martes, 4 de noviembre de 2025

NOVENA EN HONOR A NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO DE GUATEMALA

Novena dispuesta por un devoto de la Santísima Virgen, y publicada en Guatemala de la Asunción por Sebastián de Arévalo en 1744, con licencia eclesiástica.
  
INTRODUCCIÓN
En una de las Capillas de la Iglesia Catedral de la Ciudad de Guatemala, cabeza de aquel Reino, se venera una devotísima Imagen de María con su benditísimo Hijo en los brazos, a quien la dicha Ciudad juró Patrona: es toda de madera y como de media vara de alto, bellísima y milagrosísima: y su Patrocinio se experimenta principalmente en las necesidades de aguas y lluvias, y en apagar los incendios del volcán, que ha originado en aquella Ciudad frecuentes y grandes terremotos, en que es conducida con públicas y solemnes suplicaciones.
   
Nuestros conquistadores la trajeron de España, y la tuvieron en tanta veneración que los sábados, día que consagraron a sus cultos, acudían a venerarla aun con mayor frecuencia que en los de mayor solemnidad. Mas con el tiempo se fue enfriando la devoción hasta olvidar la memoria de la Santa Imagen, que quiso Dios despertar después de algunos años con un prodigio. Y fue que el deán de aquel siempre Docto y Venerable Cabildo advirtió que de las maderas de la antigua Iglesia, que se guardaban apiladas en uno de sus ángulos, se levantaba un vapor o resplandor como de fuego, y recelándose de algún incendio mandó registrar la causa de aquella novedad, y fue hallada cabe el dicho maderaje la Santa Imagen. Desde ese día fue tenida en mayor veneración, y colocada en una Capilla que se edificó después en el mismo lugar, es el consuelo y amparo de todo el Reino. Veneróse primero debajo de la advocación de la Virgen de la Piedad, y hoy es intitulada la Virgen del SOCORRO: razón por que se celebra el día del Patrocinio de MARÍA.
   
Y porque este se extiende a ejercitar con sus devotos todas las obras de misericordia, hemos dispuesto esta Novena de tal manera que en cada uno de sus días hagamos memoria de alguna especial obra de misericordia de MARÍA Santísima, copiada en alguna de aquellas nueve imágenes animadas de la misma Virgen, que como consta de las sagradas letras, ejercitaron la tal obra: para que nosotros también la ejercitemos con los desvalidos conforme a nuestra posibilidad, y este puede ser el obsequio que en cada uno de los dichos días consagremos a la Madre de las misericordias, sometiéndonos en lo demás al gobierno y prudencia de los Confesores.
   
NOVENA PREPARATORIA DE LA FESTIVIDAD DEL PATROCINIO DE MARÍA SANTÍSIMA: DÍA EN QUE SE CELEBRA LA MILAGROSÍSIMA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO QUE SE VENERA EN LA IGLESIA CATEDRAL DE LA CIUDAD DE GUATEMALA
   
  
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas,  me  pesa,  Dios y Señor mío amantísimo, me pesa de todo mi corazón de cuanto os he ofendido  en toda mi vida; propongo con vuestra Divina gracia de nunca más pecar, y de confesarme enteramente de todas mis culpas. Por el amor infinito con que desde la Cruz nos señalasteis por Madre nuestra a vuestra amantísima Madre, fiándonos a su cuidado y Patrocinio como a hijos suyos, dadme vuestra gracia para huir de toda culpa, como lo propongo, Señor, y así merecer vuestra piedad y su protección, con que asegure eternamente gozaros. Amén.
   
SALUTACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Amorosísimo Dios Omnipotente y Padre de las Misericordias, yo Te adoro, bendigo y glorifico, y Te doy gracias porque entre todas las criaturas escogiste para Hija singularmente tuya y Madre de las Misericordias a mi querida Madre la Santísima Virgen, comunicándole tu amor y tu poder para el SOCORRO de nuestras necesidades, y por ella Te pido el remedio de todos mis trabajos, para que en ella seas glorificado. Amén.
  
Dios te salve, Hija dulcísima de Dios Padre: Yo os doy mil parabienes con toda la celestial Corte, y especialmente los Ángeles, de todas las excelencias y poder con que os coronó como a Hija. Fortalecedme con él, Señora, contra las asechanzas de mi enemigo el demonio, en la vida y en la muerte. Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.
  
Dios te salve, Hija del Padre,
Que al darte su Omnipotencia,
Te hizo ser por excelencia
De misericordias Madre.
  
Amorosísimo Dios y Sapientísimo Hijo del Eterno Padre, yo Te adoro, bendigo y glorifico, y Te doy gracias, porque entre todas las mujeres escogiste para Madre singularmente tuya y Madre de las misericordias a mi querida Madre la Santísima Virgen, comunicándole tu amor y tu sabiduría para el SOCORRO de nuestras necesidades, y por ella te pido el remedio de todos mis trabajos, para que en ella seas glorificado. Amén.
  
Dios te salve, Madre dulcísima de Dios Hijo: Yo os doy mil parabienes con toda la Celestial Corte, y especialmente los Ángeles, de las gracias y sabiduría con que os coronó como a Madre. Alumbradme con ella, Señora, contra las sombras de mi enemigo el demonio, en la vida y en la muerte. Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.
  
Dios te salve, Madre pura
De la imagen de bondad,
Que encarnando en tu piedad
Vino a ser del Padre hechura.
  
Amorosísimo Dios y Amor divino, Espíritu por naturaleza Santo, consolador y consuelo de los pobres, yo Te adoro, bendigo y glorifico, y te doy gracias, porque entre todas las vírgenes escogiste para Esposa singularmente tuya y Madre de las misericordias a mi querida Madre la Santísima Virgen, comunicándole tu amor y santidad para el SOCORRO de todas nuestras necesidades, y por ella Te pido el remedio de todos mis trabajos, para que en ella seas glorificado. Amén.
  
Dios te salve, Esposa dulcísima del Espíritu Santo: Yo os doy mil parabienes con toda la Celestial Corte, y especialmente los Ángeles, de los dones y amor con que os coronó como a Esposa. Encended mi corazón, Señora, en amor vuestro purísimo, contra el perverso de mi enemigo el demonio, en la vida y en la muerte. Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.
  
Dios te salve, Esposa amada
Del Santo y Divino amor:
Por prenda Él te fió su honor:
Tú a Él te diste por prendada.
  
SALUTACIÓN A NUESTRA SEÑORA PARA TODOS LOS DÍAS
Gloriosísima Reina, Señora y Madre mía, elegida desde la eternidad para Madre de nuestro Redentor y Refugio universalísimo de todos los redimidos, por la caridad benignísima con que os interesáis en la dicha y felicidad de todos, os suplico, piadosísima Madre, me concedáis vuestro sagrado Patrocinio en todos mis pensamientos, palabras y obras, para que todos sean dirigidos a mayor gloria de vuestro Hijo Santísimo, y agrado vuestro; y concededme en cuanto me convenga, lo que os suplico en esta Novena. Aquí se hace la petición particular.
    
DÍA PRIMERO – 4 DE NOVIEMBRE
Bellísima MARÍA, Madre y Señora nuestra, y único amparo de todos los afligidos, de quien copió la prudentísima Abigaíl aquella gran piedad con que socorrió el hambre de David y su ejército (1. Reg. 25), en anuncio de la misericordia que habías de obrar con nosotros, socorriendo nuestra hambre, porque tú eras aquella nave que en su vientre nos había de traer el pan del Cielo (San Agustín, Sermón 7 de la Asunción); tú aquella feliz mujer bendita entre todas las mujeres, en cuyas entrañas se sazonó este pan (San Bernardo, Sermón 2 de la Natividad); tú aquella tierra virgen, que fecundada con el rocío del Cielo (Garriense, de la Anunciación) había de producirlo en el Salvador para el sustento de la vida eterna (Isa. 45): y en quien se había de sembrar aquel montón de trigo y aquella flor de gracia, que es Cristo, grano de trigo y lirio de los valles (San Ambrosio, Institución de las Vírgenes, caps. VII y XIV). Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos (San Epifanio, Sermón 5 de alabanza a la Santísima Virgen), de que estás llena para ver nuestras necesidades, y danos el sustento necesario del cuerpo y del espíritu, para que en tus misericordias se vean glorificadas y engrandecidas las de nuestro Dios y Señor. Amén.
  
Dios te salve, tierra amena,
En cuyos castos verdores
Nos nació aquel pan de flores,
Que fue trigo y azucena.
   
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
¡Oh Señora mía Santa María, a tu bendita fe y singular custodia, y en el seno de tu misericordia encomiendo a Ti mi alma y cuerpo hoy y siempre, y en la hora de mi muerte, y a ti entrego toda mi esperanza y mi consolación, todas mis angustias y miserias, mi vida y el fin de ésta; para que por tu santísima intercesión y por tus méritos, dirija todo cuanto es mío, y disponga mis obras según tu voluntad y la de tu Hijo. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
DÍA SEGUNDO – 5 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición, Salutación a la Santísima Trinidad, y Salutación a la Santísima Virgen.
  
Bellísima MARÍA, Madre y Señora nuestra, y único amparo de todos los afligidos, de quien copió la oficiosísima Rebeca aquella piedad con que socorrió la sed de Eliécer criado de Abrahán (Gén. 24), en anuncio de la misericordia que habías de obrar con nosotros, socorriendo nuestra sed porque tú eras aquella hermosa fuente de gracia (San Juan Damasceno), de que eras llena (Prov. 8), a cuyas aguas habías de convidar a todos los sedientos, que deseosos de algún bien, te buscan con fe viva; tú eras aquella providentísima Madre que en las bodas de Caná, aun sin ser invocada, habías de prevenir la sed de los convidados (San Buenaventura, Espejo de las Bodas de Caná); tú eres aquella cisterna y pozo de aguas vivas, de donde habían de manar y repartirse las fuentes de tu misericordia por todas las plazas (San Agustín, sobre Proverbios 3). Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, de que estás llena (San Epifanio), para ver nuestras necesidades, y danos el agua y lluvias de que necesitamos, aliviando nuestra sed espiritual y corporal, para que en tus misericordias se vean glorificadas y engrandecidas las de nuestro Dios y Señor. Amén.
    
Dios te salve, hermosa fuente
Para la culpa sellada,
Para las gracias franqueada
En tu liberal corriente.
  
La oración final se dirá todos los días.
    
DÍA TERCERO – 6 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición, Salutación a la Santísima Trinidad, y Salutación a la Santísima Virgen.
   
Bellísima MARÍA, Madre y Señora nuestra, y único amparo de todos los afligidos, de quien copió la piadosísima Tábita aquella gran caridad con que socorría la desnudez de las viudas, dándoles de vestir (Act. 9, 36-39), en reclamo de la misericordia que habías de obrar con tus pobrecitos, cubriendo su desnudez con vestiduras dobles para librarlos del frío (Prov. 31, 21); porque tú eras la que, siendo para nosotros vestido (Hugo de San Víctor), nos lo habías también de tejer del misterioso vellón de la Sabiduría eterna de que se vistió ella en sus entrañas (San Epifanio, libro 3, herejía 78); tú eras la que al morir habías de dejar en testamento (Hugo de San Víctor) dos túnicas a dos pobres doncellas (San Metodio, Oración de la vida y dormición de la Madre de Dios). Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, de que estás llena, para ver nuestras necesidades, y danos la vestidura corporal y la espiritual de la gracia (San Epifanio), de que más necesitamos, para que en tus misericordias se vean glorificadas y engrandecidas las de nuestro Dios y Señor. Amén. Dios te salve, ¡oh blanca flor!, A quien ninguna se iguala, Lirio que vistió de gala Al desnudo Dios Amor.
  
La oración final se dirá todos los días.
     
DÍA CUARTO – 7 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición, Salutación a la Santísima Trinidad, y Salutación a la Santísima Virgen.
  
Bellísima MARÍA, Madre y Señora nuestra, y único amparo de todos los afligidos, de quien copió la sapientísima Reina Madre del rey Baltasar aquella piadosa acción de visitar y consolar a su hijo enfermo (Dan. 4, 10), en anuncio de la misericordia que habías de ejercitar visitando y consolando los enfermos con tu soberana presencia, porque tú eras aquel hermoso oriente del Sol de Justicia que nos había de traer en sus alas la salud (Malach. 4, 2), dándola liberalmente a cuantos le tocasen; tu Patrocinio había de ser tan grande (Marc. 6, 6), que él solo bastase la sanidad sin otro intercesor (San Germán de París), la cual es más pronta a la invocación de tu nombre que a la del Sacrosanto y salutífero nombre de JESÚS (San Anselmo, lib. de las Excelencias de la Virgen, cap. 12). Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, de que estás llena para ver nuestras necesidades (San Epifanio), y danos la salud espiritual y corporal que te pedimos, para que en tus misericordias se vean glorificadas y engrandecidas las de nuestro Dios y Señor. Amén.
   
Dios te salve, ¡oh gran piscina!,
Donde a toda enfermedad
Se franqueó la sanidad
Que negó la medicina.
  
La oración final se dirá todos los días.
  
DÍA QUINTO – 8 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición, Salutación a la Santísima Trinidad, y Salutación a la Santísima Virgen.
  
Bellísima MARÍA, Madre y Señora nuestra, y único amparo de todos los afligidos, de quien copió la hermosísima Sara aquella gran piedad con que hospedó y regaló en su casa tres peregrinos (Gén. 18). en anuncio de la misericordia que habías de ejercitar con nosotros, dándonos en esta peregrinación por compañeros a los Ángeles (San Buenaventura, Espejo), porque tú eras aquel feliz albergue en que se había de hospedar Dios peregrino en la tierra para hacernos ciudadanos de la Gloria (San Bernardo, Sermón 2 de la Anunciación de la Santísima Virgen); tú eras aquel ardiente Sol de caridad que había de comunicar sus influencias aun a los más distantes (Salmo 18), sin haber ninguno que no participase de su calor (Jordán de Celles, el Idiota). Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, de que estás llena, para ver nuestras necesidades (San Epifanio), y danos en qué vivir en esta peregrinación, recibiéndonos debajo de la sombra de tu Patrocinio, para que en tus misericordias se vean glorificadas y engrandecidas las de nuestro Dios y Señor. Amén.
  
Dios te salve, fiel morada
De aquel Dios, que peregrino
Nos fue luz, guía y camino
Para la patria deseada.
  
La oración final se dirá todos los días.
  
DÍA SEXTO – 9 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición, Salutación a la Santísima Trinidad, y Salutación a la Santísima Virgen.
  
Bellísima MARÍA, Madre y Señora nuestra, y único amparo de todos los afligidos, de quien copió otra María, hermana de Moisés (Mich. 6, 4), aquella gran piedad con que en compañía del mismo Moisés y del Sacerdote Aarón, redimió del cautiverio de Egipto al pueblo de Israel, en anuncio de la misericordia que habías de obrar con los hombres, redimiéndolos del cautiverio de la culpa en compañía de tu Hijo, porque tú eres aquella piadosísima libertadora en cuyos templos se habían de colgar no solo las cadenas y grillos de los que estando cautivos en el cuerpo, alcanzaron por ti su libertad (Arnoldo de Chartres, Alabanza 5 a la Santísima Virgen. San Bernardo, Sermón de las palabras de los Apóstoles, 30. Santa Brígida, Revelaciones); sino mucho más de aquellos de aquellos que, siéndolo de la culpa, consiguieron por ti la libertad de los hijos de Dios. Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, de que estás llena, para ver nuestras necesidades (San Epifanio), y danos libertad, sacándonos de nuestros pecados y vicios, para que en tus misericordias y engrandecidas las de nuestro Dios y Señor. Amén.
   
Dios te salve, ¡oh gran Señora!,
Que no con plata o con oro,
Sino con mayor tesoro
Fuiste nuestra Redentora.
   
La oración final se dirá todos los días.
  
DÍA SÉPTIMO – 10 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición, Salutación a la Santísima Trinidad, y Salutación a la Santísima Virgen.
  
Bellísima MARÍA, Madre y Señora nuestra, y único amparo de todos los afligidos, de quien copió la caritativa Resfa aquella gran piedad con que guardó de las bestias, por espacio de seis meses, los cuerpos muertos de siete hijos de Saúl hasta darles sepulturas (2. Reg. 21, 10), en anuncio de la misericordia que habías de usar aun con los muertos, porque tú eras aquella piadosísima Madre, que al más pobre y desamparado de todos, tu Santísimo Hijo, habías de dar sepultura en tu corazón (San Anselmo, Homilía de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María); y tú la que habías de consolar la orfandad y viudez de la Santa Iglesia en la sentida muerte de su Padre y Esposo muy amado. Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, de que estás llena, para ver nuestras necesidades (San Epifanio), y danos en nuestra muerte una mortaja con qué cubrir el cuerpo, y la vestidura nupcial de la gracia con qué adornar el alma, para que en tus misericordias se vean glorificadas y engrandecidas las de nuestro Dios y Señor. Amén.
    
Dios te salve, ¡oh mausoleo!,
De Aquel, que en tu Corazón
Jamás vio la corrupción,
Sino limpieza y aseo.
  
La oración final se dirá todos los días.
  
DÍA OCTAVO – 11 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición, Salutación a la Santísima Trinidad, y Salutación a la Santísima Virgen.
  
Bellísima MARÍA, Madre y Señora nuestra, y único amparo de todos los afligidos, de quien copió la compasiva Rahab aquella singularísima piedad con que libertó y libró a los exploradores de Josué de las angustias y penas en que se hallaban en la ciudad de Jericó, franqueándoles la salida y restitución al pueblo de Dios por una cinta encarnada (Josué 1 y 6),en anuncio de la misericordia que habías de usar con las benditas ánimas del Purgatorio, dándoles libertad para caminar a la gloria mediante el hilo de la purpúrea Sangre de JESÚS (San Agustín, Orígenes, Roberto), porque tú eres la que ejercitando en sola esta acción todas las obras de misericordia (Luis Novarino, Cordero Eucarístico, 10, 78); sueltas las prisiones de aquella horrible cárcel, y pones en libertad sus prisioneros. Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, de que estás llena, para ver nuestras necesidades (San Epifanio), y líbranos de las penas del Purgatorio, para que tus misericordias se vean glorificadas y engrandecidas las de nuestro Dios y Señor. Amén.
  
Dios te salve, fuerte armero
De la caridad, que amante,
Rompe puertas de diamante
Con la Sangre del Cordero.
  
La oración final se dirá todos los días.
  
DÍA NOVENO – 12 DE NOVIEMBRE
Por la señal…
Acto de contrición, Salutación a la Santísima Trinidad, y Salutación a la Santísima Virgen.
   
Bellísima María, Madre y Señora nuestra, y único amparo de todos los afligidos, de quien copió la incomparable Ester aquella acción heroica de piedad con que libró a su pueblo de la muerte y perpetua extirpación a que ya estaba sentenciado (Ester 7, 3), en anuncio el más alegre de la misericordia que habías de usar con todos los pecadores devotos tuyos, librándolos de la muerte y perdición eterna, porque tú eras aquella Virgen Inmaculada que se había de concebir en lunes, día en que fue creado el Infierno (Pedro Galatino OFM, De los misterios de la verdad Católica, lib. 3, cap. 13), para que detuvieras los que a él iban a caer, salvando por tu misericordia a los que no puede Dios por sola su justicia (San Juan Crisóstomo, Homilía sobre la Hipóstasis del Señor); tú eras aquella Madre amorosísima, que mediante tu piadosísima intercesión habías de salvar, alcanzándoles de nuevo tiempo para penitencia, a muchos que murieron impenitentes (Ricardo de San Lorenzo, Libro 4 de las Alabanzas de la Virgen), siendo tan imposible el que se condene aquel a quien tú miras con ojos de misericordia, como es necesario el que perezca aquel que te es adverso. Vuelve pues a nosotros esos tus ojos misericordiosos, de que estás llena, para ver nuestras necesidades (San Epifanio) y pues eres el asilo y refugio de pecadores, ruega por nosotros los pecadores, para que en tus misericordias se vean glorificadas y engrandecidas las de nuestro Dios y Señor. Amén.
   
Dios te salve, ¡oh Virgen, y haz
Que me salve su poder,
Pues si Dios pudiera ser,
No pudieras hacer más (San Anselmo, Alabanzas de la Virgen, cap. 12. Pablo Séñeri, El Devoto de María).
  
La oración final se dirá todos los días.

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