jueves, 8 de marzo de 2018

CHINA: LAICO DE LA “IGLESIA OFICIAL” CRITICA A “OBISPOS” OFICIALES Y CLANDESTINOS

Nota tomada de ASIA NEWS.
  
Un joven católico de la comunidad oficial aprecia la lucidez y el realismo de Mons. Guo Xijin (obispo subterráneo), y duda del estilo de otros obispos subterráneos u oficiales, como Mons. Han Zhihai y Wei Jingyi. Una meditación en voz alta sobre las alegrías y dolores de los fieles chinos ante el supuesto “inminente” acuerdo entre China y el Vaticano.

“QUERIDOS OBISPOS CHINOS, ¿DÓNDE ESTÁ LA MEDIDA DE VUESTRO CORAZÓN?”
 
 
Nanjing (AsiaNews) – “Medida”: en la cultura china, este término se refiere a un instrumento utilizado para determinar la cantidad, el ancho, la altura, la profundidad o la distancia de algo; o bien puede referirse a un instrumento que se utiliza para medir las cosas. También puede ser un estándar para determinar y medir ciertas cosas, e incluso para estimarlas y reflejarlas.
  
El título de este artículo hace referencia al modo en que la Iglesia de China mide el corazón, y no la conciencia (si bien en chino, estas dos palabras se pronuncian de modo similar). El artículo se focaliza en dos temas candentes que actualmente se debaten en la Iglesia china, y comparte algunos puntos de vista míos al respecto.
  
En noviembre de 2017, Mons. José Han Zhihai, de Lanzhou (Gansu, en el noroeste de China) publicó algunas cartas abiertas en Catholic Online [un sitio católico chino, N. de R.], provocando muchas discusiones y críticas. Incluso yo mismo leí varios comentarios escritos por personas que apoyaban a Mons. Han. Cuando algunos amigos míos que viven en el exterior me preguntaron por este tema, pidiendo mi opinión al respecto, apenas atiné a sonreír amargamente. Y le dije a un amigo: “Mons. Han debiera callarse”. Mi amigo tenía curiosidad y quería entender mi respuesta, pero yo permanecí en silencio. No tenía una respuesta, o más bien temía que mi respuesta lo tomase por sorpresa y lo confundiese. Muchos extranjeros no comprenden la China real. Ellos no comprenden por qué Mons. Han estaba tan deseoso de explicarse y de mostrarse “limpio” [1]. Por eso mismo, [aquella vez] no expresé mi punto de vista.
  
La fiesta del Año Nuevo chino [que comenzó el 16 de febrero, N. de R.] siempre está llena de vida, se ve inundada por el ruido y la emoción. Al círculo de la alegría no sólo se pliega Mons. Han sino que a él se suma el arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia academia de ciencias, que ha elogiado a China por ser el [país] que mejor ha aplicado la doctrina social de la Iglesia. En la avalancha de comentarios que devinieron a raíz de ello –todos ellos, en una misma dirección- hubo uno divertido, que describía al arzobispo como alguien que había bebido demasiado vino de misa, incluso antes de presidirla.
  
Al coro vivaz se agrega, como es natural, el irritante Card. Joseph Zen. El obispo emérito de Hong Kong, con su habitual estilo, ha revelado que la Santa Sede y China prácticamente han llegado a un acuerdo en torno al nombramiento de obispos. La Santa Sede perdonará a los obispos ilícitos de la China, pretende dejar a un lado a Mons. Peter Zhuang Jianjian para dejar el espacio y hacer que asuma en el cargo Mons. Joseph Huang Bingzhang; y hará dar un paso al costado a Mons. Vincent Guo Xijin de Mindong para abrir camino a Mons. Vincent Zhan Silu. Su artículo enseguida provocó una tempestad.
  
La rapidísima respuesta llegó de parte del Card. Pietro Parolin, Secretario de Estado vaticano. Sin nombrar al Card. Zen, en una entrevista, el Card. Parolin subrayó: “Es cierto que son muchas las heridas que siguen abiertas hoy en día. Para curarlas, es preciso usar el bálsamo de la misericordia”.
  
El Padre Gan Bolu, un bloguero famoso en China, ha escrito acerca de los sufrimientos que tuvo que atravesar Mons. Han Zhihai y su instalación como obispo de la Iglesia oficial, por el bien de la evangelización, y ha criticado al Card. Zen, [señalándolo] como el principal responsable de crear conflictos en contra de una normalización entre China y el Vaticano.
  
Durante el Año Nuevo chino, han florecido muchos otros eventos, como la entrevista concedida a algunos medios extranjeros por el P. Zhao Qinglong, de Beijing, en la cual él expresa sus visiones y comentarios; los católicos de Hong Kong, que se lanzan a una colecta de firmas, pidiendo a las conferencias de obispos del mundo que expresen su preocupación por el acuerdo China-Vaticano. Con este fin también se han organizado encuentros de oración.
  
Uca News ha publicado una entrevista a Mons. Guo Xijin, obispo de Mindong, quien ha dicho que él no acepta el acuerdo, pero que obedecería a la decisión que tome la Santa Sede y que persuadiría a aquellos fieles [de su grey] que rechacen la decisión.
 
En esta atmósfera tan burbujeante, no podía dejar de estar –como es natural- la supuesta voz autorizada del obispo subterráneo de Qiqihar, Mons. Joseph Wei Jingyi. Wei afirma: “Quiero pedir a los amigos que viven fuera de China continental, incluidos aquellos de Hong Kong, Macao, Taiwán y todos los demás que están diseminados en los distintos continentes, rogándoles con todo el corazón; por favor, no hablen en nombre nuestro, no pretendan hablar por nosotros, hablar en nombre de la Iglesia clandestina”.

Para los chinos, la fiesta de Año Nuevo siempre está llena de vida y energía. La fiesta colmada de alegría y de diversión [también] está marcada por el cansancio y por estados de ánimo oscuros. El Año Nuevo está signado por las migraciones, por la presión del tráfico, la falta de trabajo y las ciudades vacías. La gente que vuelve a casa hace comparaciones, ostenta sus ganancias, se emborracha, se embarca en juegos de azar y en cosas por el estilo, pero está siempre ebria y divertida. Lo mismo vale para la Iglesia en China. La Iglesia se desarrolla, pero está plagada de problemas oscuros.

En su carta abierta, Mons. Han Zhihai cita la Carta a los católicos de China de Benedicto XVI como fundamento para su ingreso a la Iglesia oficial. No quiero juzgar el gesto de Mons. Han, porque él ha obrado como la mayor parte de los demás obispos instalados en la Iglesia oficial. No hallo que esto sea particularmente extraño, sobre todo porque la instalación de Mons. Han en la Iglesia oficial se dio mucho más tarde, en comparación con otros. La entrada de Mons. Han a la Iglesia oficial puede conducir a un rápido desarrollo de la evangelización de la diócesis de Lanzhou. Quizás pueda ayudar a glorificar a Dios y traiga beneficios a su pueblo. Pero sin lugar a dudas, el obispo recibirá un doble elogio: de parte del gobierno chino y de la Santa Sede.
   
De todos modos, Mons. Han no hubiera querido quitarse su manto de obispo con las palabras “lealtad” y subterráneo” bordadas encima. En su carta abierta él quiso expresar un pensamiento. No sólo llevo el manto de “lealtad” y “subterráneo” sino que hasta mis prendas íntimas están marcadas por la “lealtad” y por ser “subterráneo”. Pero el artículo del P. Gan Baolu, titulado “¿Cómo puede ser que la Iglesia china sea azotada por habladurías?”, ha desnudado por completo a Mons. Han, quitándole las prendas íntimas de “lealtad” y de “subterráneo”.
   
En cuanto a la retórica del arzobispo Sánchez Sorondo cuando elogia a China, no quiero comentar más al respecto. Siendo chinos, al encontrarnos con un huésped extranjero que ha recorrido un largo camino para llegar a China, resulta obvio para nosotros mostrar nuestras virtudes ancestrales de hospitalidad. Igual que en Año Nuevo, ofrecemos a nuestros huéspedes los mejores platillos. Y frente a los huéspedes, sin atender demasiado a si esto se hace de manera sutil, de modo intencional o no intencional, pero lo cierto es que exageramos un poquito. Tomando prestado la jerga de la web es como “baizuo Shengmu”[2].
  
El 16 de febrero pasado, el primer día del nuevo año, Vatican Insider publicó una entrevista con Mons. Wei Jingyi, en la que dijo: “En la realidad actual de la República Popular China, nadie puede decir que representa a la Iglesia clandestina. Si alguien ha recibido de parte de una comunidad particular o de una persona individual el pedido de difundir mensajes en nombre de ellos, que declare abiertamente que él habla en nombre y por cuenta de esa comunidad determinada o de esa persona en singular, y de nadie más. Yo mismo no quiero ser “representado” por nadie más, y mucho menos sin siquiera ser informado de ello. Y siguiendo lo que la fe me sugiere, en mi nombre y en el de la comunidad encomendada por Dios a mi cuidado pastoral, quiero declarar solemnemente: como sea que vayan a terminar las relaciones entre China y el Vaticano, nosotros obedeceremos totalmente a la decisión del Papa y de la Santa Sede, cualquiera sea ésta. Y ni siquiera preguntaremos el por qué”.
  
Con respecto a las entrevistas a dos obispos subterráneos, Mons. Guo y Mons. Wei, tengo sentimientos encontrados de alegría y tristeza. Para mí es una alegría saber que la Iglesia china todavía tiene obispos como Guo, un líder de gran sabiduría y humildad; pero me siento triste al ver que Mons. Wei no escatima esfuerzos cuando se trata de exhibir su gran interferencia.
  
Mons. Guo, al ser interrogado por los agentes del gobierno, ha explicado las condiciones que atraviesa China o la Iglesia en China, brindando un relato equilibrado y razonable. Mons. Wei, que viene del Nordeste de China, piensa que él es el líder de la Iglesia subterránea china. De todos modos, en la web son muchos los chinos que han comentado su entrevista diciendo: De esta manera, ni siquiera él (Wei) puede representar la voz de la Iglesia subterránea, porque nuestra Iglesia es universal y debemos hablar ateniéndonos a los principios universales de la verdad.
  
Mi corazón está entristecido: queridos obispos chinos ¿dónde está la medida de vuestro corazón?
  
Al tratar este tema, yo quiero discutir teniendo en mente la medida del corazón, y no la de la conciencia. Los obispos representan un tipo de estándar en la Iglesia. Vuestra medida es el metro de la Iglesia, un estándar para el desarrollo de la Iglesia. Si vuestra medida del corazón pierde imparcialidad, ello significa, como consecuencia, que el instrumento para medir la grandeza de la Iglesia cambiará. Todo ello no sólo influencia el rumbo del desarrollo de la Iglesia, la Iglesia bajo vuestra dirección, sino también la salvación de las almas de los fieles, San Juan Crisóstomo dijo: “El camino al infierno está pavimentado con los cráneos de sacerdotes errantes; los de los obispos se utilizan como hitos”.
   
JOSEPH (Laico de la Iglesia oficial, del este de la China).

NOTAS
[1] Mons. Han, que durante años se desempeñó como obispo subterráneo, fue reconocido por el gobierno hace algunos meses, por un acuerdo entre Beijing y el Vaticano. Luego de descubrió que él llevaba años buscando el reconocimiento del gobierno. Ahora, como obispo oficial ha tomado algunas medidas en contra de la comunidad subterránea. Véase AsiaNews.it, 10/11/2017, “De subterráneo a oficial: toma posesión el obispo de Lanzhou, Mons. Han Zhihai”.
 
[2] En la web, los chinos usan el término “báizuǒ” (白左, lit.: “izquierda blanca”) para burlarse de las élites liberales de Occidente. “Shèngmǔ” (聖母, lit.: Santa Madre) se refiere a personas de buen corazón.

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