Oh Virgen dolorosa, unidme al menos a
las humillaciones y llagas de vuestro Hijo, para que tanto Él como Vos
podáis encontrar alivio al haber alguien que comparta vuestros
sufrimientos. ¡Ah, cuán felíz sería yo si pudiese hacer esto! ¿Habrá
quizás algo más grande, dulcísimo, o más ventajoso para una persona?
¿Por qué no me concedéis lo que os pido? Si os he ofendido, sed justa y
traspasad mi corazón. Si os he sido fiel, no me dejéis sin recompensa,
dadme vuestros dolores.
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