Por Andrés Peña Molina para LAS 2 ORILLAS (Colombia).
Tengo 26 años y es una tendencia que mis contemporáneos sean ”progresistas”.
Por lo general, un progresista colombiano es una persona que pertenece a clase media o media-alta; estudia en la universidad pública u otros muchos, más privilegiados, en la privada; sus padres se encargan de su manutención completa o parcial (pagan sus estudios, les brindan habitación, alimentación, recreación, etc.), y algunos, un poco más emprendedores, forman sus propios negocios, lo cual está muy bien.
Por lo general, un progresista colombiano es una persona que pertenece a clase media o media-alta; estudia en la universidad pública u otros muchos, más privilegiados, en la privada; sus padres se encargan de su manutención completa o parcial (pagan sus estudios, les brindan habitación, alimentación, recreación, etc.), y algunos, un poco más emprendedores, forman sus propios negocios, lo cual está muy bien.
Su rasgo más distintivo es su constante cultura de la queja. Siempre responsabilizan a otros de lo que pasa. Nunca son culpables de nada. Siempre son víctimas de un sistema opresor, culpable de sus desgracias, llamado capitalismo. O algunos otros sectores más ridículos y radicales lo denominan “heterocapitalismo patriarcal”.
Critican al capitalismo por los problemas en la comodidad de un sofá y detrás de una pantalla. Su lucha es de teclado, de likes y dislikes, de comentarios, de retuits, de videoblogs, de estados de Facebook, de trinos. Creen ser acreedores incuestionables del Estado. Muy al contrario a su estilo de vida, creen que el socialismo es la mejor opción para un mejor porvenir.
Algunos tienen buenos salarios pero no comparten con lo más necesitados (y no lo tienen por qué hacer), pero a su vez son enemigos del productor y del empresario, consideran a este un cerdo capitalista opresor que solo se lucra a costilla de sus trabajadores. Además, se les puede ver portando su reloj Fossil mientras critican a Estados Unidos y la globalización, creyendo que los productos que usan a diario aparecen por arte de magia en Colombia. Sus espacios de lucha paradójicamente pertenecen a compañías extranjeras (Twitter y Facebook sus preferidas). Sin duda alguna destacan por su incoherencia.
Algunos otros son más atrevidos y dejan de lado las pantallas y organizan movilizaciones en donde se evidencia de nuevo su profunda confusión e ignorancia: se pueden ver marchas a favor de grupos LGTBI, algunos portando camisetas del Che Guevara. Así mismo, dicen ser pacifistas, ecologistas, inclusivos y organizan marchas estudiantiles que terminan en disturbios violentos, rayando paredes con uno de los productos más contaminantes como es el aerosol y excluyendo a quienes piensan diferente a ellos.
En síntesis, el progre colombiano desea un sistema socialista para los demás mientras vive en sus comodidades capitalistas.
Quiero rescatar unas cómicas palabras del abogado argentino Nicolás Márquez, quien parodió la frase de el Che Guevara, el ídolo progre, en su libro El Canalla. Sin duda alguna la consigna que representaría más al confundido progre colombiano sería: “patria o muerte: venderemos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Preferiblemente, los comentarios (y sus respuestas) deben guardar relación al contenido del artículo. De otro modo, su publicación dependerá de la pertinencia del contenido. La blasfemia está estrictamente prohibida. La administración del blog se reserva el derecho de publicación (sin que necesariamente signifique adhesión a su contenido), y renuncia expresa e irrevocablemente a TODA responsabilidad (civil, penal, administrativa, canónica, etc.) por comentarios que no sean de su autoría.