Artículo de Ignacio Alday para PERISCOPIO.
Una de las características de Plinio Corrêa de Oliveira era su
profetismo. Resumidamente podría sintetizarse en un carisma para liderar
a los hijos de la luz en la lucha contra los hijos de las tinieblas, lo
que equivale a decir liderar la Contrarrevolución mundial. Para esto la
Providencia le dotó de un discernimiento de los espíritus en las almas,
en los pueblos, en las cosas, en la historia, etc. Eso pudieron
comprobarlo las muchas personas que le conocieron. Entre la multitud de
casos registramos tres de la década de los años 80.
- Viajaban en una furgoneta por una autopista de los alrededores de Madrid media docena de colaboradores de la organización española TFP – Covadonga, inspirada por él, cuando siendo de noche y en una curva cambio de rasante chocaron de frente contra otro vehículo que circulaba en dirección contraria. A pesar de que el impacto fue tremendo y la furgoneta volcó no hubo heridos de mayor consideración en ella. A los pocos días llegó la grabación de una de las reuniones habituales que hacía él en Brasil ante numerosos cooperadores con fecha anterior a la del mencionado accidente. La sorpresa es que describía un hipotético accidente de las mismas características del que habían sufrido en España. El tema de la reunión era la compenetración con la causa, exactamente el problema de los viajeros accidentados, por lo que resultaba evidentísima la explicación por el cual la Providencia lo permitió.
- Dos miembros de la Sociedad Española de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad de visita en Brasil se encontraron por las calles de São Paulo y uno de ellos, José Luis de Zayas, le contó al otro que había asistido a una pequeña reunión con el profesor Plinio en la cual había afirmado que a su muerte el grupo a nivel mundial se dividiría en dos, los “ferrabrás” y los otros. Ambos buenos, pero los primeros más radicales. Efectivamente, contra todo pronóstico, fue lo que pasó cuando en 1995 falleció.
- Largos años llevaba Brézhnev al frente de la Unión Soviética cuando alguien allegado a Plinio le pidió si no podría lanzar una maldición sobre los dirigentes de ese imperio comunista. Tras una pequeña reflexión decidió hacerlo condicionada a los deseos de la Virgen. Al poco tiempo falleció Brézhnev, al que le sucedió Andrópov que duro apenas unos meses, le siguió Chernenko pasando a correr la misma suerte en cuestión de un año, luego llegó Gorbachov, que parecía cargar esa maldición en la frente, y el cual acabó disolviendo la URSS.
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