La persecución anticatólica en México ha sido un capítulo amargo que ha colmado la casi totalidad de la historia republicana de esa nación, pero su punto más álgido fue entre los años 1910 y 1940, cuando los masones y comunistas proscribieron horteramente la Fe Católica, quemando iglesias, matando sacerdotes, obispos y laicos, prohibiendo el culto público y queriendo borrar a la Iglesia de la faz de ese país. Hoy la cosa es menos fuerte, pero con el PRI -y su hijo político, el PRD-, las leyes abortistas y pro-sodomía, y un clero que actúa en connivencia, bien vale preguntarse ¿cuándo estallará la persecución nuevamente?
Uno de esos individuos, protagonistas de la persecución, fue el antiteo (porque el "ateísmo" no es otra cosa sino el odio contra Dios), comunista y masón Tomás Garrido Canabal, un maldito hambriento de poder y de odio que durante 14 años estableciera una dictadura roja en el estado mexicano de Tabasco, causando devastación económica, social, educativa y religiosa. Su muerte, acaecida en 1943 por cáncer en los huesos, fue el justo castigo a una vida impía; y su alma ESTÁ EN EL INFIERNO POR TODA LA ETERNIDAD.
TOMÁS GARRIDO CANABAL, ENEMIGO PERSONAL DE DIOS
Tomás Garrido Canabal
En el amplio territorio que es México hubo quienes se metieron al movimiento revolucionario en busca de poder y de riqueza. Uno de estos hombres fue Tomás Garrido Canabal, quien amparado por la protección de Alvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, logró ser gobernador constitucional de Tabasco a partir del 1º de enero de 1923.
Aunque había nacido en Chiapas proveniente de una rica familia de terratenientes, estudió la primaria en Tabasco, la secundaria en Jalapa y compró su título de abogado en Campeche.
Hombre absolutamente sin escrúpulos, Garrido Canabal "no cree en Dios, ni en su raza, ni en la patria, ni en la familia, ni en su padre, ni en su madre, ni en la moral, ni en la ley, ni en el honor, ni en la buena reputación, ni en la propia estimación, ni en los principios, ni en ninguna doctrina. Sólo cree en el éxito y tiene una bestial e insaciable ansia de mando" (Dr. Rodolfo Brito Foucher, El Día, México, D.F., 3 de febrero de 1936, p.9). Todas las ideas inmorales que guiaron a Garrido Canabal a lo largo de su vida, las absorbió de lo que vio en las haciendas de su padre. Siempre fue un hombre rústico, sin cultura y de pésimos modales.
Por eso, durante su gobierno, Tabasco se "distinguió" por contar con profesores que no sabían leer ni escribir. A los niños sólo se les enseñaba cantos en los que se alababan las proezas de Calles y Garrido Canabal. Los espías, los matones, las prostitutas y todo aquel con mala reputación recibieron nombramientos de profesores. Podemos imaginarnos hasta qué nivel descendieron las buenas costumbres y la decencia bajo la administración de Garrido Canabal.
Con la finalidad de reprimir o de acabar a sus opositores, el gobernante tabasqueño creó un cuerpo de élite llamado Camisas Rojas (pues así vestían, prenda que ha revivido el PRI), al que tenía que pertenecer obligatoriamente la juventud de ese Estado. A sus esbirros, gente de la peor ralea, les afilió en las llamadas Ligas de Resistencia, que servían para apalear y eliminar brutalmente a los campesinos y trabajadores disidentes.
Carlos Alberto Madrazo Becerra (antiteo y ex camisa roja), fue gobernador de Tabasco y Presidente nacional del gobernante Partido PRI (Su hijo, Roberto Madrazo Pintado, también se desempeñó en los mismos cargos).
Con estos dos brazos de represión, Garrido Canabal acabó con todo tipo de oposición en Tabasco, convirtiéndose en un gobernante absoluto. Por medio de las Camisas Rojas (grupo al que perteneció Carlos Madrazo Becerra, quien llegó a ser también gobernador de Tabasco y presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional ) aterrorizaba a la población utilizando la tortura como el pan nuestro de cada día. "Administró" Tabasco como si fuera una enorme hacienda en la que él era el amo y, su palabra, la ley. Cada comerciante, fabricante o negociante era obligado a pagar una contribución que cobraban personalmente sus esbirros y cuando Garrido Canabal lo deseaba, aquellos dejaban notas con el siguiente texto: "El licenciado necesita tal cantidad de dinero. Usted tendrá que cooperar con tantos pesos. Se servirá pagar o esperar las consecuencias". Todos pagaban.
Si al visitar las haciendas Garrido Canabal veía algún caballo o un toro de pura sangre o alguna cosa que le gustara, el dueño tenía la obligación de regalárselos. De esta forma, haciendas enteras pasaron a su poder por muy bajo precio e incluso por nada.
Para agosto de 1935, la familia Garrido era poseedora sólo en Tabasco de casi 26 mil hectáreas de tierras, más las que tenía en Chiapas, en Luisiana y en otros sitios.
Pero fue en el ámbito religioso donde Tomás Garrido Canabal dejó aflorar la enorme maldad que puede albergar el alma humana. El odio tan grande que sentía por todo lo que oliese a religión, lo hizo convertirse en el más vil, rastrero, bestial y salvaje perseguidor de la Iglesia en la historia de México. Todos los sacerdotes, religiosos y el obispo de aquella región tuvieron que esconderse o fueron encarcelados, asesinados o desterrados. Todas las iglesias fueron cerradas y sus altares destruidos, siendo demolidas la mayor parte para construir canchas de béisbol, básquetbol y otros usos. Los únicos lugares donde se podía ver una cruz era en los cementerios. Durante ¡catorce años! no se vio en Tabasco ni un obispo, ni un sacerdote.
Este es el hombre a quien vergonzosamente Lázaro Cárdenas nombró, en diciembre de 1934, secretario de Agricultura. Para tomar posesión como nuevo ministro en el gabinete cardenista, Garrido Canabal voló a la Cd. de México en un avión pintado de rojo y negro, los colores de la bandera soviética con el fin de complacer a Cárdenas, que se las daba de comunista. Junto con él viajaron su esposa y su hija Zoila Libertad (por eso corrió el chiste de que la única libertad que había en Tabasco era la hija de Garrido, que así fue nombrada para señalar "Soy la libertad"). Tuvo dos hijos varones, uno que se llamó Lucifer y otro que se llamaba Lenin (empleó estos nombres aunque parezca increíble y sin importarle lo injurioso para sus vástagos, por considerar a Lucifer y a Lenin como los peores enemigos de Dios).
Ya como ministro de Agricultura, dio en celebrar los Sábados Rojos, con diversiones vulgares y sacrílegas. Tanto él como sus subalternos portaban tarjetas de presentación con el texto siguiente (por ejemplo): Arnulfo Pérez H., Oficial Mayor de la Sec. de Agricultura, Miembro del Congreso Federal, Miembro del Partido Nacional Revolucionario, Enemigo Personal de Dios. En 1936, este "enemigo de Dios" fue nombrado vicepresidente de la Cámara de Diputados gracias a la protección que le brindaba el Presidente Cárdenas.
Cuando Garrido Canabal entraba todas las mañanas al patio de la secretaría que encabezaba, los Camisas Rojas lo saludaban y él les gritaba: ¿Hay DIOS?, y ellos contestaban: ¡Nunca lo hubo! Los Camisas Rojas eran un grupo (ideológicamente marxista) de rufianes, (paradójicamente) inspirados (en la disciplina y los uniformes) de los grupos fascistas de Italia y Alemania, que se distinguían por sus insultos a los católicos que asistían a las iglesias, por quemar imágenes religiosas y por armarle escándalos al clero.
Uno de estas provocaciones sucedió el 30 de diciembre de 1934, en Coyoacán (en la capital mexicana hasta donde se trasladaron). Ahí, frente a la iglesia de San Juan Bautista, un grupo de Camisas Rojas comenzó a ofender a los feligreses. Como éstos reclamaron airadamente, los esbirros de Garrido Canabal abrieron fuego, matando a cuatro personas. Este acto causó gran molestia a los habitantes de la capital, quienes exigieron la aprehensión de los Camisas Rojas y, aunque la policía los detuvo, Garrido Canabal ordenó su inmediata liberación.
Lázaro Cárdenas (masón y simpatizante de la antitea República Española) impuso la enseñanza atea y socialista; su hijo Cuauhtémoc Cárdenas fue el fundador del PRD, partido de tendencia socialista.
Miles de manifestantes protestaron frente al Palacio Nacional pidiéndole a Cárdenas la destitución de Garrido Canabal, pero el presidente, para dejar claro de qué lado estaba, respondió decretando el 8 de enero de 1935, una nueva ley que hacía obligatoria la enseñanza socialista en las escuelas particulares amenazando con cerrar a las que no obedecieran. La clausura de escuelas se propagó como el fuego. En Monterrey más de cinco mil niños quedaron sin estudiar al clausurarse 27 escuelas en un solo día, mientras que en León fueron cerradas 70 y en Guadalajara 86; aunque centenares fueron clausuradas en todo el país.
Para comprometerlos a enseñar la educación socialista, los profesores eran obligados a firmar declaraciones en las que aceptaban lo que el gobierno cardenista imponía. Un ejemplo de estas declaraciones, exigida en Yucatán en enero de 1935, la transcribimos a continuación:
"Yo... ante el Depto. de Educación Federal acepto sin reservas el programa de educación socialista y que soy propagandista y defensor de dicho programa. Declaro que soy ateo, enemigo irreconciliable de la Iglesia Católica y que me esforzaré en destruir y acabar con el ejercicio de la religión, y que estoy dispuesto a oponerme al clero donde y cuantas veces sea necesario. Al mismo tiempo, declaro que no permitiré ninguna práctica religiosa en mi hogar ni imagen alguna, ni permitiré que mi familia asista a ningún acto religioso"
La agricultura mexicana tuvo su peor período entre las administraciones de Carranza y Ávila Camacho a causa de la guerra civil, la destrucción y el abandono de cientos de haciendas y de la tristemente célebre y equivocada reforma agraria implantada por Lázaro Cárdenas (padre de Cuauhtémoc Cárdenas, que años más tarde fundaría el Partido de la Revolución Democrática, de tendencia socialista). Este presidente cometió también el error de nombrar como secretario de Agricultura, a un tipo inepto, fuera de juicio y con repugnantes antecedentes como Tomás Garrido Canabal. Durante el tiempo que este hombre "dirigió" los asuntos de la agricultura nacional, ésta se hundió a niveles nunca antes vistos. Cabe señalar que, aunque Cárdenas se empeñó en expropiar tierras que no eran suyas hasta dejar la agricultura del país convertida en un mayúsculo desastre, los latifundios de su amigo Garrido Canabal, nunca fueron expropiados.
Tomás Garrido Canabal murió el 8 de abril de 1943 en un hospital de Los Angeles, California, a los 52 años. Su defunción se debió a múltiples tumores en los huesos. Fue incinerado y sus cenizas debieron ser esparcidas sobre Tabasco pero el presidente Ávila Camacho negó el permiso. Había muerto el necio, el inmoral, la maldad hecha hombre; pero el daño que le hizo a Tabasco en el aspecto religioso, moral y educativo fue inconmensurable. Muchos años tardaría la Iglesia tabasqueña en recuperarse de la enorme tribulación que sufrió bajo el desgobierno de Garrido Canabal.
Su despotismo, el odio irracional que sentía contra Dios y su afán de destruir en sus dominios a la Iglesia, hicieron retroceder a Tabasco hasta los tiempos primitivos del Génesis: "La tierra estaba vacía y sin nada, y las tinieblas se cernían sobre la faz de los abismos". Ese era el sentimiento que imperaba entre los tabasqueños después de la caída de Tomás Garrido Canabal, el "enemigo personal de DIOS".
Tomado de: La Revista Peninsular, S.A. de C.V. y http://tierradehistoria.blogspot.com/2009/09/tomas-garrido-canabal-enemigo-personal.html
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