sábado, 20 de julio de 2019

20 DE JULIO DE 1810: NO HUBO FLORERO Y MENOS INDEPENDENCIA

Tomado de PEPE COMENTA - Vía NARIÑO.INFO
  
 
El presbítero José Antonio Torres y Peña, en sus Memorias, que pueden ser consultadas en los Archivos de Historia Nacional, describió los sucesos del 20 de julio de 1810, como una copia de los inicios de la Revolución Francesa.
  
Para empezar, los eventos preparados con mucho cuidado en el Observatorio Astronómico que dirigía Francisco José de Caldas, preveían el levantamiento para el día 14 de julio, aniversario del inicio de los enfrentamientos que acabaron con la monarquía de Luis XVI en Francia, y que cambiaron la historia del mundo. Los organizadores criollos tuvieron que aplazar la revuelta, porque el oidor Antonio Villavicencio –a la sazón en Honda– tuvo inconvenientes para llegar a Bogotá; sólo anunciaba su arribo a la ciudad para el día viernes 20.
   
Ese día, se aprovechó que era fecha de mercado, y se procedió en consecuencia. La Revolución Francesa se inició después de que Jean-Baptiste de Réveillon, un comerciante que había sido requerido para apoyar a los manifestantes, se negó a ello. Entonces, lo calumniaron diciendo que había “insultado a los trabajadores, afirmando que con lo que ganaban en un día podían vivir quince”. Réveillon fue golpeado y su casa destruida, desde luego (La multitud en la historia, George Rude).
   
¿No se parece esto a la celada que se le tendió al español José González Llorente para tener el pretexto de darle una paliza y desatar la furia contra “los chapetones”? A medio día, los Morales, padre y dos hijos, llegaron a la casa de Llorente a pedirle no un florero, como se viene enseñando en los planteles educativos desde tiempos inmemoriales, sino “la base donde podía colocarse el florero”. Así lo afirma la Casa Museo del Florero en su página de Internet y lo señala también el presbítero Torres y Peña, quien dice que lo que se quería era “una charola para servirle refrescos al señor Villavicencio que llegaba a Bogotá”.
  
Caracol Radio, en una de sus emisiones del 17 de junio del 2008 –a través de Internet– indicaba que “tras algunas investigaciones realizadas por profesores y estudiantes de historia, se demuestra que lo que se le pidió a Llorente no fue un florero, sino una bandeja”. Se sabía que la charola, que estaba decorada entre otras cosas con la bandera y el escudo de España –cito de nuevo a la Casa del Florero– no iba a ser prestada por González Llorente, y Francisco Morales entonces le preguntó a Caldas que pasaba por allí “muy a propósito y por casualidad”: “¿Y Ud. saluda a este español que acaba de decir que se caga en los criollos?”. Fue suficiente. Los hijos de Morales, dos enclenques y esmirriados niños, en la tierna edad de 25 años, protagonizaron el acto heroico: la emprendieron a bastonazos contra el vigoroso y temible ogro anciano septuagenario español, dando así inicio a las “hostilidades”.
 
El pueblo, en su mayoría mestizos, azuzado por los criollos, fue a tomarse la cárcel de la Picota. La historia parece haber olvidado este hecho. No se menciona siquiera a quién sacaron de ese penal. Sólo se dice que liberaron a algunos patriotas que estaban allí detenidos, cuyos nombres jamás serían mencionados. ¿Era tan importante la Toma de la Picota? ¿O era más bien la simulación de la Toma de La Bastilla que hicieron los revolucionarios franceses? Estos últimos lo hicieron para apropiarse de las armas que había en esa cárcel, y para liberar a 11 soldados suizos que fueron detenidos por no haber querido disparar contra la multitud. Pero… ¿Para qué hicieron nuestros “patriotas” lo mismo con La Picota? No se sabe, pero el parecido con el 14 de julio de 1789 es increíble. Hay más “extrañas coincidencias”: Camilo Desmoulins, considerado el más enardecedor conductor de multitudes francesas en la Revolución, dijo al momento de arengar a los manifestantes: “¡No hay que perder un momento. A las armas!” (La Multitud en la Historia, George Rude). ¿Recuerda esto a las palabras de José Acevedo y Gómez? “Si perdéis estos momentos de efervescencia y calor, ved los grillos y las cadenas que os esperan”. Por cierto que uno de los nobles franceses al oír la exhortación de Desmoulins, preguntó a su vez: “¿Es que hay que convertirse en TRIBUNO para enfrentar a este PUEBLO desenfrenado? (Histoire de la Révolution Française, varios autores). El Tribuno del Pueblo, llamaron desde ese 20 de julio de 1819 los criollos, a José Acevedo y Gómez.
  
¿Asombroso, verdad? Por cierto que la muerte de Acevedo y Gómez no pudo ser menos gloriosa. Escondido en la selva que rodea a Leticia, huyendo de la persecución de Morillo, sin atreverse siquiera a apoyar a quienes seguían luchando por una causa que era la de él.
  
El acta de “Independencia” redactada por Camilo Torres ese día, o quizá unos días antes pues todo estaba preparado, señala ad lítteram: “Juramos por Dios defender a nuestra sagrada religión católica, apostólica y romana y a NUESTRO AMADO REY FERNANDO VII…”. El pueblo raso no aceptaba eso. Quería una independencia absoluta y que los españoles pagaran por sus abusos. Por ello exigió la cárcel para el virrey y su esposa.
 
Los conjurados, Caldas, Camilo Torres, el propio Acevedo y Gómez y otros, aceptaron, pero eso no se parecía en nada a la revolución Francesa. Por tal motivo, optaron por liberarlos al día siguiente, traicionando a la población santafereña y a su líder natural, José María Carbonell, pero ésa es otra historia. ¿Qué se festeja, pues, en Colombia el 20 de Julio? ¿El grito proferido por los criollos de “¡Viva el rey y muera el mal gobierno!”? Pero hay algo más. En el escudo nacional, aparece en la franja intermedia el famoso gorro frigio, que se dice es el símbolo de la libertad, pues lo usaron los conjurados que mataron a Julio César. ¿De ahí lo tomaron los criollos que planearon la “Reyerta del 20 de Julio”? ¿O fue porque lo usaron los manifestantes sureños en la Revolución Francesa? (Otra vez la Revolución Francesa). Ahora sí, que venga el horizonte garcíalorquiano…

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