El antimension (del griego Ἀντιμήνσιον y de este al eslavo eclesiástico Антими́нс, que significa sustitución de la mesa) es un corporal de lino que contiene reliquias consagradas con el santo crisma, usado por los sacerdotes de rito bizantino para oficiar la Divina Liturgia. Equivalente al «Altar portátil» que era privilegio de obispos y cardenales, y al Thablitho/ܛܰܒܠܺܝܬܳܐ de los siríacos o al Tsellat/ጽላት de los etíopes.
Antimension ucraniano (fuente: The Byzantine Forum).
Según el canon 7.º del 2.º Concilio de Nicea, solo se puede ofrecer la Misa en un altar legítimamente consagrado. Pero ante las dudas por las frecuentes herejías y cismas, y que los templos podían cambiar fácilmente de bando, se previó la posibilidad de usar un altar portátil, o un antimension.
En los ritos orientales, la Divina Liturgia no puede celebrarse sin un antimension, que debe ser consagrado y firmado por un obispo y que, de hecho, este entrega junto con el crisma al sacerdote como testimonio de su permiso para celebrar la Divina Liturgia y los demás sacramentos (si el obispo decide revocarle el permiso, simplemente se los quita). Cuando el obispo visita una parroquia o monasterio de su jurisdicción, se presenta el antimension para inspeccionar su estado y que sea el que él mismo entregó. Al momento de mencionar el patriarca y al obispo, el sacerdote besa la firma del obispo en el antimension.
El antimension sustituye la mesa del altar. Un sacerdote puede celebrar la Divina Liturgia en él incluso si la mesa del altar no está debidamente consagrada. En casos de emergencia, cuando no se dispone de una mesa del altar, el antimension cumple una importante función pastoral al permitir el uso de mesas no consagradas para servicios divinos fuera de iglesias o capillas.
En la tradición latina, la misa se celebra con un altar de piedra que contenía una pequeña reliquia. Al celebrar fuera de una iglesia con altar consagrado, se utilizaba un altar de piedra portátil. Sin embargo, tras la conquista turca del Imperio bizantino, muchos cristianos orientales, griegos y albaneses huyeron al sur de Italia. Algunos se sometieron a Roma, conservando su rito, pero la fe de otros era dudosa. Desde que algunos sacerdotes latinos comenzaron a usar el antimension, se temía que celebrar en él se considerara, en consecuencia, una comunión en cosas sagradas (Communicatio in sacris) con herejes y, por lo tanto, se prohibiera.
Por ello, los papas, en particular Clemente VIII (1592-1605) y posteriormente el gran canonista Benedicto XIV (1740-1758), regularon la práctica. Benedicto XIV, en su documento «Etsi Pastoralis», promulgado el 26 de mayo de 1742, determinó lo siguiente:
Si los griegos desean aceptar altares portátiles consagrados por obispos latinos, sería conveniente; si no lo desean, se puede tolerar la colocación de sus antimensia, o tronos, sobre altares de piedra durante sus celebraciones. Deben usar corporales como los latinos, a menos que también usen sus tronos como corporales. No es lícito que un sacerdote latino que celebra en rito latino en iglesias de los greco-católicos, si carece de su propio altar portátil de piedra, celebre el Sacrificio de la Misa en los antimensia, o tronos, de los griegos. Todo sacerdote debe celebrar con un cáliz de oro, o solo de plata o al menos de estaño, usando un trono o corporal de lino, blanco y limpio, y un altar cubierto con manteles limpios o con una cubierta ornamental adecuadamente preparada.
Estas limitaciones fueron incorporadas formalmente en el Código de Derecho Canónico de 1917, cuyo canon 823 § 2 establece:
«Deficiénte altári próprii ritus, sacerdóti fas est ritu próprio celebráre in altári consecráto álius ritus cathólici, non áutem super Græcórum antiménsiis (A falta de un altar de rito propio, es fundamental que un sacerdote pueda celebrar su propio rito en un altar consagrado en otro rito católico, pero no en los antimensia de los griegos)».
A pesar de estas prohibiciones (que se entendían respecto a los antimensia de los cismáticos), sin embargo, se concedieron muchas excepciones e indultos a obispos y sacerdotes individuales y a sociedades misioneras para utilizar una forma de antimension para celebrar la Misa en altares portátiles.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la Santa Sede concedió a los capellanes militares el privilegio de utilizar para la celebración de la misa, en lugar del altar portátil de rito latino, «un velo que contenía, bien sujetas, reliquias auténticas» (ejemplo de ello el Rescripto de la Nunciatura Apostólica en Alemania n.º 46.119 del 26 de Marzo de 1942 y los decretos del Ordinariato militar alemán del 15 de Abril, 15 de Agosto y 15 de Septiembre de ese año). Esto se extendió posteriormente a las actividades militares en tiempos de paz.
Dado que no siempre era posible obtener un velo con reliquias auténticas, el uso de una antidimensión de rito oriental se consideró una alternativa aceptable. En todo caso, no se dispensaba por ello el uso del corporal común en la Misa.
Mediante decreto de la Sagrada Congregación de Ritos con fecha 12 de Marzo de 1947 se estableció un rito de bendición para estos antimensia latinos (o corporales griegos, como se les conoce):
Ad benedicéndum Antiménsium Latínum
Pontifex, postquam aliquas authenticas Reliquias Sanctorum Martyrum recognoverit, eas in parvo quodam sacculo includit, qui in angulo dextero lintei benedicendi assuatur; deinde linteum benedicit, dicens (El obispo, después de reconocer algunas reliquias auténticas de los Santos Mártires, las guarda en alguna pequeña bolsa, que coserá en el ángulo derecho del lienzo que va a bendecir; y luego bendice el lienzo, diciendo):
℣. Adjutórium nostrum in nómine Dómini.
℟. Qui fecit cœlum et terram.
℣. Dóminus vobíscum.
℟. Et cum spíritu tuo.
Orémus.
ORATIO
Majestátem tuam, Dómine, humíliter implorémus ut línteum hoc ad suscipiénda pópuli tui múnera præparátum, per nostræ humilitátis servítium bene✠dícere, sancti✠ficáre et conse✠cráre dignéris: ut super eo sanctum sacrifícium tibi offérre valeámus, ad honórem beatíssimæ Vírginis Maríæ, Sanctórum N. et N., quorum relíquias in eo reposúimus, et ómnium sanctórum; et præsta, ut per hæc sacrosáncta mystéria víncula peccatórum nostrórum absolvántur, mácuIæ deleántur, véniæ impetréntur, grátiæ acquirántur, quátenus una cum sanctis et eléctis tuis vitam percípere mereámur ætérnam. Per eúndem Christum, Dóminum nostrum [Humildemente suplicamos a tu Majestad, Señor, que te dignes ben✠decir, santi✠ficar y consa✠grar este lienzo preparado por nuestro humilde servicio para la recepción de los dones de tu pueblo, a fin que sobre él podamos presentarte el santo sacrificio, en honor de la Santísima Virgen María, de los Santos N. y N., cuyas reliquias hemos depositado en él, y de todos tus santos; y concédenos que por estos sagrados misterios se desaten las ataduras de nuestros pecados, se borren nuestras manchas, recibamos tu perdón, alcancemos tus gracias y, así, seamos hallados dignos de alcanzar la vida eterna con tus santos y elegidos. Por Cristo nuestro Señor]. Amen.
Et aspergit illud aqua benedicta (Y lo asperja con agua bendita).
Antimension latino consagrado por el cardenal Bernardus Alfrink en ¡1964! En la esquina superior derecha están contenidas las reliquias de San Vicente y Santa Eufemia mártires, como indica el certificado en la siguiente imagen. (Fuente: Ceremonia y rúbricas de la Iglesia española).
Certificado de consagración del antimension por el cardenal Alfrink (Fuente: Ceremonia y rúbricas de la Iglesia española)




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