La comunidad grecocatólica ucraniana en Madrid denuncia que está padeciendo una grave crisis causada por el presbítero Andrés Martínez Esteban (derecha), vicario general del Ordinariato Católico Oriental de la Archidiócesis de Madrid desde Enero de 2025.
Según un testimonio enviado a El Wanderer, las decisiones del vicario general han provocado una situación límite descrita por los fieles describen como un proceso de “vaciamiento” de su comunidad: Martínez impuso cambios drásticos en el uso de templos, horarios y vida parroquial que, lejos de favorecer su estabilidad, estarían conduciendo a la disolución progresiva de los grecocatólicos ucranianos (muchos de ellos descendientes de víctimas del comunismo soviético).
Aseguran que el traslado impuesto por la diócesis desde la iglesia Nuestra Señora del Buen Suceso en el barrio de Argüelles ha provocado ya la pérdida de cerca del 60% de sus fieles, dado que los nuevos lugares asignados resultan poco accesibles o insuficientes para desarrollar una vida parroquial real; y las opciones ofrecidas por la archidiócesis matritense son, de hecho, dos caminos hacia la desaparición:
- El Centro Pastoral Nuestra Señora de la Paz en Puente de Vallecas, una parroquia periférica donde muchos no podrían acudir (más todavía: está junto al estadio del Rayo Vallecano, que no tiene muy en sus afectos a los ucranios. Preguntadle si no al exfutbolista Román Zozulia…),
- o la parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel, en el céntrico distrito de Chamberí, con restricciones tan severas —sin posibilidad de celebrar bautizos, bodas, funerales, vigilias ni grandes fiestas del calendario bizantino: solo la Divina liturgia dominical— que convertiría a los fieles en “huéspedes temporales”.
Ante sus peticiones de diálogo, un vicario Martínez Esteban enfadado por el uso de la palabra “exterminio” para describir su medida de traslado, convocó una reunión donde los acusó de escribir o ayudar en la redacción de El Wanderer, y habría respondido con la frase «o la aceptación o buscad la vida por vuestra cuenta», lo que han interpretado como una amenaza directa.
El Wanderer muestra así una realidad preocupante: falta de escucha, decisiones unilaterales, espacios inadecuados y una actitud que muchos fieles perciben como una forma de marginación interna, y que además le da la razón luego de más de cien años al sacerdote ortodoxo ruso Aleksándr Jakótovich, que en respuesta a la afirmación de su homólogo uniato Vladimir Abrikosov OP de que los casos de falta de respeto a la ortodoxia se debían a las acciones arbitrarias del clero latino en desobediencia a las órdenes del Papa, le recordó que, a tenor de la bula “Ea semper”, el obispo austrohúngaro Sotero Esteban Ortyński de Łabędź OSBM fue enviado por San Pío X en 1907 como vicario episcopal de los grecocatólicos rutenos en Estados Unidos supeditado a la autoridad del arzobispo latino de Filadelfia Patrick John Ryan (aunque a honor de la verdad, San Pío X lo nombró exarca el 28 de Mayo de 1913, independizándolo de la jurisdicción de los latinos), y añadió:
«Los latinos jamás permitirán la igualdad ni una posición igualitaria para los orientales; siempre los relegarán a un segundo plano, no les permitirán el acceso más allá de los pasillos. Nosotros, los ortodoxos, tenemos la impresión de que Roma quiere subyugarnos, humillarnos y, por supuesto, el ejemplo del clero polaco nos convence de ello y lo justifica» (PEDRO MIJÁILOVICH VOLKONSKI. “Замоскворецкие посетители у отца В. Абрикосова/Visitantes transmoscovitas al padre V. Abrikosov”. Revista Logos N.º 48, año 1993, pág. 136. Cit. en SERGUÉI GOLÓVANOV, ensayo “Католическая церковь и Россия / La Iglesia Católica y Rusia”, 2004).

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