La fiesta se encuentra solamente en el calendario propio de algunas diócesis y órdenes religiosas, y es celebrada con Misa y Oficio propios o el tercer Domingo de Julio (Patriarcado de Venecia y Orden Redentorista) o el 23 de Octubre. En Venecia esta fiesta ha sido observada por más de tres siglos con grande solemnidad, con una procesión hacia la iglesia pasando sobre un puente de barcas. El caballero Gaetano Moroni en su “Dizionario di erudizione storico-ecclesiastica da San Pietro sino ai nostri giorni” presenta algunos datos interesantes sobre el origen de esta fiesta. En 1576 una plaga tuvo lugar en Venecia, y en pocos días dejó miles de víctimas. Para apartar este azote, el Senado presidido por el Doge Alvise I Mocenigo hizo voto de edificar un espléndido templo al Redentor de los hombres en la isla de Giudeca, y ofrecer en él cada año, el tercer Domingo de Julio un culto público y solemne de acción de gracias. Apenas había cesado la plaga cuando comenzaron a cumplir su voto. La iglesia fue diseñada por el famoso Andrea Palladio, y la primera piedra fue puesta por el patriarca Giovanni Trevisano el 3 de Mayo de 1577. Los célebres pintores Paolo Veronese y Jacopo Tintoretto decoraron el interior de la iglesia, que fue consagrada en 1592, y, por urgente solicitud del Papa Gregorio XIII, puesta a cargo de los Padres Capuchinos, que la administran hasta nuestros días.
Por concesión del Papa Benedicto XIV, datada al 8 de Marzo de 1749, la Congregación del Santísimo Redentor solemnizaba esta fiesta como Doble de 1 clase con octava el tercer Domingo de Julio. La misma congregación mantenía también mantenía la fiesta como Duplex majus el 23 de Octubre y el 25 de Febrero (aprobación de su Estatuto por Benedicto XIV), y tenía, además, el privilegio de recitar una vez al mes el Oficio votivo del Santísimo Redentor. En Roma, el Papa Pío VIII introdujo la fiesta por un decreto del 8 de Mayo de 1830, que la Sagrada Congregación de Ritos asignó para el 23 de Octubre. Las características de la Misa y el Oficio son el gozo y la gratitud por las gracias y beneficios inefables de la Redención. Esto se manifiestamente en el introito “Gaudens gaudébo in Dómino, et exsultábit ánima mea in Deo meo: quia índuit me vestiméntis salútis, et induménto justítiæ circúmdedit me” (Isaías 61, 10), en la antífona de Laudes “Cantáte Dómino, quóniam magnífice fecit; notum sit hoc in univérsa terra” (Isaías 12, 5), en la Epístola de la Misa, tomada de San Pablo a los Efesios (cap. 1, 3-9), “Benedíctus Deus et Pater Dómini nostri Jesu Christi, qui benedíxit nos in omni benedictióne spirituáli in cœléstibus in Christo”. Por esta razón el color de las vestimentas usadas este día es blanco, y no rojo, como en la Misa de la Pasión de Cristo.
ORACIÓN
Oh Dios, que constituiste a tu unigénito Hijo como Redentor del mundo y por medio de Él, habiendo vencido a la muerte, misericordiosamente nos restauraste en la vida: concédenos que, recogiendo estos beneficios, seamos dignos de recibir el fruto de su redención. Por J. C. N. S. Amén.
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