viernes, 10 de febrero de 2017

EL VOTO DEL REY LUIS XIII DE FRANCIA

Fuente: SALVE REGINA
  
Declaración del Rey Luis XIII de Francia por la cual Su Majestad proclama que toma a la Santísima y Gloriosa Virgen como protectora especial de su reino
(10 de Febrero de 1638)

Luis, por la gracia de Dios, rey de Francia y de Navarra,
A todos los que vieren las presentes letras, salud.
 
Dios, que eleva a los reyes al trono de su grandeza, no contento con habernos dado el espíritu que Él envía a todos los príncipes de la tierra para la conducción de sus pueblos, ha querido dar una señal tan especial sobre nuestra persona y nuestro Estado, que no podemos considerar el buen curso de nuestro reinado, sin mirar tanto los efectos maravillosos de su bondad, como los accidentes que nos pudieron haber perdido.
 
Cuando Nosotros habíamos entrado al gobierno de esta corona, la debilidad de nuestra edad dio lugar a algunos espíritus malvados para turbar la tranquilidad; pero esta mano divina sostuvo con tanta fuerza la justicia de nuestra causa que vimos a un tiempo en nacimiento y el final de sus perniciosos designios. En otros tiempos, habiendo los artificios de los hombres y la malicia del diablo suscitado y fomentado las divisiones no menos peligrosas para nuestra corona que perjudiciales para el reposo de nuestra casa, a Él le ha placido desviar el mal mal tanto con la dulzura como con la justicia.
  
Habiendo formado así la rebelión de la herejía había un partido en el Estado, que no tiene otro fin que de fraccionar nuestra autoridad, Él se ha servido de nosotros para abatir el orgullo, y ha permitido que nosotros hayamos restaurado sus santos Altares en todos los lugares donde la violencia de este partido injusto había quitado las señales.
 
Cuando nosotros emprendimos la protección de nuestros aliados, Él ha dado el afortunado suceso a nuestras armas, que a la vista de toda Europa, contra la esperanza de todo el mundo, nosotros les habíamos restablecido en la posesión de sus estados de donde habían sido depuestos.
 
Si las más grandes fuerzas de los enemigos de esta corona se han concordado para conspirar su ruina, Él ha confundido sus ambiciosos designios para hacer ver a todas las naciones que, como su providencia ha fundado este Estado, su bondad le conserva y su poder le defiende.
 
Tantas gracias hechas tan evidentes que para no diferir su reconocimiento, sin esperar la paz, que nos vendrá sin duda de la misma mano de la cual hemos recibido, y que Nos deseamos con ardor para hacer oler sus frutos a los pueblos que nos son confiados, Nos hemos creído estar obligados a prosternarnos a los pies de su Divina Majestad que adoramos en tres Personas, ante los de la Santísima Virgen y la Santa Cruz, donde veneramos el cumplimiento de los misterios de nuestra Redención mediante la vida y la muerte del Hijo de Dios encarnado, de consagrarnos a la grandeza de Dios por su Hijo rebajado hasta nosotros, y en este Hijo elevado hasta Él por su Madre; a cuya protección ponemos particularmente nuestra persona, nuestro Estado, nuestra corona y todos los que están sujetos a nosotros para obtener por este medio de la Santísima Trinidad, por su intercesión y de toda la corte celestial por su autoridad y ejemplo, y sieno que nuestras manos no son tan puras para presentar nuestro ofrecimiento a la Pureza misma, creemos que Aquella que han sido digna de portarlo, le ofrezcan hostias agradables y es cosa muy razonable que siendo medianera de estos beneficios, Le tributemos acciones de gracias.

Por estas razones, hemos declarado y declaramos que tomamos a la Santísima y Gloriosa Virgen por protectora especial de nuestro reino, y a Ella consagramos particularmente nuestra persona, nuestro Estado, nuestra corona y a los que están sujetos a nosotros, suplicando que se digne inspirarnos una santa conducta y defendernos con tanto empeño este reino contra los esfuerzos de sus enemigos, que, ya sea que sufra el flagelo de la guerra o goce la dulzura de la paz que nosotros le pedimos a Dios de todo corazón, que no aparte de nosotros los caminos de la gracia que conduce a la gloria. Y a fin que la posteridad no pueda dejar de seguir nuestra voluntad en esta materia, para monumento y señal inmortal de la consagración presente que nosotros hacemos, haremos construir de nuevo el altar mayor de la Catedral de París con una imagen de la Virgen que tenga en sus brazos a su precioso Hijo descendido de la Cruz, y donde nosotros seremos representados a los pies del Hijo y de la Madre ofreciéndoles nuestra corona y nuestro cetro.
 
Advertimos al señor Arzobispo de París y no menos le ordenamos que todos los años y en la fiesta de la Asunción, haga hacer conmemoración de nuestra presente declaración en la Misa mayor que se diga en su iglesia catedral, y que después de las Vísperas de dicho día, sea hecha una procesión en la dicha iglesia a la cual asistirán todas las compañías soberanas (Tribunales reales) y el cabildo de la villa, con ceremonia parecida a la que se observa en las procesiones generales más solemnes; lo que queremos también se haga en todas las iglesias, tanto parroquiales como las de los monasterios de la dicha villa y suburbios, y en todas las villas, burgos y aldeas de la dicha diócesis de París.

Exhortamos igualmente a todos los arzobispos y obispos de nuestro reino y et no menos les ordenamos hacer celebrar la misma solemnidad en sus iglesias episcopales y demás iglesias de su dióciesis; entendiendo que en la dicha ceremonia las cortes de Parlamento y otras compañías soberanas y los principales oficiales de la ciudad estén presentes; y todavía más en los distintos obispados que no estén dedicados a la Virgen, Nos exhortamos a los dichos arzobispos y obispos que en este caso le hagan dedicar la principal capilla de dichas iglesias y sea hecha la dicha ceremonia y elevar un altar con un ornamento conveniente a una acción tan célebre y amonestar a todos nuestros pueblos a tener una devoción particular a la Virgen, de implorar en este día su protección a fin que bajo tan poderosa Patrona nuestro reino esté a cubierto de todas las empresas de sus enemigos, que goce largamente de una buena paz; que Dios sea servido y reverenciado tan santamente en el últico fin por el cual hemos hemos sido creados; porque este es nuestro buen placer.
  
Dado en Saint-Germain-en-Laye, el décimo día de febrero, año de la Gracia mil seiscientos treinta y ocho, y de Nuestro reinado el vigésimo octavo.

Firmado: LUIS

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