Trdaducción del artículo publicado en IN TUA JUSTITIA LIBERA ME DOMINE.
Cada día de más van disminuyendo nuestras certezas, tanto por las frecuentes catástrofes naturales como por el actuar humano. Se tiene la sensación que detrás de las alarmas climáticas, telúricas y económicas esté una fuerza devastadora que escapa a toda posibilidad de defensa, pero de la cual nos volvemos cómplices con la superficialidad y el materialismo que caracterizan el actual modo de vivir. Todo, de hecho, hoy gira, pragmáticamente, en torno al dinero y al poder, al cual con desenfado son sacrificadas la consciencia y la honestidad intelectual.
La humanidad parece haber perdido la Luz para su elevación moral y espiritual; se piensa y se actúa cual marionetas maniobradas por una regla oculta, sumergiéndose libidinosamente en el conformismo inmanentista que orienta el imaginario común a un sistema alternativo de valores falsos y masificados, capaz de alcanzar ya el paraíso en la tierra. Ella se lamenta a menudo de la insulsez de nuestros días, pero bien pocos muestran interés a reimplantar los sagrados principios tradicionales, por temor de ver tambalear las cómodas creencias idolátricas que franquean por los sentidos de culpa. Es vigente, sustancialmente, una tortuosa forma de despotismo racionalista que sofoca el interior del hombre que, si bien ha quedado esclavo por los continuos engaños perpetrados a su daño, tiene todavía la ilusión de ser liberado por las leyes naturales y sobrenaturales. La dictatura mediática, financiera y masónica tiene en tal modo nivelado por lo bajo a los seres humanos, reduciéndoles a instrumentos pasivos en las manos de los iluminados contemporáneos. Más débiles y pobres que aquellos que sufren el hambre, los enfermos y los ancianos son, en realidad, cuantos rechazan a Cristo el Señor y Sus enseñanzas; los que empujan a una verdadera y propia guerra contra la Verdad revelada y sus fieles seguidores, porque son piedras de tropiezo en el auténtico empobrecimiento de las masas que, privadas de la fe, son más fácilmente manejables. No hay oposición porque se verifica por parte de los más, en realidad, haberse difundido un pávido inmovilismo que venda los ojos, impidiendo el avistar la matriz de tanto desastre. Las teorías igualitaristas, apoyadas por el catolicismo liberal, para otros muy apreciadas hasta por la Jerarquía Vaticana, se han convertido en el alimento principal de las almas, aunque permanecen separadas de Dios, de los Sacramentos y de lo trascendente a través de un trabajo paciente y tenaz de convencimiento sobre la necesidad de actualizarse en todos los campos, pero sobre todo en el religioso. Por todas partes, a causa del reformismo doctrinal reinan el desorden, la suciedad y el malestar que inquinan a adultos y jóvenes, relegado, como está, el verdadero significado de la vida en un ángulo olvidado del ser. Sin embargo, la Bendita Virgen de Fatima, prediciendo cuanto está sucediendo, propiamente para detener el mal había reclamado a la penitencia, a la oración y a la conversión. Ella, además, había advertido que, si no era consagrada la Rusia a Su Inmaculado Corazón, solemnemente y contemporáneamente por el Papa y todos los Obispos del mundo, los errores de esa nación se habrían propagado por todas partes. Por no haber escuchado a la Santa Madre de Dios ahora presenciamos la justa purificación por el pecado social e individual: ateísmo, anticlericalismo, anticatolicismo e inmoralidad rampante son el origen de las guerras, de los terremotos, de las inundaciones y de la crisis económica. Aturdidos, sin embargo, asistimos inertes a la demolición de la Iglesia de Cristo y de la fe, tal como sucedió en la pobre nación rusa bajo el diabólico régimen comunista. Hoy, es cierto, no se abaten más los edificios sagrados hasta los cimientos ni se asesinan a cientos de consagrados, como en la época de las gloriosas revoluciones bolchevique y española. Hoy se usan medios más refinados para obtener el mismo resultado: recurriendo a ideologías sacarinas y falaces, más eficaces en la descristianización, para incidir profundamente en las consciencias, modificándolas y volviéndolas totalmente complacientes ante cualquier herejía. Los mercenarios de satanás del Tercer Milenio, sirviéndose de los mass-media, sin contestación maniobran a la vista, tanto que el hombre es lentamente sumergido en el delirio de la apostasía y del libertinaje para sus deletéreas solicitaciones, hipócritamente presentadas como la única vía segura para la gratificación personal. Las mismas eminentes personalidades vaticanas, infestadas por el progresismo relativista, se han desviado del recto sendero y, no obstante ufanarse de hablar de amor y justicia, se han convertido en el motor del desamor y de la inquidad con su diligencia en el desmantelar el Cuerpo Místico de Cristo, oportunísticamente transformado en el génerico pueblo de Dios privado de especificidad religiosa y por tanto colocado en el mismo plano de otros pueblos no católicos, con un común y presunto único Dios. Es verdad que existe un solo Creador, pero también es verdad que Él no es adorado por todos en Su Misterio Trinitario, tal como debe ser. A los modernistas eclesiales no pudo ser grata la invitación de la Santísima Virgen a consagrarLe públicamente Rusia porque, si se hubiese hecho, estaría en gran peligro la nueva Iglesia sin identidad por ellos erigida con el intento principal de entretenerse con relaciones amigables con cualquiera, absteniéndose de denunciar también los delitos y los errores más graves. Es, por tanto, la diplomacia que mueve ciertas Autoridades Vaticanas las cuales sostienen, por otra parte, haber escuchado plenamente el deseo de María Santísima, no obstante haberse pronunciado [en 1982] un simple “acto de confianza en Ella” de todos los pueblos exclusivamente por el
Dra. María Pía Mancini
https://radiocristiandad.wordpress.com/2012/08/30/p-basilio-meramo-acaso-seria-factible-hoy-la-consagracion-de-rusia/
ResponderEliminarConfraria de Nossa Senhora do Rosario de Fatima
ResponderEliminarhttp://sedevacantista.blogspot.com.br/2017/05/confraria-de-nossa-senhora-do-rosario.html