El Calentamiento Global Antropogénico está muerto. Deja un ejército de políticos salvamundistas, ambientalistas millardarios, científicos reclutados y activistas desesperados que al ilustre desaparecido han dedicado las mejores décadas de su vida. Arruinando las vidas de los otros.
EL DECESO
Incertidumbre hasta lo último sobre las reales condiciones del enfermo. Que no las pasaba bien, se sospechaba: los medios del mainstream le dedicaban siempre menos espacio. Justo algunos renglones, o algún filme indistinguible de los últimos veinte años: roba di repertorio. En los últimos meses, todavía, la situación se precipitó. Antes el retiro de Estados Unidos de la COP21 parisina, después la evidencia inconfutable del desastre económico regalado por aspas y páneles. Finalmente la creciente facilidad con la cual los rivales inferían sobre el rey agonizante: bajo la forma de estudios, artículos y opiniones que osaban recontar una historia diferente, y que increíblemente encontraban espacio creciente en los medios menos asertivos a la causa.
La prueba definitiva de la acaecida desaparición está en la truncada participación en las reuniones que cuentan, aquellas en las cuales el difunto recitaba la parte de la estrella indiscutida: excluído del G7 y posticipado al otoño de 2018 a modo de evento lateral, y a propósito desapareció de la agenda del Bilderberg 2018: una diagnosis de muerte cierta debida a múltiples causas.
DIAGNÓSTICOS ERRADOS
La causa de deceso más obia está en la serie de previsiones de muerte inminente por calor. Todas erradas. No solo en la fría evidencia numérica de la cual hemos hablado tantas veces, la última pocos días ha. Pero sobre todo en la cotidianidad del señor Rossi: el terrible Cambio Climático ha trastornado nuestras vidas en tal forma que… todo está como siempre: en invierno se esquía, y en verano se va al mar sobre las mismas playas frecuentadas por nuestros antepasados. El casquete ártico existe todavía, y los osos polares se la pasan buenísimo. El Sahara no ha engullido el Sur italiano, muy por el contrario, está retrocediendo y reverdece.
El médico ha errado todos los diagnósticos y las previsiones, confundiendo la fisiología por la patología.
FACTURAS INÚTILES
El segundo factor es puramente económico. Nos habían vendido que las energías alternativas habrían regalado un futuro verde y económicamente sostenible. Nada más falso: nos han regalado un presente hecho de facturas energéticas caras como el fuego de Prometeo para sostener “cuentas de energía” [pagos por consumo diferido de energía producida en el hogar, N. del T.] que han cubierto el territorio de páneles y molinos de viento altamente ineficientes, y generosamente remunerados. Mucho menos se ha reducido el componente de energía generada por hidrocarburos. Por el contrario, se la sigue subvencionando para mantenerla con vida, so pena de aniquilación de la producción industrial por falta de un suministro energético seguro y constante en el tiempo. El desastre de la Energiewende alemana, y la carrera presurosa por aprovisionamiento de gas ruso es la piedra de toque de la distancia entre los vaticinios delirantes de un ambientalismo embaucador y las reglas básicas de una economía moderna y desarrollada.
MUERTE VIOLENTA
El golpe de gracia al noble difunto ha venido por una muerte violenta. Simbolizada por el último G7 devenido en una trifulca de cantina, si no, en una reunión de condominio fantozziana entre blandos líderes globalistas en chinelas y bata de satín, y nuevos bárbaros soberanistas armados de sillas y otros objetos contundentes.
El origen de todo, para variar, es la geopolítica. Y el petróleo: el shale oil que ha transformado a la USA en el primer productor mundial de oro negro. El neo-estatus de exportador de hidrocarburos ha cambiado radicalmente las prioridades geopolíticas a estrellas y franjas. La agenda verdísima de la administración Obama atenía la función doble de sustraer a Europa de la influnencia rusa en nombre de una fantasmagórica independencia energética en todo desentendida de la competitividad de la manufactura europea. La de Trump mira a obtenere el mismo resultado: pérdida de competitividad europea y separación de la Rusia, pero en forma radicalmente opuesta, a saber: constriñendo a la Europa a ingurgitar los hidrocarburos estadounidenses pagándole mucho más que lo que a los rusos, so pena de sanciones draconianas sobre sectores vitales como el de la producción automovilística.
En un contexto similar, el Calentamiento Global no sirve más. Por el contrario, es solamente dañoso porque contrasta con la necesidad europea de importar hidrocarburos a bajo costo, y la norteamericana de exportar los suyos al costo que sea.
INCAPACIDAD DE ADAPTACIÓN
En este ambiente completamente cambiado, los cansados líderes globalistas se mueven como dinosaurios post-asteroide. Su sueño utopístico, todo green-economy, sincretismo, climatismo e inmigracionismo, se derritió como el truco de un payaso ante la evidencia de sus fracasos, la locura de sus construcciones deshumanas y la intradependencia de enemigos aguerridos y armados con argumentos mucho más eficaces.
La caída del ceño fingido del presidente canadiense, el estupor indignado del presidente francés tan parecido al de Ceaușescu sobre el balcón, la mirada vítrea de la canciller alemana, el insolente Trump rodeado de personajes en busca de autor en la imagen caravaggesca que ha dado la vuelta al mundo. Son instantáneas que señalan en modo indeleble la caída ruinosa de todo un sistema de poder para el cual el Calentamiento Global ha representado solo una muleta ideológica paracientífica y falsamente humanitarista.
Y como tal muere el Calentamiento Global: como el héroe de una ideología que hasta ayer parecía invencible, y hoy aparece en toda su distópica insensatez. Y poco importa si el héroe de ayer muere acuchillado en una trifulca de cantina o defenestrado durante una reunión de condominio fantozziana: el Calentamiento Global muere por inútil, inservible y ridículo a los ojos tanto de los patrones de ayer, como los de los bárbaros de hoy.
Ninguno sentirá la ausencia, precisamente comenzando por aquellos que lo han usado para sacar un provecho político o económico. Mas una cosa es cierta: cualquiera que sea el futuro que se prepara para nosotros, estaremos igualmente expectantes por nuevas construcciones ideológicas, y nuevas columnas sobre las cuales erigirlas. En una réplica infinita de soluciones aparentemente milagrosas que beneficien a una parte perjudicando a la otra. Excepto ocultarse, para luego renacer ahora bajo una forma diferente, pero igual: muerto un Calentamiento Global, simplemente se hará otro.
Ha muerto el Calentamiento Global. Viva el Calentamiento Global.
EL DECESO
Incertidumbre hasta lo último sobre las reales condiciones del enfermo. Que no las pasaba bien, se sospechaba: los medios del mainstream le dedicaban siempre menos espacio. Justo algunos renglones, o algún filme indistinguible de los últimos veinte años: roba di repertorio. En los últimos meses, todavía, la situación se precipitó. Antes el retiro de Estados Unidos de la COP21 parisina, después la evidencia inconfutable del desastre económico regalado por aspas y páneles. Finalmente la creciente facilidad con la cual los rivales inferían sobre el rey agonizante: bajo la forma de estudios, artículos y opiniones que osaban recontar una historia diferente, y que increíblemente encontraban espacio creciente en los medios menos asertivos a la causa.
La prueba definitiva de la acaecida desaparición está en la truncada participación en las reuniones que cuentan, aquellas en las cuales el difunto recitaba la parte de la estrella indiscutida: excluído del G7 y posticipado al otoño de 2018 a modo de evento lateral, y a propósito desapareció de la agenda del Bilderberg 2018: una diagnosis de muerte cierta debida a múltiples causas.
DIAGNÓSTICOS ERRADOS
La causa de deceso más obia está en la serie de previsiones de muerte inminente por calor. Todas erradas. No solo en la fría evidencia numérica de la cual hemos hablado tantas veces, la última pocos días ha. Pero sobre todo en la cotidianidad del señor Rossi: el terrible Cambio Climático ha trastornado nuestras vidas en tal forma que… todo está como siempre: en invierno se esquía, y en verano se va al mar sobre las mismas playas frecuentadas por nuestros antepasados. El casquete ártico existe todavía, y los osos polares se la pasan buenísimo. El Sahara no ha engullido el Sur italiano, muy por el contrario, está retrocediendo y reverdece.
El médico ha errado todos los diagnósticos y las previsiones, confundiendo la fisiología por la patología.
FACTURAS INÚTILES
El segundo factor es puramente económico. Nos habían vendido que las energías alternativas habrían regalado un futuro verde y económicamente sostenible. Nada más falso: nos han regalado un presente hecho de facturas energéticas caras como el fuego de Prometeo para sostener “cuentas de energía” [pagos por consumo diferido de energía producida en el hogar, N. del T.] que han cubierto el territorio de páneles y molinos de viento altamente ineficientes, y generosamente remunerados. Mucho menos se ha reducido el componente de energía generada por hidrocarburos. Por el contrario, se la sigue subvencionando para mantenerla con vida, so pena de aniquilación de la producción industrial por falta de un suministro energético seguro y constante en el tiempo. El desastre de la Energiewende alemana, y la carrera presurosa por aprovisionamiento de gas ruso es la piedra de toque de la distancia entre los vaticinios delirantes de un ambientalismo embaucador y las reglas básicas de una economía moderna y desarrollada.
MUERTE VIOLENTA
El golpe de gracia al noble difunto ha venido por una muerte violenta. Simbolizada por el último G7 devenido en una trifulca de cantina, si no, en una reunión de condominio fantozziana entre blandos líderes globalistas en chinelas y bata de satín, y nuevos bárbaros soberanistas armados de sillas y otros objetos contundentes.
El origen de todo, para variar, es la geopolítica. Y el petróleo: el shale oil que ha transformado a la USA en el primer productor mundial de oro negro. El neo-estatus de exportador de hidrocarburos ha cambiado radicalmente las prioridades geopolíticas a estrellas y franjas. La agenda verdísima de la administración Obama atenía la función doble de sustraer a Europa de la influnencia rusa en nombre de una fantasmagórica independencia energética en todo desentendida de la competitividad de la manufactura europea. La de Trump mira a obtenere el mismo resultado: pérdida de competitividad europea y separación de la Rusia, pero en forma radicalmente opuesta, a saber: constriñendo a la Europa a ingurgitar los hidrocarburos estadounidenses pagándole mucho más que lo que a los rusos, so pena de sanciones draconianas sobre sectores vitales como el de la producción automovilística.
En un contexto similar, el Calentamiento Global no sirve más. Por el contrario, es solamente dañoso porque contrasta con la necesidad europea de importar hidrocarburos a bajo costo, y la norteamericana de exportar los suyos al costo que sea.
INCAPACIDAD DE ADAPTACIÓN
En este ambiente completamente cambiado, los cansados líderes globalistas se mueven como dinosaurios post-asteroide. Su sueño utopístico, todo green-economy, sincretismo, climatismo e inmigracionismo, se derritió como el truco de un payaso ante la evidencia de sus fracasos, la locura de sus construcciones deshumanas y la intradependencia de enemigos aguerridos y armados con argumentos mucho más eficaces.
La caída del ceño fingido del presidente canadiense, el estupor indignado del presidente francés tan parecido al de Ceaușescu sobre el balcón, la mirada vítrea de la canciller alemana, el insolente Trump rodeado de personajes en busca de autor en la imagen caravaggesca que ha dado la vuelta al mundo. Son instantáneas que señalan en modo indeleble la caída ruinosa de todo un sistema de poder para el cual el Calentamiento Global ha representado solo una muleta ideológica paracientífica y falsamente humanitarista.
Y como tal muere el Calentamiento Global: como el héroe de una ideología que hasta ayer parecía invencible, y hoy aparece en toda su distópica insensatez. Y poco importa si el héroe de ayer muere acuchillado en una trifulca de cantina o defenestrado durante una reunión de condominio fantozziana: el Calentamiento Global muere por inútil, inservible y ridículo a los ojos tanto de los patrones de ayer, como los de los bárbaros de hoy.
Ninguno sentirá la ausencia, precisamente comenzando por aquellos que lo han usado para sacar un provecho político o económico. Mas una cosa es cierta: cualquiera que sea el futuro que se prepara para nosotros, estaremos igualmente expectantes por nuevas construcciones ideológicas, y nuevas columnas sobre las cuales erigirlas. En una réplica infinita de soluciones aparentemente milagrosas que beneficien a una parte perjudicando a la otra. Excepto ocultarse, para luego renacer ahora bajo una forma diferente, pero igual: muerto un Calentamiento Global, simplemente se hará otro.
Ha muerto el Calentamiento Global. Viva el Calentamiento Global.
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