miércoles, 3 de junio de 2020

DÍA TRES DEL MES, EN HONOR A SAN FRANCISCO JAVIER

Devoción compuesta por un sacerdote secular del Arzobispado de México, y publicado por la imprenta de Don Pedro de la Rosa en Puebla de los Ángeles en 1780, con aprobación eclesiástica.
   
DEVOCIÓN PARA EL DÍA TERCERO DE CADA MES EN HONOR DEL GLORIOSÍSIMO APÓSTOL DE LA INDIA SAN FRANCISCO JAVIER
  
   
Invocada la gracia del Espíritu Santo, y actuándote bien que tienes a Dios presente, dirás con todo dolor el siguiente Acto de contrición:
  

Por la señal ✠ de la santa Cruz; de nuestros ✠ enemigos líbranos, Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

   

Antífona: Ven, oh Santo Espíritu: llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor.

℣. Envía tu Espíritu, y las cosas serán creadas.

℟. Y renovarás la faz de la tierra.

 

ORACIÓN

Oh Dios, que con la claridad del Espíritu Santo iluminaste los corazones de los fieles; concédenos este mismo Espíritu para obrar con prudencia y rectitud, y gozar siempre de sus consuelos inefables. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, mi Criador, mi Conservador, mi Redentor, mi Padre, a quien tantas veces he ultrajado con las más feas, torpes y abominables culpas: a mí me pesa, Señor, me pesa en el alma y con todo mi corazón haberos ofendido, no por miedo del Infierno, con que me podéis justamente castigar, ni por amor de la Gloria, con que queréis premiarme si observo vuestros divinos mandamientos; sino única, sola y precisamente porque sois quien sois, tan bueno, tan Santo, tan amable y dignísimo de ser amado de todas las criaturas. Confío, Padre amorosísimo, en vuestra misericordia infinita en los méritos de vuestra santísima vida, pasión y muerte, en la poderosa intercesión de vuestra Madre Virgen, mi muy amada Madre María Santísima, y en los ruegos de vuestro Apóstol San Francisco Javier, me habéis de perdonar todos mis pecados, y dar gracia para perseverar en vuestro santo servicio, hasta el último instante de mi vida. Amén.
  
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Beatísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios uno en la Esencia y Trino en Personas, en quien creo, en quien espero, a quien amo y adoro: yo te doy gracias, y quisiera dártelas infinitas, por lo mucho que engrandecisteis a tu fiel Siervo San Francisco Javier, comunicándole tu Poder, Sabiduría y Amor con que ejecutó tantos prodigios, maravillas y milagros, para gloria tuya, y en beneficio de las almas y de los cuerpos. Suplicóte, Trinidad amabilísima, por la intercesión y méritos de éste tu amado Siervo, me concedas poder para resistir a las tentaciones de mi común enemigo el Demonio; sabiduría para conocer tus infinitas perfecciones, y amor ardientísimo para amarte sobre tocias las cosas en todos los instantes de mi vida; la que quiero y deseo emplear únicamente en tu obsequio, ejecutando tu voluntad santísima en la tierra, para ir después a verte, gozarte y alabarte eternamente en la Gloria. Amén. 
  
Se rezan tres Padre nuestros y tres Ave Marías, con Gloria Patri.
 
ORACIÓN A SAN FRANCISCO JAVIER
Gloriosísimo Apóstol de la India San Francisco Javier, a quien escogió Dios como a otro Pablo para Vaso de Elección que llevase su santo Nombre a los más remotos Países de la Gentilidad. Asombro de la gracia, portento de la naturaleza, obrador de prodigios, maravillas y milagros; salud de los enfermos, resucitador de muertos, amparo de los pobres, Maestro de los ignorantes, celador ardentísimo de la honra y gloria de Dios, Ángel en la pureza, Querubín en la sabiduría, Serafín en el amor, que deseoso de que en los hombres todos se lograse la Sangre preciosísima de Jesús, padeciste hambres, sedes, cansancios, fatigas, trabajos, en tan peligrosas, largas y continuas peregrinaciones así por tierra como por mar, hasta dar la vida en la Isla de Sanchón, en la mayor pobreza y desamparo, destituido de todo humano socorro; pero lleno de consolaciones celestiales, repitiendo muchas veces el Nombre dulcísimo de Jesús. Suplícote, Santo mío, me alcances de Dios un deseo grande de mi eterna salvación, que me estimule a practicar todos los medios conducentes para alcanzarla, por arduos y difíciles que sean, o me parezcan; como también el remedio de la necesidad presente que me aflige, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra tuya, y provecho de mi alma. Amén.
   
Se hace la petición, se reza una Salve, y se concluye con esta oración a María Santísima:
¡Oh Purísima Virgen María, Madre admirable de Dios, Consuelo de los afligidos y Reina de todos los Santos! A la sombra de vuestra gran protección se acoge la criatura más miserable del Mundo, solicitando de vuestra maternal piedad el remedio de todos sus males. Acordaos, Virgen benignísima, misericordiosísima y clementísima, que ninguno que ahora, de cuantos han acudido a valerse de vuestro socorro, ha salido desconsolado: en esta confianza ocurro a Vos, (¡oh Virgen de las Vírgenes!), y con el mayor afecto de mi atribulado corazón, os suplico me alcancéis de vuestro preciosísimo Hijo un dolor verdadero de todos mis pecados, el perdón general de todos ellos y la gracia santificante para vivir en lo que me resta como corresponde a un hijo vuestro. Ruégoos también, Señora y Madre mía, me ayudéis y favorezcáis en la hora de mi muerte, defendiéndome de las asechanzas del Demonio, y que acabe mi vida como terminó la suya San Francisco Javier, invocando el Nombre Dulcísimo de Jesús y vuestro Santísimo Nombre María. Últimamente, os pido por nuestro Sumo Pontífice, por los Eminentísimos Cardenales, por Nuestro Ilustrísimo Prelado y demás Prelados Eclesiásticos; por nuestro Católico Monarca y demás Reyes y Príncipes Cristianos; por la exaltación de nuestra Santa Fe Católica, conversión de los Infieles y Herejes al gremio de la Iglesia, y de todos los pecadores a verdadera penitencia, por las Almas del Purgatorio, a fin de que salgan de sus penas; por toda esta Ciudad y Reino Americano, lo libres de terremotos, pestes, guerras, inundaciones, tempestades y demás infortunios con que Dios castiga nuestros pecados; sino que logremos de toda felicidad en esta vida, para ir después a gozar una eternidad de Gloria. Amén.
   
Antífona: Este hombre, despreciando el mundo y triunfando de lo terreno, granjeó riquezas para el Cielo con sus obras.
℣. El Señor conduce al justo por caminos rectos.
℟. Y le muestra el reino de Dios.
  
ORACIÓN
Oh Dios, que quisiste agregar a tu Iglesia los pueblos de la India por la predicación y milagros de San Francisco Javier, concédenos propicio que cuantos veneramos sus gloriosos méritos, imitemos también su ejemplo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
 
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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