MEDITACIONES PARA LA PASCUA
Tomado de “Meditaciones para todos los días del año - Para uso del clero
y de los fieles”, P. Andrés Hamon, cura de San Sulpicio (Autor de las
vidas de San Francisco de Sales y del Cardenal Cheverus). Segundo tomo:
desde el Domingo de Septuagésima hasta el Segundo Domingo después de
Pascua. Tercera edición inglesa, Benziger Brothers, Nueva York,
1894.
+ EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (24, 36-47)
En aquel tiempo se presentó Jesús en medio de sus
discípulos, y díjoles: “Paz a vosotros: yo soy, no temáis”. Pero ellos, turbados y asustados, creían ver un fantasma.
Entonces él les dijo: “¿Por qué os turbáis, y suben estos pensamientos
de vuestros corazones? Ved mis manos y mis
pies, porque soy yo mismo: palpad y ved: porque el
espíritu no tiene carne y huesos, como véis que tengo
yo”. Y, habiendo dicho esto, les mostró las manos y los
pies. Pero, dudando todavía ellos, y admirándose de
gozo, les dijo: “¿Tenéis aquí algo que comer?”. Y ellos le ofrecieron parte de un pez asado, y un panal de miel.
Y, habiendo comido delante de ellos, tomando las sobras,
se las dió a ellos. Y díjoles: “Estas eran las palabras
que os decía, cuando todavía estaba con vosotros,
porque era necesario que se cumplieran todas las cosas
escritas acerca de mí en la Ley de Moisés, y en los
Profetas, y en los Salmos”. Entonces les abrió el sentido,
para que entendieran las Escrituras. Y díjoles: “Porque
así estaba escrito, y así convenia que Cristo padeciese,
y resucitase al tercer día de entre los muertos, y se
predicase en su nombre la penitencia y el perdón de
los pecados a todas las gentes”.
RESUMEN PARA LA VÍSPERA EN LA NOCHE
Meditaremos
mañana la aparición de Jesucristo a sus Apóstoles congregados en Jerusalén, y veremos: 1º La estima que tuvo Nuestro Señor a sus sagradas Llagas; 2º La estimación que debemos tener a nuestros sufrimientos.
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Enseguida tomaremos la resolución: 1º De besar con frecuencia y amorosamente nuestro crucifijo y sobre todo las sagradas llagas impresas en él; 2º De aceptar con buen ánimo todas las pruebas de la vida. Nuestro
ramillete espiritual serán las palabras de Nuestro Señor: “Ved mis manos y mis
pies” (Lc. 24, 39).
MEDITACIÓN PARA LA MAÑANA
Transportémonos
en espíritu en medio de los Apóstoles. Besemos amorosamente las llagas de Nuestro Señor en sus pies, en sus manos y en su sagrado costado; pidámosle que derrame desde allí su gracia sobre nosotros, y que nos levante hacia una nueva vida.
PUNTO PRIMERO - LA ESTIMA EN QUE JESÚS RESUCITADO TUVO SUS LLAGAS
No solo durante la Semana de Pasión y sobre la Cruz que Jesucristo presenta sus Llagas a nuestra meditación; Él las muestra también durante la semana de gozo pascual, pero con esta diferencia: La semana pasada estas heridas aparecían ante nosotros sangrantes y dolorosas, mientras que hoy aparécennos tan gloriosas y radiantes con la luz de la divinidad. Jesucristo quiso preservarlas en su cuerpo resucitado: 1º COMO PRUEBA IRREFRAGABLE DE QUE ERA REALMENTE EL MISMO CUERPO QUE HABÍA PADECIDO POR NOSOTROS; 2º COMO LAS GLORIOSAS INSIGNIAS DE LA VICTORIA QUE HABÍA OBTENIDO SOBRE LOS ENEMIGOS DE DIOS Y DE LA SALVACIÓN DE LOS HOMBRES; 3º COMO LA INSIGNIA DE SU AMOR POR NOSOTROS, que Él se complace en mostrar a los Cielos y la tierra a fin de inflamar nuestros corazones con amor recíproco; 4º COMO OTRAS TANTAS BOCAS DIVINAMENTE ELOCUENTES QUE PRESENTARAN NUESTRA CAUSA ANTE SU PADRE y que constantemente dirigieran a Él una omnipotente oración en favor nuestro; 5º COMO SAGRADAS FUENTES DE LAS CUALES PUDÍERAMOS EXTRAER GRACIA CONTÍNUAMENTE, con ilimitada confianza en sus méritos. ¡Oh divinas llagas, tan caras al corazón de Jesús, del cual vosotras abrísteis las puertas, cuán bellas sois! Vosotras causáis que Dios sea eternamente bendecido por todos los Ángeles y los Santos, que se deleitan en entonar el evangélico cántico: “Mirad cómo Dios amó al hombre” (cf. Jn. 11, 36); y, en el gran día del Juicio confundiréis a aquellos que no quisieron aprovechar el beneficio de la Redención (cf. Jn. 19, 37). ¡Oh adorables llagas! Yo os reverencio y os amo. Vosotras ordenáis que me acerque: ¡Os contemplo amorosamente: vosotras sois mi refugio: descanso en vosotras; vosotras sois mi luz: yo me instruyo en vuestra escuela; vosotras sois mi fortaleza: me sostendréis en mis desánimos; vosotras sois hogueras de amor: Me acercaré a vosotras, permaneceré cerca a vosotras con una meditación humilde, afectuosa y asidua, y he de estar cálido, porque no podéis permanecer cerca a un gran fuego sin sentir su calor!
PUNTO SEGUNDO - LA ESTIMA QUE DEBEMOS TENER A NUESTROS PROPIOS SUFRIMIENTOS
Queramos o no, debemos sufrir: sufrir en nuestro cuerpo, sufrir en nuestra alma, sufrir en nuestro corazón; sufrir por otros que nos desagradan y molestan; sufrir por nosotros mismos, por nuestros inexplicables accesos de tristeza, de impaciencia, melancolía y mal temperamento; sufrir por todas las cosas humanas: a veces por la muerte de personas que son queridas por nosotros, a veces por los reveses de fortuna, a veces por el fracaso de un proyecto, por una humillación que hemos recibido o nos hemos imaginado. Ahora, esos sufrimientos que son el lote inevitable de nuestra humanidad, deberían ser altamente estimados por nosotros: 1º PORQUE JESUCRISTO DIJO: “Bienaventurados los que sufren, bienaventurados los que lloran”; 2º PORQUE NUESTRO DIVINO SALVADOR LOS GLORIFICÓ EN SU PROPIA PERSONA, deificando y tornando adorables sus propias Llagas, que le merecieron que su Cuerpo fuese glorificado en la Resurreción, ascendiera al Cielo y se sentara a la diestra de su Padre, y el honor de juzgar en el último día a los vivos y los muertos; 3º PORQUE SIN SUFRIMIENTO NO HAY VIRTUD, no hay merecimiento, y en consecuencia, no hay recompensa ni salvación: Estamos atados a este mundo y olvidados del Cielo, pensamos sólo en disfrutar los momentos presentes y no nos ocupamos en nuestra eternidad; mientras, por otro lado, el sufrimiento, llevado en forma cristiana, es la fuente de los méritos, conduce a la práctica de las virtudes, es la garantía y la medida de la felicidad en el Cielo, así que deberían ser los días más hermosos de nuestra vida aquellos en que hemos sufrido más (cf. Salmo 89, 15); 4º PORQUE EL SUFRIMIENTO LLEVADO CON PACIENCIA NOS HACE MÁS GRATOS AL CORAZÓN DE DIOS PADRE, que entonces ve en nosotros una resemblanza de su divino Hijo. Lo mueve a acercarse a nosotros para consolarnos o liberarnos (Salmo 90, 15), por eso, dice el salmista, Él extiende su mano paternal sobre el justo, aligerando la cruz, para sustentarlo (Salmo 36, 24). Daniel es arrojado al foso de los leones, los ministros del rey de Babilonia arrojados al horno, José en prisión; Dios está allí para salvarlos; 5º PORQUE EL SUFRIMIENTO SIEMPRE HA SIDO EL DELEITE DE LOS SANTOS. “Me gloriaré, dijo San Pablo, en las aflicciones, sean enfermedades que ataquen mi cuerpo, calumnias que ataquen mi honra, o la pobreza que me reduce a estar mal alojado y mal vestido, o persecuciones de fuera, o problemas de adentro” (II Cor. 12, 10), porque entonces la virtud de Cristo me sostiene (Ibíd., 9). “O padecer o morir, dijo Santa Teresa; no puedo vivir sin la cruz”, tan enteramente ha tomado Jesucristo el sufrimiento quitándole su amargura y embalsamándolo con su divina dulzura las aflicciones, sean
enfermedades que ataquen mi cuerpo, calumnias que ataquen mi honra, o la
pobreza que me reduce a estar mal alojado y mal vestido, o
persecuciones de fuera, o problemas de adentro. Ahora, ¿en qué grado estimamos padecer? ¿Cómo llevamos lo que nos molesta? Pidámosle a Nuestro Señor que nos dé sentimientos más cristianos.
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