Tomado de BITTER WINTER.
LOS CÓDIGOS DE SALUD DE CHINA INCREMENTAN LA VIGILANCIA DE LA POBLACIÓN.
El régimen del PCCh impuso aplicaciones móviles para evitar la
propagación de la COVID-19, las cuales probablemente sobrevivirán a la
pandemia y se utilizarán para expandir el control social automatizado.
Por Lin Yijiang
Los servicios del código de salud de China, los cuales se ejecutan en
Alipay, una plataforma de pago en línea propiedad del gigante chino de
comercio electrónico Alibaba, o en la omnipresente aplicación
multipropósito WeChat, les asignan a las personas uno de tres códigos de
color. El rojo significa que una persona tiene un alto riesgo de
propagar el coronavirus y debe permanecer en cuarentena durante 14 días;
amarillo, durante siete días. El código verde no requiere
restricciones.
Ya que se levantaron los cierres de emergencia en todo el país, la
libertad de movimiento de las personas se volvió altamente dependiente
de estas aplicaciones de control del virus, las cuales fueron
introducidas en todo el país durante el punto álgido del brote para
identificar y aislar a quienes podrían estar propagando el virus. Para
comenzar a utilizar alguna de estas aplicaciones, las cuales deben
instalarse en teléfonos inteligentes, las personas deben ingresar su
información personal, datos de viajes recientes y su estado de salud.
Todos estos datos recopilados son almacenados y compartidos con la
policía.
Las autoridades afirman que estas aplicaciones de salud son
voluntarias y solo están destinadas a frenar el virus. A pesar de ello,
muchos creen que la medida es una nueva forma de control social automatizado en China, la cual se espera que perdure luego de finalizada la pandemia.
Según un documento emitido por un Gobierno local de la provincia
suroriental de Jiangxi en el mes de marzo, los códigos de salud han
sido vigorosamente promovidos por orden de las autoridades superiores
«para garantizar una amplia cobertura en la provincia». A los Gobiernos
de todos los niveles se les ordenó investigar si todos los miembros de
cada hogar, tanto en áreas rurales como urbanas, poseen un código de
salud.
Un administrador de red de la provincia oriental de Zhejiang le dijo a Bitter Winter
que iba de puerta en puerta para hacer cumplir la orden, asegurándose
de que incluso los recién nacidos y los ancianos, quienes son demasiado
viejos o débiles para viajar, tengan un código.
El Sr. Hu, un hombre de negocios que trabaja fuera de la provincia,
afirmó que a su padre, a quien recientemente le diagnosticaron cáncer
gástrico avanzado y no se espera que viva demasiado tiempo, también le
exigieron instalar un código de salud. Ni siquiera un aviso del hospital
confirmando su estado de salud ayudó. El Sr. Hu bromeó amargamente
afirmando que cuando su padre muera, no se le permitirá ingresar al
crematorio si no posee un código.
«Mi hijo de un año ni siquiera puede hablar, pero me pidieron que solicitara un código de salud para él», se quejó ante Bitter Winter una madre procedente de la provincia norteña de Hebei. «¿A dónde puede ir un bebé por su cuenta?».
Los residentes de la provincia oriental de Shandong tuvieron que
solicitar una aplicación de salud a principios de mayo, a pesar de que
allí no se habían reportado nuevos casos de coronavirus durante 55 días
seguidos.
A mediados de mayo se les ordenó a los condados, poblados y aldeas administrados por Heze, una ciudad a nivel de prefectura
de Shandong, que les obligaran a utilizar los códigos de salud a todos
los residentes antes de un plazo determinado. Los funcionarios locales
amenazaron a los que se negaron a hacerlo, afirmando que se verían
obligados a aislarse por un tiempo indefinido.
Las
personas deben ingresar su información personal cuando solicitan un
código de salud, incluyendo su estado de salud (captura de pantalla de
WeChat).
«Los funcionarios locales presionan e intimidan a todos —adultos y menores— para que soliciten un código de salud», le dijo a Bitter Winter un aldeano del condado
de Cao de Heze. «Como las escuelas estaban a punto de reabrir sus
puertas, nos dijeron que a los niños no se les permitiría ingresar si no
tenían un código de salud».
En comparación con el omnipresente software de reconocimiento facial y
otros sistemas de vigilancia en China, el mecanismo del código de salud
abarca a más personas y recopila una gama más amplia de información
personal. El Estado también puede imponer un control más estricto ya que
las personas ahora tienen que utilizar códigos de salud para ir a
trabajar, subirse a un taxi, ver a un médico, ir de compras o realizar
muchas otras actividades diarias.
Personas
muestran sus códigos de salud antes de ingresar a un centro comercial
emplazado en Xiangyang, una ciudad a nivel de prefectura de la provincia
central de Hubei (tomado de Internet).
Para los disidentes y las personas de fe, el control ampliado, sin duda, plantea amenazas más significativas.
El 3 de marzo, una miembro de la Iglesia de Dios Todopoderoso
(IDT) procedente de la provincia oriental de Zhejiang, previamente
arrestada a causa de su fe, fue detenida mientras solicitaba un código
de salud. La mujer no tuvo más remedio que conseguir uno, ya que el
Gobierno local amenazó con que solo las personas que obtuvieran un
código verde en la aplicación podrían ingresar a las tiendas de
comestibles y supermercados. Luego de que los oficiales de policía se
enteraran por los registros de su anterior detención, inmediatamente le
efectuaron un registro corporal, la fotografiaron y le tomaron una
muestra de sangre. Los oficiales exigieron saber si seguía siendo
miembro de la Iglesia y la llevaron a un hotel para someterla a una
«cuarentena» forzada, alegando que se sospechaba que venía de Wuhan, el
epicentro de la pandemia. La mujer fue interrogada y los agentes de
policía la amenazaron con enviarla a la cárcel nuevamente e implicar a su familia si continuaba practicando su fe.
Tal y como se afirmó en un reciente artículo del New York Times,
los «funcionarios chinos están extendiendo el concepto de código de
salud más allá de la salud pública, una posible señal de hacía dónde
podría conducir este experimento de control social digitalizado». Dado
que las ciudades de toda China «ahora están probando diferentes formas
de mantener a los residentes pegados a sus aplicaciones del virus»,
según el artículo, «esa información de fácil acceso podría dar lugar a
la discriminación. Las aseguradoras podrían aumentar las tarifas para
las personas con códigos rojos o amarillos y los empleadores podrían
negarles empleos o promociones».
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