Traducción del artículo publicado en RADIO SPADA, con ampliación de diversas fuentes.
¿Qué diferencia a la verdadera Iglesia de Jesucristo de las otras sectas heréticas y cismáticas? Inter ália, el hecho de estar siempre contracorriente, de no ser nunca el megáfono de las ideas del mundo, en consecuencia de estar basada en la Verdad misma, Cristo Dios, y de ser constituida indefectible e infalible pregonera de palabras salvíficas más duraderas que el cielo y la tierra.
La secta anglicana, surgida para complacer los deseos del libidinoso Enrique VIII y las manías de poder de una Isabel I cuya virginidad era igual a su dulzura de carácter, no tiene ninguna nota de la Iglesia fundada por Cristo: ni la unidad, ni la catolicidad, ni la apostolicidad, obviamente tampoco la romanidad, y ni hablar de la santidad.
Ahora menos la decencia y el sentido común. El doctor Justin Welby, (pretendido) arzobispo de Canterbury, a propósito de la guerra declarada por el movimiento Black Lives Matter (en últimas, por la Judería Internacional) a las estatuas en furor en los Estados Unidos y en parte tambié en Europa, ha declarado en una entrevista dada ayer a la Radio 4 de la BBC:
“Sí, por supuesto, esta sensación de que Dios es blanco… Tú vas a alguna iglesia [alrededor del mundo] y no ves a un Jesús blanco. Ves a un Jesús negro, a un Jesús chino, a un Jesús del Medio Oriente –el cual por supuesto es el más exacto–, ves a un Jesús fijiano. Jesús es retratado en tantas maneras como culturas, lenguas y entendimientos. Y no pienso que arrojar todo lo que conseguimos en el pasado es la forma de hacerlo, pero hago pensar diciendo: ‘Ése no es el Jesús que existe, ese no es el que adoramos’, es un recordatorio de la universalidad del Dios que se convirtió verdaderamente humano.
Algunos nombres deberán ser cambiados. Quiero decir, la iglesia, tú sabes, ve alrededor de la Catedral de Canterbury, hay monumentos por todas partes, o la Abadía de Westminster, y lo vemos en todo eso, y algunos tendrán que ser removidos. Pero sí, espero y oro para que pueda haber perdón, que estemos juntos, pero solo si hay justicia.
Examinaremos muy atentamente la cuestión y veremos si deben permanecer allí”.
Nihil sub sole novi. Los herejes de Ultramancha están avezados a la destrucción de monumentos: en el siglo XVI lo hacían porque adherían a la moda de Enrique VIII y de Calvino; ahora a la moda de un antirracismo que se muestra siempre más como anticristianismo.
No es tanto la preocupación por los arrestos de las iglesias anglicanas, sino que algunos dicasterios vaticanos encargados del ecumenismo puedan acoger la propuesta del Anglicano. Del resto, los modernistas son “policías de la moda” y además Welby es amigo de Bergoglio.
Quizá haya alguna sorpresa de parte de la Congregación para el Culto Divino, a la cabeza de… Robert Sarah.
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