunidad cristiana y se optó por no correr el riesgo de dividir la Iglesia.
- Podría decirse que en los primeros años de la Iglesia, había una segregación racial de hecho entre los gentiles e israelitas (Gálatas 2:11-21). Y esta segregación fue uno de los primeros síntomas de las controversias doctrinales que la Iglesia se vio obligada a zanjar. Todas ellas se referían a la validez de la conversión de los gentiles y a la relación de la gracia divina con las tradiciones religiosas (pre-talmúdicas) de los israelitas. El mantenimiento de esta información genealógica podría perpetuar y agravar la tensión racial.
- Por tanto, a diferencia de los talmudistas israelistas antecedentes del Israel moderno, es muy probable que algunos cristianos árabes e iraníes, e incluso muchos de los europeos que tienen el fenotipo de Cristo, son descendientes directos y legítimos de la raza de Cristo y de los Santos Apóstoles.
- De los hititas los judíos han heredado algunos de sus rasgos faciales por los que son conocidos: la nariz, la frente, etc.
- La Sábana Santa revela la verdadera apariencia nórdica [1] de Cristo, como descendiente puro Sem. Sem era hermano de Jafet del que los europeos se otriginan. El rostro de Cristo es muy diferente del fenotipo turco-europea de un judío ordinaria. Fuente de la figura 1: Prestar atención al Cielo.
- Juan Hircano. Él, como israelí, tiene un aspecto típico jafetita. Fuente de la figura 2: Wikipedia.
- Herodes el Grande. Busto del siglo I. Al no ser israelita, sino camita, tiene un aspecto diferente al de los europeos jafetitas. Fuente de la figura 3: Melbourne School of Theology.
- Israel, Siglo I. Fuente de la Figura 4: Online Biblia Historia.
- Mariamne I. La mujer levita, segunda esposa de Herodes de apariencia jafetita. Fuente de la Figura 5: Wikipedia.
- Judas Macabeo. Levita, de apariencia jafetita. Fonte da figura 6: Wikipedia.
- Moneda Jázara. La estrella de seis puntas era el símbolo nacional del Império de Khazaria. Curiosamente, la estrella também es el símbolo do Sionismo, adoptado por el estado de Israel como símbolo nacional. Fonte da figura 7: Khazaria.
- Moneda de Bar Cochba. El verdadeiro símbolo nacional del antiguo Israel era uma palmera de siete ramos unidos en un tronco, inspirado en el candelabro del Templo de Jerusalém. Fonte da figura 8: Biblical Archæology Society.
- Império da Cazária, século X. Al oeste, el Império Carolíngio. Al sur, el Império Bizantino y el Califato. Al este, las tribus eslavas. Fonte da figura 9: Khazaria.
Las imágenes que habían en este artículo ya no están y el enlace de Internet Archive deberías reemplazarlo por este: https://moymunan.wordpress.com/2013/04/14/era-cristo-judio-decididamente-no/
ResponderEliminarEnlace remplazado. Gracias por el aviso.
EliminarTambién estaría bien que agregaran las imágenes del artículo original.
EliminarImágenes agregadas. Pronto estaremos en la corrección de estilo, como quiera que el artículo parece proceder de un original portugués.
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