Tomado de EL MUNDO (España).
Las memorias del Rey Juan Carlos desgranan los amoríos que tuvo antes de conocer a Doña Sofía. El dictador impidió que fructificaran algunos romances y le humilló.
Emilia Landaluce
Actualizado Viernes, 14 noviembre 2025 - 21:30
Es inaudito que Reconciliación se haya publicado en francés antes que en español y que los que lo han podido leer hayan pasado por alto algunas perlas que matizan mucho las buenas palabras que el Rey Juan Carlos le dedica a Franco. Durante el tiempo que estuvo en España, antes de que le nombraran sucesor, lejos aún de ser Príncipe de España, estaba totalmente a merced de los instrumentos del régimen. Incluso en lo relativo al amor. Según cuenta el Rey Padre, la primera mujer que cortejó fue Blanca Romanones, hija del conde de Romanones, Luis de Figueroa, y de Blanca de Borbón. Era cinco años mayor que él.
«Le envié mi primer ramo de flores. Era la hija de un vecino del palacio de Miramar que me parecía muy guapa». Vivía en Madrid pero pasaba el verano en San Sebastián. «Cuando el duque de la Torre [Carlos Ignacio Martínez de Campos y Serrano, preceptor de Juan Carlos] se enteró, montó en cólera y llamó a sus padres amenazándolos: “Enviaré a su hija fuera del país si alguna vez se atreve a mantener una relación con el príncipe”. Evidentemente no volví a tener noticias de ella. Sin embargo, seguimos siendo amigos». Blanca se casaría con Jaime Martínez de Irujo, con el que tuvo cuatro hijos. Aquello no fue importante.
«Mi primer amor de juventud fue una de las hijas del rey de Italia Humberto II, María Gabriela de Saboya, que vivía en Estoril y a quien conocía desde la infancia. Cuando jugábamos todos en casa del conde de París [Enrique de Orléans], ella se cayó a la piscina. No sabía nadar muy bien y se debatía en el agua. Me lancé enseguida para socorrerla. Así fue como nos hicimos cómplices. Aquella princesa tan hermosa, de silueta esbelta y cabellos dorados, iluminaba nuestras veladas entre amigos por la delicadeza de sus rasgos y su alegría de vivir. Yo la llamo Ella. Cultivada, independiente, moderna, no quería ser prisionera de un título, hasta el punto de rechazar mi propuesta de matrimonio, luego la del sha de Persia y la de Balduino de Bélgica. Reivindicaba su libertad y no quería estar sometida a los deberes reales. Seguramente era su manera de protegerse, pues había sufrido mucho por su exilio. Durante mucho tiempo conservé una foto suya en mi mesilla en la Academia Militar».
Como curiosidad, habría que resaltar que María Gabriela acabó casada con Robert de Balkany con el que tuvo una hija. Balkany era uno de los hombres más ricos de Francia y durante un tiempo tuvo empleado a Jaime de Marichalar como consejero de su empresa en España.
La anécdota más divertida que aporta Reconciliación sobre los amores del Rey se remonta a su etapa como cadete en Elcano. «En una fiesta ofrecida a los cadetes del buque, en el puerto del Callao, en Perú, la seductora Gladys Zender, recién elegida Miss Universo, causó sensación. Me emocionaba poder cenar a su lado al día siguiente, antes de volver a embarcar. Me regaló entonces un álbum de fotos suyo de un centenar de páginas, que pensaba conservar cuidadosamente. (…) Por desgracia, desapareció. Nunca lo recuperé. Al subir de nuevo al barco, le escribí una carta larguísima. Una página por día. Después de una veintena de días de navegación, ya era demasiado. Al llegar a Panamá, pedí discretamente a un compañero que la enviara. A mi regreso de aquel periplo fui a ver a Franco, sin sospechar nada. Me dijo, de pasada: “Usted comete siempre muchas faltas de ortografía, Alteza. Hay que tener cuidado”. Entonces lo entendí. Por suerte no hizo ningún comentario más. Sospecho que el amigo a quien confié mi carta la entregó a uno de nuestros superiores, que seguramente la dio al cónsul de España en Panamá. La carta había acabado en el despacho de Franco».
La volvió a ver 15 años más tarde, durante un viaje oficial a Perú. «Mi corazón no dio un vuelco como la primera vez que la vi, pero me emocionó recordar aquella época bendita». La bella peruana es la madre de Christian Meier, que interpretó a Don Gustavo en la telenovela Luz María. Y también a Santos Luzardo en la versión de Doña Bárbara que protagonizó Edith González.
Don Juan Carlos sigue desgranando amoríos. «Durante aquellos años de formación militar también tonteé con una hija de republicano, lo cual escandalizó a algunos altos mandos. También conocí a la italiana Olghina de Robilant, que vivía al lado de la casa del conde de París, en las alturas de Sintra. Mi hermana Pilar decía que yo tenía mucho éxito con las chicas, pero yo no lo comentaba. Sobre todo me gustaba divertirme y bailar, y los flirteos de la época eran muy castos: apenas nos cogíamos de la mano. Estaba secretamente enamorado de Helena, la tercera de los once hijos del conde de París, cuatro años mayor que yo. Un amor imposible. Su belleza me conmovía profundamente. Fue en su homenaje que di a mi hija mayor el nombre de Elena».
«Un día, en medio de una conversación, Franco me dijo: “Ha llegado el momento de que Su Alteza deje de retozar y se case”. Tenía 23 años y comprendí el mensaje. Era una época en la que uno se casaba joven». Y conoció a Doña Sofía…

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